sábado, 2 de octubre de 2010

EL CINE QUE ME GUSTA

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El prestigio del director a veces, otras es la panoplia del mérito, la hilera de premios que presenta el cartel, lo que me induce a colocarla en la lista de deseables, de aquellas que merecen ser apartadas, envueltas y guardadas para la hora incierta e imprevisible en que pueda disfrutarlas.
Es en esa fase intermedia, la de subtitulado, previa al almacenaje, cuando realizo la última supervisión, control excluyente de aquellas que, tras la contemplación de tres o cuatro fotogramas, van a ser descartadas de la actividad que mas valoro, la de perder el tiempo. Si he de hacerlo, por lo menos elijo con quien, con que voy a perderlo.
Así aparecen algunas que, intuyo tristes y solo tristes, otras que rebosan de ideología panfletaria, -que me tiene prohibida el médico del alma-, y aquellas que solo con ver el careto de algún protagonista, me están sugiriendo que la selección ha resultado insuficientemente rigurosa. Todas quedarán en el limbo.

Aunque, pienso que los gustos son solo la manifestación de los prejuicios, y todos guardamos un puñado de ellos para inducirnos al error a la menor ocasión.
Así cuando la imagen repite un primer plano, o un plano medio, de los protagonistas , ya germina en la mente, el primer juicio negativo:
-Vaya, esta va de negros-.

Y no es que el personaje principal esté interpretado por un negro, sino que es el de un negro y, probablemente me van a contar una historia de negros, entre blancos, un drama ya visto, seguramente, con los tópicos de rigor.
No obstante, hay algo en el semblante de los actores, añosos y de un atractivo físico poco discutible, ya que ,- como pertenecientes a cualquier raza (ya no hay razas, perdón) distinta de la nuestra-, son feos, para que vamos a engañarnos.
Pero hay algo atractivo en ellos , algo como ciertas actitudes que transmiten serenidad, incluso aparentan una seguridad resignada, una absoluta aceptación de su previsible destino, que es el nuestro, y que siempre resulta radicalmente diferente al que dejaron atrás, ellos, o sus padres.
Salvo que algún estúpido y ciego burócrata saque a relucir la letra pequeña del contrato fundacional que inevitablemente establece las diferencias entre los de aquí y los de allí.

Intuición, o serendipia, como el azar ese que ayuda siempre a los investigadores, tras años de arduo trabajo, a encontrar, por suerte y solo por suerte, la solución del problema irresoluble.
Seguro que fue solo por eso, serendipia, y las diez mil que llevo vistas, por lo que di el placet a esas dos películas. The visitor, y 35 Rhums.

Lo cierto es que ambas son sobrecogedoras, en su representación del pequeño drama de la gente corriente, del nuestro, aún aceptando que los dramas ajenos, todos son pequeños. Tanto mas pequeños cuanto mas ajenos. Lo bastante como para verlos desde la distancia del espectador que va a olvidarlos, si puede, a los treinta minutos o a los cinco Rhums (tragos de licor). Lo de los treinta y cinco es solo para héroes, para hacerlo solo una vez en la vida. Y no en todas las vidas.

La protagonista de The Visitor se asombra del color de la novia de su hijo.
-Es muy negra- Dice.

Ella que es siria, evidentemente mas blanca, pero que también pertenece a la misma categoría social, inmigrante irregular. El resto…no depende del valor personal ni de lo positivo que tu esfuerzo pueda resultar para la sociedad, solo de un documento y de un funcionario implacable.

Los compañeros y los amigos del Tío Tom , del francés conductor de metro, - me sugiere un agiornamiento del clásico personaje – son todos del mismo y oscuro color, y sin embargo padecen los mismos traumas emocionales de la metrópoli adoptiva, de Europa. La soledad, la pérdida de los seres queridos, o el miedo a perderlos.

Ambas tienen mucho en común, y la puesta en escena quizás sea lo mas evidente.
Reconozco, días después de verlas dando vueltas dentro de mi cabeza, a Won Kar Wai, a Yasuhiro Ozu – el padre de las hermanas Munekata, al Sr. Munekata en persona- , a Jean Renoir y su amabilidad a la hora de retratar las miserias humanas, y hasta a Bela Tarr, en esos planos estáticos donde tantas cosas suceden sin necesidad de mostrarlas.
Hago un cóctel con las dos y me siento feliz, comulgando con los espectadores que las hayan disfrutado, que las estén disfrutando.

Dice Fellini que nunca , que jamás, ha querido saber nada con la música, que esta tiene un poder misterioso que atrapa a quien en ella se instala y que puede llegar a poseer a anular a quien la escuche, a quien la disfrute. Por eso dejó el marrón a Nino Rota, y por eso fuimos bienaventurados.
En las películas que cito mas arriba, en las dos, la música tiene un protagonismo que trasciende el de sus excelentes bandas sonoras.

En la una vemos como regalan un Ipod a quien está ante el mayor de los peligros, -the loneliness-, que suena mas terrorifico que la soledad, que me evoca a la virgen de mi pueblo y que, evidentemente no es lo mismo.
¿Podrá el contenido musical del íntimo y silencioso mp3 conjurar el destino? ¿Podrá la voz de Nat King Cole secar las lagrimas nonatas de los espectadores?.
En la otra, mas de lo mismo, solo que incorporamos un instrumento nuevo ¿nuevo? a nuestro armamento musical, el Djembele. Vaticinamos cuan imprescindible nos va resultar su compañía en los dias venideros. El tacto de la piel sobre la piel curtida, y el eco del ritmo que nuestras manos provocan intentando emular los latidos del corazón, y no otra cosa.
De paso se nos sugiere la necesidad de revisar un nombre, Fela Kuti, perdido en los albores del Afrobeat, y tan vivo para siempre como aquel que se niega a vivir en un mundo que no es el suyo, el de las discográficas, las multinacionales que le asediaban, y a creerse inmune ante las enfermedades del hombre blanco, del débil , del frágil hombre blanco, el virus de la inmunodeficiencia que, enseguida, se lo llevó al lugar donde la música no cesa.

A redescubrir Fela Kuti, a aprender a tocar el Djembele – cualquier tabla, cualquier caja puede servir- y a meditar que, la integración de los extraños, de los ajenos, solo tiene un obstáculo difícil de resolver. Y es que extraños, ajenos, diferentes frente a la vida, a sus universales e innumerables misterios, somos todos y cada uno de nosotros.
Difícil aceptarlo.

35 Shots of Rum (2008)
Claire Denis
Country: France Germany


The Visitor (2007)
Thomas MacCarthy
Country: USA





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