viernes, 13 de febrero de 2009

HISTORIAS LEJANAS Y AJENAS .-


----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Si les digo que el de la foto es Günther Lamprecht interpretando el papel principal, Franz Biberkopf, de la novela de Alfred Döblin, Berlín Alexanderplatz, en la versión televisiva de Rainer Werner Fassbinder, si les digo esto, ya se que empezamos mal.
También se que la continuación no va ser especialmente agradable para el que busque distracción, diversión, evasión del problema que le ocupa, que le preocupa.
Pero es que, a pesar de mi debilidad por la tentación del cancionero:

Mi tristeza es mía y nada mas
mi tristeza es mía y sola está,
no quiero consuelo, no, no,
no voy a llorar,
mi tristeza es mía y nada más.

No es momento de recurrir al lujo de la melancolía. La imagen es para mirarla despacio, muchas veces, para volver a mirarla de cuando en cuando. Alguno reconocerá a su abuelo, a su padre, otros reconocerán a sus hijos, solo es cuestión de tiempo, y los menos se verán ellos en el espejo, en la expresión de dolor e impotencia del actor, en el instante que congela y condensa la expresión precursora de la locura que todos llevamos en la mochila, el daño infligido por la vida , vida que no ha sido breve ni leve, como podemos comprobar, si volvemos a contemplar el fotograma, el personaje, y percibimos el umbral que lleva desde la esperanza hacia la desesperación. Ese pequeño desnivel del camino que lo hace irreversible cuando ya no hay fuerzas, ni tiempo, para volver un paso, aunque sea uno solo, hacia atrás.
Dicen que es la mejor novela alemana, dicen que, publicada en 1929, explica las razones de lo que vino después, dicen que quizás Franz esté representando a un país, a una nación, y no a una persona. Todo es factible.
Igual que lo es el componente autobiográfico del que Fassbinder la haya impregnado, cincuenta años después. Puede ser.
Como pueda ser el que, una función teatral televisada en catorce capítulos y un epilogo, con una duración de quince horas escasas (le faltan seis minutos), permanezca en el imaginario de un servidor, y de tantos otros, después de haber pasado el calvario del cine, de la copia de respaldo en pocos milímetros, del VHS, y ahora de la merecida remasterización. Pero no estamos hablando del soporte, ya digo que no es novela, que no es teatro, que no es cine ni televisión, y que no es Fassbinder a pesar de ser su obra cumbre, su obra seminal dicen los angloparlantes que, sospecho esté relacionada con la semilla para ellos y con el semen para nosotros. Es igual.
Hay mujeres en la vida de Franz, y hay amigos, y hay hambre y frío, y cárcel, y esperanza, y crimen, y traición. Hay de todo, menos un trabajo, o un final feliz.
Al contrario que las cruces clavadas a las afueras del pueblo, en el ejido, las cruces que los tibios creyentes van sorteando por docenas, distraídos por la salmodia de la letanía cuaresmal, el espectador termina cada una, cada episodio, con la necesidad imperiosa de respirar, de salir a dar un paseo urgente, de insuflar un poco de aire fresco en los pulmones de Franz, y con el deseo contradictorio de no volver a contemplar semejante sufrimiento en un ser humano, a la vez que la sensación de que muy pronto, inevitablemente, va a estar sentado ante el siguiente capitulo (teil en alemán).
Tampoco es un melodrama, por mas que realmente lo sea, o por mas que la vida no sea otra cosa, para unos agridulce y para otros casi agrio o casi dulce, pero melodrama al fin y al cabo. Es el retrato realista, y esa es su etiqueta, de una sociedad desesperada donde la ausencia de trabajo y de justicia constituye el nido perfecto para que germine el huevo de la serpiente. Y ya se que no todas las serpientes ponen huevos, las víboras nacen en el vientre de la madre donde se mantienen hasta que deciden devorarlo, ni que estos se incuben sin la temperatura adecuada, pero cosas mas grandes se han visto; y para muestra el nacimiento del nacionalsocialismo, que no fue solo alemán, no se distraigan por favor, y de la mayor hecatombe que sufriera la madre tierra y que haría palidecer de envidia al bíblico Armagedon, el final de los tiempos. De todos los tiempos.
Curiosidades, al personal le gustan las curiosidades, las anécdotas, y no el sentido de la vida, el discernir los obstáculos donde pueda tropezar la humanidad, o prevenir los medios para que pueda levantarse cuanto antes, tras la caída. Curiosidad es que los escenarios fueron aprovechados de la recién acabada “El huevo de la serpiente” de Bergman, que trataba el mismo tema. Al parecer el huevo de estos reptiles tiene una cubierta semitransparente a través de la cual puede observarse el monstruo que lleva dentro. El mismo del que les estoy relatando su previsible inevitabilidad, si seguimos obstinados en negar la evidencia, en negar la realidad.
Y no hablo de imágenes cinematográficas o literarias, al menos no solo de ellas, aunque no estaría de más que volviesen a mirar el rostro de Franz. Hablo de unos síntomas que se repiten en determinadas épocas históricas, como la rinitis, el estornudo en la primavera, y que suelen comenzar poniendo énfasis en aquello de que el fin justifica los medios, todos los medios, y que los derechos humanos están muy bien, sobre el papel, que es donde deben estar etc., etc.
Y disculpen que no sea, o no quiera ser mas explicito, solo tengo que abrir los ojos y mirar las caras a mi futuro alrededor. Como la de Franz Biberkopf, por ejemplo.
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
P.D.- ¿Soluciones?
Haylas. Pero están reprimidas por los intereses creados, que era de D.Jacinto Benavente (tambien fassbinderiano él, sin saberlo).
------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Opinar es una manera de ejercer la libertad.

Archivo del blog