jueves, 1 de octubre de 2009

CRONICAS DE UN VIAJERO APRESURADO#2


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Toulouse la ciudad rosa.-
Dicen que es rosa porque casi todos sus edificios, y los tiene prodigiosos, están hechos de ladrillo y revestidos de ladrillo rojo que, con el tiempo, adquiere un tono anaranjado que a la luz del atardecer, y del buen vino, parece de un rosa absoluto.
El color, como el nombre de la rosa es solo eso, y no hay que ir mas allá.
Pero cuando uno revisa la historia clínica de cada uno de esos monumentos, y mira el apartado causal, el por qué se hicieron en ese material y no en la piedra, en el perdurable granito o en el mármol ostentoso; siempre encuentra la misma respuesta, la misma acotación.” Es que el ladrillo es mas barato, y al ser un edificio publico lo pagamos entre todos, y al ser esto una republica, decidimos entre todos hacerlo de ladrillo”. No como en otros lugares – es morcilla, patatera- donde los monumentos los erigen unos con los dineros de los demás. Ahí es mas fácil encontrar mármol, oro e incienso, incluso mirra en temporada.
Luego se encuentra el viajero con un nombre, con una efigie, con un señor de obstinada presencia en plazas, estaciones de metro, grupos escultóricos e incluso homenajes conmemorativos en la plaza mayor, Jean Jaurés. Y uno piensa en el tópico francés, en que son muy suyos y solo suyos, y quizás el que este hombre haya nacido en la ciudad sea la única razón para semejante alarde, como suele suceder en alguna que otra ciudad que me resulta cercana. Pero resulta que no.
Durante la estancia me toca vivir, mas bien disfrutar un par de manifestaciones multitudinarias e intergeneracionales, encabezadas por ancianos y cerradas por jóvenes parejas y sus hijos, en carrito o de la mano. Pero siempre correctos, siempre contentos y pidiendo cosas a las que yo no dudaría en prestar apoyo incondicional. Un día fue el reclamar la retirada de los soldados franceses de la guerra de Afganistán, el siguiente, denunciar la intención gubernamental de privatizar correos, La Poste. Tuve la sensación, estupenda, de que esa gente creía que debía hacer lo que hacia y que, lo mejor de todo, que además servia para algo.
Luego me puse a indagar en la vida, y en la muerte, de Jean, del que ahora se cumplía el centenario de algo, y de cómo el ciudadano tolosano estaba tan orgulloso de un representante suyo , que lo fue, en el gobierno de hace un siglo. Y era, fue, un maestro, un profesor, luego un filosofo, mas tarde un socialista, fundador de L´Humanité, y sobre todo un pacifista, un político y humanista que se opuso con toda su energía a una guerra inminente, la del catorce, que afortunadamente no llego a ver, porque fue asesinado por aquellos que pensaban, y actuaban evidentemente, de manera diferente.
La verdad que personajes, héroes así, merecen y hacen disfrutar el orgullo de la sociedad que los ha parido.
Preguntaba yo en mi ciudad, a alguien con estudios, con el baño cultural que da la universidad, sobre quienes eran las dos personas mas ilustres, compartiendo apellido, y naturales de aquí.
-Los Ordóñez, sin duda- Me respondió automáticamente. Lo que pude entender como un lapsus propio de la irreflexión. Pero cuando le insinué la presencia de Fernando y de Giner de los Ríos, la respuesta fue aun mas contundente y sincera.
- No se quien son esos-.Mientras uno, convencido de que ha venido al mundo para sufrir, lo hacia en resignado silencio.
Esta es una de esas experiencias en las que, cuando uno las cuenta por vividas, desearía ser tomado por mentiroso. Hasta disfrutaría con la ofensa, al pensar que alguien mas quisiera negar la realidad. Pero no. Hay algo que falla, que está fallando y que uno, en su candidez, se resiste a aceptar.
Y conste que el altruista, sea este Jean Jaurés, o sean Giner y Fernando no lo hace jamás por el agradecimiento mas o menos improbable. Que ya aclaran los filósofos que la generosidad es un vicio que lleva el premio, el placer, en su mero ejercicio. Pero también debería haber una sinergia entre esas personas notables de la historia y el medio donde han nacido o donde han crecido. Aunque creo que este verbo maldito, este debería haber, es otra de mis fantasías favoritas.
Pienso que no estaría de mas que los nietos y los hijos de los nietos de sus coetaneos, recordarán y conocieran, con admiración, la vida y hechos de luminarias como esas, ahora que nos hacen tanta falta.
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