viernes, 21 de mayo de 2010

BRECHT Y LA SOLEDAD DEL CORREDOR SIN FONDOS


----------------------------------------------------------------------------------------LA OPERA DE TRES PENIQUES.

"Brecht nos habla en La ópera de 3 peniques , de corrupción, delincuencia, crisis económica, prostitución, miseria y abusos.
En 1928, Brecht escribió el drama musical junto a Kurt Weil, en la que critica el orden burgués representándolo como una sociedad de delincuentes".

Por aquel entonces ya llevaban los alemanes diez años, sufriendo la deuda insoportable, injusta e impagable como diría Ortega, producto de algo tan aleatorio, tan azaroso y desafortunado como el hecho de perder una guerra, la del 14.
Decisión bélica que no fue sometida a referéndum, y que originó tantos muertos que, a todos los que luego dijeron o escribieron que habían estado en el combate, solo les podemos aplicar el adjetivo de mentirosos. No hubo supervivientes.
Quizás con la excepción de Louis-Ferdinand Céline, que en “Al final de la noche” nos dijo aquello de:

«Os lo digo, infelices, jodidos de la vida, vencidos, desollados, siempre empapados de sudor; os lo advierto: cuando los grandes de este mundo empiezan a amaros es porque van a convertiros en carne de cañón»

Como autor de varias profecías de semejante enjundia, y como mala persona que era ¿?, fue declarado desgracia nacional, en su querida Francia.
Con lo que se pone en evidencia que tan malo es ganar una guerra como perderla, y que tan cercano resulta para nosotros lo uno como lo otro. Pero mejor es no sacar conclusiones. Al menos precipitadas.

Cuando de un autor hacen un monstruo, los bienpensantes, y cuando no pudieron ocultar, anatemizado en vida el colega (lo era), la obra maestra que dejó para el placer de los escépticos y beneficio de generaciones futuras, no queda más remedio que leerlo. Despacio, y con todas las vueltas necesarias, ya sabéis lo de los pasos de baile, dos adelante y uno hacia atrás, para sumergirnos en lo mas profundo de eso que algunos llaman realismo cuando quieren decir aquello que todos querrían saber sobre ello, la condición humana, y que nadie se atrevió a preguntar.

A mi me produjo pesadillas recurrentes durante mucho, muchísimo tiempo, hasta que comprendí que estaba hablando, como siempre hacen los genios, de su vida y de la mía, y de que la pesadilla real estaba esperándome después de cada timbrazo matutino del despertador.
En fin, mejor leer otras cosas más divertidas y alienantes, que reconocer lo que tenemos delante. Lo que aconsejo para los demás pero reconozco inútil para mí.
Pero son demasiadas coincidencias como para pasarlas por alto y buscar escapatoria en los mundos paralelos.

Lo cierto es que, en épocas de bonanza, resulta difícil y extraordinaria la actitud, por lo demás inofensiva, de sumergirse en las historias ambientadas en tiempos difíciles, y no digo nada en los trayectos vitales de protagonistas perdedores, derrotados y vencidos de antemano por las circunstancias de un ambiente hostil, de un entorno en el que no puede germinar otra semilla que no sea la del drama o la tragedia. Resulta difícil.
Tanto como imposible debe resultar cuando toca el ciclo que enflaquece las vacas, y cuando a una plaga, la posguerra, sucede otra, como fue el crack del 29, dejando tiritando al animalito desnudo y hambriento en el que se adivina el otrora gordito feliz.

Hasta Brecht (2) elige como heroína, en su obra, a la hija del rey (1) de los mendigos, a sabiendas de que el público, estúpido, a quien dirige su mensaje, necesita la imagen aristocrática, incluso dentro de la miseria.
Es la misma situación, repetida, de las innumerables historias de la generación norteamericana de los años cuarenta, en las que los personajes , los Gatsbys y las Escarlatas llevadas por el viento, son pobres y lo pasan mal. Es decir son solidarios con el resto de los lectores pero… O bien han sido antes inmensamente ricos o van serlo de manera inminente, poniendo a dios por testigo (1) o arremangándose lo que haga falta.
Pero siempre, siempre, en la ficción los venidos a menos, lo son de manera transitoria y haciendo soñar al lector, o al espectador, con el paraíso otra vez. Con la fantasía eterna del dinero fácil y abundante.

Son escasos los escritores hiperrealistas, Carmen Laforet un suponer, en los que sus personajes se mueven entre la nada y la nada, sin ofrecernos otra cosa que la mirada a su alrededor, que por cierto se parece bastante al nuestro. Y a pesar de ello, la chica, su alter ego, es joven, y por tanto guapa, y tiene unos lazos mínimos pero suficientes, amistad y esperanza, para agarrarse a la vida. Sin un antes glorioso y sin las previsibles expectativas de que el futuro inmediato vaya a serlo.

Es mi duda, no exenta de un ligero pellizco de angustia, la de desconocer el papel que la realidad nos viene a asignar a los nuevos pobres. Descartada la ficción orientada al consumo, a la proyección de la riqueza ausente sobre el pueblo que desprecia, ignora y rechaza su condición de pobre nuevo y que, por tanto, se niega a aceptar sus nuevas vestiduras, las de la opera del mendigo, también llamada de los tres peniques o de la perra gorda.

Todos hemos visto el exquisito gusto mostrado por los nuevos ricos, el desprecio hacia aquellos que vivíamos de nuestro trabajo o que pagábamos, y pagamos, nuestra deuda permanente con la sociedad, impuestos mediante. Así como sus “Signos externos de riqueza” sin los cuales esta no tiene ningún sentido, salvo para los mezquinos y avaros que son malvados de otra época, oropeles costosísimos que ahora permanecen en el horizonte como restos, ruinas de una Itálica famosa, hoy mustio collado, ya saben, con la hipoteca pendiente de pagar….entre todos.

Reconozco que no he crecido en un ambiente similar, en el que haya podido aprender lecciones que ahora me resultarían utilísimas. Y que la degradación social de la depresión económica de un país, que presumo falsa, la recogida en las novelas o películas relativas a ese tiempo, no pasa de tener la misma credibilidad del melodrama en que suelen envolverla los autores.

Por tanto, me quedo con el dialogo del niño de Stalingrado, en la película de ayer, en la que relataba aquello tan visto de:” Hace dos semanas nos cortaron la luz, desde hace cinco días no hay agua, y este es el último mendrugo de pan que nos queda”
No terminé de verla así que tampoco me sirve como guión. Porque la realidad, la de las crónicas de aquel desastre, siempre quedó tapada, cubierta y oculta por la victoria de unos y la derrota de otros. Un noventa por cierto de civiles muertos. Poco importa si el fin justificaba los medios.
Sin buscar paralelismos entre la desinformación de entonces y la de ahora. Porque si los busco, podría encontrarlos.

Pero son películas, ya digo, además de historias tergiversadas por las crónicas interesadas. Y desde luego, que solo me sirve como consuelo el pensar que, todavía, o siempre espero, estamos o estaremos en una situación mucho mejor que la de las victimas del asedio.

Pero cada vez que miro hacia atrás, sobre esos goznes chirriantes de la historia más cercana, no hago más que recordar que todo es posible. No hay más que proponérselo. Seguir ausentes de la realidad, sin hacer nada, y esperar el beguin the beguine, el volver a empezar de Cole Porter.

Esto lo digo por silbar algo, que siempre consuela, porque desconozco, insisto, el tiempo que va a hacer mañana.




(1). Me recriminan algunos seguidores, que escriba siempre rey y dios con minúsculas.

Yo mientras sigan así las cosas, y sigan sin hacer sus deberes, no voy a regalar a nadie una mayúscula.


(2). Brecht nunca dijo ninguna frase de esas que le atribuyen los amigos de las citas, literarias se entiende. En cambio, si dijo:

«Hay hombres que luchan un día y son buenos, otros luchan un año y son mejores, hay quienes luchan muchos años y son muy buenos, pero están los que luchan toda la vida, y esos son los imprescindibles».

P.D. Nada mas lejos de mi intención que imaginar un futuro bélico como continuación del despropósito actual. Pero, insisto, en que, en realidad no imagino ninguno.

-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Opinar es una manera de ejercer la libertad.

Archivo del blog