jueves, 2 de diciembre de 2010

PESSOA PROFETA.-



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El hombre delgado sonrió indolentemente. Me miró con una desconfianza que no era malévola. Después sonrió de nuevo, pero con tristeza. Bajó, después, otra vez, los ojos al plato. Continuó cenando en silencio y absorción.

Pessoa. Desasosiego 109

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Doscientos años después de Goya y -en la abundancia- unos meses antes de que la profecía de Pessoa se hiciese verbo otra vez, Botero nos lo cuenta a su manera.



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Dorothea Lange, coetanea de Pessoa, tambien vivió algo parecido. Solo que miraba algo mas profundo que la vida propia. El futuro de la ajena.



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