sábado, 18 de agosto de 2012

LA VIDA INSTRUCCIONES DE USO.- (PEREC).



LECTURAS VERANIEGAS 3.-

Desgracia

Por este motivo Greenpeace acredita que este libro cumple los requisitos ambientales y sociales necesarios para ser considerado un libro “amigo de los bosques”.

Así termina el preámbulo religioso, introductorio a la edición española del libro homónimo de Coetze.
Clavadito al nihil obstat de la censura eclesiástica de los últimos veinte siglos.
Hoy su aggiornamiento la convierte en una certificación tan innecesaria como absurda por parte de Greenpeace, que habrá cobrado el sello correspondiente, la bula, a la editorial especializada en lectores gilipollas, como el que suscribe.

  
Vamos a ver, criaturas, no se puede hacer un libro sin madera, y esta no puede conseguirse sin amputar algún fragmento arbóreo a la madre naturaleza. Las tortillas también implican cascar embriones de pollos y convertirlos en delicias gastronómicas. Si no quieres desfoliar el Amazonas –al bosque de al lado de tu casa, que le den- ni que el insomnio por tu grave falta medioambiental te quite el sueño, no leas papel.  Limítate a ver la tele o vuelve a los relatos de tradición oral, en la peluquería. Podrías también leer la biblioteca de Alejandría en formato digital, pero todavía la progresía no ha sacado el correspondiente edicto que de validez a las palabras evanescentes de las pantallas retroiluminadas. Esperando estamos el próximo concilio, en el que la encíclica de la ONG que tiene el monopolio, nos confirme que esto que estáis leyendo, realmente está escrito. Hasta entonces... a suspirar. 

Otro timo aparece ya en el título del libro de Perec  –no en el de Coetze, que no miente, es una autentica desgracia y lo dejaremos para otro día - cuando te hace esperar eso que todo lector busca inconscientemente en la lectura, su formación personal, su aprendizaje moral, sentimental  y hasta pragmático sobre cualquiera de las variadísimas situaciones con que se va a enfrentar a lo largo de su vida.
No aparece la menor instrucción de uso en ninguna de sus seiscientas páginas, y referencias a “la vida” solo las encuentro en su título. La única pincelada de “autor” que he encontrado es aquella, repetida, pensando en nosotros, los torpes, que explica aquello tan metafísico de que dos piezas de puzzle una vez que se han unido, desaparecen como tales para convertirse en otra nueva, con identidad propia. Esto si lo extrapolamos al proceso en el que el individuo, inevitablemente desaparece como tal  al sumergirse necesariamente en la convivencia familiar, laboral o vecinal, tiene el sello poético del escritor que se lo ha currado. Bellísimo.

El resto, tan inagotable como inaprensible, y autoeliminable en la memoria del lector tras el paso de pagina, se limita a condensar la prensa francesa de los últimos cien años, con predilección por las páginas de sociedad, sucesos, y algún toque deportivo, aliñados por una descripción exhaustiva de cualquier figura o personaje que aparezca reflejada en la imagen de una pintura, grabado, o esmalte de la caja de las galletas. Todo vale. 

Una vez que lo has leído – y digo lo, a él, porque no es una novela- te das cuenta de todo lo que atesoran esos museos a los que no te gusta entrar sin saber muy bien por qué. Museos de la decoración, de los utensilios domésticos, del mueble, de la moda, de los oficios , o de las palabras perdidas. Todos ellos y sus catálogos , exquisitamente reunidos en capítulos clónicos y tan subyugantes como pueda serlo el contenido de los cajones del chifonier de la tía Eduvigis (para sus afortunados sobrinos). El resto, un servidor, termina abrumado entre tanto bibelot, animado o no, y entre tanto libro iluminado – creo que es algo como miniado- de los que aparecen en la lista. 

Ciertamente que se aprenden un montón, centenar mas o menos, de palabras, que supongo  ya eran innecesarias y por ello difuntas, antes de ser reunidas en esta enciclopedia. Pero donde esté un buen diccionario… Incluso los programas televisivos tipo Quiz Show (El Dilema, Robert Redford, 1994), o Saber y Ganar, entre nosotros, pueden ser mas formativos en este aspecto, e indudablemente mucho mas divertidos.

Vuelvo a lamentarme del error repetido por enésima vez,  de leer la contraportada de los libros de aparente prestigio, literatura alternativa, rara, o simplemente foránea, con le ingenuidad de pensar que cualquiera de esos adjetivos sean sinónimos de calidad, cuando tan solo lo son de identidad y, en todo caso relativa. Pero es la lectura de la tapa posterior, y la fe en los autores consagrados que firman opiniones lapidarias, condensadas en un par de líneas, las que suelen conducirme hacia el impulso pecaminoso una y otra vez, caer en la tentación y, volver a realizar el actor de dolorosísima contracción verdadera que estáis contemplando.

Y es que es otro de los misterios de la vida para los que no encuentro explicación alguna. El como se pueden rellenar centenares, miles de páginas y  cuando uno las revisa con detenimiento, comprueba que están vacías. Todas, absolutamente vacías.
Pobres arbolitos míos.


P.D.- Perec es el de la foto del gato. O quizás es el gato.


 Hoy en el cast: Camús, Patricia, Faulkner, y hasta Peter Sellers, un tanto resfriado.













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