viernes, 10 de mayo de 2019

VIAJANDO POR LA RAYA (1).-



Viajando por La Raya.-


Faltan cuatro días, o así, para que el Gran Hermano me envie el resumen mensual sobre las ciudades que he visitado en el último mes, los paises, dos, y los kilómetros en coche o andando. Todo lo detalla el amigo invisible, Google, incluso los lugares donde he comido o pernoctado. Exhaustivo cuaderno de viajes donde incluso tengo marcado en el mapa el trayecto en el que me ha fijado el ojo que todo lo ve. 

Supongo que lo próxima extensión de tan molesta e inútil aplicación, será el reflejar también hacia donde he mirado y por cuanto tiempo. De los pensamientos ni me preocupo, es lo primero que me ha calado a través de los escasos efluvios emitidos por el lóbulo cerebral correspondiente, lo doy por hecho. Resignación ante lo inevitable y actitud risible ante aquellos que todavía creen en la virginidad de sus “datos”, como si estos pudiesen ocultarse en este mundo de bits que se intercambian en los mercados etereos. Aunque esto del eter resulta ser muy literario, pero nada real; hoy circulan de disco duro a disco duro via PTP, mañana quien sabe. 

Lo del cuaderno de bitácora escrito por este amanuense sin alma, al menos las referencias a altitud, latitud y desplazamientos, lo doy por bueno si de paso me permite recordar ciertos lugares sobre los que no está de más elaborar una reseña que los fije algo en esta memoria cada día mas evanescente, la pobre.
Siete ciudades, siete, excluyendo el sobrero, que es la mía natal, hecho que el espia desconoce al parecer, y que no le pienso detallar.

Lo primero que he aprendido es que no puedes preguntar información sobre un pueblo cualquiera a la responsable – lo siento, todas han sido la – del centro de interpretación local, con la pregunta terminada en “...este pueblo”. No volveré a hacerlo jamás, salvo que esté haciendo un estudio sobre malos modos en respuestas súbitas y generalmente vociferadas.

-!Ciudad querrá usted decir!. Incluso en aquella aldea a la que el amigo de la pantallita le atribuye cincuenta almas en el el registro de habitantes.
-!Fue una gran ciudad en tiempos de Roma! Me aclara la señorita, o señora, condescendiente con mi ignorancia, ya sin gritar.

Esta situación la he vivido repetidamente, sufriéndola al llamar erróneamente pueblo a la nueva capital autonómica de esto o de lo otro.
Tal es mi irracional desazón al respecto que, el otro día cometí la grosería al contestar a unos turistas interesados sobre los sitios donde solemos ir a comer los paisanos de mi ciudad. Espero que ellos me perdonen; los muy considerados y prudentes, usaron el termino ciudad.

-!Eso me lo tendrían que decir ustedes que son realmente aquí los paisanos y los que comen fuera todos los días!

Realmente no me pude contener, y lo siento. Pero es que como las plagas de palomas urbanas o como las ratas que Nosferatu llevaba con su mensaje pestilente -de peste- a las ciudades que desaparecerían poco después. 250.000 invasores el pasado año, la mayoría coreanos, a los que encontré un día de estos saturando la pousada de Marvao e impidiéndome probar el hojaldre de cabrito que anunciaban en el día del ídem. 
Esto de las invasiones barbaras, que puede parecer divertido para unos y harto lucrativo para otros, está ciertamente fuera de control y no hace otra cosa que marginar, cuando no expulsar, a los auténticos viajeros entre los que obviamente me incluyo, en primera persona, del plural, que tampoco hay que ser excluyente en grado absoluto. !Já!

Viajero eres hasta llegar a un lugar tan exprimido por el boom turistico como el tuyo, donde te conviertes obligado en otro turista más, sometido a las consabidas vejaciones.
Aqui suele ser de utilidad seguir los consejos negativos del ojo que todo lo ve, para no caer en las trampas donde otros insectos hermanos lo hicieron. Aceptar con cierto reparo los comentarios positivos y alejarse si fuese necesario de lugares tóxicos donde solo eres visto como un euro con patas. Me sucedió en Monsanto, y me arrepentí de no haber reservado una mesa en Penha Garcia.
Consejos doy y, para mi no tengo.

Se agradece, no obstante, el garito de la interpretación local, de donde sales con un puñado de estupendos planos y programas gastro culturales, cuando no directamente la invitación para una inolvidable jornada de senderismo. Sin ir mas lejos, en Marvao, a donde debo regresar otro día que no sea fiesta local, algo realmente difícil en el país vecino – observen que el país vecino es uno solo, al parecer- estaba programada la ruta del contrabando de café para primeros de mayo.

 
!Ahí es nada!, me imagino con una mochila de treinta kilos de café a la espalda y atravesando arroyos y riscos hasta poder depositar la preciada mercancía al otro lado de la raya.
Cultura cafetera marcada a agua y fuego, con algo de leche para los infantes, a lo largo de décadas de autarquia dictatorial, y que nos ha dejado deformado el gusto por esa magnifica infusión, dado el monopolio del grano negro -torrefacto a su pesar- y pequeño que, paradojicamente pertenece a la variedad robusta y que se cultivaba en las colonias del vecino, Angola y Mozambique.
Ha sido tan prolongada y exclusiva la provisión de este café de matute a lo largo de toda la frontera que todavía es esta variedad, y la marca de la etiqueta del tío del sombrero, la preferida. Siendo difícil encontrar otro tipo de café en las tiendas de los pueblos -ciudades- limítrofes.

 Sin duda que hubiese disfrutado en la excursión, cual emulo contrabandista, sabedor de que los cuarteles de uno y otro lado están desiertos y abandonados, igual que el resto de edificios fronterizos y un gran porcentaje de viviendas semi ruinosas en cualquier núcleo urbano. Es difícil escribir que esta tierra languidece, difícil y falso, porque no languidece, sencillamente agoniza, que es bien diferente. Y el tópico de la España o el Portugal vacíos, pierde su significado por el uso interesado que algunos puedan hacer y por el absoluto desconocimiento de la realidad, dantesca la señora.

Me ha servido de consuelo, al perder la posibilidad de convertirme en porteador de mi droga favorita, después de la patatera – paté tera , si me hacen caso los innovadores de la cosa - el hecho de que ciertamente la variedad robusta no ha sido nunca de mi agrado, y más en su tueste con azúcar quemada, que aglutina los granos en un ladrillo cilíndrico que había que romper con martillo, en mis recuerdos. Es lo que tiene el viajar, y probar el arábica colombiano en la Feria del Campo, un antes y un después, una raya en estas cosas del vicio.

Castelo de Vide, donde apenas pude tomar un café de estos, de los suyos, en trago corto y negrisimo, acompañado del imprescindible pastel de nata que, sorprendentemente a lo largo de esta zona tiene la textura y frescor de los recién hechos en la Belem lisboeta, demostrando que la repostería industrial canallesca a la que nos tienen habituados las grandes superficies, tiene alternativas ocultas o secretas, pero que existir existen..
Esta ciudad conmemoraba con su gastronomía tradicional de origen judío, a pesar de los siglos de discreta ausencia, y con homenajes varios, algún aniversario de cuando entonces.

Me sorprende que guarden con cierto esmero su judería y su estupenda sinagoga. Recuperada por aquellos que mantienen la hermandad entre ellos y nosotros, semitas todos, con sus inscripciones pétreas del presidente portugués pidiendo disculpas, y otras de agradecimiento israelí por la acogida de los expulsados del paraíso adonde presumiblemente íbamos a llevar el café, al otro lado, donde por cierto el tema sigue siendo tabú, como tantos otros, y tan solo los dirigentes políticos mencionan, con la boca pequeña aquello, de las tres culturas, nada menos que tres, mientras algunos lloramos la inexistencia de al menos, aunque sea solo una, de ellas.

Bien es cierto que de allí partieron los padres de Spinoza para dejar en los Países Bajos, la gloria de la filosofía sefardí cuya procedencia cercana no era otra que el otro lado del arroyo. Baruch Spinoza, expulsado del judaismo por librepensador, es decir por malo malísimo, nos dejó perlas dentro de ese bivalvo oculto al que llamamos razón, y tan solo tenemos que entreabrir su obstinado caparazón para: “He procurado diligentemente no reírme de las acciones humanas, ni llorarlas, ni abominar de ellas, sino comprenderlas”. “No queremos algo porque sea bueno, sino al revés, decimos que algo es bueno porque lo deseamos”. “La actividad más importante que un ser humano puede lograr es aprender para entender, porque entender es ser libre”.
-Baruch Spinoza-
Si añadimos que el héroe local, y bastante más cercano en el tiempo, fue Maia Salgueiro, y que este se jugó todo lo que alguien puede jugarse el 25 de Abril al escuchar la canción de Grandola Vila Morena, y dirigir la insurrección incruenta que devolviese la democracia al país después de una larguísima dictadura, vuelvo a comparar, y es algo nefasto eso de comparar cuando te tumba la moral, con aquellos otros militares que, al otro lado de la raya hicieron justamente lo contrario. Me alegro de la suerte y el destino de los vecinos, a la vez que me admiro de su considerable ayuda con aquel exilio forzoso de hace quinientos años, y que, curiosa e inevitablemente,vuelve a repetirse otra vez. Los miro, los admiro, y sigue sin gustarme el café torrefacto. Envidia cochina que me atormenta.
 


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