martes, 23 de mayo de 2023

QUE NO TE PEINES.-

 




GARRIDO PALACIOS, Manuel

Publicado en el año 1992 en la Revista de Folklore número 138

Recoge este señor en sus antologías de coplas extremeñas, procedentes de Garganta la Olla, la siguiente:


Que no te peines

que no te laves

que no eres rosa

de los rosales,

de los rosales

de Alejandria

que no te peines

morena mia


La llevo en la cabeza, dando vueltas desde esa época de la infancia en la que la memoria acaba de surgir de la nada, de la nada consciente, que de la otra no salimos jamás.

Debía estar convaleciente, febril, recuperándome de algún acoso del ruin, quien se llevaba realmente a los niños cada poco, como atestiguaban las campanas en su repiquete. Lo suficientemente obnubilado y disfrutando esa pizca de lucidez de quien disfruta el cambio de sabanas limpias y frescas, que con el mimo de madre eran la mejor medicina. Ese día, quizás también los sucesivos, una chica cantaba en el patio, al otro lado de la alta ventana que me impedía distinguir otra cosa que el cambio de la luz entre el día y la noche. Lo cierto es que la canción se me quedó grabada para siempre, y si no la he compartido hasta ahora, es porque no entendía la letra, no comprendía que el cantor invitase a la amada a no peinarse y a ni lavarse, y todo ello en Alejandría que luego fui conociendo como capital de un reino lejano, lejano y quizás ficticio.


La recordaba más o menos así, en cuanto formato poético, y musicalmente embellecido por una voz joven en la que el ritmo inevitable de fandango con el que vestían todas las coplas, al menos las hacían fácilmente reproducibles y memorizables, como es el caso.

Años dando la vuelta al texto, el origen estaba tan solo semi oculto por aquello de que ante la probable segunda negativa de mi indagación sobre el texto, preferiría dejarlo en la sombra, en el ligar de las pesadillas amables sin más.

Pero la obstinación, incansable ella, no ha dejado nunca de buscar una explicación a este entuerto.

Hasta que en un momento determinado tomas el control del barco, coges el timón y cambias de cartas,náuticas y de las otras, y comienzas a manejar el condicional y si...


Y si el que inicial fuese la socorrida amputación lingüística de mis paisanos, y obviamente los de Garganta la Olla, y comenzasen los versos con aunque: Aunque no te peines, aunque no te laves.


No obliga ni induce a la novia a la falta de aseo, machista el trascriptor, tan solo supone que su amor y la belleza de la amada, son tan grandes que no necesitarían de afeites, pomadas, estiramientos o colágenos, para superar a las rosas de Alejandria, que tampoco lo son. Solo una variedad de rosas pequeñas y olorosas que cargan con el apellido.


Entre los arreglos del texto y la goma arábiga de mi memoria, la cosa vendria a quedar así:


Aunque no te peines,

aunque no te laves,

eres la reina de los rosales

de los rosales de Alejandria,

aunque no te peines

aunque no te laves...


Y al ruin, que le den.


Mucho peor fueron los jeroglíficos con que la vida me iba obsequiar, en la segunda infancia, cuando todavía crees en todo lo que ves, y en la adolescencia, cuando dejas de creer en todo.

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Para senderistas y amantes de las rosas y su fragancia, obligado recomendar la ruta de la Rosa de Alejandria que cada primavera se recorre desde Olivenza, de cuya web he tomado prestada la imagen.

La Raya, siempre la Raya.

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