martes, 27 de marzo de 2012

EUGENE SMITH vs VIRXILIO VIEITEZ (FOTOS DE FAMILIA).- LA FOTOGRAFIA SOCIAL.


A VUELTAS CON EL TIEMPO.-
Aun cuando la nostalgia se convierte en patológica, cuando es ese lugar donde pasas la mayor parte del día, resultando un sitio a donde acudes voluntariamente, por pereza o por cobardía respecto al presente; es posible, y siempre está en tu mano, o al menos así lo crees, entrar o salir de esa casa de placer, que en condiciones normales, de salud mental fetén, algo raro, debería quedar reducida a esos segundos que preludian el dormir; en los que el recuerdo de tu madre- ¿Quién si no?- te va a facilitar los sueños o el descanso, haciendolos mas dulces.

La novedad, lo nunca visto en nuestras cortas vidas, es la posibilidad de que ese viaje hacia atrás, esa nostalgia, que sin duda nos venderán como neo-nostalgia, ya veréis, sea algo colectivo e ineludible.











Algo que uno había visto exclusivamente en la literatura llorona de hace un siglo, o en las crónicas de una época en la que palabras, hasta entonces de ciencia ficción, se adueñaron del mundo. Deflación, recesión, gran depresión, o cualquier otro sinónimo de ruina, se hicieron habituales a la hora de justificar lo que estoy diciendo, que es posible un paso atrás, o varios, como en el juego de la Oca, y que se pueden retroceder varias casillas, del laberinto al 30 por ejemplo, aún en el caso de que uno ni siquiera haya iniciado el juego en cuestión.
De pronto las añoradas imágenes, la música, películas, o ídolos de los años sesenta, o cincuenta, dejan de tener gracia. El blanco y negro, la pobreza endémica de gran parte de nuestro país, o la cutrez de los cómicos que nos hacían reír, se convierten en una amenaza incesante, en el indicio de que ese viaje forzoso en el tiempo, pasa de lo posible a lo probable.
Tengo dos cronistas de cabecera, a los que me gusta acudir de vez en cuando, para reconocer un tiempo y un lugar cuya realidad me estaba vedada, en parte por la propaganda oficial y en parte por la ceguera natural de mi juventud que, coloreaba las imágenes, y otras cosas, con la ficción infinita del que tiene toda la paleta de colores y todo el arsenal de ideas, inmaculados.
Esos dos han sido, y serán, Virxilio Vieitez y sus entrañables retratos de la Galicia profunda; y W. Eugene Smith, cuyo Spanish Village, o sea Deleitosa, dejó estupefactos a los lectores de la revista Life, y a las autoridades españolas que, tan bien, tenían guardado el secreto de la miseria real en este pueblo cacereño que, en realidad, era solo el botón de muestra del resto del país.
No importa el año en que están fechadas, para unos ese dato justificará lo que ven sus ojos, mientras para los mas longevos, será exclusivamente un motivo de sacar a relucir la incredulidad que todos llevamos dentro. No es posible, no lo es que, aquí, en ese entonces tan cercano, o lejano, haya existido esa forma de vida . Y mucho menos que en ellas, estemos contemplando nuestro inminente futuro, como en aquellas bolas de cristal que, también, pasaron a la historia.
Yo, por si acaso, me fijo en los detalles. En los más pequeños, por si hay que desandar el camino. No puedo evitarlo.

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