Corrigiendo errores.
-Deja que el niño lea- Dijo mi madre.
-Todo el tiempo que dedique a la lectura, lo ahorrará de pensar- Siguió diciendo.
-Acuérdate de mi hermano. Dio en pensar y... como acabó. Déjalo- Continuó.
-Bien. Pero que lea poco- Dijo mi padre, previsor.
Y el niño leyó y leyó, y se hizo grande. Y escribió entre nosotros. Y escribió sin recordar tan siquiera el final del hermano de su madre. Claro que, tampoco le hubiese cabido en un cuento. En aquel tiempo los relatos con demasiadas palabras estaban condenados a encogerse.
Comenzó a pensar primero la posibilidad de seguir leyendo, de leer algo más. Luego siguió pensando en escribir una versión corta de aquella historia. Dio en pensar, en pensar y en pensar.
-Creo que deberíais leer mas- Dije a mis hijas, después de haberlo pensado.
-Y quizás os cuente una vieja historia familiar- Continué.
lunes, 21 de abril de 2008
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