Ochi chernye, ochi strastnye!
Ochi zhguchie i prekrasnye!
Kak lyublyu ya vas! Kak boyus' ya vas!
Znat' uvidel vas ya v nedobryi chas!
Rusia de mis
amores patria querida...
De la zarzuela
de Serrano y Arniches, Alma de Dios
(estrenada en diciembre de 1907) su fragmento más conocido es la Canción
Húngara.
Hungría de
mis amores,
patria querida,
llenan de luz tus canciones,
mi triste vida.
Vida de inquieto
y eterno andar,
que alegro solo
con mi cantar.
Canta vagabundo,
tus miserias por el mundo,
que tu canción quizá
el viento llevará
hasta la aldea
donde tu amor está.
Canta vagabundo, etc.
patria querida,
llenan de luz tus canciones,
mi triste vida.
Vida de inquieto
y eterno andar,
que alegro solo
con mi cantar.
Canta vagabundo,
tus miserias por el mundo,
que tu canción quizá
el viento llevará
hasta la aldea
donde tu amor está.
Canta vagabundo, etc.
Si os digo
que un servidor formaba parte del coro colegial y que me aprendí la canción entera,
tendré que contaros la historia completa.
La segunda
vez que, en los ensayos, el director dijo aquello de…”Oigo por ahí,como un
moscardón…” señalando la zona de la que yo me consideraba epicentro vocal, tuve
la ocurrencia, propia de un autentico superviviente, de seguir cantando solo con
los labios, sin emitir sonido alguno, algo que poco después pondrían de moda en
la tele con el nombre de playback.
Y no es que quiera detentar el titulo de precursor del invento, que estaba claro que no, es más bien que desde entonces el director musical del coro no volvió a poner cara de disgusto y así pudimos estrenar con extraordinario éxito, ante los poco exigentes padres de los niños del coro, la versión vocal de la romanza de Alma de Dios.
Y no es que quiera detentar el titulo de precursor del invento, que estaba claro que no, es más bien que desde entonces el director musical del coro no volvió a poner cara de disgusto y así pudimos estrenar con extraordinario éxito, ante los poco exigentes padres de los niños del coro, la versión vocal de la romanza de Alma de Dios.
Nunca sabré si mi carrera musical, frustrada de raíz a partir de este suceso, se debió a mis carencias auditivas, en su acepción vocal, o más bien a la poca insistencia de la schola cantorum, o a las escasas dotes persuasivas del maestro aquel. Prefiero pensar lo segundo y demostrarlo en cuanto inicie el inminente nuevo intento, esta vez con la guitarra eléctrica, para no tener necesidad de abrir la boca, de manera tan ridículamente silenciosa.
Por cierto que la versión de “Los Relámpagos” en su serie de “Paginas musicales de la historia de España”, está montada sobre la estratocaster de J.L. Armenteros, y quien sabe…
Si bien la
memoria guardaba equivocada la primera palabra del primer verso.
Siempre he
cantado -para adentro, no asustarse- aquello de :
Rusia de mis
amores,
patria querida,
llenan de luz tus canciones,
mi triste vida.
patria querida,
llenan de luz tus canciones,
mi triste vida.
Desconozco
por qué he cambiado Hungria por Rusia, aunque el contumaz cabezota que llevo
dentro me dice que cuente las silabas del verso, antes y después y lo comprenderé
enseguida; que el diptongo final se
deshace y que aunque inútil para la armonía vocal, la cosa de la métrica no se
me ha dado mal, y que además, de razones ideológicas nasti, Rusia querida..
De ahí a que,
cuando escuché la supuesta canción “Oh Chichornia” cantada por el coro, ballet y
orquesta del ejercito ruso, -vestidos de
cosacos en la cubierta del albúm- y cuando volví a escucharla tantas veces que
el idioma ruso se me volvió tan familiar que, no solo podía pronunciar las
palabras de la letra, sino comprender perfectamente su sentido. ¿O no?.
Creí que cantaban,
henchidos de nostalgia eslava, esa que funde la melancolía con las
reivindicaciones patrióticas y viriles, en
las numerosas y graves voces de los soldados cantores, de los rusos evocando el
pueblo, la aldea de su infancia, la Chichornia bienamada, donde en la isba de
sus padres siempre tendrían una ardiente sopa, o gachas, de trigo sarraceno,
esperando al hijo ausente. Más evidente no podía ser.
Lo del trigo
sarraceno será motivo de otra extensa charla sobre la estupidez humana, la que
convierte la miseria en moda, y encima la llama viral, con un par, pero dejemosla
para otro día.
Lo cierto es
que la película – ya tardaba- “Oci
ciorne” de Nikita Mikhalkov, basada en relatos-majaderos, son cuentos, no
relatos- del maestro Chejov, con Marcelo y Silvana, ya me hizo sospechar si no
podría estar yo equivocado, ya que la traducción italiana “Oci ciorne” del ruso
“Ochi chyornye” significaba claramente “Ojos negros”, con lo cual, aquello de
la querida Chichornia comenzaba a pasar al plano de la inveterada estulticia de
un servidor.
Очи черные, очи страстные
Очи жгучие и прекрасные
Как люблю я вас, как боюсь я вас
Знать, увидел вас я в недобрый
час
Ojos
negros, ojos apasionados
Ojos
ardientes, hermosos
Cómo
os quiero, cómo os temo
Tal
vez os conocí en un momento maldito
Y es en esta
ocasión, como tantas otras veces, en que uno diferencia con claridad ,
realmente puede hacerlo, entre las historias ajenas, y las propias, y cuando
cobran sentido las estrofas de la canción, se hacen reales y verdaderas y establecen la diferencia entre aquel que lee
un texto sagrado y el creyente que lo hace con fe ciega en lo que está leyendo.
Oh Chichornia,
Chichornia, y yo que estaba tan feliz en mi ignorancia.
Para dar sentido
multimodal a lo estoy contando – he aprendido esa palabra, y si no la suelto
reviento, multimodal – os añadiré enlaces a versiones populares de Alma de
Dios, canción del vagabundo errante – creo que es reiterativo el asunto, los
vagabundos son errantes o no son vagabundos, que de vagamundos también os contaré
otro día- y la genuina de Ojos negros, en versión instrumental de Django,
porque ellos no son para escucharlos, que son para verlos. No os equivoquéis y
luego os vaya a suceder lo mismo que a mi.
PD. La película no hace justicia a Marcelo ni a Silvana, y mucho menos a Chejov a quien no puede valorarse adecuadamente en otro formato que no sea la lectura de sus cuentos. Los genios es lo que tienen.
Tanto IMDB como
Filmaffinity le otorgan 7.6 sobre 10. Allá ellos.
Versión de Los Relámpagos (Alma de Dios)
Versión de Django Reinhardt (Ojos negros)
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