miércoles, 25 de diciembre de 2019

DÍAS DE ESTO.-






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domingo, 22 de diciembre de 2019

FELIZ NAVIDAD.-






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jueves, 19 de diciembre de 2019

ES IMPORTANTE NO PERDER LAS REFERENCIAS....






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miércoles, 18 de diciembre de 2019

CIEN AÑOS NO SON NADA....



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lunes, 16 de diciembre de 2019

"EL ROTO" EN EL PRADO. (y está sembrao).-







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miércoles, 4 de diciembre de 2019

BÚSCATE, BÚSCAME, BÚSCALE.





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viernes, 8 de noviembre de 2019

ENTRE MICHAEL POWELL Y SAN AGUSTÍN ME LA HAN HECHO BUENA.-



Es este un conflicto que se decide con las armas de la memoria, más que con las de la razón.
(San Agustín).

El Rubicón es un rio, y resulta ser también el testigo de un momento único de la historia, de esos que separan con nitidez el antes y el después.
Supongo que en el funcionamiento de la memoria de cada cual debe existir asimismo un instante, para mas inri no advertido, con idéntica trascendencia que la frase atribuida a Julio Cesar. “Alea jacta est”, sin necesidad de voluntariedad alguna a la hora de cruzar ese arroyo intangible y exento de agua, sin riesgo aparente de mojar o embarrarse los pies. Digo aparente porque a partir de entonces van a aparecer manchas ocasionales, al principio en los zapatos, que nos sorprenderán por su color rubí -de ahí el nombre del rio- tanto como por el hecho de que no guardemos constancia de haber transitado recientemente por lugares que no sean otra cosa que áridos y resecos. La memoria comienza a luchar con la realidad y, sospecho, que termina por generar otra realidad propia, distinta de la objetivable por los demás, pero incuestionable para quien identifica sus vivencias pasadas con el relato propio que guarda de ellas, quien se convierte en victima de la memoria, al discrepar entre la crónica suya y la ajena.

Al parecer se comienzan olvidando los hechos mas recientes para ir hacia atrás en las pistas del disco duro, donde se ha invertido lamentablemente la norma clasificatoria, aquella de “Ordenar por fecha de creación, descendente” para dar prioridad, erroneamente, a aquellos recuerdos tan lejanos que creímos tener olvidados para siempre.
Esta evolución de la fisiología mental hacia su decadencia no es ningún tópico de dudosa verosimilitud, adquirido en tertulia de amigos o en la niebla de las redes sociales, es un hecho cientificamente comprobado al convertirse en un síntoma precoz de la demencia senil o el Alzheimer.
Dolencias que pueden descartarse si de algún modo, quedan disponibles los recuerdos recientes y, sobre todo, su clasificación por orden de importancia, de mayor a menor, para su uso a beneficio de la felicidad de su poseedor, aquellos buenos recuerdos, imprescindibles para superar cualquier bache anímico, y para mantener la energía vital en niveles aceptables, sobre todo cuando se nos ha terminado el estocaje de propóleo y de jalea real a aquellos que solo creemos en productos acreditados por la ciencia, huérfanos de recursos positivos aunque sea en la estantería del supermercado. Benditos recuerdos.

Sucede que he vuelto a visionar por tercera vez “Peeping Tom”, alias “El fotógrafo del pánico”, aquel magnifico producto de serie B que marcase nuestros pinitos en las salas del mal llamado cine de “Arte y Ensayo”. Valiente etiqueta, perdida afortunadamente en los tiempos de la primera apertura política de nuestro país aunque, ahora graciosamente, insisten en que estamos en la segunda, donde no existe censura ni nadie que prohiba el mal uso del castellano. Dice la RAE que visionar es “Examinar un producto cinematográfico” a la vez que “Creer que son reales cosas inventadas” o sea tener visiones. Y yo sospecho que sufro ambas definiciones, absolutamente divergentes.

Habiendo transcurrido bastante tiempo desde la penúltima “visión” de la película, repaso brevemente la ficha que de ella guarda mi memoria y, si bien la trama argumental no muestra discrepancias con la etiqueta del estante donde estaba guardada: Asesino en serie, psicópata y, ahora tendré que añadir lo de violencia de género, algo que me obligaría a extraer de allí la ficha de su coetanea “Psicosis” al aparecer en la de Don Alfredo victimas de ambos dos géneros, aunque también dicen que hay más de dos.
Pero esa capacidad de comprobar la eficiencia de los recuerdos, me produce un vuelco emocional difícil de superar. Veo, vislumbro, contemplo la película, mal que le pese a la RAE, y me admiro de que me parezca verla por primera vez, Planos, escenas y linea argumental, casi olvidados , seguramente por no merecer otro lugar en el almacén, repleto de historias más interesantes. Pero me extraño y me sorprendo al esperar con cierta ansiedad el momento cumbre que en mis recuerdos era definitorio del filme, como una síntesis del trailer que guardo para estas ocasiones del dejavu. -la RAE obliga a escribirla en cursiva por ser extranjera- que es aquella secuencia en que el chico malo contempla el perfil izquierdo de una modelo bellisima y cuando le pide que gire su rostro aparece el monstruoso, deforme, lado derecho de su cara. 

Allí la mirada del voyeur asesino y la nuestra denuncian la secreción salival que preludia el deseo y que convierte a la chica en siguiente victima del malevo.
Pues bien, la primera parte, el flash visual de la imperfección en una figura perfecta, queda también deformada, totalmente incompatible con la de mis recuerdos, tan equivocada en este visionado que la chica solo presenta un ligero abultamiento en la comisura de los labios, coherente con un herpes labial simple, y en el que su atractivo queda por tanto bastante disminuido. Tanto que, el asesino pasa de ella en esta ocasión, mientras que en mi obstinada memoria figura la escena completa de su asesinato dando entrada correspondiente en el baúl de los recuerdos como imagen cumbre de la película.

Resulta que mis neuronas han borrado parcial o totalmente películas, y puede que experiencias contempladas o vividas, y me ofrecen en su lugar, situaciones que estoy seguro de no haber vivido.
Y me niego a aceptarlo. Pase que haya olvidado cosas que he contemplado, cosas sin gran importancia, cuya perdida me parece razonable y ergonómica, al dejar hueco para otras, pero que me cambien la escena, la modelo, y su secuencia final, que me la suplanten por otra falsa, me hace dudar de si no habremos pasado ciertamente este rubicón, sin tener constancia de ello, o si bien, soy victima de un nuevo montaje, de una de esas revisiones del director que termina quitando, o poniendo, planos en un corte y recorte que para si quisieran los censores de cuando el arte y ensayo.

Me niego a aceptar lo que veo, y sobre todo a borrar la imagen de los dos lados del rostro de la modelo, que en mis recuerdos era parecida a Marie Laforet, que se ha marchado para siempre esta semana. Lo de siempre no resulta muy certero para aquellos que tan solo hemos poseído su imagen, su rostro en dos dimensiones, fotos perfectas desde todos los ángulos, y su música, su voz melosa en media docena de canciones imprescindibles.

Me dicen que probablemente estoy confundiendo escenas de películas diferentes, que estoy mezclando unos recuerdos con otros y que soy yo, y no la película, quien ha cambiado las imágenes. Puede ser, y puede que los cluster de la memoria se estén rompiendo, rebasando sus bordes el contenido y mezclando el antes con el después, el arriba con el abajo, además de hacerme recordar situaciones y escenas que nunca he contemplado.

Tendré que volver a “visionar” algún corto de Epi y Blas, a ver si me aclaran este sinvivir. Porque si hago caso a San Agustín estoy perdido. La memoria y la razón, dos patas sin las que no puedo sobrevivir. O quizás tenga que hacerlo sin ellas y aceptar el deterioro de la placa base. Ya se verá.

                            

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lunes, 4 de noviembre de 2019

! LO PEOR ES LA INSISTENCIA !. (Dicen que dijo).-






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jueves, 24 de octubre de 2019

DIGO YO....


Dícese que el poeta solo llora aquello que ha perdido, y que lo hace sin limites, de manera enfermiza, transformando los recuerdos dolorosos, la nostalgia, en un dolor continuo, adictivo e incapacitante, la melancolía.
En el pasillo, el lugar mas fresco de la casa, oculto tras la tinaja del agua, en un rincón del vasar, siempre hubo unas extrañas y durisimas esferas rojizas, el fruto de la adormidera, reservado para enfermedades o situaciones desesperadas, y controlado exclusivamente por la abuela.
Vuelvo a ver el comienzo de “Erase una vez en América”, y a Robert de Niro dominado por el opio, el humo de la pipa que anulaba la función de los sentidos y sumergía la mente en un plano vedado para el dolor, para los pensamientos todos, hasta para la fallida sensación del ultimo tormento, el de la lanza de Longinos en el costado.

Todos esos mundos reunidos en uno solo, los primeros recuerdos, el cine universal, quien mejor nos ha ilustrado la historia, y las religiones basadas en la crueldad, casi todas, intentando construir uno nuevo, uno que los compendie a todos en la memoria, y que esta se busque al poeta para que se lo adorne con frases hermosas o con rimas, aunque sean disonantes. Solo que el tiempo de los poetas quedó atrapado en las antologías de papel, mucho antes de que el feroz bombardeo de la información por todos su medios, y la enormidad de los recursos a disposición de la mente, ya bastante limitada esta en sus orígenes, hacen innecesaria otra droga que no sea la de abrir los ojos, y las orejas, y dejarse llevar por el torrente. No necesitamos el opio, ni siquiera el litio, que habrá que reservar para la batería del próximo coche, y una vez constatado que tampoco hay lugar para poemas, ni para presuntos poetas, es suficiente con sumergirnos en cualquier noticiario, para encontrar sentido al termino de aquello que nos mantiene a salvo de caer en cualquier hoyo que no sea el suyo, el de los estupefacientes, y no hay ninguno tan poderoso como la realidad.

Mientras tanto, seguimos aprendiendo.



jueves, 10 de octubre de 2019

ALTERNATIVAS A LA SANIDAD PÚBLICA (101).- Con agravantes.-






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viernes, 4 de octubre de 2019

PATRICIOSY CACIQUES, O EL MONARCA DE LAS SOMBRAS DE JAVIER CERCAS.-




Patricios y caciques.- (Excusatio non petita...)



Acabo de leer la penúltima -seguro que tiene otra en la imprenta- novela de no ficción de Javier Cercas y, a pesar de lo tedioso del episodio sobre la batalla del Ebro, tedioso y absolutamente desprovisto de interés para el lector, quedo enganchado forzosamente a las peripecias del protagonista desde las primeras páginas. Protagonista que no resulta ser el monarca de las sombras del título, algo similar a la estructura de Soldados de Salamina, donde la trama detectivesca intentaba atrapar el personaje oculto, el soldado republicano que, según el relato, pudo rematar a Sánchez Mazas, y no lo hizo, perdonándole la vida al héroe real asumido como tal en la novela, cuyo testimonio y prueba física de la heroicidad, unas gafas rotas, lo llevaron en andas hasta el sillón ministerial en el gobierno de Franco.

El resto, si lo hubo, es leyenda, ya que la historia no nos sirve, la escriben siempre los vencedores, y en este caso de forma ostentosa, puesto que la dictadura cerró las crónicas con el silencio de todo un país, donde la victoria y la paz -romana- hicieron innecesaria, por imposible, cualquier tipo de discrepancia en el relato. Esta es la tesis de Cercas para el suyo, la dificultad para describir con fidelidad hechos o personajes de hace ochenta o noventa años, a los que añade otro velo, el de la imaginación distorsionada del presunto novelista o intelectual, a veces titular de ambas categorias.



Claro que, Sánchez Mazas, tuvo desocupada su silla, vacia, en algunas sesiones de los consejos de ministros, por el simple hecho de no asistir a ellos, aunque el cese verbal lo recibió del caudillo durante su última asistencia: “No hacia falta que viniera”.

Le quedarían al héroe de Salamina, el consuelo de sus discursos díscolos, su: “Ni me arrepiento ni olvido” en medio del silencio total que, durante cuarenta años, hizo impensable que se hiciesen públicos, más allá del rumor, cualquier comentario relativo a personajes con camisa nueva, o vieja, y despues el silencio se convirtió paulatinamente en voces apagadas, apenas audibles, durante otros cuarenta años más, cuando la conveniencia social, se transformó en autocensura, en el callar como hecho políticamente correcto, y en transmutar los pecados mortales - sic, mortales- en veniales, en faltas ya perdonadas y olvidadas. Siendo los nombres propios – en el sentido de propiedad, de pertenencia a los vencedores- convertidos en héroes si fuese menester. Sánchez Mazas pudo demostrarlo con unas gafas rotas, acallando las voces de los envidiosos que pretendían incluirlo entre los emboscados. Estos emboscados, si es que existieron, se limitaron a esconderse en lugar seguro durante los años de sangre y fuego -título del primer cuadernillo de El Capitán Trueno- para aparecer con su camisa impoluta cantando el himno que, en parte, compuso para ellos el mismísimo Sánchez Mazas.



El protagonista de El Monarca de las Sombras, no es tampoco el alférez falangista que muere junto a Gandesa a los diecinueve años, no. Resulta serlo la primera persona del singular, el propio autor que convierte esta historia en la suya personal, una variante de literato gonzo, que tan buenos dividendos ha dado en los últimos tiempos, derivando sutilmente el desarrollo de esta intriga de no ficción, igual que hizo al santificar discretamente a Sánchez Mazas en aquella historia que a mi me pareció la claudicación absoluta de la memoria sobre unos hechos que si bien no tuvieron culpables, por conveniencia o por mera supervivencia, si tuvieron responsables, como dice Cercas que dijo Annah Arendt.

Cita este a ilustres pensadores, evoca batallas de miles de años atrás, Salamina o Iliada, y se rodea de colegas que aparecen citados con profusión, no sabemos si a cambio de citas reciprocas o por contrato con la editorial propietaria de la cuadra. Bolaño en aquella primera, y David Trueba en esta última.



Deambular personal e infatigable del autor, mientras va desvelando, descubriendo piedras rosetas en la historia de su familia, esforzados golpes de efecto carentes del menor interés, bombas de humo que acompañan al lector hasta un previsible final, en el que no se cuestiona aquello que le ha querido decir el escritor, simplemente se limita a comprender que el intento de tergiversación del protagonismo familiar durante aquellos años, no difiere del que llevamos sufriendo todos desde aquel momento histórico, o desde alguno de estos momentos o instantes. 

En “Crónica de un Instante“ hizo otra novela, excelente, sobre la santa transición o, para los golpistas, traición, a la que, curiosamente no le han adjudicado todavía una fecha festiva en el calendario para hacerla más creible. La letra con fiesta entra y, con vaquillas, mejor.



Inventa, y está en su derecho como autor, e insiste en tomar conciencia, quizás poner en valor dizque, que los caciques de su pueblo, tronco y brazos de su estirpe durante los años treinta, no eran tales, sino simplemente patricios. Y ahí se hace un pequeño lio, otro, al identificar la causa de la guerra como el abismo que existía entre aquellos que podían comer, presumo que pocos, y los que no, a los que el hambre convirtió en enemigos de los primeros, los patricios, es decir los ancestros de Javier Cercas. 
Aclara que los auténticos patricios, los terratenientes, usualmente aristócratas con título nobiliario, eran absentistas que vivían en Madrid, mientras que los patricios por el mero hecho de poder comer tres veces al día, quedaron frente a la turba republicana, que no era tal, ya que, según Cercas, solo una terrible confusión convirtió la democracia republicana en un peligro para los patricios de medio pelo, los pequeños propietarios, cuando en realidad pudo haber sido idónea y perfecta para todos ellos. 

Claro que esta versión la deduce él, ahora, casi un siglo después, dado el posicionamiento político de sus abuelos y bisabuelos, alguno titular supongo de jefaturas locales del movimiento, con números de uno y dos dígitos en las listas de falange, y el cargo de alcalde durante y después de aquello, que lo obligarían a denunciar a alguien que dicen que dijo, y que acabaría bajo el pelotón, de cuando dejó de ser ilegal lo del paseo, para incluir dentro de la ley hacer algo idéntico, fusilar. Algo que duró hasta que Luis Eduardo Aute publicase “Al Alba”, nada menos que hasta 1976, cuarenta años después de todo aquello.



Nos muestra un manuscrito real del héroe familiar, borrador del discurso dirigido a los escasos falangistas de su pueblo.donde comienza dando vítores a los caídos, entre los que figura Sánchez Mazas. El autor no aclara este probable error sobre alguien que, ciertamente, estaba entonces solamente desaparecido, pero muestra el texto en cuestión.

Se cierra así el circulo sobre el Aquiles de la Iliada que vuelve a aparecer en la Odisea, que no es otro que quién cerró su último discurso político con el histórico: !Ni me arrepiento ni olvido!. Debímos los torpes entender en una primera lectura que no se arrepentia, que no perdonaba a los malos, hasta comprender que los malos en que pensabamos estaban todos muertos y que seguramente se refería a otros. Para ello, como para dudar en convertir misericordiosamente los caciques en simples y honestos patricios, tuve que crecer algo, y sobre todo leer mucho más.



Son curiosidades, escenas aparentemente insignificantes de la película, que se vuelven fundamentales después de terminar la proyección, y se quedan dando vueltas en tu cabeza. Resulta que los buenos de ahora son casi todos, hijos o nietos de los malos de entonces, los vencedores, y muchos de ellos, sesentones, militares, oficiales voluntarios -de complemento. que es otro comodín válido de la metamorfosis.- durante una larguísima dictadura militar.

En algo le quedo agradecido a Javier Cercas, al menos aclara que aquello fue solo un fallido golpe de estado que terminó como el rosario de la aurora. Si bien nos contaba en la crónica de un instante el otro golpe fallido que tuvo final feliz, a pesar del
guisante bajo el colchón, que ahi sigue.



Otro redescubrimiento en la novela es, un personaje real, su primo Rafael Cercas, a quien otorga los honores de una vida dedicada a la patria, y en cuyo currículo aparecen largos años de servicio como parlamentario y eurodiputado, así como su victoria, basada en el “Informe Cercas” sobre la directiva europea que consideraba legal el trabajo semanal durante 65 horas. Desde entonces estas quedaron limitadas a 52, aunque en algunas instituciones españolas se sigan realizando mas de 65, por el simple hecho de no considerarlas horas trabajadas, o bien por serlo voluntariamente aceptadas por el trabajador. Y esto en instituciones del Estado y de autonomías regidas por el mismo grupo del Cercas eurodiputado. “Consejos doy que para mi no tengo”.



Incoherencias tantas que me hacen dudar de todo, o de casi todo, y me retrotraen a la teoría de Rafael Sánchez Ferlosio, hijo del Sanchez arriba mencionado, sobre la conveniencia de enviar a “Altos estudios eclesiásticos” a algunos curitas que creaban problemas escandalosos en la diócesis. Pienso si no será esto del europarlamento algo parecido a este tipo de estudios. 
Y la verdad es que revisando nombres de los titulares a lo largo de los años, y las prebendas, de algunos representantes nuestros, salvando entre otros a Don Alejandro Cercas, no hago mas que comprobar que está todo inventado. O casi.



                



En la Odisea (Canto XI), hay un pasaje en el que Odiseo navega hasta el inframundo y conversa con las sombras de los muertos. Una de ellas es la sombra de Aquiles, quien es saludado como «bendito en vida, bendito en la muerte»; el guerrero responde que: “No intentes consolarme de la muerte, esclarecido Ulises: preferiría ser labrador y servir á otro, á un hombre indigente que tuviera pocos recursos para mantenerse, á reinar sobre todos los muertos”.

(Referido por Javier Cercas en “El monarca de las sombras”) .

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domingo, 1 de septiembre de 2019

MI VAQUERILLO - GABRIEL Y GALÁN Y LOS CRIMENES PASIONALES.--




He dormido esta noche en el monte
con el niño que cuida mis vacas.
En el valle tendió para ambos
el rapaz su raquítica manta.

Versos, inolvidables para los que crecimos junto a ellos, que inician el poema, uno de tantos, de Gabriel y Galán, a pesar de la incoherencia de su escenario, lo de valle no cuadra con lo de monte, y otras bastante más dañinas, alejadas de la licencia poética, sobre las que voy a reflexionar hoy.

Los nuevos prejuicios que han sustituido, sin eliminar, a los tradicionales, me hacen pensar si no estarán hoy mal vistos estos versos, por aquello de la suciedad del cristal con que los leen nuestras mentes, gracias a la inestimable e incontrolable recepción de la basura emitida incansablemente por los medios, en su interesada gestión de publicitar cierta realidad social, turbia y procaz, buscando no solo la adicción a sus emisiones purulentas, sino también, la reclusión forzosa de las mentes individuales en un gigantesco corral donde no les van a faltar malolientes y luctuosas imágenes del horror cotidiano, igual que a millones de ciudadanos, subvencionados desde su nacimiento, no les faltan el título de ciudadanos, esterilizados laboralmente, ni el óbolo mensual que asegura su supervivencia y la de sus hijos, durante generaciones, y vamos por la tercera. 

Hablamos de pueblos, ciudades, vacíos y ruinosos, de la exagerada ancianidad de sus vecinos, y de su probable extinción a medio o corto plazo, sin siquiera plantearnos lo innecesario que para el resto de la humanidad pueda resultar un grupo social, en su asentamiento urbano, absolutamente improductivo. Al menos los arboles absorben oxido de carbono y generan oxigeno, y los pastos alimentan criaturas que van a hacer lo mismo con los no veganos, y al final resulta que, suena mejor que omnivoro, lo de no vegano, y la imagen lo es todo. Sobre el futuro desierto ni pensaremos.

Son temas menores al parecer, uno, la desaparición imparable de nuestros lugares de origen, y otro sabiamente repetido en los noticiarios como la pederastia o el asesinato de inocentes y de sus madres – me rio de Herodes, visto lo que hay por aquí- manteniendo la noticia trágica y sanguinaria, un caso tras otro, llegando a la aberración de otorgarles un numero individual a cada victima, que en su ábaco mediático ya superan los tres dígitos, contando siempre desde el momento que a ellos, a los que viven de recordarnos que el número de ayuda telefónica no deja huellas, si bien no debemos olvidarnos de borrar el registro de llamadas. Como si hasta ese momento en que comenzase la contabilidad no hubiese muerto ninguna mujer a manos de su pareja, y como si borrar el registro de llamadas fuese lo mas fácil del mundo para quien está recluido y sometido a la violencia y el poder de su inminente asesino.

Para acabar de rematar la sinrazón de esto, puedo observar como, siempre, grupos de vecinos, familiares, y políticos-justificando estos su salario, no lo olvidemos- aparecen aplaudiendo entusiasticamente tras cada asesinato. Desconozco el significado del aplauso ni a quien va dirigido. Al asesino probablemente si lo hizo con la suficiente crueldad y, lo remata con su suicidio. Puede que sea eso lo que están aplaudiendo. Ni me pasa por la cabeza que puedan estar aplaudiendo a la victima, a la mujer asesinada, cuyo único merito ha sido tener la desgracia de la pareja que le ha tocado en suerte. Quizás aplaudan sencillamente porque están saliendo en la tele. No lo se, ni tampoco lo entiendo. Pero ciertamente que el tratamiento informativo de estos crímenes debe tener gran éxito entre la audiencia, para que sigan repitiéndolo cada semana y los responsables de acabar con ello, con los asesinatos al menos, abandonen la inútil declaración de luto oficial durante tres días y cumplan con su obligación de evitar esa dolorosa, y absurda, repetición, donde los niños caen a veces junto a sus madres, cuando no quedan marcados para toda la vida por el estigma de sus progenitores, uno, dos, o a veces ambos.

Los niños, lo mas sagrado de la vida, después de ella, los cachorros que nos alegran con su presencia los días y las horas de nuestra existencia, y a los que debemos proteger sobre todas las cosas, aún sabiendo que sus sonrisas, su bondad y su inocencia, no son otra cosa que un cebo, bendito anzuelo, que la naturaleza nos pone al alcance para conseguir algo tan fundamental como es la pervivencia de la especie.

Y es que, el poema de Gabriel y Galán, inocente bucólico y pastoril, como si Virgilio estuviese detrás, o Juan Ramón delante, nos deja sin pretenderlo, un trasunto no menos preocupante que el del presunto malentendido del inicio. Nos habla también de la esclavitud del niño, obligado a realizar tareas de adulto y alejado de cualquier posibilidad de formación, elemental incluso, condenado a repetir la miseria vital de sus padres, a quienes va a llegar la exigua soldada al final del poema. Claro que eso, todo ello, o casi todo, es ya historia.

Tan superada la injusticia como alejada la esclavitud de nuestro medio, al menos tan lejos como los paises donde sigue existiendo, origen que suelen aparecer en las etiquetas de la ropa, y donde presumo improbable la existencia de amos tan magnánimos y misericordiosos como el dueño de las vacas que escribió el poema. Nos defendemos de la injusticia ajena -la propia al parecer no tiene quien lo haga- alejándola en el mapa del mundo, y para mas seguridad, oponiendonos a que se acerquen a nosotros, los emigrantes “no pueden traer nada bueno”, de hecho ni los llamamos así para no comprometer nuestras conciencias, los llamamos migrantes que es mas moderno y de significado incierto, y volvemos a vivir sometidos al prejuicio de una sociedad inmadura que sigue desconfiando y negando las necesidades del otro, del extraño, del procedente de un mundo que creemos ajeno, y en el que estamos todos girando, para bien y para mal.

Es verano, y los noticiarios están en manos de los becarios – los nuevos esclavos- a los que perdonamos que escojan las noticias mas estúpidas de la carpeta del rincón tal vez olvidada, para repetir machaconamente el crimen de antesdeayer, las vicisitudes de los eternos náufragos rescatados en el Mediterráneo, supervivientes del hambre; y en la pagina siguiente, las amenazas de los mandatarios del planeta, sobre la economía, que son sobre el empleo, sobre la paz, que vuelve a tambalearse, y también sobre las supervivencia de los bosques, que es la del planeta. Todo ello entre crimen y crimen, que ya no son “pasionales” sino de género, hasta que les encuentren otra denominación, aun mas desafortunada.
Afortunadamente ha comenzado la temporada deportiva, y además nos encontramos anestesiados todavia por la resaca de las fiestas estivales que este año han estado magníficas, como siempre.


Y a tu madre a la noche le dices
que vaya a mi casa
porque ya eres grande
y te quiero aumentar la soldada....

“Mi vaquerillo” Gabriel y Galán,

De cuando la caridad pretendió sustituir a la justicia. Hoy parece que no hacen falta, ninguna de las dos. 

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miércoles, 14 de agosto de 2019

ALTERNATIVA A VACACIONES SANTILLANA.-






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miércoles, 31 de julio de 2019

ALGUNOS NO DESCANSAN. (NI EN VACACIONES).-





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jueves, 25 de julio de 2019

CONSTE QUE NUNCA HE SIDO FUMADOR.-



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jueves, 18 de julio de 2019

INTENCIONES OCULTAS. DE LA PRENSA GRATUITA O DE PAGO.-


Intenciones ocultas puestas en evidencia, o intenciones simplemente estúpidas.-





Algunos diarios digitales, incorrectamente denominados por algunos, prensa digital, en tiempos en que la imprenta no imprime otra cosa que imágenes evanescentes en pantallas de todo tipo, han tenido la ocurrencia de exigir registro y suscripción pecuniaria a sus lectores, entre los que me encuentro. Vano intento.



Curiosamente, por ahora, son cabeceras de segunda línea, provinciales o locales, pertenecientes a cadenas nacionales que están convencidas de que sus primicias deportivas o cofrades son de enorme interés y no dudan que los usuarios estarán dispuestos a pagar una modesta aportación, momentáneamente discreta, para seguir conectados con los eventos consuetudinarios de su ciudad. Me parece bien, en tanto los negocios son máquinas de hacer dinero, o al menos justificar la inversión, los inevitables gastos. Aunque tengo mis dudas de que esta nueva forma de ofrecer noticias, gratuidad limitada a los titulares, el resto, por breve o insípido que sea, en caja, llegue a funcionar en el mundo cada vez más extenso e incontrolable de la red de redes, donde cualquier noticia, con más razón si son bobas o falsas, pueden localizarse y aclararse de cien maneras sin pagar un kopek.



Y lo más grande es que gratis, gratis no lo han sido nunca. Por un lado reducen progresivamente el espacio dedicado a sus textos, dejando la publicidad como prioridad absoluta, harto justificada, en bandas iniciales, laterales y finales, generalmente acompañada de molestos flashes y videos que deben subvencionar el asunto y a los que nos hemos resignado por aquello de que nuestros derechos terminan donde comienzan nuestros deberes, nulos ambos en este caso.

Previamente nos suelen preguntar si aceptamos las cookies que nos introducen en el navegador, esos espías que van a vigilar y vender a un tercero nuestra actividad e intereses. En no pocas páginas es condición indispensable el consentirlo antes de que nos permitan el acceso. Volvemos a pasar por caja.





Por si fuese poco, y al menos en nuestro entorno, resulta prácticamente imposible acceder a algún medio de comunicación realmente independiente políticamente, incluidos los de pago. Dada su consabida tendencia adoctrinadora, mediada por las relaciones de poder, evidenciando el legítimo interés de sus dueños de conseguir beneficios colaterales, valor añadido para sus editoriales y columnistas, siendo otra servidumbre, otra factura oculta, que se impone al lector.



Digamos que sin llegar a cuantificar el pago, ya nos lo han cobrado tres o cuatro veces, y el que ahora pretendan otra nueva vuelta de tuerca, solo conduce a que desaparezcan del navegador como favoritos y, con un poco de suerte, de nuestra memoria.



Y es que...



Hay tantas chicas en el mundo
que no puedo pensar solo en ti
hay tantas chicas en el mundo
que no puedo dedicarme solo a ti

que tu bikini está genial, pero en el mundo hay muchos más
que yo ya sé que es especial, y también sé que hay muchas más
hay muchas chicas, pero tú eres especial

hay tantas chicas en el mundo,
que te vas a tener que esforzar
si tienes la intención de que me fije en ti
y que te saque a bailar

si lo consigues tu tendrás
al chico más dulce y genial
de todos los de la ciudad
lo más que puedas aspirar

Hay muchas chicas, pero lo puedes lograr

Por eso chica, no desesperes
sé que tú puedes, ser esa chica entre las chicas
que si tú quieres, y si me quieres tu puedes ser la chica
que aunque hay muchas chicas, sé que tú eres especial!!!



Aquí la cantaban: Miguel Ríos, Micky y los Tonys, Los Summers, Los 4 Brujos.......

Siendo versiones de: “Il y a tellement de filles” de Petula Clark, con la inestimable en estos tiempos, ventaja “de género” de que también la versionaban las chicas: Rocio Dúrcal, Betina, Fresia Soto.... con el título de “Hay tantos chicos en el mundo”.



Así que nada de hacernos sufrir, no nos vamos a dejar,



Enlace al You Tube de Rocio; https://www.youtube.com/watch?v=JQJmAkz-Dhw





P.D.-



The Guardian ha iniciado el cobro “voluntario” al final de sus articulos. Si te gustan, y consideras justo y necesario -para su continuidad- el pagar por ello, añades el óbolo correspondiente.

Naturalmente la respuesta de los lectores ha sido positiva y el diario sigue en pie.

¿Aprenderán otros?.







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lunes, 8 de julio de 2019

TE VAN A DAR UNA POLEÁ SI TIENES SUERTE-


La poleá.-



Entre “Desechar el ruin” y “Que te den poleá”, se me pasa la vida.



-!Tienes que comer, para desechar el ruin!- escuchaba con frecuencia en la infancia. Más bien oía, que lo de escuchar y lo de comer no ha sido nunca mi fuerte, supongo que ambas cosas por desinterés, y no por otras razones. Tampoco sabia que significaba eso del ruin y, como digo, ni el menor atisbo del sentido que podría tener la palabra, salvo cuando aparecía en las "novelas gráficas” - así se autodenominaban los tebeos- o no tan gráficas si los autores eran Lafuente Estefania o Mallorquí. El caso es que el tal ruin existía y, como causa de la ingente mortalidad infantil de país todavía subdesarrollado, estaba en la puerta, se asomaba pero ya no entraba, afortunadamente.


Otra frase recurrente era la que hacia referencia a dar poleá a alguien, usada como preludio de la fatalidad. Al parecer era de las últimas comidas que se le daba, o se pretendía dar al moribundo, a veces quedando en la mera intencionalidad, cuando el abuelo ya no tenía fuerzas para esa última cena. Un acto amoroso, misericordia a través de la cocina familiar, de cualquier cocina, con la idea de que transmitiese la sensación de plenitud del estomago lleno y la dulzura del último trago, para compartir la experiencia en su conversación con el barquero del Hades.  Que no solo de monedas viven los espíritus bondadosos amarrados al remo.


El caso es, que se me pasaron los años sin llegar a probar la poleá, y no solo porque no debí necesitarla en el sentido litúrgico de esta mencionada tradición culinaria, sino porque cayó en desuso como postre popular, algo que fue durante muchísimo tiempo, y que misteriosamente desapareció de los usos y costumbres de nuestras madres y abuelas. 


Quizás tenga algo que ver la definición que le dedica Wikipedia; “Consiste en una variante dulce de las gachas, que se consumía especialmente en otoño e invierno durante los años difíciles.”​

Y también con el hecho de que no aclare la enciclopedia el concepto de “años difíciles” que , hoy, seguramente resultará incomprensible para la mayoría de los paisanos – de país-.

Como no recuerdo haberla probado con anterioridad, tuve que imaginarme su composición y elaboración, incluso su sabor, aunque lógicamente siempre la asociaba con el poleo, de la menta en cualquiera de sus variantes, tan habitual en los arriates y en los vasares de las casas. Craso error. No lleva poleo. Aunque quizás una ramita sobrenadando... no le quede del todo mal.



Han sido necesarios eones y eones, limitado al triste consuelo de los recuerdos de aquellos que la habían probado y que daban fe de su existencia, refiriendo incluso su top ten de excelentes cocineras, la tía de este o la abuela del otro, todas extintas. Y mira por donde, en la carta de postres del lugar donde mejor he comido últimamente, Casa Emilio en Rota, figuraba discretamente entre tartas y helados, a los que ahora llaman sorbetes, inexplicablemente, porque sorber sorber, se sorbían los polos, hasta que los hicieron mordibles, y ya ni eso.


En fin ,que tuvimos que pedir poleá, para ir cerrando esos enigmas que la vida te deja pendientes de desentrañar, con su habilidad para dejar cabos sueltos, hilos tentadores que te arrastran a laberintos de los que a veces resulta difícil encontrar la salida, y lo hicimos, el pedirla como postre, a la vez que expliqué al extraordinario camarero que nos atendió, su significado en mi memoria.


- Mi padre la toma de vez en cuando-me dice- Tiene 94 – Y fue como si se abriese un enlace de verosimilitud, un cortocircuito entre la realidad y mis recuerdos inclinados a convertirse en fantasía, si no encuentran un apoyo fehaciente, como en este caso.


No sería justo pasar excesivamente veloces por aquella cena, tomar un atajo hasta el final, cuando el camino, el tiempo y el trato recibidos merecen una descripción harto precisa.

El camarero que nos atendió gozaba de ese halo hipnótico que poseen los santos -he conocido varios- y algunos políticos supongo, que justifica el que puedan arrastrar multitudes con cuatro palabras o un simple ademán.

Una vez que se acercó a nosotros, la carta que teníamos entres las manos, la apartamos para inmediatamente después ignorarla, tan inconscientemente como obligados a ello. Una simple mirada le bastó para enjuiciar a unos clientes, tan perdidos como ajenos a lo que iban buscando y, por supuesto, a lo que iban a encontrar.

Comprendí el significado del termino empatía, una de esas virtudes, como casi todas, innatas, y las cuales no se pueden atesorar ni siquiera vagamente ejercer si no tienes aptitud para ello. Este hombre la tenia evidentemente, se puso en nuestro lugar y nos indicó con la precisión y autoridad del profesor a quien no se puede discutir, que cosa nos convenía comer, cuando, y hasta donde, anulando o cambiando el orden de los platos, en función de nuestra demanda, atemperada por su experiencia. Se había puesto en nuestro lugar, y no pudimos menos que, afortunadamente, ponernos en sus manos.


Ante la inexistencia de botellas pequeñas de manzanilla, y mi temor de que la sed en una tarde calurosa arruine cualquier velada ante el generoso y endiablado trago fresco del jerez seco y afrutado, explicó que no debía preocuparme, nos dejaría la botella completa y nos cobraría solo media si ese era nuestro consumo habitual. Cuando, al marchar, la retiró completamente vacia, no hizo comentario irónico o sarcástico, tan solo confirmó su acierto, otro.

Los pescados y mariscos, siempre fuera de carta, por aquello de su categoría de “temporada”, nos obligaron a acompañarlo hasta la vitrina junto a la puerta, donde la visión del despiece reciente del atún, alejaron cualquier disquisición o duda sobre el plato principal.



Después de unas almejas, aceptables en cuanto a su pedigrí, resignados a la desaparición de los bivalvos autóctonos y a su sustitución por los cultivados de forma industrial, ya ni coquinas, ni navajas, ni casi mejillones. Nos quedan tan solo las conchas finas y las chirlas, verdaderamente peligrosas las ultimas para aquellos que tragan sin paladear previamente. Para mayor pena, han aparecido las vieiras en las pizarras de restauración -que no restauran nada, en realidad solo vuelven a llenar transitoriamente los estómagos- con la categoría de novedad exquisita, lo que implica un precio por unidad que es idéntico al que cobran en París por la media docena. Sigo sin entenderlo, y conste que la concha fina la supera en textura, sabor marino y bravura, que de todo tiene.



Ciertamente sorprendente la salsa que las acompañaba, y que nos hizo lamentar el desamor de tantos cocineros por algo fundamental cuando el ingrediente prínceps es algo tan humilde como son las almejas – algunas exquisitas, en otras latitudes, merecen y suelen comerse crudas, como aquí las conchas finas- como son las salsas. Hablan metafóricamente de “La salsa de la vida” y no comprenden que una y otras merecen el mayor esmero en su elaboración. Este era el caso de aquella que nos obligó a pecar , agostando el cestillo del pan,- otro ingrediente proscrito, sin saber por qué-hasta dejar la bandeja en situación de evitar momentáneamente el lavavajillas.

Cuando acudió al quite la ventresca de atún a la brasa, la barriguera portuguesa, en su moderada dosis de 400 gramos por persona, comprendimos que habíamos ganado la noche, al menos esa parte del cielo a la que llamábamos limbo, hasta que Roma lo hizo desaparecer.


-Ahora están pasando- nos dijo el domine, con esas mismas palabras a las que apenas pudimos hacer caso, embriagados por el olor y el aspecto de esa carne que es realmente pescado y que asada en su propia grasa, no necesita otra cosa que una pizca de sal para conseguir la etiqueta de lo sublime. Nos daba a entender que no hay que buscarlo en otras fechas, ni encontrarlo en otro lugar diferente del suyo, por donde llevan pasando todas las primaveras desde hace siglos.
El hotel donde nos alojábamos había sido una factoría atunera y aprovechado parte de su estructura y contacto con la orilla marina para convertirse en refugio de peregrinos, que es lo que somos ahora, análogo establecimiento a otro de Tavira, bastante mejor equipado y conservado y donde los vestigios de la industria conservera del atún hasta se convierten en museo, exclusivo para adictos a los museos, ciertamente.



Para los nostálgicos de lo que nunca tuvimos, la reflexión sobre una sociedad tan glotona y depredadora que no da ocasión a que estos extraordinarios pescados lleguen a ser enlatados, devorándolos prácticamente in situ, y sin apenas cocinar, como en los abundantes tartares de atún que florecen en las barras de medio país, y que no son otra cosa que infamia para el local y a veces para el estómago. Un bocado tan noble, ciertamente puede ingerirse crudo, marinarlo ya es un pecado, desmenuzarlo y mezclarlo con especias y otros restos de dudosa procedencia, solo es un disparate.

En nuestro caso, parece evidente que, la cocinera o cocinero, sabían lo hacían, y nos dejarán en la memoria, y en el paladar, un recuerdo que, debe durarnos hasta que esta gloriosa experiencia pueda repetirse, sin avisar cuando ni donde. De los manjares que uno ha disfrutado, este es de los favoritos. El bocado tierno que se deshace en la boca mezclando el churruscado exterior con el sangrante y sonrosado de su alma, rememora la autentica felicidad del hombre primitivo que todos llevamos dentro, alejado todavía del recolector, del agricultor que vendría después a sofisticar su cocina con la poleá.



A simple vista podrían confundirse estas con las natillas, por color y textura, a no ser por esos picatostes canijos que sobresalen en la superficie.

En la boca apreciamos la calidez de un bocado templado, de un dulzor discreto. Esto supone que no es producto refrigerado o industrial, sino algo artesanal, recién hecho, conservando aromas y sabores de sus ingredientes, que van a resistir mientras la temperatura los mantenga en ese estado de gracia.



Imaginaba, y comprendía perfectamente, lo que esos bocados podían suponer para alguien que se marcha a un viaje sin regreso y, aunque todavía no es mi caso, lamentaba la perdida de tradiciones tan maravillosas, y platos tan estupendos que solo requieren, supongo, un cocinero elaborando el postre justo en el momento en que los señoritos están terminado el plato principal. Algo imposible en nuestras casas, aunque no para los cocinillas a los que la moda tiene tan entretenidos con moderneces. Por cierto que los picatostes son los “croutons” franceses, a ver si así nos animamos a probar esta saludable exquisitez.



Algunos las datan, a estas gachas dulces, en el neolítico, mejoradas por la cocina musulmana, que añaden el aceite de oliva, ahora denominada estúpida y a veces falsamente AOVE, añadiendo también el anís y la canela, y siendo consideradas elementos característicos de “la cultura del hambre “ - hay culturas, y tontos, pa tó - perviviendo tanto como esta hasta la segunda mitad del siglo pasado.


Cualquier receta sirve, ingredientes sencillos y económicos, elaboración fácil, cualquier día me pongo, y supongo que solo necesitan un poquito, unos cominitos metafóricos, de cariño.


Por cierto, que no pude aguantarme el darle las gracias de manera inusual a aquel mesero perfecto:



-Si me toca la lotería, o me cae alguna concejalia, te pienso ofrecer el puesto de mayordomo. -¿Que dices?-


-Va a tener que ser la de urbanismo - me contestó, mientras nos despedimos con sonrisas reciprocas.



Y es que...


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martes, 2 de julio de 2019

EL VERANO Y SUS ANUNCIOS.-






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viernes, 28 de junio de 2019

LAS PIEDRAS DE LA MEMORIA. (ADOQUINES TROPEZONES).-



Stolpersteine: “Una piedra en el camino que puede hacer tropezar”




Gunter Demnig, artista y activista, lleva desde 1992 colocando estas placas metálicas en el pavimento de las calles de toda Europa, junto a la puerta de donde salieron apresados los ciudadanos que terminarían en los campos de concentración nazis. Más de 70.000 colocados hasta el día de hoy y, desde hace poco, con su correspondiente extensión a las victimas españolas, plateadas en este caso.



Toda la abultada literatura, acompañada de documentales y medios de cualquier tipo, referidos a la barbarie de los doce años de terror en los que millones de personas fueron asesinadas durante el Reich, no son nada comparados con el silencio que hemos vivido aquí, que vivimos en gerundio, todavía.

Llevo años sorprendiéndome por el brillo en las aceras de estas piedras de la memoria en tantas ciudades, y más me sorprende el que solo el viajero ocasional les preste atención; supongo que los residentes ya estarán habituados, e incluso aburridos, de este mantra que dura más de medio siglo, el de que hubo victimas, innumerables, y por tanto debió haber culpables.



Tradicionalmente la forma primigenia de eludir la condena, no es alegar inocencia, es sencillamente negar la existencia de la victima. Algo que allí no fue posible, algo que nunca es posible, aunque el único recurso que le queda a la justicia sea el de enumerar y registrar los nombres de aquellos que fueron exterminados. Supongo que es algo necesario, aunque el recuerdo a los individuos quede unicamente recogido en el plano de la crónica de sucesos, una vez transcurridas dos o tres generaciones y desaparecidos los nietos de esas victimas, en el caso de haberlos tenido. El exterminio familiar buscaba ser completo, el genocidio lo incluía en su definición que, por cierto, no tuvo lugar hasta después de sucedido, concretamente hasta cuando algunos pocos responsables pagaron el único precio razonable para la justicia internacional de los vencedores, el cuello bajo la soga.



Acabo de leer “Calle Este - Oeste” de Philippe Sands, sobre la génesis de este concepto, genocidio, y del de crímenes contra la humanidad, que los son todos los que se realizan sobre el individuo, sin necesidad de agrupar las victimas bajo etiquetas que pueden distraer de la cuestión.- ojo a los crímenes de género- . Ambos conceptos estaban latentes a lo largo de la historia y lo único que cambió fue el hecho de poder condenar a un gobierno, a todo un estado, en la cabeza de sus responsables, como titulares del disparate. Fue en Nuremberg, donde una docena larga de altos cargos fueron condenados.



Hoy esta imprescindible matraca sigue machacando las meninges de medio mundo, espero que al menos de los que leen, o de los que tengan sensibles las meninges; el libro está recién escrito y publicado. Y las piedras en el camino que “pueden hacer tropezar” son tan solo un testimonio, perecedero, sobre aquello que, razonadamente, no debería volver a suceder.

Algo que sin embargo no ha sido así, la historia es muy suya y, solo se escribe con sangre ajena. Turcos contra armenios, Hutus y tutsies, Serbios y vecinos, Chiies y sunies, o blancos y rojos como los pintaba Borges en algún cuento. Todo es valido para justificar la matanza, el pogromo, que nunca ha sido exclusivo de una religión o grupo, por mas que estos fuesen prácticamente exterminados en Europa y ahora protagonicen, merecidamente, el desagravio de las piedras amarillas.



Aquí, en nuestras calles, todavía son excepcionales las chapas plateadas, y me temo que si llegan a multiplicarse resulten extemporáneas respecto a la memoria vivida de los que pisan sobre ellas. Nadie va recordar nada en un lugar donde, aparentemente, nunca sucedió nada.

No hubo campos, lager, gulag, ni muertos, en tiempos que fueron de paz. Ni tan siquiera tuvimos el comodín de la guerra, que había terminado, tan solo el silencio, el silencio absoluto y el tiempo interminable convertido en notario de la historia, de casi un siglo de paz, y no escribo de paz y justicia porque el teclado me acalambra los dedos.



Y pasan los años, como en la sevillana:



Pasa la vida
Y no has notado que has vivido cuando
Pasa la vida
Y no has notado que has vivido cuando
Pasa la vida

Pasa la vida
Tus ilusiones y tus bellos sueños
Todo se olvida
Tus ilusiones y tus bellos sueños
Todo se olvida

Pasa la vida
Igual que pasa la corriente
Del río cuando busca el mar
Y yo camino indiferente
Allí donde me quieran llevar



Y nos sentimos aliviados al olvidar lo que nunca hemos recordado. Al comprobar lo malos que han sido...ellos. Nos dan lástima y ejercitamos nuestra indignación por aquellas victimas....ajenas. Incluso nos sentimos orgullosos de que un juez español lleve a un tribunal internacional, y logre condenar por crímenes contra la humanidad a un Pinochet, uno de ellos, con la ceguera impuesta de un país que se niega a reconocer los propios, por la sencilla razón de que nunca los ha cometido, ya digo.



Llega el ilimitado disparate a etiquetar a las victimas propias como represaliadas. A cambiar el significado de las palabras para así cambiar el de las ideas, el del pensamiento, que es lo que pretende.



¿Represalia?



nombre femenino

  1. 1.Acto de hostilidad con que un estado responde a otro o a alguien por una ofensa recibida.
  2. 2.Acto de hostilidad con que una persona responde a otra como venganza por un daño u ofensa recibidos.



Ya cuento con el micromachismo de la macrogilipollez que nos domina, pero soy tan inocente de la feminidad de la palabra como las victimas lo son de la ignominia de llamarlas represaliadas.



La RAE, funcionarios del estado represor, según los litigantes del nordeste patrio, lo define de modo similar:


Del lat. mediev. reprensalia.
1. f. Respuesta de castigo o venganza por alguna agresión u ofensa.
2. f. Retención de los bienes de una colectividad con la cual se está en conflicto, o de sus individuos.

.



Más de lo mismo, y en ningún caso puede ni debe aplicarse el termino a personas que han sido encarceladas, o muertas, sin antecedentes demostrados de agresión u ofensa que lo merezca legalmente, y sin un juicio previo. Más todavía en tiempos de paz.



No puedo pedir, consciente de su inutilidad, el que deje de llamarse represaliado a quien sencillamente fue encarcelado, en muchos casos hasta morir, o marginado y vilipendiado a lo largo del resto de su vida, sin juicio previo en muchos casos, o bajo un tribunal militar, en tiempos de paz, insisto.



Sí, poner en evidencia la maldad, cuando no simple incompetencia, de los políticos, periodistas, o tertulianos cutres, que usan este injusto adjetivo no haciendo otra cosa que insistir en la culpabilidad presunta de las victimas. Ya que las hubo, al parecer, al menos mantener que fueron culpables, y que por tanto no hay motivos para, tan siquiera, colocar una placa metálica plateada en las puertas de quienes sufrieron. 


¿Miles? ¿Centenares de miles?. No importa. De momento medio millar de ellas en Madrid y dos docenas en Palma. El resto de nombres, donde no molesten, en el silencio sepulcral del olvido.



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