lunes, 31 de mayo de 2010

UNA DE CAL Y UNA DE ARENA



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LA DE ARENA

Están los contertulios de la peluquería un tanto anonadados, desde que han cambiado el hermosísimo trino de los canarios, que el peluquero dio en trocar por las pantallas de plasma, de donde salen las interminables desgracias que a los parroquianos enmudecen.

“Desde que te vi. venir
Dije, a por la burra viene”.


Escucho a uno de los mayores mirando para el oráculo funesto. Mientras pienso en la sabiduría popular y en los salmos de tradición oral que sirven para retratar con toda propiedad el más extraño de los sucesos. Admiro tanto la labor del profeta que ya lo veía venir, como la del fatalismo radical que admite, dando por hecho la perdida del pollino. Me equivoco.

-Sigue algo más, algo que tiene relación con que la burra no te la doy, pero no me acuerdo como sigue.

Y el que sigue, realmente es el abuelo al que están cortando el pelo, o más bien la media luna que bordea su occipucio, restos que fueron un día la Itálica famosa. Ya sabéis. No insisto.

“La burra no te la llevas
Porque a mi no me conviene”


Y vuelvo a comprender la genialidad del saber heredado de los ancestros, de la gramática parda. Resulta que, al parecer el dueño de la burra se opone a la pretensión del que quiere arrebatársela, dando por hecho que va a conseguir evitarlo, y cerrando el mensaje. “Te conozco, y estoy prevenido, y voy a defender lo mió con uñas y dientes”. Magnifico.

Pero creo que no termina así, que en cada lugar le añaden algo particular. No se.-

Añade. Permaneciendo en un silencio, apenas interrumpido por el tic tac de las tijeras, por el trasquilado que acompaña el pensamiento de los que allí estamos. Aprendiendo.

El resto no ha sido fácil conseguir, ni cambia realmente el sentido de la copla. Aunque le presta un matiz que la hace aun mas interesante.
Ha sido gracias al trabajo de un sindicalista, y sin embargo amigo, a quién acudo siempre que algún problema sobrepasa mi escasa capacidad para resolver los sudokus de la vida cotidiana. Es decir, con bastante frecuencia.

“Porque tiene un burranquito
Que si no mama se muere”


Y ahí si que se cierra el circulo. El artista anónimo justifica la conveniencia del dueño de la burra, ¿Se dice asno o asna?, ¿Jumento o jumenta? por encima del sentido de la propiedad, y por encima de la simpleza de que “me conviene porque es mío y no pienso soltarlo”.
Está aludiendo, nada menos a la necesidad de que la burra siga en su sitio, porque de ello depende una nueva vida, la del burranquito, que es la cría del burro y de la burra, y no el borriquito, que esa es de Peret.
Está poniendo en el tapete moral, la base de la esperanza, la de la perspectiva humana de la supervivencia, a través de mantener, al precio que sea necesario, las condiciones, la lactancia de la generación que sigue.
Abre, por tanto, la historia hacia su continuidad, y presenta un horizonte en el que, si mantenemos un mínimo de cordura, nada estará perdido. Loor al artista.

La repito completa:

Desde que te vi. venir
Dije, a por la burra viene.

La burra no te la llevas
Porque a mi no me conviene

Porque tiene un burranquito
Que si no mama se muere.





Una de cal y otra de arena.-


La hemos entendido siempre, las mentes simples, como la alternancia entre lo malo y lo bueno, el placer y el dolor, el palo y la zanahoria. El Ying y el Yang, el bien el mal. Y no. No es así. Nunca lo ha sido.

Su significado es la necesidad de los dos, de ambos elementos, para conseguir una mezcla perfecta. Al objeto de elaborar una masa, un pegamento compacto y necesario para las labores de albañilería (masones, abstenerse de entenderlo). Unas características tan dispares como complementarias que una vez diluidas unas en otras, en la proporción adecuada, consiguen el milagro de mantener en pie , por los siglos de los siglos, el edificio este en el que nos ha tocado vivir, también llamado mundo.

Que una sea la aceptación del ingrato presente y del proceloso futuro inmediato, con plena consciencia de los errores que los condicionan, y que la otra sea la esperanza, las ganas y al fuerza infinita para superar las dificultades y permitir que el burranco siga mamando.
La mezcla perfecta, ya digo, si añadimos. Si ponemos sobre el dintel de la puerta, grabada en la piedra, la primera estrofa:

“Desde que te vi venir
Dije, a por la burra viene”.



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viernes, 28 de mayo de 2010

UNA DE CAL Y UNA DE ARENA



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LA DE CAL


Me caen sobre la cara hojas de otoño. Hojas secas quiero decir, de esas que la brisa liviana del viento vespertino, ese que anuncia el cambio de temperatura entre el día y la noche, arranca del tallo seco, enviándola al descanso merecido tras la temporada vital, cuando la savia ha circulado desde las raíces hasta el extremo mas lejano, en el tiempo ese en que los caducifolios apagan una vida y se duermen esperando la siguiente. Como nosotros más o menos.

Solo que estamos en primavera, todavía no ha llegado el verano, y no es tiempo de que caigan las hojas. Miro su aspecto, su color marrón sin pasar por el ocre, tan necesario en el ciclo de la vida, y compruebo que es una hoja muerta, sin haber vivido. Los hongos primero, tras el exceso de humedad de un otoño que ha durado por dos, y los pulgones después la han curvado dándole un aspecto acorde con su realidad, arrugada, devorada parcialmente por los gusanos, y con unas excrecencias leñosas que no guardan relación con su tradicional aspecto de célula generadora de oxigeno. Una hoja enferma que ha fallecido por consunción, tras un corto y doloroso proceso seguramente, y que no hace otra cosa que servirme como indicio de que algo marcha mal. Algo que está cayendo fuera de tiempo y de lugar.

Adoptan formas bastante distintas a la vegetal, aunque sirva la introducción. De hecho vienen a la memoria imágenes de hechos pretéritos, que además creía irrepetibles, y me sobresalta la posibilidad del reborn, del dejavu, o de cualquier otro modismo que viene a decir igualito que el titulo de aquel libro de la biblioteca de mi abuelo “El último día del paganismo y el primero de lo mismo” de un tal Joaquín Costa. ¿Os suena?

Se trata esta hoja podrida, de una anécdota atribuida al dictador, aunque yo prefiera incluirla dentro del apartado de leyenda urbana, tanto por la escasa fiabilidad de los cronistas de entonces como por la relación que tiene, como esperpento, con la España Negra.

Al parecer, en la posguerra inmediata, la esposa de un militar republicano, condenado a muerte, y a través de la mediación de un alto cargo religioso, consiguió una audiencia en El Pardo, para suplicar al invicto por la vida de su marido.
Fue recibida, y fue escuchada. Y nada mas abandonar la sala, cuenta alguno de los presentes haber escuchado la voz del caudillo, y la inapelable sentencia:

-La tonta, todavía no se ha dado cuenta de que es viuda.

Que sea cierto, no tiene tanta importancia como que realmente pueda serlo. Y es de lo que se trata. Que el sarcasmo sea llevado a su máxima expresión, la del verdugo haciendo bromas ante los despojos de la victima, no resulta increíble porque de alguna manera, llega a ser algo habitual, algo cotidiano, cuando la victima indefensa pide clemencia al poderoso, y este es el autentico culpable de su condena.

Y no es un eufemismo, ni un atisbo de maniqueísmo al que soy alérgico por naturaleza. De hecho las inmunoglobulinas que reaccionan contra el bien o contra el mal (absolutos) están ausentes de mi plasma. No puedo evitarlo.

Y es que ahora resulta, me acabo de enterar recientemente, que soy funcionario.
Me pilla un poco tarde la noticia , después de tantos años marginado de la protección que el estatuto de la función pública, o el de los trabajadores sin ir mas lejos, ofrecía a los empleados por cuenta ajena, ya que estabamos sometidos a unas extrañas normas laborales que dictaban, y siguen dictando, que una hora trabajada no es una hora trabajada, si no otra cosa, que las jornadas de trabajo eran y son ilimitadas, tanto como lo justifiquen las “necesidades del servicio”, o que afortunadamente estemos exentos de derechos tan anacrónicos como el de huelga, por citar alguna de las desventajas asumidas a cambio del privilegio de no ser, de no pertenecer a la estirpe vilipendiada de “los funcionarios”.
Mas hete aquí que, de pronto aparece una medida de castigo, contra ellos, y me encuentro en ella incluido, en la lista de los malditos, los marcados con el aspa, con el estigma de los condenados, con los que tenemos un tatuaje imborrable en el lugar ese donde la espalda cambia de nombre. Y yo sin saberlo.

Tan tonto que no sabia que era, que soy viuda. Que lástima.

Pero nunca es tarde como bien sabéis. Peor es seguir en la ignorancia.

Mi gran y verdadera pena, como la de tantos que dedicamos nuestra vida a la función pública, en puestos tales que nadie ha osado ni osaría jamás a llamarnos funcionarios, a secas, es estar en cierto modo también, entre los que escuchan al caudillo actual, decir la hiriente frasecita al pueblo a quien va dirigida.

-Son tan tontos que todavía no se han dado cuenta de que no tienen (1) médicos, ni profesores, ni policías, ni ni…

Porque este no es solo el comienzo de una nueva amistad, a festejar en el bar de Rick, sino el comienzo del duelo por la muerte anunciada del otrora estado del bienestar, palabro infame que hizo creer que el derecho a la salud, a la enseñanza, a la vivienda o a la seguridad eran algo universal, gratuito, y ejecutable previa presentación del documento de identidad y el óbolo cuatrienal al que manda. Y nada más.

Sin pararse a pensar (funesta ocupación) que todos los logros sociales, limitados y finitos, conseguidos paulatinamente durante décadas, con el esfuerzo de todos, puedan convertirse en un castillo de naipes, al que alguien intenta prender fuego, sobre una mesa bamboleante.

Creo que alguien debería haber dicho a aquella señora que era una viuda, antes de hacerla pasar por otra humillación más.
Creo que alguien debería hablar claro a los teleespectadores, presuntos ciudadanos, como hacen sus dirigentes actuales, los culpables de la situación, a los griegos cuando les dicen que a partir de ahora no van a poder exigir derechos, tan solo pedir favores.

Por lo menos, ya saben que son viudos. Ahora a llorar.



(1).- Usar como cabezas de turco (2) a los profesionales peor pagados, y peor tratados, de la república de Saló (3), del reino de Mongo. Que a su vez es el que peor los trata en el Imperio de Ming, es algo que va dirigido directamente a su exterminio. No sirve prestarse a confusiones. Tan solo aceptar el cambio de estado civil.
Es como sujetar un pacífico conejo por las patas traseras, boca abajo, y darle un golpe discreto, no necesariamente fuerte, sobre las orejas. Sentir sus breves convulsiones en la mano que lo sujeta, y luego soltarlo en el jardín esperando que siga haciendo vida normal. Me temo que no es posible.

(2).- Juego de palabras. Cabeza de turco es el griego por antonomasia, cosa que no se que significa.

(3).- Aparte de de ser el comienzo de un título de Pasolini, Saló fue realmente una republica de corta duración y pésimo recuerdo. Están los libros, y el Marqués de Sade, para quien quiera documentarse.

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domingo, 23 de mayo de 2010

JOHNY GUITAR. SERIE MUSICAL. (AUNQUE NO LO PAREZCA) Y III.



-------------------------------------------------------------------------------------------------------------DESDE LA SILLA DE GLENN GOULD HASTA EL REVOLVER DE JOHNY GUITAR.
(CON UN BILLETE DE SOLO REGRESO)



—¿A cuántos hombres has olvidado?
—A tantos como mujeres tú recuerdas.
—¡No te vayas!
—No me he movido.
—Dime algo agradable.
—Claro. ¿Qué quieres que te diga?
—Miénteme. Dime que me has esperado todos estos años. Dímelo.
—Te he esperado todos estos años.
—Dime que habrías muerto si yo no hubiera vuelto
—Habría muerto si tú no hubieras vuelto.
--Aunque sea mentira, dime que me sigues amando. Dime que me quieres todavía, como yo te quiero.
—Te quiero todavía como tú me quieres.
—Gracias. Muchas gracias.



¿Es un western? ¿Es un melodrama? ¿Es la adaptación de una tragedia griega?
¿Quizás una historia de amor?

Francamente no lo se. Para mi ha sido todas esas cosas, y lo ha sido sucesivamente. Después de cada revisión, me enfrentaba a una sensación diferente. Como si el transcurso del tiempo fuese sedimentando en mi memoria el aura de los personajes en esos momentos en que no aparecen en escena. En esos intervalos invisibles en los que hacen, dicen y piensan todas esas cosas que no caben en el guión ni en el tiempo limitado de la proyección. Y la ultima sensación que me provoca, hasta hoy debo decir, es la que todo lo que cuenta no es si no el reflejo de otra historia, de la verdadera, en la que los buenos siguen siendo buenos, pero los malos son infinitamente mejores.

Todos los que van pereciendo, lo hacen después de dejar una huella en el espectador, una justificación sentimental para explicar por que hacen lo que hacen y por que se dejan matar.
Nunca los secundarios fueron mas protagonistas, y nunca en cine la malvada, Mercedes McCambridge, dio cien vueltas a la estrella oficial, Joan Crawford, hasta el punto de que, según los evangelios apócrifos de Hollywood, la triunfadora en el guión fue la perdedora en el plató. Llegando a introducirse con unas tijeras en el coche-camerino de la McCambridge y destrozarle todo el vestuario, tras el rodaje de una escena en la que hasta los focos se fundieron de placer ante la interpretación que estaban iluminando. Me queda volver a verla, para intentar descubrir la escena en cuestión. Y no es fácil, no.
Yo encuentro al menos media docena en las que esto pudo suceder.

Mientras el buenazo de Johnny, un santo, se limita a ser el espectador de todo lo que sucede ante sus narices. Y poco más. Como la vida misma.
Para seguir luego el actor, Sterling Hayden. la senda de tantos otros, McCarthy mediante, y terminar rodeado de buen vino y mejor coñac en una gabarra del Sena, a la espera de que Bertolucci lo llamase para protagonizar Novecento.
Pero esa es ya otra película.



Pistas para no perderse.-

-El síndrome o trastorno de Asperger es un trastorno neuromental que forma parte del espectro de trastornos autísticos. Glenn Gould falleció a los cincuenta años de edad... Uno después de hacer lo que hizo.

-Johann Sebastián Bach, con su Tocata y fuga en Re menor, tendrá siempre un lugar de honor en mi memoria sonora. Y no solo por el titulo de la pieza que ya es sonoro, ya. Intentad pronunciarlo y lo entenderéis.
Si vais a escucharlo, que sea en soledad, con el volumen alto, y a ser posible en noche de luna llena. A continuación recomiendo leer “El cuervo” de Edgar Allan Poe, antes de irse a la cama.

- La abuela cocina rico porque es abuela. La nieta, o el nieto, tendrán que esperar un poco hasta conseguir algo parecido.

-McCarthy, senador. Ha pasado a la historia como el malo por antonomasia de los malos republicanos (americanos, no confundir). Siendo solamente un funcionario que hizo todas la barbaridades que sus superiores le ordenaron y toleraron, durante décadas. Luego la propaganda hizo que todo el peso recayese en un solo nombre y si te he visto no me acuerdo.

-ECM. Discográfica alemána donde Keith Jarrett grabó “El concierto de Colonia”, imprescindible, y cuyo lema era algo así como “Mejoramos el sonido del silencio”.

-Los Indios Tabajaras, no eran indios ni tabajaras, y gran parte del merito de sus guitarras eran los hábiles filtros de los estudios nortemericanos. Pero, a pesar de ello, o gracias a ello, me siguen gustando.

-Spotnicks y su sonido de hojalata. Suecos que hicieron florituras musicales, que son como floretas sonoras, con sus guitarras impostoras. Toda una sinfónica en un gigantesco calambre que incluyendo todo tipo de diabluras nórdicas.- supongo que tocaban tan rápido por el frío- llegaron a tener el atrevimiento de grabar “Spanish Gypsy Dance”. Un amago del más universal de nuestros pasodobles, cuyo nombre desafio descubrir a los interesados...

- Mercedes McCambridge. Es el prototipo de actriz secundaria de los años dorados, que tuvo la desgracia de borrar de la pantalla a todo actor que aparecía a su lado. Y Hablo de James Dean, de la Taylor y de todos los clásicos. No me extrañaría que pusieran como condición, no volver a compartir cartel con ella.

-Dorian Gray, soy yo. (Eso dijo Oscar Wilde). Y todos aquellos que consideran el paso del tiempo como una maldición, cuando en realidad….
Obligatorio leer “De Profundis” de Wilde. Es el mejor libro religioso que he leído. Y va sin segundas.

-Las albóndigas de Ikea. Horrorosas. No cometáis el error.
Sin embargo la estantería Billy si que os la puedo recomendar. Tambien sin segundas.

- La silla de Glenn. Una desvencijada silla de madera con respaldo y casi sin asiento, con las patas recortadas que hacía que le quedara la nariz a la altura del teclado. Nunca tocó sentado en otra. Su padre la construyó especialmente para…. jugar a las cartas.

P.D.-
Doble click en la partitura. Luego imprimir. Después tocar. Es bastante facilona.

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viernes, 21 de mayo de 2010

BRECHT Y LA SOLEDAD DEL CORREDOR SIN FONDOS


----------------------------------------------------------------------------------------LA OPERA DE TRES PENIQUES.

"Brecht nos habla en La ópera de 3 peniques , de corrupción, delincuencia, crisis económica, prostitución, miseria y abusos.
En 1928, Brecht escribió el drama musical junto a Kurt Weil, en la que critica el orden burgués representándolo como una sociedad de delincuentes".

Por aquel entonces ya llevaban los alemanes diez años, sufriendo la deuda insoportable, injusta e impagable como diría Ortega, producto de algo tan aleatorio, tan azaroso y desafortunado como el hecho de perder una guerra, la del 14.
Decisión bélica que no fue sometida a referéndum, y que originó tantos muertos que, a todos los que luego dijeron o escribieron que habían estado en el combate, solo les podemos aplicar el adjetivo de mentirosos. No hubo supervivientes.
Quizás con la excepción de Louis-Ferdinand Céline, que en “Al final de la noche” nos dijo aquello de:

«Os lo digo, infelices, jodidos de la vida, vencidos, desollados, siempre empapados de sudor; os lo advierto: cuando los grandes de este mundo empiezan a amaros es porque van a convertiros en carne de cañón»

Como autor de varias profecías de semejante enjundia, y como mala persona que era ¿?, fue declarado desgracia nacional, en su querida Francia.
Con lo que se pone en evidencia que tan malo es ganar una guerra como perderla, y que tan cercano resulta para nosotros lo uno como lo otro. Pero mejor es no sacar conclusiones. Al menos precipitadas.

Cuando de un autor hacen un monstruo, los bienpensantes, y cuando no pudieron ocultar, anatemizado en vida el colega (lo era), la obra maestra que dejó para el placer de los escépticos y beneficio de generaciones futuras, no queda más remedio que leerlo. Despacio, y con todas las vueltas necesarias, ya sabéis lo de los pasos de baile, dos adelante y uno hacia atrás, para sumergirnos en lo mas profundo de eso que algunos llaman realismo cuando quieren decir aquello que todos querrían saber sobre ello, la condición humana, y que nadie se atrevió a preguntar.

A mi me produjo pesadillas recurrentes durante mucho, muchísimo tiempo, hasta que comprendí que estaba hablando, como siempre hacen los genios, de su vida y de la mía, y de que la pesadilla real estaba esperándome después de cada timbrazo matutino del despertador.
En fin, mejor leer otras cosas más divertidas y alienantes, que reconocer lo que tenemos delante. Lo que aconsejo para los demás pero reconozco inútil para mí.
Pero son demasiadas coincidencias como para pasarlas por alto y buscar escapatoria en los mundos paralelos.

Lo cierto es que, en épocas de bonanza, resulta difícil y extraordinaria la actitud, por lo demás inofensiva, de sumergirse en las historias ambientadas en tiempos difíciles, y no digo nada en los trayectos vitales de protagonistas perdedores, derrotados y vencidos de antemano por las circunstancias de un ambiente hostil, de un entorno en el que no puede germinar otra semilla que no sea la del drama o la tragedia. Resulta difícil.
Tanto como imposible debe resultar cuando toca el ciclo que enflaquece las vacas, y cuando a una plaga, la posguerra, sucede otra, como fue el crack del 29, dejando tiritando al animalito desnudo y hambriento en el que se adivina el otrora gordito feliz.

Hasta Brecht (2) elige como heroína, en su obra, a la hija del rey (1) de los mendigos, a sabiendas de que el público, estúpido, a quien dirige su mensaje, necesita la imagen aristocrática, incluso dentro de la miseria.
Es la misma situación, repetida, de las innumerables historias de la generación norteamericana de los años cuarenta, en las que los personajes , los Gatsbys y las Escarlatas llevadas por el viento, son pobres y lo pasan mal. Es decir son solidarios con el resto de los lectores pero… O bien han sido antes inmensamente ricos o van serlo de manera inminente, poniendo a dios por testigo (1) o arremangándose lo que haga falta.
Pero siempre, siempre, en la ficción los venidos a menos, lo son de manera transitoria y haciendo soñar al lector, o al espectador, con el paraíso otra vez. Con la fantasía eterna del dinero fácil y abundante.

Son escasos los escritores hiperrealistas, Carmen Laforet un suponer, en los que sus personajes se mueven entre la nada y la nada, sin ofrecernos otra cosa que la mirada a su alrededor, que por cierto se parece bastante al nuestro. Y a pesar de ello, la chica, su alter ego, es joven, y por tanto guapa, y tiene unos lazos mínimos pero suficientes, amistad y esperanza, para agarrarse a la vida. Sin un antes glorioso y sin las previsibles expectativas de que el futuro inmediato vaya a serlo.

Es mi duda, no exenta de un ligero pellizco de angustia, la de desconocer el papel que la realidad nos viene a asignar a los nuevos pobres. Descartada la ficción orientada al consumo, a la proyección de la riqueza ausente sobre el pueblo que desprecia, ignora y rechaza su condición de pobre nuevo y que, por tanto, se niega a aceptar sus nuevas vestiduras, las de la opera del mendigo, también llamada de los tres peniques o de la perra gorda.

Todos hemos visto el exquisito gusto mostrado por los nuevos ricos, el desprecio hacia aquellos que vivíamos de nuestro trabajo o que pagábamos, y pagamos, nuestra deuda permanente con la sociedad, impuestos mediante. Así como sus “Signos externos de riqueza” sin los cuales esta no tiene ningún sentido, salvo para los mezquinos y avaros que son malvados de otra época, oropeles costosísimos que ahora permanecen en el horizonte como restos, ruinas de una Itálica famosa, hoy mustio collado, ya saben, con la hipoteca pendiente de pagar….entre todos.

Reconozco que no he crecido en un ambiente similar, en el que haya podido aprender lecciones que ahora me resultarían utilísimas. Y que la degradación social de la depresión económica de un país, que presumo falsa, la recogida en las novelas o películas relativas a ese tiempo, no pasa de tener la misma credibilidad del melodrama en que suelen envolverla los autores.

Por tanto, me quedo con el dialogo del niño de Stalingrado, en la película de ayer, en la que relataba aquello tan visto de:” Hace dos semanas nos cortaron la luz, desde hace cinco días no hay agua, y este es el último mendrugo de pan que nos queda”
No terminé de verla así que tampoco me sirve como guión. Porque la realidad, la de las crónicas de aquel desastre, siempre quedó tapada, cubierta y oculta por la victoria de unos y la derrota de otros. Un noventa por cierto de civiles muertos. Poco importa si el fin justificaba los medios.
Sin buscar paralelismos entre la desinformación de entonces y la de ahora. Porque si los busco, podría encontrarlos.

Pero son películas, ya digo, además de historias tergiversadas por las crónicas interesadas. Y desde luego, que solo me sirve como consuelo el pensar que, todavía, o siempre espero, estamos o estaremos en una situación mucho mejor que la de las victimas del asedio.

Pero cada vez que miro hacia atrás, sobre esos goznes chirriantes de la historia más cercana, no hago más que recordar que todo es posible. No hay más que proponérselo. Seguir ausentes de la realidad, sin hacer nada, y esperar el beguin the beguine, el volver a empezar de Cole Porter.

Esto lo digo por silbar algo, que siempre consuela, porque desconozco, insisto, el tiempo que va a hacer mañana.




(1). Me recriminan algunos seguidores, que escriba siempre rey y dios con minúsculas.

Yo mientras sigan así las cosas, y sigan sin hacer sus deberes, no voy a regalar a nadie una mayúscula.


(2). Brecht nunca dijo ninguna frase de esas que le atribuyen los amigos de las citas, literarias se entiende. En cambio, si dijo:

«Hay hombres que luchan un día y son buenos, otros luchan un año y son mejores, hay quienes luchan muchos años y son muy buenos, pero están los que luchan toda la vida, y esos son los imprescindibles».

P.D. Nada mas lejos de mi intención que imaginar un futuro bélico como continuación del despropósito actual. Pero, insisto, en que, en realidad no imagino ninguno.

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miércoles, 19 de mayo de 2010

SPOTNICKS. SERIE MUSICAL (AUNQUE NO LO PAREZCA) II


------------------------------------------------------------------------------------------------------------DESDE LA SILLA DE GLENN GOULD HASTA EL REVOLVER DE JOHNY GUITAR.
(CON UN BILLETE DE SOLO REGRESO).


Una de esas piezas cortas, para pantalón ajustado, era “Johnny Guitar”. Inolvidable, tarareable y musitable para oídos bien temperados, lo que sin duda habría sido del agrado de Johann Sebastián.

Con el tiempo, y por supuesto los sucesivos planes de desarrollo, apareció en el horizonte de mi magra discoteca, un fenómeno inesperado que fue el de las versiones.
Y aquí debo hacer un inciso, un fenómeno distanciador en el discurso, pero a la vez necesario.

Ante la disyuntiva de escuchar, adquirir en precario, nuevas canciones, y ante el numero infinito de estas, aparecía la posibilidad de conseguir una nueva versión de aquella que tanto me gustaba, y el conservador que todo revolucionario lleva bajo la camisa me empujaba a ir sobre seguro. Así tuve que prescindir de La Nova Canço en particular y de los cantautores en general, cosa de la que nunca tendré que arrepentirme, para centrar la colección en un par de canciones.
Al fin y al cabo si uno consigue leer un buen libro, solo uno ¿Para que va a querer leer otro? Un razonamiento magistral que me lleva a tener 85 versiones de “And i love her”, para convencerme de que todas son iguales, y de que ninguna de ellas mejora la original. Es el método maravilloso de la prueba y el error, y de las ventajas de haber vivido tu tiempo mirando hacia atrás y reflexionando de vez en cuando.

No es el caso de Johnny Guitar. Aparte de la magia que sigue envolviendo a los Tabajaras, conocí la original de Peggy Lee, compositora de la letra e interprete del tema principal de la película homónima, en un disco pequeño comprado en una tienda de segunda mano. -otro gran descubrimiento para un chico de pueblo- y algunas otras diez, totalmente olvidables, con la excepción de la que hicieron Los Spotnicks en los primeros sesenta.

Guitarras eléctricas, lo que era sinónimo de música moderna. No digo Pop, Rock, ni mucho menos Surf, ya que entonces desconocía su existencia. Tan solo cuatro guitarras eléctricas, cuatro y un batería, cubiertos por trajes espaciales, probablemente copiados por sus madres de alguna revista de actualidad con fotos de los primeros cosmonautas – luego llegaron los astronautas-dando a entender lo dura que es la vida del artista y el poco miedo al ridículo que hay que tener si uno quiere conseguir notoriedad.
Y vaya si la consiguieron. Grabaron más de quince discos desde el primero en el 61 hasta 1970 en que tuvieron su primer descanso.

Y es que de pronto, un tema melódico, una balada arrastrada entre bolero y vals lento, con el ritmo pausado que permite seguirla a los pies menos avezados en el noble arte de Isadora (Duncan), se convierte en algo trepidante, en una polka rapidísima que te hace bailar tras ella intentando alcanzarla en cada compás antes de que el próximo te deje definitivamente fuera de juego. ¿La causa? Su transformación desde un Adagio hasta un Allegretto, con un resultado tan divertido como espectacular.

Bien es cierto que la utilidad inicial, la de bailar muy juntos, quedaba marginada, pero aun así permitía escuchar un aire nuevo, un audición renovada de un tema que como el de los Beatles deja poco margen a la manipulación.
Digamos que quedaba en el recuerdo como la interpretación preferida hasta que, volvió a suceder. Hace tan solo un par de años en que el fundador del grupo, Bo Winberg, reúne a los supervivientes. Otra vez en el estudio, y al igual que hiciera Glenn Gould, con todas las ventajas de la grabación digital en 32 bits, vuelve a versionar las versiones de temas populares como hiciera en los sesenta, entre ellas Johnny Guitar. El resultado, la perfección.

Curiosamente cae en el mismo descubrimiento del pianista, devolviendo el tempo al supuestamente original. Mas cercano al andante de los Tabajaras, y que aun sin llegar hasta el lento y gutural de Peggy Lee, lo dejan cerca, muy cerquita de la perfección.

Otro inciso obligatorio. La obscenidad cotidiana de pretender seguir subido a un escenario, de intentar seguir siendo un ídolo juvenil cuando los setenta han quedado atrás. Pero ese es otro misterio de los tiempos que nos toca vivir. Mientras el pianista lograba su momento estelar a los cuarenta y nueve años de edad, síndrome de Asperger incluido, el guitarrista sueco sigue haciendo el ganso a una edad en que los imitadores de Dorian Gray hace tiempo que abandonaron tamaña ilusión. ¿Será por las albóndigas de IKEA?

Para ello ha necesitado, modernidades aparte, un viaje de cincuenta años. Para hacernos ver que el virtuosismo del guitarrista mas rápido de la pradera, puede transformarse, mejorando, con los enlentecidos y reposados arreglos de medio siglo sobre sus dedos, y siempre abrazado a una Gibson amorosa.

Y es entonces, cuando vuelve a resurgir la nostalgia. Cuando vuelve a aparecer la frase inmortal:
“Nadie como tu Johny”, y todo vuelve a empezar.

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sábado, 15 de mayo de 2010

GOYA Y LOS PECADORES. DISPARATES EN VOZ ALTA


--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------Disparates en voz alta. (hechos o dichos fuera de propósito y razón)

LA CONTRICIÓN IMPERFECTA.-

Dícese de aquel arrepentimiento motivado por las consecuencias negativas, por la pena o castigo, que sobrevienen al pecador.
Se usa en contraposición a la contrición fetén, a la perfecta, es decir aquella en la que el pecador, indiferente al precio que ha de pagar, está tan dolido por haber faltado al amor de dios, a lo mas profundo de sus convicciones que, al reconocer el sufrimiento que el alma padece por faltar a sus creencias, se encuentra en el punto donde el arrepentimiento le ofrece la luz necesaria para alumbrar de nuevo el camino.

Todo esto lo saben, o deberían saberlo los creyentes, de todas las religiones supongo, porque la base moral suele ser idéntica. Y los no creyentes no deberían llamarse andana (eludir o excusarse de obligaciones o de cumplir castigos).dada la tabarra inmemorial que los primeros vienen ofreciendo con sus fundamentos.

Y es que la primera, el miedo al castigo por los actos impuros(léase delictivos) debería ser mas que suficiente para que los hijos de Adán, asumido que no todos van a ser justos y benéficos, por mas que lo diga la Pepa (Constitución de 1812), cuiden muy mucho cualquier desviación del comportamiento fuera de las normas establecidas.

Para ir aclarando conceptos, diré, y repetiré, que las faltas y los delitos, en su más amplio espectro de catálogo para pecadores, no son otra cosa que un crimen y sus habituales son criminales. Así figura en las leyes de los países democráticos, los otros, y así suele servir para aplicar la pena, que incluye la restitutio ad integrum, es decir devolver lo robado, antes de conseguir saldar la deuda, que no el pecado, ya que este no tiene perdón, es un estigma para siempre. El ego te absolvo solo figura en los ritos preincaicos.
En el mundo que nos rodea, el que la hace la paga. Y la única redención, relativa, viene por el esfuerzo de cada uno, para no volver a delinquir y para compensar los daños a lo largo de sus días.

Quiero decir que no está mal del todo la contrición imperfecta, el tío de la vara, la justicia, vigilando y corrigiendo desviaciones. Ya se que en el mundo utópico que los traficantes de fantasía nos venden, e imponen, durante los últimos tiempos, esto está mal visto. Tiene connotaciones totalitaristas a las que resulta fácil algún anti, (fascista, capitalista, etc.) tan querido por los habituales consumidores de propaganda barata. Pero no por ello deja de ser manifiesta su necesidad en cualquier tipo de sociedad a través de los siglos. Si bien la evolución hacia la perfección de los métodos de gobierno, democracia por supuesto, puede dejar en mínimos, imperceptibles, la presencia de los efectos penales de la justicia en grado exagerado.

Lo cierto es que no es el caso. Cuando las reglas del juego, y no voy a juzgarlas, son tan diferentes al planteamiento inicial, a la copia del contrato de países en los que el sistema participativo, de autogestión y revisión continua de los resultados, lleva mas de doscientos años establecido.
Tan diferentes los nuestros como el asumir que la forma externa, la mas burda de las imitaciones es mas que suficiente, para que parezca que, para que podamos seguir indefinidamente jugando a demócratas y permitiéndonos incluso olvidarnos de algo tan importante como la contrición imperfecta.
Al fin y al cabo creer es tan fácil y barato como decir que se cree. Y el perdón te lo dan igual con contrición, arrepentimiento, o sin ella. Por no hablar del propósito de la enmienda. ¿Para que?

Y no voy a ser tan cretino, ya lo soy en grado menor, para ponerme a hablar de un país corrupto. Porque no es justo. No es un país, ni son todos los paisanos. Aunque haya muchos. Y aunque, lo peor de todo sea que no existan normas que puedan llamarse tales, que puedan evitarlo.

Mientras el objetivo de los gobernantes no sea otro que el de conseguir el sillón a cualquier precio, y el de los paisanos el tan solo deleitarse, o lamentarse con el espectáculo cuatrianual de la pelea por el sillón, en la que ellos no piensan hacer otra cosa que aplaudir o silbar al caballero que lucha en el duelo por el pañuelo de la doncella. Sin darse cuenta de que ellos, los espectadores, son la doncella. Y luego pasa lo que pasa.

Que el tálamo es muy doloroso, a veces, como me contaba un curita verdadero, cuya imagen del mundo venia impuesta exclusivamente por los relatos escuchados al otro lado de la rejilla del confesionario. Más o menos como la imagen que los paisanos tenemos de la situación real de nuestro país, si nos creemos lo que vemos a través del televisor, o la información ofrecida por los medios “independientes”.

Y es que lo mas importante sigue siendo lo que hemos ignorado desde el principio, aquello que ni se nos ha ocurrido tener en cuenta, por mas que lo tengamos delante de las narices desde el principio. Es la contrición perfecta.

El arrepentimiento por el amor a dios, por el daño que hemos hecho con nuestra falta a los que mas queremos, a los que nos rodean, al credo que origina y mueve a nuestra sociedad.
Aparentemente no es otra cosa que el fragmento de una letanía para fanáticos. Y puede que también tenga algo de eso. Pero es la base de la fe. Y el creer en un país, en un colectivo en el que progrese nuestro pueblo y nuestra familia, tiene mucho de religioso.
No admite la opción complementaria, negativa. No existe la posibilidad de creer o no creer, de elegir estar a favor o en contra. Si no existe un mínimo de conciencia colectiva por parte de la población, habrá que asumir que si, que existe, y actuar como si tal cosa.

Si el hombre es un animal social, no podemos excluirnos, y solo nos queda revisar las reglas del juego, el contrato programa, ver por donde está fallando, y recomponerlo para seguir adelante. No hay otra. Y es la base de la civilización. El respeto mutuo y la existencia de un delegado común que prevea y corrija las desviaciones de la norma.
Podrán parecer palabras vacías de contenido. Pero la vida ficticia del país, el estado de bienestar urbi et orbe, y el gratis total, no solo ha demostrado que el saco de la realidad está vacio, si no que tiene en el fondo la factura de todo aquello que contuvo hasta ayer y que tan alegremente hemos despilfarrado.

El seguir participando en la estafa colectiva, sea como estafadores o estafados, no nos hace inocentes ni nos presta impunidad a la hora de rendir cuentas. De hecho ya estamos pagando parte de ese error, y no solo justos por pecadores, porque ello no sirve en el más acá del mundo civil donde nos encontramos. No nos hace mejores, quiero decir, ni nos lo tomarán a cuenta de meritos prestados, a fin de mes.

Supongo que muchos, la mayoría, estarán buscando ansiosamente en los artículos de opinión, en las gilipolleces de los oráculos y en los titulares de la propaganda oficial, (y toda propaganda lo es, necesita un patrocinador, que no somos ni tu ni yo) la solución a este enigma, la piedra filosofal que permita a la mayoría seguir robando, por acción u omisión, decía el librito, mientras los hechiceros siguen con sahumerios y penachos dorados bendiciendo a la multitud.

Los mismos falsos creyentes que buscan soluciones externas, y milagrosas, esperando otra vez que Moisés baje del monte con la solución definitiva, ignorando que la solución está dentro de cada uno, que todos tenemos capacidad de reflexionar y de encontrar soluciones para si y para los demás, siempre que consideremos algo tan sencillo como que la razón debe estar por encima de los instintos, y que nadie puede pretender seguir abusando de los demás, hacerlo indefinidamente, y sin pagar por ello. Al final pagaremos todos, incluidos los malhechores, y la ceguera colectiva no va ser consuelo para los tuertos. De hecho no les va servir para nada tener un país pobre con un futuro miserable.

Vuelven los episodios bíblicos a iluminar el presente. Situaciones de hambruna y retroceso global a entornos medievales que, a algunos profetas del infierno, les hará invocar el juicio final, y que a la mayoría de perjudicados moverá a buscar guías en el tiempo de tormentas que se avecina.
Y este es el momento ideal de iniciar una nueva amistad. Cuanto mas critica parece una situación, mas perdurables pueden ser las soluciones que aparezcan para no volver a repetir los errores. El ver las orejas al lobo puede ser la mejor vacuna para no ser devorados.

Por eso, surge la ocasión, para que los desinformados, los insolidarios, los deliberadamente ignaros y pasivos paisanos, entre los que me encuentro, nos planteemos cuanto de bueno será seguir la bandera o banderas de aquellos que nos ofrezcan soluciones que nos devuelvan lo mas rápidamente posible al mundo de Alicia, al de la fantasía, del maná consuetudinario, que nos permita por los siglos de los siglos seguir viviendo del sudor ajeno.
A creer, a seguir creyendo, en aquellos que no nos ofrezcan lo mismo que Churchill a los suyos, sangre sudor y lágrimas.

Porque si seguimos unicamente con la contrición imperfecta, o con la ausencia de ella cuando nadie reprende ni castiga al malhechor, permitiendo que este llegue a erigirse en un modelo para la multitud, cuando no en dirigente electo. Si olvidamos que el precio que vamos a pagar por nuestra desidia puede prolongarse indefinidamente, esta hipótesis se hará realidad.

¿Soluciones?
Supongo que, como animalillos recelosos que somos, cada uno tendrá la suya.

A mi se me ocurre que es buen momento para reflexionar, y para dejar de confiar en aquellas instituciones, muchas, que no solo no han servido para evitar esta situación, si no que han contribuido a generarla, cuando no han sido directamente su causa, sin necesidad de contribución ajena.
Mas vigilantes, cuando la necesidad aprieta, y mas humildes a la hora de reconocer que todo está escrito mil veces en los renglones del tiempo, e incluso en los manuales de religión, de todas.
Y sobre todo la necesidad de creer en el aquí y en el ahora. La convicción de que la fe no es suficiente, si no va acompañada de la acción. Y de que esta, individual, deberá unirse a otra colectiva basada en un nuevo contrato social.

Contrición verdadera, ya digo.



Imagen.- “Los ensacados”

No han faltado comentaristas que atribuyan a Goya la intención de deplorar, aquí, la condición inmóvil de quienes no desean la libertad general, encerrados en los estrechos talegos de la vanidad y la soberbia, del orgullo de casta, y de la presuntuosa noción de la propia superioridad.

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jueves, 13 de mayo de 2010

GLENN GOULD . SERIE MUSICAL. ( AUNQUE NO LO PAREZCA) I


------------------------------------------------------------------------------------------- DESDE LA SILLA DE GLENN GOULD HASTA EL REVOLVER DE JOHNY GUITAR.
(CON UN BILLETE DE SOLO REGRESO)


En algunas ocasiones el intérprete termina apellidando a la obra. La conjunción entre ciertas partituras clásicas, significadas por su especial dificultad, a la vez que patrón básico del nivel de calidad de los artistas que pretenden serlo, unida a la excepcionalidad de alguno de ellos, convierten a la pareja, a la puesta en escena de este prodigio esperado a lo largo de siglos, a veces, en una marca indeleble en el tiempo, en un antes y un después de aquella vez en que Glenn Gould grabó las Variaciones Goldberg.
Hasta el nombre del autor se refugia en un gozoso anonimato, y hablamos de Bach, para dejar que la posteridad asocie al uno, Gould, con las otras, las Variaciones...
Con 23 años de edad, el hasta hacia poco niño prodigio, registró en 1955 su versión de las Goldberg, apoyándose en la incipiente calidad discográfica de una HIFI balbucearte, y sirviendo desde entonces como modelo a imitar, a intentar copiar, por todos los pianistas que , desde entonces en el mundo han sido.
Bueno, por casi todos.
Porque hubo uno, que en 1981, con 49 años de edad, y ya estrenando la tecnología digital, la de los bits y la de las copias gemelas, hizo otra versión que al día de hoy sigue dividiendo la opinión de los expertos sobre si era tan excelsa como la anterior o incluso mejor, si ello fuese posible.
El interprete se llamaba Glenn Gould también, el mismo. Y la traducción que sus dedos hicieron del desafio que Bach proyectó sobre los teclistas futuros, volvió a marcar un hito difícil de soslayar, de dejar de mirar de reojo cada vez que alguien intenta escuchar grabaciones de las variaciones Goldberg. No digo nada de los osados que pretenden presentarlas en público.
Por supuesto que las mejoras sonoras en la grabación de la era digital, poco o nada tuvieron que ver con el resultado final. Todavía hoy escuchamos sobrecogidos grabaciones centenarias de Caruso mientras el pabellón auditivo se espanta con la osadía del penúltimo tenor en el terreno de juego lírico. Y no es solamente la calidad del sonido, ya que nadie podrá superar jamás a la del silencio, como bien sabe Keith Jarret que procedente del jazz, realizó el enésimo intento de acercarse a Gould. Es algo distinto.
Gould tenía 26 años mas cuando realizó su segunda versión, canónica, y ello es fácil apreciarlo en la comparación. Todo el virtuosismo del pianista precoz, todo el merito de los dedos mas veloces de teclista alguno, hasta entonces, queda eclipsado cuando la madurez del artista cambia el tempo de la partitura, cuando repite algunos pasajes, y cuando añadiendo doce minutos a su duración, demuestra la grandeza irrepetible del genio.
Cuando a la impecable lectura del pentagrama se añaden la experiencia, las vivencias de toda una vida, y se funden con las intenciones que otro genio, Bach, dejo escondidas entre las notas de esta obra escrita para clave, al condensarse en la salsa uniforme, con ese color y ese sabor tan apetecibles, que nadie quiere dejar de probar, y con la consecuencia por todos conocida de tirar de papel y boli y preguntar por la receta, para intentar repetirla en casa, intentar reproducir la receta de la abuela. Como si eso fuese posible.
Como si pudiésemos repetir la abuela. Clonarla cuando sus manos muestran signos inequívocos de artrosis y sus ojos no son nada sin las gafas de repuesto. Las otras no recuerda donde las ha puesto.

Glenn Gould lo hizo, porque la vida le dio tiempo para hacerlo, para envejecer mejorando, como algunos vinos buenos, y para hacernos ver lo importante que es siempre comparar, o sea volver la vista atrás como dijo el poeta.

Podría extenderme sobre el placer que, en las largas tardes de estío, me proporcionaba tocar esta pieza en el Steinway del salón, cuando España y yo éramos la segunda potencia mundial de la propaganda y la fantasía. Pero fueron otros tiempos en los que realmente no hubo piano, habilidades musicales ni, si me apuran, tan siquiera salón.
No obstante había un magnifico Pickup, Dual Bettor Mark, y algunos discos comprados en los saldos de los grandes almacenes, junto a media docena de incunables mas sobados que la partitura que el sacristán tocaba, de oído, en el armunium de la parroquia, simulando al pasar las páginas, unos conocimientos a los que nunca tuvo acceso.
Entre ellos estaba un disco grande, alias LP, que fue durante los años gloriosos del esplendor en la hierba, el tema eucarístico de nuestros guateques. Una recopilación de grandes éxitos de los Indios Tabajaras, cuyos instrumentales para guitarra española siguen pareciéndome una referencia musical, como fondo sonoro ideal de cualquier sala de espera, aparte de su importantísimo cometido iniciativo parasentimental anteriormente aludido.

(Continuará)
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lunes, 10 de mayo de 2010

REDGRAVE Y RATTINGAN. CINE Y PEDAGOGÍA IV



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“La version Browning” Anthony Asquith 1951.
Impossible to turn away, 28 June 2005 (Imposible dejar de verla)
De IMDB.COM

Author: noncentz from Hollywood
Not a review...just an anecdote. (No es un comentario… solo una anécdota)

"My wife and I were preparing to attend a party and I turned the TV on as I was getting dressed. The Browning Version had just begun. I had never seen it but after a few minutes, found myself sitting on the bed, still watching. My wife came in to ask why I wasn't getting ready and I pointed to the TV saying, "This is a great movie and I have no idea what it is." She sat down and watched a few minutes to see what I was talking about.
We never made it to the party".

“Mi mujer y yo estábamos preparándonos par ir a una fiesta, y encendí el televisor mientras terminaba de vestirme. La versión Browning acaba de empezar.
Nunca la había visto y, a los pocos minutos, me encontraba sentado en la cama, contemplándola. Mi mujer vino a preguntarme por que no estaba listo y apunté hacia el televisor diciendo, “Esta es una gran película y no tengo ni idea de cual es”. Ella se sentó y miró unos instantes para saber de que estaba hablando.
Nunca fuimos a aquella fiesta.”


Realmente los ciclos cinematográficos tienen un tiempo, un tamaño que no se debe sobrepasar sin correr el riesgo de degenerar hacia una enciclopedia, que aparte de indigesta, es que ni esta de moda, ni tiene sentido alguno en la época de la Red, infinita. Pero es que además, según costumbre de esta casa, voy a elaborar un DVD con los títulos reseñados y ahi caben las que caben, cinco, que viene a ser mas o menos el numero de un ciclo correcto. Hasta un pelín largo.
Había pensado incluir “Ni uno menos” de Zhang Yimou, “El profesor chiflado” de Jerry Lewis, y hasta otra reciente, de cuyo titulo no quiero acordarme, sobre unos maestros que van de pueblo en pueblo con una pizarras enormes a la espalda, ilustrando a los nativos del lejano oriente que les obsequian con pedradas y otras ofrendas similares en un ambiente de fanatismo tan lejano al nuestro , al de aquí mismo, que me hizo descartarlo al igual que a la película china, excelente, llena de humanidad y de valores ,pero de otro planeta, de Marte, igual que de Venus es la divertida comedia sobre la novela de R.L.Stevenson, que aparte de ser la mejor de las que hiciera Jerry Lewis, resulta igualmente alejada de los personajes, probables o creíbles, que he ido recogiendo en esta antología.

Por eso quiero cerrarla con la mejor de todas, si es que ello fuese posible, si es que podemos comparar de dos en dos, o elegir uno solo dentro de la peña del afecto para declararlo mejor que los demás. Imposible.

Sobre la obra teatral y el guión de Terence Rattingan, del mismo titulo, Anthony Asquith pasó a la posteridad con este trabajo, al igual que lo hizo Michael Redgrave en el papel del profesor Andrew –Crocker- Harris.

Un personaje que abandona derrotado el centro universitario donde trabajó los mejores años de su vida, sin reconocimiento, ni siquiera un atisbo de piedad por parte de sus alumnos, de su mujer o de la institución que le niega la indemnización debida.

Un comienzo magistral sobre el que aparece un pequeño libro, regalo de despedida de un alumno, que es una revisión de un trabajo académico y que hace al protagonista reflexionar sobre su historia como estudiante y como docente, y muestra una sombra de esperanza que poco a poco va llenando los minutos y los ojos de los espectadores, unas veces de lágrimas y otras de aquello tan extraño, lo mas parecido a la dignidad humana, y que tan necesario nos resulta para seguir peleando en este valle.

Siento que ya no se hagan películas así, y que esta sea una frase realmente estupida por reiterada, pero es difícil si no imposible reunir en noventa minutos tanta calidad, a la hora de exponer con brillantez una obra literaria en la que los valores humanos sean los protagonistas, y en la que, su representante, en este caso el individuo, se encuentre a la altura de semejante desafío.

Blanco y negro, años cincuenta, cine británico. No nos engañemos.

Solo os deseo que os pase lo mismo que a mi, y que os sintáis obligados y reconfortados, viendo todas y cada una de las películas de ese actor, Michel Redgrave, padre de Vanessa, cuya trayectoria profesional y humana, tambien está al nivel de su ADN.

Que las disfrutéis.

P.D.
Ya sabéis que el sistema para recibir el DVD es el habitual.
Me llamáis, me escribís, o lo que sea; y si dais el correcto santo y seña, o sea cualquiera, sabré que sois de los míos, y os lo entregaré por el torno.
Salud.
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sábado, 1 de mayo de 2010

TAVERNIER Y EL COMPROMISO. CINE Y PEDAGOGÍA III


----------------------------------------------------------------------------------------------- UNA SEMANA DE VACACIONES.

No se si habréis tenido la misma sensación que yo cuando, al comenzar una película, o una novela, aparece una página casi en blanco con un epígrafe superior:
“A Rita y John” “A mis hijos” “Para mi tía Matilde” o “A aquellos que con su denodada labor……zzzzz”.

Desde luego la mía es de estupor y de fastidio. Primero porque no entiendo que una dedicatoria personal deba hacerse más o menos universal. Bastaría con que llamase el autor a Rita o a Matilde, o que aconsejase a sus vástagos que no malgasten los royalties. Y segundo, y principal argumento, es que si yo he pagado la entrada, si yo he comprado el libro, estos van dedicados a mí exclusivamente. No se puede vender algo dos veces, aunque algunas etnias y algunos políticos sean tradicionales acreedores de tal habilidad.
Si un señor hace una obra con la exclusiva finalidad de vendérmela y yo se la pago, que no me venga luego con la pamema de “A Claude y Jean Paul”, que no se pase de listo y que no me llame cretino, que a los que lo somos, nos sienta muy mal la insistencia.

Esto viene al pelo de otras obras, con las que suelo ser mas tolerante, que comienzan con una cita iniciática, que nos orienta sobre la temática, la intención y hasta el tono de lo que vamos a contemplar.
Algunas veces son pelín lapidarias, hasta dejarnos noqueados un buen rato en el que digerimos el uppercut. Y ya, el colmo del aperitivo, cuando el tiempo muerto este de la recuperación tras la luz cegadora del destello de sabiduría, coincide con el rato mas o menos idiota en que van desfilando por la pantalla una retahíla de nombres intrascendentes con una música de fondo, usualmente pelma y a modo de anticipo del tema musical, pelma, que se va a repetir diez o doscientas veces a lo largo del espectáculo.
Algo de ello, solo de lo bueno, hay en la que hoy voy a incluir en el lote. “Une semaine de vacances” Bertrand Tavernier 1980.
Comienza así:

Educación pública:
“Todo condenado a vivir deberá tener la cabeza borrada”
(Jacques Prevost)


Y después la sorpresa. He tenido que confirmar el año de producción para desengañarme sobre la idea de que era una película del año pasado, de 2009. Y es que no podía creer que me estuviesen contando una historia nuestra, de ahora, con imágenes de hace treinta años. Quizás la presencia de un Citroen Mehari, el coche que siempre soñé, fuese el único rastro de senectud.
Tavernier, heredero de la nouvelle vague, o fundador, según, comunista y ante todo pedagogo, es amigo de plantearnos dramas humanos, protagonistas angustiados que lo son por su época, por su entorno, por las convenciones que les obligan a tomar determinadas decisiones y sufrir sus consecuencias.
Nada nuevo desde el teatro victoriano, pero revolucionario si consideramos que esos condicionantes no son inmutables, fuera de los corsés sociales, y que pueden y deben ser desatados por cualquier revolucionario de pro, es decir Tavernier.
Aquí la profesora de instituto, es una chica, magnifica Nathalie Baye, que sufre una crisis personal en la que su profesión juega el papel central, y en la que a los adolescentes que la mortifican y a la vez la colman de vitalidad, se une el novio inasequible, un bendito, y un puñado de personajes, positivos todos, que pasaban por allí, para ayudarla a pasar el mal rato.

Pildorazos terribles, sociopolíticos, desde el principio hasta el fin. En los noticiarios televisivos, en la actualidad política del momento y en los diálogos, incluso en el par de canciones que borda Eddy Mitchel, que nos hacen plantearnos cuestiones en las que no habríamos reparado de otra manera, y tan ausentes de demagogia barata como del exceso melodramático al que nos tenía acostumbrados el cine de la época. Hallazgo gozoso.

Fantástico Michel Galabrú en otro papel en el que desaparece el actor, como debe ser. Y excesivamente corto el tiempo, la comida, los gestos, los silencios de Philippe Noiret. ¿Por qué no tenemos actores así? Yo quiero.

Que si, que es cine social. Pero apenas se nota. El que no quiera verlo tiene delante una historia en femenino singular, o un romance mas o menos de nuestro tiempo. El que tenga contacto con adolescentes, o el que alguna vez lo haya sido, descubrirá o recordará algunas cosas, algunas motivaciones que hacen coger a cada uno direcciones diferentes a los demás, aparentemente.
¿Y la música?
Ya la canción inicial “La ultima sesión” o “La derniere seance”, sobre el cierre del cine de su infancia, con la que Eddy Mitchel tituló un programa sobre las buenas películas en la televisión francesa, merecería un articulo aparte.


C'etait la derniere sequence
C'etait la derniere seance
Et le rideau sur l'ecran est tombe

La photo sur le mot fin
Peut faire sourire ou pleurer
Mais je connais le destin
D'un cinema de quartier
Il finira en garage
En building supermarche

J'allais rue des solitaires
A l'ecole de mon quartier
A cinq heures, j'etais sorti
Mon pere venait me chercher
On voyait Gary Cooper
Qui defendait l'opprime

C'etait vraiment bien l'enfance
Mais c'est la derniere sequence
Et le rideau sur l'ecran est tombe

Claro que sin música pierde bastante. Y si le añadimos la ausencia de la magia de los subtítulos, que , por fin, me hacen comprender la letra de todas esas canciones, las rokeras de Eddy Mitchel incluidas, que hasta ese momento eran solo música, música instrumental, por mas que sus interpretes se esforzasen en cantármelas en idiomas desconocidos. Magia de verdad.

Tendríamos que dar un salto a través del océano y volver a ver “La última película” de Bodganovich, que en cierto modo, también trata de profesores, de la vida y de otras cosas, pero iniciaríamos un camino, vade retro, que terminaría en los innumerables bodrios sobre los estereotipos de bachilleres y universitarios norteamericanos que tanto daño, por culpa de los medios, han hecho y siguen haciendo a los nuestros. No insistiremos. No cambiaremos de continente, aunque incluyamos alguna isla cercana.

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