jueves, 30 de octubre de 2014

Não há multibanco




Não há multibanco


Me pilló en Lisboa, hace quince días, la aprobación parlamentaria de los presupuestos para 2015. Los primeros en los que la institutriz europea permite a los niños malcriados sus primeros paseos por la calle, después de varios años recluidos para evitar que continuasen haciéndose daño, a palos y pedradas. Y, dado que en Portugal, solo en el pavimento, calculo que deben existir unos quinientos proyectiles pétreos per cápita –granito de primera- no parece una actitud exagerada la de suspender temporalmente la autonomia financiera de los vecinos.
Los titulares, las declaraciones de ministros y directores generales, así como la de los periodistas expertos de la televisión portuguesa, incluso la de los  miembros de las tertulias especializadas –tertulias de un solo componente, idea genial- no dejaba lugar a dudas sobre la previsiones y pretensiones del gobierno. Previsión de ingresos imposibles de satisfacer y simultaneo incremento en los gastos a cuenta de lo anterior. Incluso llegan a desafiar las recomendaciones europeas de no superar el déficit del 2,5%, y los muy osados se atreven a embarcarse en uno del 2,7%. Nada menos que un 0,2% superior al tope.

Me resultaba familiar la parafernalia de datos encadenados con unos lazos de papel que se deshacen con el rocío matutino. Todo tan falso, tan insistentemente repetido ante nuestros oídos, como la pretensión de los responsables políticos sobre la estupidez de un país entero, el suyo o el nuestro, que resulta incapaz según ellos de manejar la regla de tres.
Al parecer van a bajar el IVA, del veintimucho al ventipoco, siempre y cuando aumente la recaudación del IRPF. Tambien van a eliminar la sobrecarga del IRPF, 5 o más por ciento, siempre y cuando se incremente la recaudación del IVA. Algo análogo van a hacer con las pensiones y con el salario de los empleados públicos, radiantes todos de contentos.
Me viene a la memoria el poema de Gabriel y Galán, coetáneo y vecino de Pessoa, en el que el padre encarga al hijo, estudiante en la ciudad, el calculo de los litros de aceite que tocan a la familia en el reparto del olivar del abuelo, y el asombro ante la formula algebraica que el chico le entrega en un papel.
- Dos pi erre. Anda, ve haciendo la sopa con esto- musita abatido a su mujer, ante la impotencia del que descubre el drama que el progreso aporta a los recursos familiares, a la supervivencia, al fin y al cabo.

Me daba lástima contemplar el espectáculo, y rabia ante la incapacidad de los espectadores para cualquier tipo de respuesta. Y por supuesto que estaba viendo, y viviendo, nuestro drama en esa representación lisboeta.
La misma fantasía de los políticos de aquí al afirmar con tanta insistencia que la crisis y el paro han capitulado ante sus meritos de gestores alfa, de magos que no han necesitado cuidados ni consejos de la institutriz, la Señorita Rotenmeyer ( Heidi), y que guardan cuidadosamente en su bolsillo el salvoconducto que , presumiblemente, impedirá que la benemérita los encierre directamente en el furgón celular a la salida del gabinete. 

Un teatro, un sainete, como denunciaba uno de los beneficiarios de la tarjeta que el hada buena había concedido a los señores de Bankia – de momento solo de Bankia, hasta el siguiente episodio a cargo de Arniches o de los Álvarez Quintero- una obra mitad sarcástica mitad melodramática que sigue repitiendo argumento con gran éxito de público.
Y es de tarjetas de lo que quería escribir realmente, concretamente de la Multibanco, cuya breve y brillantísima existencia he descubierto, gracias al cartel artesanal que figuraba en todos los escaparates, restaurantes, bares y negocios portugueses, aunque donde más dolió fue en las pastelarías, que al fin y al cabo no solo de disgustos vive el hombre y, Pessoa y un servidor siempre hemos sido muy golosos.

Não há multibanco (No aceptamos la tarjeta).

Resulta no menos fantástica la trampa bancaria de aquí, por la que los guardianes de nuestro dinero han conseguido ser titulares y depositarios de la hipoteca de todo el país, al que han endeudado ellos mismos hasta unos niveles que en la Alemania y en la Norteamérica de de los años treinta, fue imposible eliminar sin la ayuda de una guerra mundial que se llevó por delante a cien, doscientos millones de personas, perdón, de victimas, que eso ya no duele tanto.
Esos bancos hermanos, en nuestro país vecino consiguieron ser tambien la envidia de Occidente, exportando su  genial invento a medio mundo, hasta volver a la realidad de hoy, donde solo el dinero en el bolsillo, el vil metálico, permite que se ahorren los intermediarios, entre ellos el fisco y los impuestos, y  reconocer que no hay nada como el dinero negro, para un asunto tan serio como es el de la propia supervivencia.
Y si es preciso, al carajo con la justicia social o con la democracia, que todo vale en la mesa del pobre.
Duro es el camino de regreso, el retorno de las horas felices pasadas por el niño en la feria.


Pequeño resumen, precuela según palabro incorporado al DRAE, de los hechos consuetudinarios que hoy acontecen en la rua portuguesa:

“Modelo de éxito” (De ABC).

Las facilidades que los bancos portugueses ofrecen a través de medios de pago electrónico causan envidia en muchos otros países y esta red es considerada una de las más sofisticadas y completas del mundo. Vincula a los cajeros automáticos de 27 bancos en Portugal, por un total de 11.208 máquinas a partir de octubre de 2006.

Hoy en día, 60 funciones diferentes son posibles en la red Multibanco
De 2001 a 2005, el número medio de transacciones por año es superior a 630 millones.
Multibanco en sí mismo no sólo abarca los cajeros automáticos. Cuenta con una red de puntos de venta en toda regla llamada Multibanco Pago Automático, y es también un proveedor de servicios de telefonía y de Internet de banca móvil a través de los servicios de TeleMultibanco y MBNet respectivamente. También es el proveedor del servicio de pago de peaje automatizado Vía Verde. Un sistema del que circulan más de 19 millones de tarjetas, es decir, casi dos por habitante.

Cinco años después:
 Não há multibanco”


P.D.- (Creo que no necesita traducción).

Lá em 2011 Álvaro Santos Pereira terminou a exposição das medidas de intervenção na economia nacional, e foi Vítor Gaspar e disse-lhe: "Não há dinheiro." Santos Pereira insistiu e Gaspar rematou:
 "Qual das três palavras é que não percebe?"
                                                  
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martes, 28 de octubre de 2014

ALTERNATIVAS A LA SANIDAD PÚBLICA.- (53)

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lunes, 27 de octubre de 2014

SOBRE EL INAPELABLE POPULISMO.- (AL MENOS, PARA LOS NIÑOS).

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jueves, 23 de octubre de 2014

UN ULISES DE ANDAR POR CASA ( Y III ) .-

Un viaje - aparentemente- interminable.-

                                 



Continúa el rapsoda dando muestras de atesorar la sabiduría que tan escasa, tan parca resulta para sus epígonos de la pluma.
Sin ir más lejos trata otra discriminación social, la homofobia, de la manera más inteligente posible, ignorándola. Y no solo porque no existiera en su época, ni presumiblemente en ninguna otra en la que las religiones – politeístas ellas, ya sabéis – centrasen su interés en las cosas del alma y no en la uniformidad formal y obligatoria de sus feligreses. También porque Homero era lo suficientemente sensato, supongo, para haber comprendido entonces, igual que hoy, que homofobia significa odio al hombre, y no otra cosa, y posiblemente no haga más que despreciar indolentemente a los que usan palabras equivocadas, con fines inconfesables. Allá ellos.

En lo que si pone énfasis el autor, de hecho es el tema central de la obra y motivo de esta terrible revelación que me llena de pesadumbre, es en el machismo irredento de su héroe, en el terrible abandono de Calipso primero, a la que deja abandonada en su isla, después de tener dos hijos con ella, de Circe, la hija de Alcinoo después, y de las coristas nereidas, cuyas melódicas y amorosas voces ignoró haciéndose el sordo...
Pero mejor os transcribo el pasaje para que vayáis entrando en el melodrama:

“Cuando los titanes perdieron la guerra, los Olímpicos castigaron a Calipso, por ser hija de Atlas, enviándola a Ogigia. Se dice que cada milenio los dioses le mandaban un héroe para que ella se enamorara, pero que luego, el destino, obligaría a Calipso a dejarlo marchar”

“Cuando Odiseo, que se hallaba a la deriva tras naufragar su barco, llegó a esta isla, Calipso lo hospedó en su cueva, y le agasajó con manjares, bebida y su propio lecho. Lo retuvo así durante siete largos años, y tuvo de él dos hijos: Nausítoo y Nausínoo. Calipso intentó que Odiseo olvidara su vida anterior, y le ofreció la inmortalidad y la juventud eterna si se quedaba con ella en Ogigia. Pero el héroe se cansó pronto de sus agasajos, y empezó a añorar a su mujer: Penélope.”

“Viendo esta situación, Atenea intervino y pidió a Zeus que mandase a Calipso que dejara marchar a Odiseo. Zeus envió a su mensajero Hermes, y Calipso, viendo que no tenía más opción que obedecer, dio a Odiseo materiales y víveres para que se construyera una balsa y continuara su viaje. Odiseo se despidió de ella, no sin cierto recelo por si se tratara de una trampa, y zarpó. Algunas leyendas cuentan que Calipso terminó muriendo de pena”.

Melodrama que en la cámara de Douglas Sirk habría quedado esplendido, y que no deja de denunciar la veleidad, la inconsistencia machista del héroe, o no tan héroe, inducido quizás por el desprecio hacia la mujer, hacia los mismísimos dioses, o posiblemente hacia quienes los han inventado.
Actitud que vuelve a ponerse de manifiesto un par de capítulos después, en el que las ninfas quedan abandonadas en otra isla, con sus corazones rotos:

“Las ninfas, hermoso rostro y largos cabellos, que en muchas ocasiones sostienen instrumentos musicales o se dedican a acariciar sus cabellos en actitud coqueta. La actitud más generalizada de las ninfas fue sostener con las manos un espejo y un peine. La cola era un emblema de la prostitución y el espejo, considerado como objeto mágico, era atributo de la mujer impura, y servía para contemplar el rostro de la muerte o el culto al diablo”


Más de lo mismo, las provocan con su presencia, los chicos de Ulises, y luego las evitan, anulando sus oídos con cera y atando a un mástil al capitán. De donde infiero que los hombres casados no deben ir al baile si no les gusta la música, y que en todo caso el terminar demonizando a sus víctimas, incluso llamándolas prostitutas, no es más que otra forma de esa violencia llamada estúpidamente “de género”, y ya sabemos que se comienza asesinado ancianitas para terminar faltando al oficio religioso dominical, el peor de los pecados. (No sé si es Chesterton, Wells, o  Bernard Shaw, su autor).

En todo caso, el maestro invidente, veinticinco siglos antes que el escritor manco pusiera nuestra lengua en los estantes más utilizados de la literatura universal, no hace otra cosa, igual que hace el manchego, que entretenernos con relatos, asimilables por todo tipo de lectores, que nos recuerdan lo inmutable de la condición humana, las ambiciones, deseos, bondades -pocas- y fracasos del hombre a lo largo de los siglos, y leyendo entre líneas siempre, la previsible posibilidad de que esto solo sea un bucle infinito en el que seguiremos rodando.

Y es que los clásicos son muy puñeteros, en su infinitud, además de intraducibles, que es lo que estabamos demostrando. En latín queda más bonito, pero más pedante: Quod erat demostrandum.
ὅπερ ἔδει δεῖξαι, en griego.


P.D.- Otras obras imperecederas, que no debeis dejar de leer antes de ir a la cama. (eso es una metáfora, jodida, pero tambien metáfora):

«BATRACOMIOMAQUIA»,  «RAMAYANA», o  el «MaHABHARATA»  filmado por Peter Brook en 1989 con una duración de 318 minutos, espantando otra vez las mejores intenciones del cinéfilo más impenitente.

Y es que todas contienen historias tan intemporales como absolutamente verosímiles:

“El rey Śantanu (padre de Bhishmá) se enamora de la virgen pescadora Satiavati (que ya había sido madre de Viasa).”

Hasta Siddhartha había incluido yo en el lote, pero hube de rectificar al descubrir a Hesse.

Curiosamente este nombre, Siddhartha,  al igual que el de Calipso, aparece en los buscadores como “Discoteca en Sevilla, bar de copas” y  también en  cualquier carretera española aparecen coronados con luces de neón anunciando eso, ninfas, y no precisamente las jóvenes debutantes en el teatro Falla de Cádiz durante las fiestas paganas del carnaval. (Paganas solo para algunos).
En fin....


Epílogo aclaratorio, e inductor de esta perorata:
Batracomiomaquia  narra una pelea estúpida, en el entorno de una charca un tanto fétida, entre ranas y ratones. Es decir, lo nuestro.



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jueves, 9 de octubre de 2014

UN ULISES DE ANDAR POR CASA ( II ) .-





Ensayo irreverente sobre “La Odisea”, con su correspondiente prólogo, breve sinopsis, y pormenorizado epílogo.-

Hoy resumimos.-



Vuelvo al Ulises, que dice Joyce, a través de su gigantesco sudoku de tropecientas páginas, donde nos retrata a todos y cada uno de nosotros, los que llevamos un riñón de cordero en el bolsillo, envuelto en encerado papel de estraza, acariciándolo con la mano sumergida en el gabán, relamiéndonos anticipadamente con el banquete que nos vamos a dar en cuanto lleguemos a casa, hartos de las perdices falsamente prometidas y de la monótona dieta de nabos prescrita por el dietista de cabecera. Me relamo pues con la metáfora, y con la sensación de blandura, de la humedad y de la sabrosura que guarda ese riñón para mi boca, esa promesa que mis dedos envían a mi mente, y vuelvo a Ulises que, en realidad se llamaba Odiseo, por aquello de las traducciones y las ediciones de que hablaba antes.

Homero, siglo VIII a.c., el pastor lusitano, o quizás era el poeta ciego, que figuraba junto a Viriato en páginas adyacentes en el libro donde aprendía a leer, que no a juntar letras. Me hago un lio, y veo que, como Ulises, mi epopeya vital está dedicada a encontrar el final, y el origen del ovillo.

No obstante, y sin menoscabo de Joyce, tengo que volver a ver, la versión canónica y definitiva, la de Kirk Douglas y Silvana Mangano, péplum dirigido por Mario Camerini en 1954, dando imagen a una historia difícil de trasladar a las modas escénicas del tiempo presente, pues no es de recibo que la pareja del protagonista solo aparezca al principio y al final de la película, ni que este final se convierta en una carnicería gore que rompe toda la poesía contenida en el resto del poema.. Además lo de la bellísima esposa que guarda ausencia pegada a la tricotosa, y lo del final feliz, no hacen otra cosa, aparte de desatar nuestra incredulidad, que escatimarnos el excelente melodrama que hubiese supuesto la aparición de un impostor en la cama de Ulises, como hicieron después los franceses en 1982, Le Retour de Martin Guerre, de Daniel Vigne (El caso Martín Guerre es un famoso caso de impostura judicial. Un hombre en todo semejante a Martín Guerre se hizo pasar por él, vivió con la esposa de este, y al regresar el verdadero, no hubo manera de saber quién era el marido legítimo de la mujer, pues ambos contestaban bien a las mismas preguntas), basado en una historia real de 1524, coletilla esta, de caso real, que gusta mucho a los lectores.

Y ha tenido que ser ahora, una versión tan pedestre como divertida, la del cómico de la legua, el autodenominado “El Brujo”, alias de Rafael Álvarez, “Búfalo” para los amigos, quien me ha hecho reír un buen rato con el pretexto, -pretexto para hacerte reír, cosa que siempre consigue- de la Odisea, usándola como fulcro en un monólogo festivo, especialidad de la que si no es inventor, al menos es un consumado maestro.
Y vuelvo a evocar las imágenes del texto iniciático, del viaje de retorno a través de  toda una vida, y la superación de aquellos peligros imaginados por el poeta, y que convierten al superviviente en héroe, o no.
Idea central en mi memoria, la del cíclope, el Polifemo que Ray Harrihausen fijó en nuestras retinas infantiles, durante años - y al que me gustaba imitar, ridículamente supongo, dando torpes zancadas hacia los pequeños a quienes pretendía divertir, imitando a un muñeco de plastilina, sin saberlo- para aparecer real, como una alucinación precursora de las miles que llegarían después, y siempre en ese instante anterior al sueño nocturno, como ticket de entrada a la película que no necesita proyector, y en la que Polifemo unas veces aparece como el villano, el malvadísimo monstruo, o como amigo, como antecesor de Shrek, a quien su bondad hace acreedor de todos los golpes.
A poco que meditemos sobre el asunto, descubriremos que Homero nos estaba registrando el primer caso de xenofobia del que tiene constancia la literatura universal.

Veamos. Una criatura grandota que vivía pacíficamente, ejerciendo como agricultor y ganadero, con costumbres idénticas a las nuestras, que por un quítame allá ese tamaño desmesurado, y por disponer de un solo ojo (aparte del otro, el que no tiene niña según Quevedo), genera la envidia de los liliputienses turistas y de su violentísimo guía Ulises, quienes no dudan en engañar al bondadoso pastor, falsificando sus identidades: “Nadie”, como responden ahora ciertos políticos al ser preguntados sobre quién se ha llevado el dinero, cegándole de la manera más salvaje, clavándole una estaca en el ojo, con la misma crueldad del que zancadillea a un cojo, o la naturalidad impune del que roba a un pobre, con el agravante de haberlo embriagado previamente, de haberlo hecho adicto a la primera droga de diseño de la que tenemos noticia, el alcohol, antecesora de la televisión.
Decimos que somos los primeros consumidores de cocaína de Europa, y asumimos alegremente la primera persona del plural, el somos nosotros, como si debieramos hacernos responsables, con absoluta naturalidad, de los vicios y pecados ajenos, como si los compañeros de Ulises pretendiera ser inocentes después de su colaboración necesaria a la hora de cegar a un tuerto o de emborrachar a un abstemio. Y todo porque la víctima era simplemente diferente.

Genial la denuncia que hace Homero de ese fenómeno abominable que la civilización no ha conseguido eliminar, la xenofobia. Si bien hace desaparecer, uno tras otro, a los cómplices de Ulises, en los versos siguientes, y de forma bastante desagradable, para que vayamos tomando nota los que miramos los desastres públicos como si fuesen ajenos.



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