En la gala de clausura del último
festival de cine fantástico de Stiges, se proyectó “2001”, como
homenaje al 40 aniversario de la película y, supongo que, también a
su intemporalidad. Puede verse todavía hoy como un símil inverso de
aquel traje blanco de Alexander MacKendrick cuyo tejido evitaba las
manchas, las arrugas y el envejecimiento, libre incluso de la caspa
de sus usuarios y espectadores. En la parábola de los estudios
Ealing, el destino de aquel invento genial no podía ser otro que su
destrucción, para evitar la ruina de la industria británica del
tejido. Al fin y al cabo la economía está basada en productos
eminentemente efímeros que pueden y deben ser sustituidos con
prontitud por otros nuevos. Algo que, afortunadamente, no sucede con
“2001 “ y con la mayor parte de la obra de Kubrick, donde los
adjetivos de película de culto, obra maestra o genialidad se
convierten en tópicos y banales si no añades el de imperecedero,
dado que puedes volver a verlas ahora y sentir idéntica frescura que
la del día de su estreno.
La confluencia de varios factores es la
que hace singular el cine exagerado y arrollador de este director que
desde sus comienzos, ha ido marcando con la linea roja de lo
insuperable en géneros como los del cine negro “The Killing”
1956, bélico “Paths of Glory” 1957 , histórico “Barry
Lindon” 1975, el de horror “The Shining”1980, la sátira “Dr.
Strangelove” 1964, la adaptación de “Lolita” 1962 , la ciencia
ficción “2001 A Space Odyssey” 1968, o su inclasificable “A
Clockwork Orange”1971. Todas alcanzan la excelencia en los tableros
donde esta suele medirse, Imdb, Filmaffinity o Rottentomatoes, y
todas reúnen la característica de su procedencia literaria,
coincidiendo además con bandas sonoras excepcionales y efectos
visuales que supusieron el cenit del cine analógico, desde las
lentes usadas en Barry Lindon para conseguir colores en la oscuridad,
hasta la maestría de la cámara en el steadycam de The Shining,
pasando por la increíble puesta en escena de 2001.
Producciones costosísimas de estudios
que delegaron el poder absoluto en quien jamás renunció a usarlo.
Preparación exhaustiva y rodaje minucioso y prolongado hasta
conseguir la toma y el ensamblaje perfecto. “Either
you care or you don't”.
(Te importa, o no, lo que haces).
El perfeccionismo de un genio
misántropo y transgresor, convencido de que el cine solo puede
subestimar la realidad, ya que exagerarla es imposible, y dedicado
desde los 13 años a mirar por el visor de una cámara de cine para
dejarnos una visión crítica sobre la humanidad y los conceptos
triviales que de ella tenemos.
Ciertamente que la censura, urbi et
orbe, ayudó a popularizar su cine, pero ello habría sido
innecesario a partir de la antibelicista “Paths of Glory,” 1957
que, por cierto, continua sin estrenarse en ciertos paises europeos y
que en España lo hizo en 1986, mientras que “A Clockwork Orange”
fue retirada del circuito británico por el autor, ante los riesgos
personales y familiares de su violenta reacción social, siendo
estrenada en España con las limitaciones del cine de Arte y Ensayo,
subtítulos supervisados por Kubrick, y en salas a las que hubo que
suprimir las primeras seis filas para que su aforo fuese compatible
con la autorización gubernativa.
Imprescindible y excéntrico artesano
en la historia del cine y de la cultura popular del siglo pasado,
supo integrar la música clásica y la literatura de escritores
selectos (Thackeray, Anthony Burgess, Arthur C. Clarke, Schnizler,
Stephen King, Jim Thompson, Vladimir Nabokov o Dalton Trumbo) en la
memoria colectiva, gracias al milagro amplificador del mayor
entretenimiento universal hasta hace bien poco.
A pesar de que Espartaco no es
ciertamente una película suya, y de que sus dos ultimas producciones
no tienen otro supuesto valor que el de su firma, nos deja una decena
de títulos sin los que el cine no existiría tal y como lo
conocemos. Sus detractores, que los tiene, como Picasso, supongo que
deben serlo por mero deslumbramiento, por la imposibilidad humana de
aceptar obras en otra escala de dimensiones tan excepcionales.
“La
individualidad es como un monstruo que debe ser estrangulado en la
cuna para que los que te rodean se sientan cómodos".
(Kubrick).