lunes, 28 de enero de 2019

KUBRICK EN EL MANUAL DE USO CULTURAL.-



En la gala de clausura del último festival de cine fantástico de Stiges, se proyectó “2001”, como homenaje al 40 aniversario de la película y, supongo que, también a su intemporalidad. Puede verse todavía hoy como un símil inverso de aquel traje blanco de Alexander MacKendrick cuyo tejido evitaba las manchas, las arrugas y el envejecimiento, libre incluso de la caspa de sus usuarios y espectadores. En la parábola de los estudios Ealing, el destino de aquel invento genial no podía ser otro que su destrucción, para evitar la ruina de la industria británica del tejido. Al fin y al cabo la economía está basada en productos eminentemente efímeros que pueden y deben ser sustituidos con prontitud por otros nuevos. Algo que, afortunadamente, no sucede con “2001 “ y con la mayor parte de la obra de Kubrick, donde los adjetivos de película de culto, obra maestra o genialidad se convierten en tópicos y banales si no añades el de imperecedero, dado que puedes volver a verlas ahora y sentir idéntica frescura que la del día de su estreno.

La confluencia de varios factores es la que hace singular el cine exagerado y arrollador de este director que desde sus comienzos, ha ido marcando con la linea roja de lo insuperable en géneros como los del cine negro “The Killing” 1956, bélico “Paths of Glory” 1957 , histórico “Barry Lindon” 1975, el de horror “The Shining”1980, la sátira “Dr. Strangelove” 1964, la adaptación de “Lolita” 1962 , la ciencia ficción “2001 A Space Odyssey” 1968, o su inclasificable “A Clockwork Orange”1971. Todas alcanzan la excelencia en los tableros donde esta suele medirse, Imdb, Filmaffinity o Rottentomatoes, y todas reúnen la característica de su procedencia literaria, coincidiendo además con bandas sonoras excepcionales y efectos visuales que supusieron el cenit del cine analógico, desde las lentes usadas en Barry Lindon para conseguir colores en la oscuridad, hasta la maestría de la cámara en el steadycam de The Shining, pasando por la increíble puesta en escena de 2001.

Producciones costosísimas de estudios que delegaron el poder absoluto en quien jamás renunció a usarlo. Preparación exhaustiva y rodaje minucioso y prolongado hasta conseguir la toma y el ensamblaje perfecto. Either you care or you don't”. (Te importa, o no, lo que haces).

El perfeccionismo de un genio misántropo y transgresor, convencido de que el cine solo puede subestimar la realidad, ya que exagerarla es imposible, y dedicado desde los 13 años a mirar por el visor de una cámara de cine para dejarnos una visión crítica sobre la humanidad y los conceptos triviales que de ella tenemos. 

Ciertamente que la censura, urbi et orbe, ayudó a popularizar su cine, pero ello habría sido innecesario a partir de la antibelicista “Paths of Glory,” 1957 que, por cierto, continua sin estrenarse en ciertos paises europeos y que en España lo hizo en 1986, mientras que “A Clockwork Orange” fue retirada del circuito británico por el autor, ante los riesgos personales y familiares de su violenta reacción social, siendo estrenada en España con las limitaciones del cine de Arte y Ensayo, subtítulos supervisados por Kubrick, y en salas a las que hubo que suprimir las primeras seis filas para que su aforo fuese compatible con la autorización gubernativa. 

Imprescindible y excéntrico artesano en la historia del cine y de la cultura popular del siglo pasado, supo integrar la música clásica y la literatura de escritores selectos (Thackeray, Anthony Burgess, Arthur C. Clarke, Schnizler, Stephen King, Jim Thompson, Vladimir Nabokov o Dalton Trumbo) en la memoria colectiva, gracias al milagro amplificador del mayor entretenimiento universal hasta hace bien poco. 

A pesar de que Espartaco no es ciertamente una película suya, y de que sus dos ultimas producciones no tienen otro supuesto valor que el de su firma, nos deja una decena de títulos sin los que el cine no existiría tal y como lo conocemos. Sus detractores, que los tiene, como Picasso, supongo que deben serlo por mero deslumbramiento, por la imposibilidad humana de aceptar obras en otra escala de dimensiones tan excepcionales.

La individualidad es como un monstruo que debe ser estrangulado en la cuna para que los que te rodean se sientan cómodos". (Kubrick).

 

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