jueves, 24 de octubre de 2019

DIGO YO....


Dícese que el poeta solo llora aquello que ha perdido, y que lo hace sin limites, de manera enfermiza, transformando los recuerdos dolorosos, la nostalgia, en un dolor continuo, adictivo e incapacitante, la melancolía.
En el pasillo, el lugar mas fresco de la casa, oculto tras la tinaja del agua, en un rincón del vasar, siempre hubo unas extrañas y durisimas esferas rojizas, el fruto de la adormidera, reservado para enfermedades o situaciones desesperadas, y controlado exclusivamente por la abuela.
Vuelvo a ver el comienzo de “Erase una vez en América”, y a Robert de Niro dominado por el opio, el humo de la pipa que anulaba la función de los sentidos y sumergía la mente en un plano vedado para el dolor, para los pensamientos todos, hasta para la fallida sensación del ultimo tormento, el de la lanza de Longinos en el costado.

Todos esos mundos reunidos en uno solo, los primeros recuerdos, el cine universal, quien mejor nos ha ilustrado la historia, y las religiones basadas en la crueldad, casi todas, intentando construir uno nuevo, uno que los compendie a todos en la memoria, y que esta se busque al poeta para que se lo adorne con frases hermosas o con rimas, aunque sean disonantes. Solo que el tiempo de los poetas quedó atrapado en las antologías de papel, mucho antes de que el feroz bombardeo de la información por todos su medios, y la enormidad de los recursos a disposición de la mente, ya bastante limitada esta en sus orígenes, hacen innecesaria otra droga que no sea la de abrir los ojos, y las orejas, y dejarse llevar por el torrente. No necesitamos el opio, ni siquiera el litio, que habrá que reservar para la batería del próximo coche, y una vez constatado que tampoco hay lugar para poemas, ni para presuntos poetas, es suficiente con sumergirnos en cualquier noticiario, para encontrar sentido al termino de aquello que nos mantiene a salvo de caer en cualquier hoyo que no sea el suyo, el de los estupefacientes, y no hay ninguno tan poderoso como la realidad.

Mientras tanto, seguimos aprendiendo.



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