lunes, 25 de abril de 2022

VIVO SIN VIVIR EN MI, Y TAN ALTA VIDA ESPERO.... (SOBRE HEROES Y TUMBAS).-

 








Que aprovecho cada abril como si fuese el último.

Aunque ya sabemos que los inmortales carecemos de ese envidiable tránsito al mas allá, no deja de entristecernos la ausencia definitiva de aquellos que tanto quisimos y a los que ahora no podemos hacérselo saber. Han sido años donde el goteo interminable y quemante de la jalea del membrillo, abrasa nuestras manos y nuestra boca, cuando escurre a través de la tela el delicioso sobrante de la carne compacta de esa fruta agridulce que nos regala siempre el otoño. Goteo que ha durado tanto como la penúltima epidemia, de la que nos hemos protegido huyendo del mundo, perdiendo la noción de los que han ido desapareciendo durante ese tiempo, tantos como esos meses inacabables y pletóricos del goteo de la jalea, de los buenos que se van primero, como siempre.


Recorro el Valle del Jerte, y aprendo que lo de Jerte no hace referencia a un rio solamente, también a un pueblo vecino del de Cabezuela y como él, sembrado de edificios a punto de desaparecer por aquello de que la madera casa mal junto a la humedad y los siglos, pero también junto a la política de conservación que impide cualquier imprescindible y costoso arreglo para su supervivencia a la vez que se niega a tomar las riendas para salvarlos, es decir sufragar su mantenimiento o su compra si fuese necesaria.

Mientras tanto, las tiendas de “productos típicos”, con semejante y paupérrimo reclamo, festonean la calle principal, ofreciendo idénticos manjares, aceite, queso y embutidos, que la capital de la provincia, Cáceres (1), donde los escaparates intentan atrapar el maná del turista, del rio humano que no cesa en recoger afluentes para llevarlos al mar, el mar de plástico y del todo a cien. Con las gloriosas excepciones de tanto vestido blanco, tanta parola, y el puchero en la lumbre...

Al menos en el valle tienen cerezas, tabaco, cerezas, castañas, y … cerezas, para evadirse de los azarosos riesgos de ese inevitable monocultivo que nos asola, el turismo.


Llego a Plasencia para reencontrarme con un lugar mágico y sorprendente que descubrí en anterior visita, librería “La puerta de Tannhauser”, con el reclamo en el cartel, de la actriz más bella del mundo de Blade Runner, Sean Young, quien nunca más volvió a hechizar a Rick Deckard, ni a nosotros, sus devotos admiradores. Ella solo es, obviamente, el reclamo comercial para los cinéfilos , ya que la autentica atracción aparece tras cruzar la dichosa puerta, aquella que te hace contemplar naves en llamas mas allá de Orión, una librería, es decir la librería. Cuando parecía que los lectores dejaron de hacerlo, de leer, puesto que la mayoría se dedicaba al infinito y absorbente quehacer de la escritura, como sospechaba José Luis Coll ante la consecuente escasez de editores y de libreros, aparecen algunos, gloria mundi, en lugares tan inesperados como este de la calle Zapatería de Plasencia. Tan solo conozco otro similar en cuanto a lo adictivo de su mercancía, como es la librería a dos calles en la Plaza Mayor de Burgos. Lugares de donde uno no puede salir sin que el peso de las asas que soportan los libros no te corte las manos. Tienes que ir cambiando las bolsas de derecha a izda y viceversa, intentando aprovechar el bálsamo que te ofrece la menos pesada, y presintiendo el placer de los autores que llevas contigo, en este caso Cela, el de la jofaina con agua templada, y Joyce, en su último compendio de obra menor, que suele ser bastante mayor, entre otros. Al llegar a casa se confirmó la sospecha de que alguno de ellos ya estaban en la estantería, quizás esperando a sus clones, como los de Blade Runner, aunque fuese en ediciones nuevas y casi siempre mejores que las anteriores. Aunque ya digo que con Sean Young esto no fue posible.


Uno camina calle arriba, calle abajo, y no deja de observar unas placas labradas en mármol a la altura de algunas puertas, de casi todas. Baja la vista y queda poseído por la novedad, el asombro, por la ficción que se ha escapado de la novela de Philip K. Dick; cada placa recoge un nombre judío, el del antiguo ocupante, y probable propietario de la vivienda, además de la fecha de su nacimiento, todas de mil cuatrocientos y pico, siglo quince. Entiendo que es un homenaje a las victimas del expolio y expulsión, otro, cuando las victimas no pueden ya utilizar esos homenajes en el inodoro para asuntos higiénicos como aquellos en que Cela usaba la palangana. 

Y no es que deje de ser oportuno el recordar aquella salvaje injusticia que fundase en nuestra tierra el feo vicio de la xenofobia, no. Bienvenido el recuerdo de una barbaridad que ya no aparecerá en los libros de historia, iniciada en el mil ochocientos, y que al menos ha servido para que decenas de miles de rusos acomodados hayan conseguido el estatus de europeo por el viejo método de comprarlo en Portugal, acreditando su supuesta ascendencia sefardí,. Otra vez el vil metal, que en la pretérita escala portuguesa de hace cinco siglos, no sirviera para salvar la vida de la mayoría de ellos, masacrados tras pagar la consabida moneda de oro que prometía la libertad, el barco hacia la reunión familiar que nunca llegaría. Al menos ahora han encerrado al rabino que vendía las salvoconductos a los oligarcas de hoy. A saber que hicieron hace quinientos años con los que se enriquecieron con los refugiados de entonces, entre los que viajaba la familia de nuestro paisano mas ilustre, Spinoza. Son todas viejas historias de la historia vieja, o no tanto.

Me recordaron inmediatamente las pequeñas placas de bronce en el pavimento de tantas ciudades centro europeas, donde figura también el nombre hebreo, las fechas de nacimiento y muerte, ademas del nombre del campo de exterminio donde la imaginación no necesita nada mas. Y aquí la chispa vuelve a acalambrar mis pobres neuronas, residuales tras una vida de espanto: Las fechas son de los primeros años de la década de los cuarenta del pasado siglo. Menos de cincuenta del intervalo entre los asesinatos y la colocación de estos modestos y justicieros epitafios. Un intervalo suficientemente corto para que gran parte de los que circulen por esas calles recuerden, se disculpen, o quizás sufran por el dolor y las muertes ajenas, por aquello que jamás debíó suceder, por aquello que significaba, como bien dijo Primo Levi, la muerte de Dios, de todos ellos.

Craso error el mio, el enésimo. Las placas en el suelo placentino no hacen referencia a los desplazados por la fuerza sino a las ”casas” junto a las que se ubican, según información obtenida de las páginas oficiales de turismo, sefarad y tal y tal. Otra forma de separar el drama humano del magnífico legado que la historia de esa religión, convertida aquí en leyenda evanescente, ofrece gratuitamente a la oferta turística, juderías y sinagogas por doquier, separados de aquellos que las ocuparon, de estos solo quedan rastros en la salmodia de los guías turísticos. El sarcasmo, y esto lo es, tiene casi nombre de enfermedad, entre el sarcoptes de la sarna y el marasmo, la desnutrición moral que subyace en todo este asunto. Los expulsamos, los olvidamos durante quinientos años y ahora ponemos la mano cantando coplas de ciego.

Y es en la memoria donde tenemos la única herramienta para nuestro aprendizaje, para evitar la repetición de los errores que marcan al individuo y a la sociedad a la que pertenece.

Y también resulta que retrotraer los hechos de barbarie, los crímenes, a épocas tan lejanas como el siglo quince, justo el final de la edad media, cuando la otra memoria, la documental es tan escasa como poco fiable, no es otra cosa que pretender salir de la realidad vivida, de nuestras vidas y la de nuestros padres, que sufrieron una historia durante el siglo pasado, a la que se pretende ocultar, ignorar, borrar, con tanto recrear nuestro pasado en épocas gloriosas e imperiales de conquista y exterminio, por mas que estableciesen linajes y fortunas que todavía causan envidia y sirven de modelo a presentes y futuros hacedores de patrias.

No debería de ser de esta manera, no deberíamos recrearnos en las supuestas glorias medievales, cuando tenemos tan cercano todavía el recuerdo y las consecuencias de aquel maremoto en tierra de secano, que sucediese aquí hace tan solo ochenta años. Y sobre todo, no deberíamos hacerlo porque ello nos sitúa en un engaño colectivo que convierte en irreal el mundo donde vivimos. Amputada su historia cercana, nos situamos en una realidad virtual, mas propia de fanáticos de los medios digitales donde navegamos, absolutamente alejada de la tierra que pisamos.

Parece que tendremos que seguir manteniendo el silencio sobre unos hechos que reescribieron los vencedores, como siempre, y esperar a que transcurran otros cinco o seis siglos, el tiempo que todo lo cura, para que los arqueólogos del futuro hagan su trabajo en las fosas y los campos “lager ibéricos”, mas de trescientos, y que los turistas espaciales dejen sus criptomonedas en la bolcheta de los de siempre. Otra vez el sarcasmo.

Tampoco el confundir y dar preeminencia a los homenajes sobre la justicia debida a las victimas, no puede llevarnos a ningún sitio bueno.

Otra vez el homenaje preside las cruces, antaño de los caídos, y ahora loor a los héroes locales que vencieron en la ultima victoria, contra los invasores, del ejercito español. Resulta que casi todos los pueblos, villas y ciudades de nuestro país participaron, cuando no protagonizaron la derrota del tropas napoleónicas y de la ilustración, ambos salieron huyendo, sin cuya heroicidad en la batalla no hubiese sido posible la vuelta de El Deseado, y la penúltima contrarreforma hasta el día de hoy; la última no necesita mención. Otro gran disparate.

Sabiamente, y sin mayor dispendio por parte de las concejalías de obras, ha desaparecido en muchos lugares cualquier atisbo en ellas de cruzada religiosa. Mientras tanto olvidamos que los abuelos de unos masacraron a los de otros, y los que siguen enterrados en lugares ignotos, al menos descansan de mayores ignominias. De momento la historia de España queda delimitada desde la victoria sobre los franceses hasta la derrota frente a los rifeños, hace exactamente un siglo. Ni antes, ni despues ha sucedido nada digno de mención, mas allá de los fastos del medievo recreados por cronistas bienintencionados al servicio de la nostalgia imperial. Igualito que en el NODO.

Aunque yo siga prefiriendo para héroe local a Viriato, el pastor lusitano. Total, para fantasías cada uno tiene las suyas, y a la historia que le den.


La copla terminaba: ...y el puchero en la lumbre con agua sola.


Teresa continuaba su poema: ….Y tan alta vida espero....que muero porque no muero.


Sarcasmo: Burla o ironía con que se burla, desprecia, humilla o ridiculiza cruelmente a alguien.= Befa, escarnio, mofa. (María. Moliner).


(1).- En Cáceres, maravilloso museo el de Helga de Alvear. Visita fantástica obligada si queremos mirar a través de la puerta de Tannhauser. Absolutamente fuera de la realidad también. Un mecenazgo inesperado para los ciudadanos..


El mes de mayo, se barrunta especialmente florido, vamos a disfrutarlo.


-----------------------------------------------------------------------------------


Archivo del blog