sábado, 8 de enero de 2011

CARTA SIN TIMBRAR PARA EL AÑO QUE COMIENZA.-


De la serie:
Notas que suelo escribir para aclarar las ideas de los que no se quieren enterar y que, por respeto a sus deseos, destruyo después. Pero algunas veces olvido hacerlo.



2.- Carta sin sello.- ( Un proyecto bastante versátil ).

Alternativa 1.-

Desmontar una administración ineficaz y/o tolerante con las “manos mágicas” en actitud desenfrenada. Desenfreno, tanto en el aspecto de burocratización de la política o politización de la burocracia, mediante la falsa descentralización de los centros de gestión = gasto, de la sociedad:
Estado (Engorde reciente con el Consejo de Estado).

Nación (Sigue gastando en ministerios sin contenido, debido a las transferencias a CCAA. y a los antojos de la cúpula).
CCAA. como unidades de gasto en lo universal, limosneros autonómicos superpuestos al limosnero mayor.
Diputaciones, que siguen existiendo inexplicablemente y repartiendo. Ayuntamientos, convencidos ser los dueños del cuerno de la abundancia mediante gastos propios e impuestos ajenos.

Todos ellos y algunos mas en la sombra, como fundaciones, ONGs mas gubernamentales que otra cosa, y una gran parte del sector financiero del país, escriturado a nombre de los anteriormente citados.
Direcciones generales, secretariados, agentes sociales –otro eufemismo-, asesores sin cuento, y observadores (Observatorios de casi todo) o Interpretes de la nada (millares de centros de interpretación de no se sabe que), unidos a los embajadores de la cultura¿? de la lengua¿? y de lo que haga falta, "que unidos al agua pura y a los planetas unidos, todos vieron la hermosura de los troncos retorcidos" (Miguel Hernández).

También motivado el desmontaje, por el desenfreno en el control de la ética, de la honestidad, de la honradez de los participantes en todas esas instituciones , cuya relajación moral, al parecer, lleva camino de convertir en estándar la reconversión en privado de los dineros ajenos. Algo que, aparte de mermar el pan en la casa del pobre, que somos, aleja con cada nuevo escándalo la fe de los ciudadanos en eso que podemos y debemos llamar contrato social.

Obsérvese que reprimo la mención de dos términos políticamente incorrectos e innombrables, corrupción y democracia, que no por ir unidos deban confundirse entre ellos. El primero realmente no existe como tal ¿?, mas allá de algún pecadillo individual, sin demostrar fehacientemente en muchos casos y sin castigar en absolutamente ningúno.
El segundo porque al parecer nadie cree en ella mas allá del aspecto formal, y ello pone en entredicho su futuro. Y es que esta, es el objeto fundacional de nuestra sociedad, y no puede quedar en el terreno virtual, ni en el simulacro limitado a la papeleta en la urna.

Alternativa 2.-

Disminuir paulatinamente, en función de los ingresos, las ayudas sociales y prestaciones básicas a toda la población – antes llamadas estado del bienestar – hasta hacerlas desaparecer.(en cuanto los intereses de la deuda superen a los ingresos, cosa que está al caer).
Pasando la salud, la enseñanza, las pensiones, y la protección a los parados al territorio del mercado libre y/o de la beneficencia pública o privada. Supone el fin de la diferenciación, entre contribuyentes y perceptores, al desaparecer los segundos. La igualdad absoluta a partir de la nada.

Aquí se abrirán los ojos y las orejas de una mayoría ciega y sorda hasta entonces. Si bien el coste sobre la paz social y otras frases hueras del mismo estilo, será inimaginable. Empezarán a tener sentido verbos como cotizar, elegir, o calcular la relación entre gasto y beneficio individual, para ciudadanos que han preferido hasta ahora ignorar el asunto colectivo y dejandolo en manos amigas y generosas con ellos hasta el momento: “manos mágicas”.


Alternativa 3.- (Incompatible con las anteriores).

Mantenemos el despilfarro administrativo y nos negamos a rebajar nuestras pretensiones respecto a una vida confortable.

El país es declarado a corto plazo en bancarrota –obsérvese que no “se” declara en bancarrota- al no poder pagar su deuda y pasa a ser controlado, y gestionado por un ente superior y ajeno. Ejemplos: Grecia, Portugal, Irlanda, etc.

Ese caso, posible y probable, supondrá la perdida absoluta de la autonomia nacional en el terreno económico y en el político; con lo que quedará en evidencia el fracaso colectivo y la desaparición a medio plazo de conceptos como estado o nación, y del racimo de costosas e inoperantes instituciones citadas en la alternativa nº 1, así como de las ayudas sociales en los términos conocidos hasta ahora, alternativa nº 2.
Supeditado todo ello a los intereses y principios políticos del ente supranacional , acreedor nuestro y al que el poderoso caballero, don dinero, ha nombrado propietario de nuestras vidas y haciendas.

En esta hipótesis, de pronto, y sin transición alguna, palabras como democracia, patria, o si preferís nación, dejarán de existir como tales, y la aplicación inmediata de las alternativas nº 1 y nº 2, vendrá impuesta de manera conjunta e irreversible.


P.D.-

La verdad es que a mi no se me ocurren mas posibilidades, y mirad que de ocurrencias ando sobrado, pero en cualquiera de ellas, hay futuro, incluso en otras no mentadas, invisibles y milagrosas, a las que algunos siguen rezando. Aquellos a los que no interesa otra cosa que llegar a Damasco y hacerlo a caballo, pensando que ir mirando al suelo es suficiente para evitar la luz cegadora que viene del cielo. Y es que ignoran que las metáforas y las parabolas no son solo eso.

En cualquiera de ellas, de las tres, me queda la esperanza del optimista, que no es otra que la que nos servirá a todos para plantearnos de una vez, superando siglos de apatía, que el asunto publico nos compete a todos, y no solo a los que se autoerigen en propietarios de nuestro destino como pueblo o país. Y que solo podemos confiar en aquellos que nos abran los ojos de la única manera posible, las mas dolorosa de todas, la de hacernos ver nuestra responsabilidad activa o pasiva, al haber colaborado directamente en su ruina, manteniendo un sistema imperfecto que ha demostrado, y sigue demostrando, ser insostenible.

Supone además, reconocernos como ciudadanos de segunda categoría, cosa que posiblemente llevemos siendo desde tiempos inmemoriales -sin aceptarlo- y sobre todo la posibilidad de comenzar una nueva etapa en la que, libres de una carga improductiva, estemos en condiciones de mostrar nuestra valía como individuos y como pueblo.

Optimista estoy. Lo único que me inquieta es el tiempo que va a durar esta situación indefinida en la que estamos, y el coste social que va a tener para la mayoría. La prolongación del parto mas allá de las semanas fijas de embarazo, que son las que son, y que no pueden estirarse ilimitadamente sin poner en riesgo la viabilidad, y no solo la salud, del nuevo ser.

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