Olvidaba que estoy escuchando “You belong to me” en la
versión de Santo & Johnny, motivo principal de la peli de anoche, excelente
Terence Davies y su “Azul y profundo océano”, el del amor.
You belong to me. (Me perteneces) (1952 Price-King-Stewart).
Watch the sunrise on a tropic isle
Just remember darling all the while
You belong to me
See the market place in old Algiers
Send me photographs and souvenirs
Just remember when a dream appears
You belong to me
I'll be so alone without you
Maybe you'll be lonesome too
Fly the ocean in a silver plane
See the jungle when it's wet with rain
Just remember
Till you're home again
You belong to me
I'll be so alone without you
Maybe you'll be lonesome, too
Fly the ocean in a silver plane
See the jungle when its wet with rain
Just remember
Till you're home again
You belong to me


Afortunadamente – uno ya está para poca sangre- Terence
Davies escoge aquí, o más bien recoge
los hábiles consejos que el aya ofrece a Julieta en la obra de Shakespeare, y consigue
reconducir la historia hacia un final diferente al de Ana Karenina, aunque el
leitmotiv, el fundamento sea idéntico, la pasión ilimitada, la entrega total y
la exigencia de la consiguiente
contraprestación por la otra parte de la pareja. El argumento es eterno. Tanto
doy, tanto exijo, y cuando uno piensa que uno está dando más de lo que recibe,
llega el desequilibrio, la locura, y el amor escribe una de sus páginas negras,
que también las tiene.
La sensibilidad, el
exquisito gusto y la moderación del
director inglés, incluso la oportunidad de remacharlo con una canción ad
hoc, como es “Tú me perteneces” llega a horadar el manto blanco,-la corteza- de
mi incompetencia para comprender el sentido autentico de las historias que
cuentan algunas películas. Se agradece que me haya hecho llegar el mensaje, que
no es otro que uno de tantos de los que vida enseña, a los que la viven
pardiez.
He visto, todo lo que ha dirigido este hombre, y lo que al
principio me parecía un cine menor enseguida se ha convertido en algo y en
alguien familiar, que no es poco, al poseer eso que ansía la mayoría de los
autores para convertirse en clásicos, ese estilo personal e inconfundible, ese
condado impronunciable que encierra toda la obra de Faulkner, esos interiores
donde nunca faltan las hermanas mayores o las tías solteronas, y el niño, el
adolescente que crece observando y contándonos después lo que ha vivido, y lo
que ha sentido, que es lo más difícil, hacerlo sin aspavientos italianos y sin
la afectación propia de los que hacen de su sexualidad, diferente de la
mayoría, un reclamo para espectadores obsesos.
Su versión de” La casa del mirto”, aquí titulada “La casa de
la alegría”, me devolvió la fe en el cine americano, el como con cuatro actores
televisivos, y los medios de un telefilm, puede componerse una versión
subyugante de la obra de Edith Warthon.
Difícil poner en escena estos dramas
escritos hace ciento cincuenta años, para y sobre la sociedad de entonces, y
hacer que el espectador se sienta dentro de los personajes y sus penalidades,
agridulces como cualquier comida exótica, y a la vez universales. Hace poco
estaba este hombre dirigiendo en teatro “El tío Vania”, otro que tal.
Tiene evidentes puntos en común con Fassbinder, su
teatralidad y sus preocupaciones por los problemas sociales que ambos hacen
converger en los asuntos sentimentales, melodramáticos, de sus personajes, a
los que el entorno, las tradiciones o sus limitaciones económicas y familiares llevan a tomar decisiones,
fuente de su desgracia. La vida misma.
La omnipresencia de la música popular, las canciones
coreadas en familia o en el pub de la esquina, los temas intemporales que
lograron la popularidad en los años cuarenta y cincuenta para seguir flotando
en las ondas desde entonces. La felicidad de los rostros al cantarlos, aun en
situaciones tan duras como los refugios antiaéreos o los tiempos de
racionamiento y postguerra, te trasmite idéntica impresión que el cine de este autor
en su conjunto, que no importa tanto la dificultad o la desgracia si la aceptas
como algo transitorio, si consigues evadirte de ella mediante las buenas
canciones y, si usas la nostalgia para aprovechar lo bueno de los tiempos difíciles,
las enseñanzas que te han procurado, aunque a la postre no te sirvan para
recuperar aquello que perdiste. Como si las penas fuesen borradas por la
seguridad de que luego, en la próxima vida, tienes las claves para no repetir
los errores de esta.
Sus personajes aparecen siempre pletóricos de esperanza, y te la contagian inevitablemente. Te prestan la dosis suficiente para continuar sobreviviendo durante semanas o meses, con la seguridad de tiene en la reserva grandes cantidades que nos irá suministrando en próximas entregas. Espero.
Sus personajes aparecen siempre pletóricos de esperanza, y te la contagian inevitablemente. Te prestan la dosis suficiente para continuar sobreviviendo durante semanas o meses, con la seguridad de tiene en la reserva grandes cantidades que nos irá suministrando en próximas entregas. Espero.
We'll meet again - Vera Lynn
(Aquí el enlace a la canción despedida de los que no volvieron
nunca del frente, con el mensaje del pronto reencuentro, allí donde estén).
Recordando el título y el nombre de la cantante, que es lo que tiene el perder
memoria para ganar sordera. Que no hay mal que…
Nos volveremos a ver
No sé dónde,
no sé cuándo
Pero sé que nos volveremos a ver,
cierto día soleado
Continúa sonriendo todo el tiempo
Como siempre lo has hecho
Hasta que el cielo azul
se lleve las oscuras nubes, muy lejos
Podrías por favor saludar
A la gente que conozco
Diles que no tardaré
(no tardaré)
Les encantará saber
que mientras me veías partir
Yo cantaba esta canción…
No sé dónde,
no sé cuándo
Pero sé que nos volveremos a ver,
cierto día soleado
Continúa sonriendo todo el tiempo
Como siempre lo has hecho
Hasta que el cielo azul
se lleve las oscuras nubes, muy lejos
Podrías por favor saludar
A la gente que conozco
Diles que no tardaré
(no tardaré)
Les encantará saber
que mientras me veías partir
Yo cantaba esta canción…
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