jueves, 8 de febrero de 2018

POPURRÍ DE CARNAVAL.-


Hay años malos, indudablemente, en los que la oferta musical o cinematográfica nos hacen añorar el anteayer, y nos obligan a seguir soñando con las obras maestras que traerán los venideros. Algunos sabios dicen que el presente es solamente el tiempo entre esos dos sentimientos, la nostalgia y la esperanza.

Este no ha comenzado con un brillo deslumbrante precisamente. Las candidatas a la pamplina de las estatuillas son de lo más flojo que se ha visto en décadas. Cine aséptico o infantiloide, géneros manidos que ni por asomo reviven el nivel de algunos títulos del cine de sesión continua de los sesenta, que hoy pueden darnos más satisfacciones que la pléyade de futuros oscarizados.

Está bien “The Post”, como todas las de M. Streep, actriz que saca a flote cualquier proyecto en que se involucre. Comparo la película con "The Fog of War - Eleven Lessons from the Life of Robert S McNamara" de 2003, Errol Morris, y compruebo que nos hacen perder tiempo y dinero con la mala imitación del actor sobre el personaje, real, de la primigenia.

En cuanto a las aventuras o el entretenimiento que nos pueda ofrecer “The Shape of Water”, no niego que pueda servirnos de distracción, vista en la tele, algún sábado por la tarde, pero muy lejos, far away, de cualquier western clásico o incluso de las comedias de Jerry Lewis, tan infravalorado el pobre clown que te obliga a compensarlo con los restos de cariño que encuentras en los bolsillos, entre pelusas ellos. 

Por cierto que la original, la del monstruo acuatico que se enamora de la guapa bañista, le da cien vueltas a la de Guillermo del Toro, si bien hoy parecerá politicamente inadecuada, ciertamente machista. Eso de que la chica sea guapa y la bestia enloquezca por ella, no debe parecer ahora nada justo ni conveniente. Mejor darle la vuelta al argumento y todos contentos.
Veasé “Creature from the Black Lagoon” de Jack Arnold 1955, “La mujer y el monstruo”.

Pero es que los carnavales – si no son los de Cadiz, no son carnavales – también insisten en que las fuentes se han secado, las azucenas están marchitas, y que el dispendio que derrochan en escenografía y vestuarios, sospechosamente procedentes de idéntico sastre y diseñador, seguramente vaya incluido en los excedentes monetarios que el FLA regala a las autonomías infieles, las fieles ya se lo cobran de otra manera. Ni el Selu ni el Canijo me hacen reir, del Love solo nos queda el recuerdo. Un desastre de temporada, con la pechá de motivos religiosos que tienen para reventarlos, con el pais efervescente de sicópatas y emperadores de pacotilla. Se les fue la alcaldesa y han quedado huérfanos de dragón a quien vilipendiar. Un aburrimiento.

 
Hasta los Baobab, en su gira europea después de diez años de ausencia, se presentan con sus homenajes a los ausentes, lógicamente sin los ausentes, y con alguno de ellos mirando de reojo la silla de ruedas, priorizando la kora como instrumento solista; cuando nosotros esperábamos el saxo y la guitarra eléctrica, o incluso la voz mágica del vocalista senegalés versionando boleros. Y ello, a pesar de que los titulares de la gloria, sean los hijos o nietos de los fundadores, no importa la transmisión hereditaria cuando lo siguen haciendo bien, tan bien como sus abuelos. Algo completamente inverso a lo que sucede con muchos de nuestros políticos, tan inútiles como ya lo fueron sus ancestros, a quienes deben el cargo, que a nosotros no nos deben nada, como podemos comprobar.
Lo cierto es que los Baobab, tampoco son ya lo que fueron, y aquí no queda esperar que vayan a mejorar mañana, ya que eso del futuro tiene limites infranqueables para los mortales.

Me alejo de aquello que quiero contaros, pero si estuvieseis contemplando al escribano montesino que suele llegar a esta hora a almorzar en los restos semivacios de las granadas que sobreviven a febrero, y si tuvieseis unos prismáticos a mano, dejaríais el teclado, y las ideas, al menos hasta que el mirlo lo aparte del frutero, al menos.

Siempre nos quedará París, aunque nunca nos dijeron que sucedió entre ellos en París, para que el recuerdo imborrable, ese que siempre define la nostalgia, les sirva de bálsamo en aquel presente infausto, en aquel final doloroso que, sin embargo, dejaba satisfechos a los espectadores. La magia del cine, del buen cine.

Aquí, más abajo de Paris, o más arriba de Casablanca, a nuestro lado, siempre podremos decir aquello de “Menos mal que nos queda Portugal”, cuyo mensaje, aparte de la rima, nunca he llegado a comprender, y que me vuelve a producir prurito, picor en el alma, que hasta Portugal tiene la mitad de la tasa de paro que nuestro país, el 8%, siendo más pobres, y dicen que más tristes, y el hecho de que hayan ganado Eurovisión los viene a situar social y economicamente en los tiempos adversos de Massiel y Raphael, cuya adversidad no parece que se haya movido de aquí, doblando el porcentaje de parados y desanimando a los que tienen trabajo con sueldos de infra supervivencia. Eso de que menos mal que nos queda Portugal, debe ser por otra razón, que desconozco. Por lo de que sean republicanos tampoco creo que sea, al fin y al cabo nos guardaron en Estoril el eslabón perdido todo el tiempo que fue necesario. Si bien aquello fue anterior al 25 de abril que como todos sabéis fue solo un pretexto para ubicar en el calendario la fiesta nacional, y de paso recordarme el cumpleaños de mi hija. Los caminos del señor son infinitos, casi.

Vuelvo a preguntarme, pregunta retórica y por tanto estúpida, como podemos tener tantísimos millones de parados, vayan bien o mal las cosas, la economía y demás, y a quien puede beneficiar el continuar con esa farsa inhumana que nos sigue alejando del resto de europeos, hasta de los portugueses, ya digo.

Ha vuelto el escribano, con su plumaje sedoso y su boina azabache, se introduce dentro del caparazón de la granada y selecciona los mejores granos, como cafetero colombiano, despreciando los que aparentan el menor deterioro. Un pájaro elegante.

Hablaba de cine y de música, por no mentar el bache editorial en que continuamos inmersos, refritos de extractos, de artículos o cartas, lo nunca visto, como aquellas reediciones , combinaciones de temas de doce en doce, en los cuarenta compactos publicados, hasta el día de la fecha, basados en los dos únicos discos que los CCR. Creedence Clearwater Revival grabaron en los sesenta, si, en los sesenta. Grandes éxitos, lo mejor de, antología definitiva, etc. Ahora también con los escritores, a sufrir la venta por capítulos, hasta por párrafos, de aquellas obras que tenemos integras en la estantería y, lo que es peor, en la memoria.

Por ello insisto en pasar pagina de la actualidad, no pudiendo adelantar el reloj, esa trampa todavía no está inventada y, manteniendo viva la llama del por llegar, de las maravillas que vendrán, vuelvo la mirada atrás, y me consuelo leyendo las aventuras del Maestro Martínez, el bailarín flamenco, que viviese en primera persona la revolución aquella de hace cien años, que también bailan las fechas, no es lo mismo la de la toma del palacio de invierno, que la del amanecer del imperio bolchevique. 

Esto de recuperar la historia a través del relato de quienes la vivieron, resulta al menos divertido. No importa la impostura ni la fantasía interesada de los que intentan recrear su propio pasado, endulzándolo con adornos ficticios, bendita nostalgia la suya, solo comprobar que aquello que ciertamente sucedió, quedando contrastado en innumerables ensayos, tuvo millones de protagonistas, no meros espectadores, que se dignan a contarte su versión. 

Acababa de terminar “Ligeramente desenfocado”, las memorias de Robert Capa sobre las andanzas de un fotógrafo de guerra junto a los aliados en la parte aquella de la segunda guerra mundial en la que ganan los buenos. Y me produjo idéntica sensación, la ausencia de un literato, de un experto en atrapar al lector con la belleza de sus párrafos, y la presencia de un amigo que te deja mirar por la ventana, te la abre y dice: mira.

Y las dos palomas turcas tan unidas, cheek to cheek, en la rama pelada del cercis. Nunca las habia visto tan enamoradas, o quizas tan ateridas, puede que ambas cosas. Con arrimo y sin arrimo, todo me voy consumiendo, que diría Silvio cantando a San Juan de la Cruz.

Sin arrimo y con arrimo,
sin luz y ascuras viviendo
todo me voy consumiendo.

Mi alma está desassida
de toda cosa criada
y sobre sí levantada
y en una sabrosa vida
sólo en su Dios arrimada.

Por esso ya se dirá
la cosa que más estimo
que mi alma se vee ya
sin arrimo y con arrim
o.






Notas.-
  • Lo de arrimada no tiene nada que ver con quien estais pensando.
  • Tampoco el McNamara es el que recordais de vuestros años mozos y lisérgicos, de cuando la movida.
  • “El Maestro Juan Martinez que estaba allí” es la transcripción de un relato vital entrañable que escribió en el 34 Manuel Chaves, que tampoco es el que lo aparenta.
  • Continuará, era la última palabra del cuadernillo, anunciando que el próximo capítulo se llamaba: La muerte del Capitan Trueno. Aqui os espero.

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