Hay años malos, indudablemente, en los
que la oferta musical o cinematográfica nos hacen añorar el
anteayer, y nos obligan a seguir soñando con las obras maestras que
traerán los venideros. Algunos sabios dicen que el presente es
solamente el tiempo entre esos dos sentimientos, la nostalgia y la
esperanza.
Este no ha comenzado con un brillo
deslumbrante precisamente. Las candidatas a la pamplina de las
estatuillas son de lo más flojo que se ha visto en décadas. Cine
aséptico o infantiloide, géneros manidos que ni por asomo reviven
el nivel de algunos títulos del cine de sesión continua de los
sesenta, que hoy pueden darnos más satisfacciones que la pléyade de
futuros oscarizados.
Está bien “The Post”, como todas
las de M. Streep, actriz que saca a flote cualquier proyecto en que
se involucre. Comparo la película con "The Fog of War - Eleven
Lessons from the Life of Robert S McNamara" de 2003, Errol Morris,
y compruebo que nos hacen perder tiempo y dinero con la mala
imitación del actor sobre el personaje, real, de la primigenia.
En cuanto a las aventuras o el
entretenimiento que nos pueda ofrecer “The Shape of Water”, no
niego que pueda servirnos de distracción, vista en la tele, algún
sábado por la tarde, pero muy lejos, far away, de cualquier western
clásico o incluso de las comedias de Jerry Lewis, tan infravalorado
el pobre clown que te obliga a compensarlo con los restos de cariño
que encuentras en los bolsillos, entre pelusas ellos.
Por cierto que la original, la del
monstruo acuatico que se enamora de la guapa bañista, le da cien
vueltas a la de Guillermo del Toro, si bien hoy parecerá
politicamente inadecuada, ciertamente machista. Eso de que la chica
sea guapa y la bestia enloquezca por ella, no debe parecer ahora nada
justo ni conveniente. Mejor darle la vuelta al argumento y todos
contentos.
Veasé “Creature from the Black
Lagoon” de Jack Arnold 1955, “La mujer y el monstruo”.
Pero es que los carnavales – si no
son los de Cadiz, no son carnavales – también insisten en que las
fuentes se han secado, las azucenas están marchitas, y que el
dispendio que derrochan en escenografía y vestuarios,
sospechosamente procedentes de idéntico sastre y diseñador,
seguramente vaya incluido en los excedentes monetarios que el FLA
regala a las autonomías infieles, las fieles ya se lo cobran de otra
manera. Ni el Selu ni el Canijo me hacen reir, del Love solo nos
queda el recuerdo. Un desastre de temporada, con la pechá de motivos
religiosos que tienen para reventarlos, con el pais efervescente de
sicópatas y emperadores de pacotilla. Se les fue la alcaldesa y han
quedado huérfanos de dragón a quien vilipendiar. Un aburrimiento.
Hasta los Baobab, en su gira europea
después de diez años de ausencia, se presentan con sus homenajes a
los ausentes, lógicamente sin los ausentes, y con alguno de ellos
mirando de reojo la silla de ruedas, priorizando la kora como
instrumento solista; cuando nosotros esperábamos el saxo y la
guitarra eléctrica, o incluso la voz mágica del vocalista senegalés
versionando boleros. Y ello, a pesar de que los titulares de la
gloria, sean los hijos o nietos de los fundadores, no importa la
transmisión hereditaria cuando lo siguen haciendo bien, tan bien
como sus abuelos. Algo completamente inverso a lo que sucede con
muchos de nuestros políticos, tan inútiles como ya lo fueron sus
ancestros, a quienes deben el cargo, que a nosotros no nos deben
nada, como podemos comprobar.
Lo cierto es que los Baobab, tampoco
son ya lo que fueron, y aquí no queda esperar que vayan a mejorar
mañana, ya que eso del futuro tiene limites infranqueables para los
mortales.
Me alejo de
aquello que quiero contaros, pero si estuvieseis contemplando al
escribano montesino que suele llegar a esta hora a almorzar en los
restos semivacios de las granadas que sobreviven a febrero, y si
tuvieseis unos prismáticos a mano, dejaríais el teclado, y las
ideas, al menos hasta que el mirlo lo aparte del frutero, al menos.
Siempre nos
quedará París, aunque nunca nos dijeron que sucedió entre ellos en
París, para que el recuerdo imborrable, ese que siempre define la
nostalgia, les sirva de bálsamo en aquel presente infausto, en aquel
final doloroso que, sin embargo, dejaba satisfechos a los
espectadores. La magia del cine, del buen cine.
Aquí, más abajo
de Paris, o más arriba de Casablanca, a nuestro lado, siempre
podremos decir aquello de “Menos mal que nos queda Portugal”,
cuyo mensaje, aparte de la rima, nunca he llegado a comprender, y que
me vuelve a producir prurito, picor en el alma, que hasta Portugal
tiene la mitad de la tasa de paro que nuestro país, el 8%, siendo
más pobres, y dicen que más tristes, y el hecho de que hayan
ganado Eurovisión los viene a situar social y economicamente en los
tiempos adversos de Massiel y Raphael, cuya adversidad no parece que
se haya movido de aquí, doblando el porcentaje de parados y
desanimando a los que tienen trabajo con sueldos de infra
supervivencia. Eso de que menos mal que nos queda Portugal, debe ser
por otra razón, que desconozco. Por lo de que sean republicanos
tampoco creo que sea, al fin y al cabo nos guardaron en Estoril el
eslabón perdido todo el tiempo que fue necesario. Si bien aquello
fue anterior al 25 de abril que como todos sabéis fue solo un
pretexto para ubicar en el calendario la fiesta nacional, y de paso
recordarme el cumpleaños de mi hija. Los caminos del señor son
infinitos, casi.
Vuelvo a
preguntarme, pregunta retórica y por tanto estúpida, como podemos
tener tantísimos millones de parados, vayan bien o mal las cosas, la
economía y demás, y a quien puede beneficiar el continuar con esa
farsa inhumana que nos sigue alejando del resto de europeos, hasta de
los portugueses, ya digo.
Ha vuelto el
escribano, con su plumaje sedoso y su boina azabache, se introduce
dentro del caparazón de la granada y selecciona los mejores granos,
como cafetero colombiano, despreciando los que aparentan el menor
deterioro. Un pájaro elegante.
Hablaba de cine y
de música, por no mentar el bache editorial en que continuamos
inmersos, refritos de extractos, de artículos o cartas, lo nunca
visto, como aquellas reediciones , combinaciones de temas de doce en
doce, en los cuarenta compactos publicados, hasta el día de la
fecha, basados en los dos únicos discos que los CCR. Creedence
Clearwater Revival grabaron en los sesenta, si, en los sesenta.
Grandes éxitos, lo mejor de, antología definitiva, etc. Ahora
también con los escritores, a sufrir la venta por capítulos, hasta
por párrafos, de aquellas obras que tenemos integras en la
estantería y, lo que es peor, en la memoria.
Por ello insisto
en pasar pagina de la actualidad, no pudiendo adelantar el reloj, esa
trampa todavía no está inventada y, manteniendo viva la llama del
por llegar, de las maravillas que vendrán, vuelvo la mirada atrás,
y me consuelo leyendo las aventuras del Maestro Martínez, el
bailarín flamenco, que viviese en primera persona la revolución
aquella de hace cien años, que también bailan las fechas, no es lo
mismo la de la toma del palacio de invierno, que la del amanecer del
imperio bolchevique.
Esto de recuperar
la historia a través del relato de quienes la vivieron, resulta al
menos divertido. No importa la impostura ni la fantasía interesada
de los que intentan recrear su propio pasado, endulzándolo con
adornos ficticios, bendita nostalgia la suya, solo comprobar que
aquello que ciertamente sucedió, quedando contrastado en
innumerables ensayos, tuvo millones de protagonistas, no meros
espectadores, que se dignan a contarte su versión.
Acababa de
terminar “Ligeramente desenfocado”, las memorias de Robert Capa
sobre las andanzas de un fotógrafo de guerra junto a los aliados en
la parte aquella de la segunda guerra mundial en la que ganan los
buenos. Y me produjo idéntica sensación, la ausencia de un
literato, de un experto en atrapar al lector con la belleza de sus
párrafos, y la presencia de un amigo que te deja mirar por la
ventana, te la abre y dice: mira.
Y las dos palomas
turcas tan unidas, cheek to cheek, en la rama pelada del cercis.
Nunca las habia visto tan enamoradas, o quizas tan ateridas, puede
que ambas cosas. Con arrimo y sin arrimo, todo me voy consumiendo,
que diría Silvio cantando a San Juan de la Cruz.
Sin arrimo y
con arrimo,
sin luz y ascuras viviendo
todo me voy consumiendo.
Mi alma está desassida
de toda cosa criada
y sobre sí levantada
y en una sabrosa vida
sólo en su Dios arrimada.
Por esso ya se dirá
la cosa que más estimo
que mi alma se vee ya
sin arrimo y con arrimo.
sin luz y ascuras viviendo
todo me voy consumiendo.
Mi alma está desassida
de toda cosa criada
y sobre sí levantada
y en una sabrosa vida
sólo en su Dios arrimada.
Por esso ya se dirá
la cosa que más estimo
que mi alma se vee ya
sin arrimo y con arrimo.
Notas.-
- Lo de arrimada no tiene nada que ver con quien estais pensando.
- Tampoco el McNamara es el que recordais de vuestros años mozos y lisérgicos, de cuando la movida.
- “El Maestro Juan Martinez que estaba allí” es la transcripción de un relato vital entrañable que escribió en el 34 Manuel Chaves, que tampoco es el que lo aparenta.
- Continuará, era la última palabra del cuadernillo, anunciando que el próximo capítulo se llamaba: La muerte del Capitan Trueno. Aqui os espero.------------------------------------------------------------------------------
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