jueves, 22 de noviembre de 2018

JERINGONZA.-


Jeringonza

 




Cerrad el libro, apagad la tele, poned el móvil en modo avión y.... caminad hacia el concierto veraniego, donde te esperan las guitarras eléctricas y la estrella de siempre, la que te mira desde el cielo, te aisla del mundo, y te recuerda que ese hilo de luz te une a ella. Algo sabido y esperado que no turba tu velada. De hecho te tranquiliza, apagando preventivamente tu ansiedad, en caso de que esta amenace despertar.



Te dejas llevar por la música, o el ritmo más bien, y flota tu mente a la vez que tus piernas, esbozando esos pasos de baile que no enseñan en las academias, academias para todo, para jugar al padel, a los cocineros a los que ahora llaman chefs o cosas peores, y es de esperar que cualquier día me ofrezcan la de corte y confección, la canción de Nicky Jones, del Club del Clan:



Corte y confección, corte y confección, tu eres recibida, corte y confección. Yo necesito que tu sepas que te quiero y no me importa lo que tú sepas hacer. Yo solo quiero que me enseñes el diploma de tu besos y tu forma de querer… “.



En realidad se llamaba Norberto Fago, alias “El hawaiano” y su letra es considerada machista, sexista y a saber que otros istas. La enseñanza de un oficio de supervivencia, exclusivo para féminas, salvo que lo ejerza un chico, en cuyo caso puede convertirlo en modisto relumbrón. Aunque no me extrañaría, ya digo, que apareciese en el buzón cualquier día, el anuncio del curso de corte y confección. A la tele me remito.



 

No estaba suficientemente bebido el bailarín reprimido, aunque puede que a esas horas la glucemia estuviese en niveles donde el cerebro tiende al nirvana, y que un par de tragos de cerveza ayudasen a liberar, a romper la frontera invisible entre imaginación y realidad, pero lo cierto es que de pronto me acordé de ellos, Cranach, El Bosco, y Brueghel, de sus estampas flamencas, de cuando lo flamenco era otra cosa, y de sus kermesses confundidas entre aquelarre y primitiva sicodelia, tablas que tanto han enriquecido el concepto de humanidad felizmente resignada a disfrutar del instante. Mirando a mi alrededor, sin escapatoria posible, se confundían las imágenes de La boda al aire libre, la del carnaval o la del triunfo de la muerte, también cualquier fragmento del jardín de las delicias o quizás la más sugestiva, la del apelotonamiento de borrachos por el vino de la fiesta de San Martín,



Y la única certeza entre ese tumultuoso maremágnum era la de que yo estaba allí, entre esas figuras fantásticas que hace cuatrocientos cincuenta años ya reflejaban la necesidad de placer grupal, premonitoria de la llegada del fin del mundo. Como este fin no suele llegar por mas que esté periódicamente anunciado en el programa de festejos, los campesinos de las estampas, trasunto precoz de los sufridos ciudadanos de hoy, se entregaban a excesos tan escasamente edificantes, y supongo que tan beneficiosos para sus personas, como el modesto concierto de verano, con la cerveza en la mano, vaso de plástico de parco volumen, y estridencia musical con duración tasada hasta la hora de cenicienta, como niños con el horario de vuelta a casa limitado por la normativa municipal de no molestar con el “ruido” más allá de la hora en cuestión.



 

Pobre orgía la miá, en la ciudad de una sola librería. La comparación es injusta, como todas, dado que ya no hay orgias, ni apenas librerias, como las de antes, pero compartimos parecidos razonables con las figuras de esos belenes profanos, y no solo en la uniformidad de la vestimenta, dado que nuestra época nos ha dotado también de un absoluto mimetismo compartido entre los asistentes a cualquier party, perdón rave, o vaya usted a saber. Mimetismo en la aparente diferencia, puesto que, la moda actual permite, y exige extensa variedad de indumentaria y de decoración facial y cutánea, incluyendo tatuajes parciales y totales, y cortes de pelo o barbas y bigotes, extraídos de los grabados infantiles de La Isla del Tesoro. Unidos a los planetas que diría Miguel Hernández, y a la edad provecta, que se ha convertido en obligatoria dados los adelantos sanitarios, al colchón económico de los estados que venden. regalan el bienpasar como pago inevitable del voto cautivo, y también a la ausencia de de pandemias, de la guerra que es la peor de todas, manteniendolas limitadas en paises pobres y, por supuesto, alejados. Todo ello contribuye a que el rango de diferencia en la edad entre los asistentes se haya extendido varias decenas de años respecto a los paisanos de la pintura flamenca, y es de suponer que el de la fealdad también, por más que ahora tengamos todos, los dientes todos, y además blanquísimos, y la hipertensión y el colesterol que nos corroe, a algunos, no sea visible a simple vista, cual sepulcros blanqueados.



 

Miro alrededor, que resulta ser mi espejo, deformante y divertido como el del callejón del gato, como el de las casetas de feria previas a Netflix y a otros adelantos de la moda, y me encuentro a Platón, el viejo amigo que me susurra: “No creo que en el mundo haya peste más dañina para su ciudad que dejar que la juventud se tome la libertad de cambiar, en atuendos, gestos, danzas, ejercicios y canciones, de una forma u otra, mudando su juicio a veces a esta posición, a veces a aquella,corriendo en pos de las novedades, honrando a sus inventores” (De Las Leyes).



Le sonrio, e intento decirle que tampoco son tiempos para ir con la túnica y el caramillo a la bacanal, pero ha desaparecido entre los reflejos y la cerveza. Este hombre es tremendo.



Y prosigue el jotril y la jeringonza, palabras justas y cervantinas que acuden en mi auxilio, asustadas por el hecho de haber sido secuestradas por el gobierno de la república -portuguesa, por supuesto- que sigue sostenido estupendamente por este coctel de partidos a los que impropiamente llaman jeringonza, infinitamente más preciso el termino que el usado como estúpido modismo, tripartito.



Pobre Platón, viejo traficante de la droga que más placer ha dado a los hombres durante siglos, las ideas. Aunque su nombre, para muchos, no sea otro que el del chico aquel de la película Rebelde sin causa, Sal Mineo, escudero que acompañaba al protagonista James Dean. Todos se fueron demasiado pronto, todos menos Platón, a los 81 años. Claro que ni siquiera se llamaba Platón, su nombre era Aristocles. Y es que no puede uno fiarse de nadie. De hecho, sospecho que algo me pusieron en la bebida aquella noche.









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viernes, 16 de noviembre de 2018

PELÍCULAS RECOMENDABLES.-











Puede que con alguna lloreis (mucho), y con otras riais (solo un poco), pero os aseguro que ireis a la cama satisfechos con el cine, y puede que con la vida.

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martes, 13 de noviembre de 2018

INTEMPORAL FORGES.-






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viernes, 9 de noviembre de 2018

RAPERO YOUTUBER INFLUENCER Y TRENDSETTER EMPODERADO Y VIRAL.-


Nada nuevo bajo el sol.
La araña que te atrapa en su red metafórica va a escuchar tu discurso solamente si tu oratoria tiene el brillo necesario para aplazar la inyección letal. Con iconos y frases hechas no conseguirás nada.
Puede parecer confortable la red, con su mullido colchón de hilos -indestructibles- y su agradable balanceo, pero no debes confiarte en sus trampas, salvo que tengas respuestas adecuadas para ellas. Lo del plan B no sirve, es otra estupidez absolutamente inane. En la vida solo existe el plan A, que no necesita empatizar con nada, ni con nadie.

Ya desde su prístino origen, la vida y el mundo, su continente, no necesitan muchas palabras para demostrar su existencia.
Véase la pintura de Courbet al respecto: “El origen del mundo”, que no cabe en este lugar por aquello de que la intencionalidad de la mirada puede hacer estragos para los que no dispongo de plan B, ya digo.

Sucede que Goya, medio siglo antes que Courbet, ya nos había retratado la otra parte especular de la vida, y del mundo, a la vez que dejaba constancia de la adicción a mirar por el agujero, cámara oscura entonces, ubicuas y absorbentes pantallas ahora.
La clarividencia del maño se extiende a su título, innecesario salvo para los que usan emoticonos en lugar de palabras. El hombre pensó en todos.
Y en todos los mundos: “Tutilimundi”. No hay que ir muy lejos para encontrarlos.





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martes, 6 de noviembre de 2018

EL ESTADO DE LA CUESTIÓN.-






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