Y es en ese instante de la historia, cuando el autonombrado emperador inicia su toma de posesión de la mitad inferior del ibérico solar, cuando en este, el arte se transforma en barroco y cosas peores - horror vacui - y todas la tierras de reciente adquisición, transforman sus templos paganos en católicos e inician el transito hacia la conquista del mundo conocido, la plata del Perú, las especias de Malaca o las almas de los infieles filipinos, ingratos ellos que hasta deberán su patronímico a Felipe, el heredero del trono.
Aquí y así comienza la edición de este año de las edades del hombre: Transitus, con esa facilidad que tiene el latín macarrónico para engrandecer cualquier iniciativa en su lengua, afortunadamente excluida hoy de monopolizar la cultura como antes sucediese con el griego, sic transit gloria mundi, tambien.
Transición que tiene lugar gracias al botín encontrado en el Nuevo Mundo (mote irónico del humilde barrio madrileño que marcaba el inicio del arrabal, justo donde ahora termina el Rastro), a las riquezas que engrandecerán España y que serán dilapidadas en interminables guerras religiosas,
El paralelismo actual no resulta gratuito. Los paises del norte de Europa, financiaron nuestra última transición con ayudas económicas aparentemente desinteresadas, con el único pretexto de construir otro imperio, el europeo del siglo XXI, que comienza a tambalearse antes de haber demostrado consistencia y ganas de perdurar. Aquí firmamos periódicamente sus letras de cambio, con la confianza de que las van a pagar otros, y de que los prestamistas que avalaron a Don Carlos no nos van a exigir la tradicional libra de carne del mercader de Venecia. Además la religión poderosa que nos condenase entonces a pagar bulas y a enfrentarnos a luteranos y calvinistas, no está ni se la espera. La verdad es que el teléfono móvil ha sustituido totalmente a rosarios y escapularios, a libros de horas y a homilías dominicales. Otro logro de la basura a quien le hemos abierto canales televisivos y las redes, donde nos tienen atrapados esperando el barco donde quizás nos conviertan en alimento para peces.
Pistas nos dejan en la fase actual de las Edades del Hombre, en esa catedral placentina donde descubrimos a un anciano Luis de Morales (El Divino) pidiendo limosna ante el emperador en un lienzo que bien podría tener el título de (Gruppo di famiglia en un entorno), como foto polaroid de algún pintor de cabecera de su majestad.
Gregorio Hernández demuestra ejecutar solamente obras maestras cierta Piedad que, por si sola justifica el viaje. Las maravillas de Zurbarán , paisano de Morales, y obsesionado con los frailes que le daban trabajo y sustento, así como con los santos, ese San Jerónimo apartando las tentaciones a pedradas, genial.
Santos y retablos fragmentados para que el aficionado pueda contemplarlos desde una distancia razonable. Compiantos que aquí denominan Calvarios, con todo el significado que ello conlleva.
Y la alucinación, ya sin los limites de los místicos (precioso grupo escultórico de San Pedro de Alcántara confesando a Teresa de Jesús) y sus versos, en joyas de la ficción tan osadas que a los dibujantes de cómic de la época lisérgica ya les hubiese gustado parir. Entre ellos el Cristo de la encina, el de Ceclavin, maravilla que parece increíble que la hayamos tenido tan cerca y a la vez siga tan desconocida.
Quizás el nivel mas sublime sea el de Sor Maria Jesús de Agreda, la única monja dotada de bilocación documentada, apareciendo alternativamente, cuando no simultáneamente, en su celda conventual en Soria y en sus casas misionales americanas. Exceso de poder sobrehumano que debió privarla del título de santa. No se atrevieron.
Podemos y debemos poner en duda, incluso rebatir los grandes tópicos de nuestra historia, al menos desde que la imprenta pasó las crónicas desde el limitadísimo pergamino a las infinitas copias con las que el papel expande el conocimiento y el relato de los hechos, hasta entonces circunscritos al poseedor del original, para poder contrastar, comparar o rebatir asuntos de hace quinientos o seiscientos años. Las leyendas y las tradiciones interesadas, la propaganda intemporal no debe ofuscar nuestro presente, que bastante demonios tiene que alejar el pobre.
A pesar de todo ello, de la reconquista que no lo fue, de los reyes católicos que lo fueron con retroactividad, de la contrarreforma, y contra todo seguimos, contra la ilustración sobre todo, victimas de la guerra de la dependencia, y en ello estamos, en el obligado silencio durante los últimos doscientos años.
A pesar de todo, no podemos menos que darnos un paseo por esta exposición, por cualquier recoveco de la catedral, de cualquiera de ellas dos, y dar las gracias a quienes crearon entonces, y exponen ahora, tanta belleza. A cada uno lo suyo.
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