jueves, 24 de mayo de 2007

Quisiera que sepas...










Im just a soul whose intentions are good
Oh lord, please dont let me be misunderstood.

Primero fueron Lone Star, el grupo catalán delos sesenta, con la magnifica voz de Pedro Gene, y sus versiones del pop-rock que nos llegaba tan tarde como adulterado. Así sucedió con Comprensión:
“mas quiero encontrar siempre en ti comprensión.....
Señor, hazme digno de ella y de su amor”
Evidentemente un tema romántico, bailable además, con el desgarro del acerado blues, que era en el fondo, aunque por aquel entonces mas nos parecía un nuevo estilo de balada que, en todo caso, acababa de destronar al bolero en las tardes de los domingos. Lo de festejar los sábados, también fue un invento posterior.
Luego descubrimos la versión “original” y esa presunción, que ya marcaba un escalón en el nivel del placer acústico, resultaba ser increíblemente mejor -Eric Burdon mediante- aunque no entendiésemos el mensaje del vocalista, y tuviésemos que conformarnos con la diferencia en el brillo de los instrumentos -el punteo(riff) de la guitarra es de los que se graban en la memoria para siempre jamás- y sobre todo en algo mucho más sutil que, como diría Louis Armstrong, es lo que diferencia a un músico bueno de otro mejor, el swing, el ritmo instintivo que el artista transmite a su audiencia de manera directa, sin interferencias, sin posibilidad de escapatoria.
Hubo otras mejores, entre centenares. De modo que, después de escuchar a Nina Simone, uno, tocado por los dardos que los dioses le envían en forma de hipoacusia y acúfenos, es decir otosclerosis para expresarlo de una manera tan difícil de entender como difícil resulta a su oído alcanzar el orgasmo acústico a que antes aludía, reconoce que ya es mas que suficiente, que el placer es algo categórico al que no se debe medir la intensidad. Que vale. Que para qué más. Que me planto.
Si bien, aparece otro nivel de conocimiento, al menos tan gratificante como el generado por la comparación que trae la experiencia, que vuelve a despertar las emociones.
Resulta que el texto original decía cosas importantes, además de las notas musicales, y que estas eran diferentes, e infinitamente más interesantes que la balada sentimental, que también lo era. Dice o puede decir algo así como:

Señor, no dejes que me malinterpreten.
Soy solo un alma con buenas intenciones


Y entonces se acuerda uno de los traductores y de su eficiencia lingüística; y de cómo las ideas llegan a veces, cuando lo hacen, perdidas en el tiempo y en el significado. Totalmente fuera de lugar. Y ello cuando no es el destinatario quien las tergiversa o simplemente las ignora, return to sender ( devuelta al remitente) como cantaba Elvis, pero esa es otra canción de la que ya hemos escrito. Y descubre que las lenguas extrañas no deben ser una barrera que nos prive del mensaje que se dirige hacia nosotros, que bastante dificultad tenemos para expresar nuestros sentimientos, bastante riesgo de que lleguen en un estado deplorable que los haga irreconocibles, para que ademas los anulemos ante el muro infranqueable de nuestra ignorancia.
Es bueno dejar que la melodía siga dando vueltas dentro de nuestra cabeza. Todo el tiempo que le venga en gana, según sus meritos y circunstancias, hasta que la luz se cuele por cualquier resquicio, aunque sea en la forma de la comprensión de un nuevo idioma, y nos haga ver esas cosas extraordinarias que, ya estaban alli, y poder disfrutar, y descubrir con el mismo placer que el niño descubre cada dia centenares de cosas nuevas y por tanto, enriquecedoras.
Por ello es importante mantener limpia y ordenada la sinfonola musical que guardamos en la memoria silbable - sección : tres minutos de alegria- y dejar que las ideas se sienten alrededor de la pista de baile. Qué, si deciden ponerse en movimiento, lo harán en las mejores condiciones.

Al fin y al cabo son solo un puñado de buenas intenciones.


http://hayquevivirla.blogspot.com/

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