lunes, 22 de diciembre de 2008

TRILOGÍA SOCIAL. I.- DE LA CARIDAD Y OTRAS VIRTUDES.




En la fotografia, de época, podemos apreciar la presentación ante las autoridades, de los ocupantes de la penúltima patera. El protagonista de hoy aparece de espaldas, tonsurado.


El limosnero

Sirve esta palabra para designar a los que dan o reparten la limosna a los pobres.
El ser un hombre limosnero o propenso a hacer limosna con su propio peculio es una virtud muy loable hija de la caridad, si la limosna no se hace con el fin de ganar buena reputación sino aliviar los males del prójimo.(De Wikipedia)
Sobre el tema del valor ético de la caridad, de la generosa actitud del que practica el “No importan los medios” si el fin es ganar la buena reputación, existen publicaciones recientes de
D.Fernando Savater, filósofo, político, ganador de premios literarios y experto en la materia, a las cuales remito.

CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 29 julio 2007.- Benedicto XVI ha nombrado Limosnero de Su Santidad el Papa al arzobispo español AAA, hasta ahora nuncio apostólico en Malta y Libia. El limosnero de Su Santidad forma parte de la Casa Pontificia y es delegado por el Santo Padre para conceder la Bendición Apostólica por medio de un diploma en pergamino. La Limosnería Apostólica tiene entre sus objetivos ejercer la caridad hacia los pobres en nombre del Papa gracias a modestas contribuciones.(De la agencia vaticana Zenit)

La figura del Limosnero real aparece en la Corte de Castilla a finales del siglo XV, encarnada en uno o varios capellanes, delegados por los reyes para la practica de la caridad en su nombre, llegando a constituir una institución “Limosnería” con oficiales específicos y presupuestos propios. (Del manuscrito de Pedro de ToledoEl libro del limosnero real”), del cual reseñamos el titulo del capitulo III “El ejercicio de la real beneficencia” y sus epígrafes subalternos:
1)Indigencia y marginalidad en la España medieval
2)Destinatarios de la caridad y munificencia regias
y 3)Otras larguezas y atenciones.
Copia de este libro, patrimonio publico, puede conseguirse fácilmente mediante el correspondiente estipendio privado. Para los interesados: ISBN 8495983451.

Quiere esto decir que desde que ha habido pobres, es decir desde siempre, ha existido alguien dedicado a socorrerlos en la medida en que sus ricos proveedores, Iglesia o Estado, han sabido o podido hacerlo. El que la institución siga vigente, no hace mas que corroborar ciertas pautas sociales inherentes a la condición humana en su acepción grupal y su independencia de épocas, modas o regimenes políticos. Algo así.
Aunque la revolución francesa, y el contrato social de Juan Jacobo lo pontifica, laicamente por supuesto, cambiando el termino caridad por el de justicia, menos vergonzante para la sociedad. Añadiendo después el adjetivo redistributiva, con el que comienzan a surgir los problemas que, tiempo y miseria mediante, originarían revoluciones, guerras, nuevas religiones, y un nuevo estatus internacional que divide al mundo civilizado en cuatro clases de individuos, que según Roberto Bolaño son las tres siguientes: Los liberales, también llamados, republicanos, blancos, azules, etc. que creen que el individuo (ciudadano desde que cantaron aquella canción en el Bar de Rick, en Casablanca) debe y puede buscarse la vida, dentro de un orden, y que al que San Pedro se la bendice por algo será. Y los conservadores, que usan muchos nombres, también positivos e intercambiables todos ellos, como progresistas, demócratas, verdes, tories , etc. que piensan que al individuo no se le puede dejar a su libre albedrío hasta el extremo de que pueda llegar a hacerse daño, que hay que protegerlo, que no se le puede dejar solo, y que para eso está el papá Estado.
Todas son opciones estupendas, como puede comprobarse y en lo único que no han disentido a lo largo de este pequeño lapso temporal, es en dejar, aparentemente, en segundo plano el poder de las respectivas iglesias, y en mantener, incrementar o modificar, en el sentido que a continuación vamos a reseñar, la figura de esta excelente e imprescindible institución , el limosnero.

Esta figura, fundamenta su existencia en la necesidad de un determinado porcentaje de menesterosos entre la población, de una “masa critica”, usurpando un termino ideado por los padres del progreso. Estuvo durante siglos supeditada a dos eventualidades inquietantes, la munificencia regia que a su vez dependía del estado, generalmente exhausto, de las arcas, y de algo mucho mas peligroso, el favor real a la hora de nombrar al cabecilla de los dispensadores. Cosa harto difícil si vemos que el primero, el mismo D. Pedro de Toledo fue lo que fue, no solo por ser obispo de Málaga, cuando Málaga era todavía musulmana, sino por ser el padre suyo, el tal Relator que tanto tuvo que ver con la génesis de la leyenda negra española, totalmente infundada por cierto, por mas que el susodicho Relator, Don Fernán Díaz de Toledo, antes Mosén Hamomo, influyera decididamente en la condena a muerte de D. Álvaro de Luna, o fuese coautor del extraordinario tratado “Contra algunos zizañadores de la nación de los convertidos del pueblo de Israel”, entre otras pequeñas aportaciones a la Corona que, no por ello, y si por sus meritos propios, nombró primer limosnero del reino a su hijo D. Pedro, eminentísimo humanista por mas señas. Tiempo ha. Pretérito perfecto.

Una vez establecida la correspondiente fuente de ingresos vía diezmo, via sanciones penales pecuniarias, luego IVA e IRPF, tan solo quedó adaptarse al devenir de los siglos. El Señor feudal, el monarca o el arcipreste de turno, dejaron su lugar, no sin cierto pesar, a otro tipo de poder supremo, el del Pueblo, y este fue un cambio crucial en la metamorfosis del limosnero.
Quien pasó a ser nombrado, indirectamente, todo hay que decirlo, por el mismo pueblo entre el que repartía sus limosnas. Y esto le creo un problema, el de conseguir su elección y extender su permanencia en el cargo, (cargo multiplicado en su extensión desde la cabeza de la nación hasta la ultima falange(¿) del dedo mas lejano), resuelto con múltiples y maquiavélicas soluciones. Primero la necesidad, ahora obligación, de mantener un adecuado semillero de menesterosos que , además de justificar la entidad, pudieran ser considerados como activos tangibles a la hora de renovar los votos de la nueva religión, el sufragio universal, que así lo dictamina, y de este modo, el porcentaje de agradecidos perceptores netos de los fondos benefactores, se convirtió de repente en un valor sagrado a través de los tiempos, ya que el resto de votos, hasta el cien por cien, quedaba siempre diluido entre segmentos inoperantes, el valiosísimo absentista que regalaba un buen trozo de la tarta, y otros pequeños grupos con los que siempre se puede negociar a posteriori, consiguiendo entre todos hacer buena la máxima del conde de Romanones, (excelso latifundista, ante la propuesta de reparto de la tierra, ¡Voto afirmativo! .”Que entre lo que tengo y además, lo que me tocará en el reparto, no puedo salir perdiendo”). Que aquí podría traducirse por: Con que el tres por ciento del electorado me vote, teniendo en cuenta los que no cuentan y los que ya cuento, además de los que comen en mi mano, sospecho que la posibilidad de continuar con el puesto de limosnero es bastante generosa. Larga vida a nuestro benefactor y ¡Loor a San Dimas!.(Berlanga).
Hasta aquí bien. Todos conformes y nada que objetar. Los hados nos fueron propicios y el penúltimo invento de nuestro Numen, el Estado del bienestar, probó su eficacia a lo largo de dos o tres pandemias y quince o veinte guerras, todas veniales.

Pero de pronto la tierra dejó de girar. No es que comenzase a girar al revés. Esto por excepcional que hubiese sido, habría dejado indiferente a la mayoría, que no habrían tardado en acostumbrarse a que las manecillas del reloj circulasen en sentido contrario al del astro rey.
Lo auténticamente aterrador es que se ha parado, en una fracción infinitesimal de tiempo, imperceptible para los que estuvieron y para los que vendrán, pero terriblemente angustiosa para los apostadores profesionales que han congelado su postura en una actitud de inacción total y mantienen el puño apretado a la espera de la señal que indique el próximo sentido en el movimiento del eje terráqueo. El movimiento, previsible, será el mismo de siempre. Pero la espera está resultando caótica.
A esta situación llaman los expertos crisis financiera, y al parecer suele estar continuada por una crisis social: mas paro, mas pobres, mas hambre (¿Les suena el escenario?) si no se corta a tiempo la primera. Cosa que, al parecer, no se ha conseguido, en el dudoso caso de que se haya intentado. Y después continuará, como en otros episodios similares, con una crisis política de consecuencias imprevisibles. Y no es que sea imprevisible solo para el peculio del limosnero, sino que al intentar apagar el fuego con gasolina, el sueño de la razón produce monstruos, Hiroshima, Nagasaki, Dresde, Stalingrado, etc.
Pecado, pecado mortal..
Pero esto es algo que solo está en la mente de los agoreros, fea palabra con la que pensé me calificaban tras mis gamberradas infantiles-juveniles-seniles “Gorero” me decían las victimas, y que me tuvo sin sueño por la sospecha de ser agorero, hasta que descubrí que querían decir “Grosero” ,en el metalenguaje del manglar de donde nunca debí salir. Palabra perfecta para calificar una mente cafre y bastante alejada del más cruel de los calificativos: agorero, cenizo, que identifica a aquel que no es que avisa del mal por llegar, sino que es directamente culpable del mismo. Así que olvidémoslo.

Olvidemos el pasado,
Olvidemos el pasado,
y volvamos al amor.
Porque si no es a tu lado,
porque si no es a tu lado,
donde voy a estar mejor.
Tiruli ruli ruli rulí.
Tiruli ruli ruli rulá

Pero es que la cosa es mucho peor. Creanme. Eventos que me hacen olvidar las naves en llamas más allá de Orion (Blade Runner). Cosas que los hombres nunca habrían podido imaginar.
El limosnero se ha propuesto yugular la crisis, cambiar el destino de la humanidad, reiniciar el giro de la tierra. ¿Y como?. Muy fácil. Dando a quien no lo necesita, un dinero que no es el suyo. Y no es a imitación de los bancos que con esta misma actitud ante las hipotecas, originaron el actual estado de cosas, es con la valiente y acertada carrera hacia la nada del pollo al que acaban de cortar la cabeza. Agotado el superávit del Estado que otrora tampoco se dedicara a limosnear los pobres ajenos, el 0,7%, ahora pide prestado a cuenta del futuro de los hijos y los nietos en un intento desesperado de que funcione…La Banca…La Industria del automóvil…Los medios de comunicación (pronto), o cualquier otro sector que haya demostrado fehacientemente su ineficiencia en los últimos tiempos.
Añadiendo un matiz harto caritativo al óbolo que tanto necesita el banquero menesteroso, cual es el anonimato. Absoluta opacidad, discreción suma sobre los bendecidos por las hipotecas de nuestros hijos. Que no sepa tu mano izquierda, la que recoge limosna, lo que hace tu mano derecha, quien la reparte. Muy cristiano el limosnero.
Ignorando todo el camino que ha recorrido en dirección contraria a la Iglesia verdadera y, sobre todo, ignorando las enseñanzas de la misma. Que si lleva mas de dos siglos en este mundo es por algo que se llama gestión eficiente de los recursos.
Ya en el terreno laico del asunto, resultaría impensable que el citado D. Pedro de Toledo hubiese gastado los fondos necesarios para socorro publico y hubiese gestionado un crédito de motu propio y a cuenta de su Señora, para seguir repartiendo doblones o maravedíes. Y mucho mas impensable que se negase a rendir cuentas a la Reina Santa, con el pretexto de que lo vergonzoso de recibir ayuda publica justifica el anonimato de quienes la reciben.
Pero es que además, remitiéndonos a la figura original, y a la vez actual, la del limosnero papal, podremos observar que su misión es vender pergaminos, bendiciones papales, que quedan estupendamente en el recibidor del adosado, doy fe, y repartir los ingresos, y solo esos, entre los menesterosos. Así pueden seguir milenios. Sin problemas.

Me temo que se están rompiendo conceptos y preceptos, sin el menor respeto, y con el menor pretexto. Y , lo que es peor, sin ninguna previsión. Porque la inevitable crisis social, que sigue a la financiera, está ya aquí. Y esta requiere ingente cantidades de recursos, endeudarse hasta donde proceda, para dar abrigo y sustento a una parte de la población que, multiplicando aquella masa critica tan necesaria para asegurar la reelección, no se ha convertido en “un lastre inasumible para la prosperidad nacional” (esto no tienen c. de decirlo, todavía) sino en las victimas , en la consecuencia de la incorrecta gestión del reciente y riquísimo pasado. Y con esta necesaria ayuda ilimitada, urbi et orbe, demostrar que existe un Estado, y que como tal va a justificar sus fundamentos.
Como repetidamente nos prometió el alcalde de Villa del Rio.(Pepe Isbert).
Para ello hará falta disponer del dinero que ahora se está repartiendo entre la nobleza. Para ello hará falta una transparencia ejemplar que calme la acritud de los pobres de espíritu y de lo otro. Y, sobre todo, para ello hará falta , siempre hace falta, pensar en el bien presente, y en el futuro, en el de pasado mañana ,de aquellos a los que el libreto de esta opera ha designado como señores, como amos a los que hay que pedir permiso y rendir cuentas, el Pueblo.

Otro tema , igualmente de interés común, pero más confuso todavía, seria el plantearse el por qué se están haciendo las cosas así, el por qué se está gestionando en ese sentido, y sobre todo a quien, o mejor a quienes ,puede beneficiar la llegada, la apertura de la quinta carta de Fátima. Cada vez que me preguntan el por qué, respondo que esa es la respuesta, el por qué. Y la respuesta, amigo mio, está en el viento.
Blowin in the wind.
Bob Dylan, antes de cantar esta canción solía comentar: “Creo que entre el gran número de criminales que existe, se pueden contar los que vuelven la cara cuando ven el mal y saben que es el mal. Yo no tengo más que veintiún años y sé que se han hecho ya demasiadas guerras; vosotros, los que tenéis más, lo deberíais saber mejor aún. Ahora la mejor forma de responder a las preguntas de la canción, es exponerlas.”

Y ya no es hora de augures, eso es lo que hacía el agorero, y no siempre en el sentido tenebroso, en el de guía turístico del descenso a los infiernos de Dante. Si no hora de mirar por la ventana y ver como los lobos se han constituido en rebaño, han cerrado un circulo apretado con las fauces hacia el exterior, y están preparados para devorar las ovejas, aisladas y desesperadas, que se vayan acercando.


P.D. La Real Academia de la Lengua, en su extensión ultramarina, vulgo Las Otras, entiende que limosnero es tanto el que da limosna como el que la pide o recibe.
Y vuelve a la memoria el refranero castellano:

Que nunca tengas que pedir a quien pidió.
Que nunca tengas que servir a quien sirvió
.

Y digo yo: Que para este viaje…




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