lunes, 18 de enero de 2010

GRANDES ESPERANZAS III


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-¡ Señor Conde!. ¿Qué queréis ca gamos
Con los moros ca garramos?.
-Ca galeras los mandéis.
-¿Sabéis Conde lo que hacéis?
¡Se lo ca go y ca go bien!.


Representación infantil políticamente incorrecta, (en varios sentidos), donde los pequeños pueden pronunciar , y sus papas escuchar, ciertas expresiones malsonantes, inapropiadas para un estricto código de buenas costumbres. Uniendo la trasgresión verbal de primer nivel, ya saben, caca, culo, pedo, pis, fundamento moral de nuestra sociedad, a la reiteración de ciertos fundamentos pertenecientes a las tradiciones milenarias , a las raíces históricas y populares que sin la crueldad, o la xenofobia, perderían bastante sustancia en sus postulados.
El cuento, de probable transmisión oral, (Don Mendo no se hubiese atrevido) tiene su gracia y su encanto, al menos escuchándolo a unos niños que apenas distinguen la j de la g, y la erre de la ege, aparte de servir como introducción didáctica a la formación del espíritu. Bien está.
Tiene mas lecturas la historieta, muchas mas. La primera, que suele recordarme con cierta frecuencia estos versos, es la de la actitud de sostenella y no enmendalla del Sr. conde, la de esa respuesta que escuchamos al prócer de turno cada vez que la evidencia pone su actuación en solfa, y que es la mismita del principio, la de “Se lo ca go, y ca go bien”.
Acompañada de la nula perplejidad del recadero, del periodista, o del subalterno que se limita a aceptar la decisión del superior. El orden jerárquico es la base intocable de todo el tinglado este del ordeno y mando. Solo me queda la duda de si habremos cambiado tan poco desde los tiempos de la Reconquista, (esa es otra falacia que inculcamos, la de añadir erres a la historia con total impunidad) para seguir manteniendo la actitud servil del súbdito mudo en la aldea feliz. Bien está también.
Pero es que ahora, no dejo de escuchar voces, proclamas casi, invitando al personal a incorporarse a la vida publica, a participar en la movilización ciudadana, dentro de un orden, para mantener un sistema en el que todo siga igual.
Prácticamente, viene a resultar que el señor conde y sus edecanes acusan al personal de su escaso interés por la cosa política; por la escasa ayuda que reciben de sus electores a la hora de asumir responsabilidades sobre unas erróneas, presuntamente, decisiones en las que el publico, mudo por normativa impuesta, no ha hecho otra cosa que sufrir las consecuencias tras escuchar, sordo no es, por enésima vez aquello de “Se lo ca go, y ca go bien”.
Una autentica desgracia, el hecho de que ante una probable situación de emergencia nacional, tenga que surgir la evidencia de un desastre largamente anunciado, como es el de la consecuencia del monopolio político en la gestión de un país por dos partidos distintos, y un solo poder verdadero. De la exclusión legal de la participación directa, mas allá del día cuatrienal en el que la mayoría de los adultos acuden a los centros docentes para, durante escasos minutos, sentir el miedo de estar en una lista mientras una docena de ojos observan, como en los mejores tiempos. De la nula, imposible opción que tiene el ciudadano, de los súbditos no hablo, frente al aparato del poder sostenido por unos cientos de miles de militantes, menos del 2% de la población que mantienen la legitimidad de que un partido, el suyo, imponga y mantenga sus criterios a sangre y fuego, como hacia El Capitán Trueno en su primer episodio, y donde los otros, casi siempre los sarracenos, los moros al fin y al cabo, llevábamos y seguimos llevando la peor parte.
Esta reflexión ya la hice, tiempo ha, con los sindicatos, ahora que tan necesaria nos va a ser una estructura laboral donde la defensa al trabajador comience por el fomento del empleo productivo y termine por la ayuda directa al currante, al afiliado, en situación de necesidad. Otro 1 o 2 % de intermediarios que van a regir, y a cobrar por ello, al 98% de la clase trabajadora. Claro que esto es un lapsus. En el libro que sustenta la legalidad de dichos grupos, no existe referencia alguna a la clase trabajadora, como tampoco la hay de ningún medio de participación que no sea el legítimo de la cofradía, o de la asociación deportiva del equipo campeón.
Afortunadamente , hemos crecido en un ambiente donde los milagros son algo cotidiano, no hay mas que comprobar el aluvión laboral romano, que no rumano, en la ingente tarea de santificar beatos y viceversa. Hemos crecido en el entorno de buenos creyentes y las cifras que nos dan desde arriba, las digerimos sin mucha dificultad, al menos las mas sencillas, cuatro millones de parados, seis millones de inmigrantes en situación precaria, veinte por ciento de economía sumergida, o sea dinero negro, o sea defraudación, etc.
Hasta los mismos predicadores de la esperanza sostienen la existencia de un caldo de cultivo, magnifico, para las semillitas de ultras de un signo o del contrario. Algo así como vivir en un polvorín, en las calles de cualquier ciudad lejana, protegida por las tropas de los buenos, con el único salvoconducto del “detente” bordado en la camisa a la altura del pecho.
Mi única incógnita, es la de desconocer el santo a quien debo encomendarme. Cual es la imagen que debo bordar y quien es el oráculo del Sr. conde a quien debo creer, para esperar confortablemente, cruzado de brazos, el milagro salvador.
Para la mayoría ,( podrán ustedes comprobar en su día si me equivoco), se trata tan solo de esperar el tiempo litúrgico en el que vayamos todos juntos para dar la vuelta al disco. Al single único de nuestra discoteque y que aparte de estar rayado en demasía, (de hecho ya lo estaba cuando nos lo dieron, sin siquiera preguntarnos el tipo de música que nos gustaba), que aparte de estar rayadísimo, tiene, como todos los singles un extraordinario parecido entre las canciones de ambas caras, no en vano son del mismo interprete. Pero la ilusión colectiva es lo que tiene, fascinados por el “nuevo” tema musical, igual nos lanzamos frenéticos a la pista a ver si esta vez pillamos algo.
Los musicólogos serios no apuestan mucho por la pervivencia del baile en esas condiciones, y los tiburones que viven de la comisión de los derechos de autor, léase intermediarios de la nada en general, no van a permitir ninguna alegría si antes no hemos pasado por caja a cancelar cierta deuda.

No obstante. “Nihil obstat” figuraba en el inicio de todos los libros libres de pecado, no obstante esperamos el milagro sin importarnos a que santo se lo tendremos que anotar a cuenta. No podemos hacer otra cosa. Eso y repetir hasta la extenuación aquello de que Haití mucho peor. Mucho peor. Donde va a parar.


P.D.- Otro día explicaré con mas detalle lo del detente y lo de la aldea feliz. Hoy la verdad, es que no se como vestirme para ir a la fiesta – a la que no me han invitado- y de ahí lo da. No se que ponerme.
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