martes, 8 de marzo de 2011

GLORIAS DEL POP.-



MANUAL DE USO CULTURAL VUELVE A LA CARGA.


Cuando un ciclo se agota.. Luego, suele volver.

La canción que “originó” la música moderna, es decir la música pop, es según los entendidos, Be My Baby - The Ronettes, (para nosotros: “Tu serás mi baby” Les Surfs) y el padre indiscutible Phil Spector. Nada que objetar.
Al principio te parece la típica exageración de un comentarista pedante y engreído, hasta que luego valoras lo que había antes y lo que hubo después y humillas la razón, gozosamente, ante la realidad.
El “muro de sonido”, el otrora bajo continuo, que daba fondo, y forma, a la canción, fundía además una historia, de amor adolescente, en la estructura de una sonata barroca, y todo en dos minutos. Fue considerado el acabóse, cuando en puridad era solo el principio del continuose, como diría Mafalda, de una explosión sonora y generacional, que no hizo más que madurar durante los años sesenta para cambiar el concepto de música popular vigente hasta entonces.
Y cuando parecía llegarle el agotamiento, a la vez que la perfección en continente, -HiFi para todos- y contenido; tras la fructífera rivalidad entre yanquis y británicos; cuando el rock bebe en las fuentes del blues, del jazz y de la música clásica, cuando la fuente se ha secado y las azucenas están a punto de marchitar, aparece una nueva corriente, o el fin de una saga, como diría el marqués de Leguineche, que es la del rock sinfónico.

Y con él, una nueva dimensión. El concierto multitudinario como espectáculo novísimo, como naciente género musical en el que la audiencia ha de someterse a una peregrinación, a las impertinencias exigidas por la experiencia mística de asistir a un evento que, a veces, muchos recordarán como crucial en su experiencia de melómanos.
Y todo ello mediado por un disco, también iniciático, como lo fue el de, hoy convicto por asesinato, Spector, diez años antes: “The dark side of the moon” de Pink Floyd, 1973.
De repente, y tras el mismo escepticismo en nuestro país, rayano en el desprecio, que habían despertado los Beatles, escucho a través de Radio Renascença, de Lisboa,
el disco que funde definitivamente la música clásica y el pop. Un álbum, entonces LP, que había que escuchar sin interrupciones, sin respirar entre tema (que no canción) y tema, y en el que un coro prodigioso y unos solistas excepcionales se veían envueltos por la presencia innovadora de los sintetizadores, cuyos efectos de sonidos volvieron a hacerlo, a marcar un antes y un después en la historia de la música del siglo veinte.

El compositor era, y es, Roger Waters, y sus letras versan sobre la avaricia, el envejecimiento, la enfermedad y la muerte, y nos mostraban de alguna manera la madurez de una generación que, hasta el momento, se niega a aceptar el declive.
En la grabación estuvo Alan Parsons, y muy cerca estaban Emerson, Lake & Palmer, procedentes de King Crimson. Luego vinieron Génesis, incluso Supertramp, pero..
Casi treinta años después vuelve el inventor, el genio, el superviviente, para invitarnos a una nueva edición de aquel fenómeno irrepetible: “The Wall” , el hijo de la cara oculta de la Luna, de la Atom hearth mother, del Ummagumma inicial . Títulos míticos en un mundo que lleva décadas inmerso en un descenso musical inevitable, desde que este Icaro iniciase el vuelo, el ascenso irrepetible de la canción popular a los cielos de la noche interminable, la de los rayos láser acariciando las estrellas envueltos en el humo de un tabaco que no es tabaco, mientras un cerdo volador nos recuerda que hay muros innecesarios que nos separarán para siempre, si no los derribamos a tiempo.
Podría ser solo una apología del Apocalipsis, si no hubiese compuesto también, entre otras cosas, la banda sonora de “When the wind blows” 1986, película de Jimmy Murakami sobre el día después, el Armagedón de dos ancianos, Jim con la voz de John Mills, (ni se os ocurra verla doblada), como metáfora de una humanidad pesimista, o informada, según otros.

A ver si va a resultar ahora que la música pop es algo mas que un entretenimiento intrascendente.. A ver si va a resultar que el tiempo que le he dedicado, además de placentero, no ha sido un tiempo perdido..





P.D.- Hasta entonces "Floid" era tan solo la marca de un masaje facial entre nauseabundo y repugnante que tenian en la barberia para ahuyentar los malos olores, supongo.
Fue cambiar la i latina por la griega,"Floyd", y de repente se abrieron las aguas del Mar Rojo.(Esa os la cuento otro dia).

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