martes, 1 de julio de 2014

LECTURAS DE VERANO 1.-


A poder ser en el patio o terraza, con proyector sobre la blanca pared una vez exonerada, de yedra o parra virgen, para la ocasión.
Se aconsejan bebidas refrescantes, no alcohólicas, tipo gazpacho, te con limón, o algún zumo natural, para evitar la inevitable somnolencia que el alcohol induce y que impide comentar después, con propiedad, el extraordinario contenido de estas películas.

Ni que decir tiene que no dispongo de ese artefacto debido a las dudas que su uso me origina, a saber, ruido de fondo, decibelios que para un sordo pueden significar la puntilla acústica, excelsa definición de la imagen proyectada, en pixeles por pulgada, ancho por alto, lo que supone introducirme en el nivel cualitativo mayestático, el de la pantalla retina que mira por donde, tiene mayor agudeza que la que puede percibir el ojo humano, y finalmente el enemigo más odioso y todavía no conjurado, con el que vienen equipadas todas las pantallas caseras, el calor generado por los ventiladores, a miles de revoluciones por minuto, y que tienen la tendencia a dirigir el chorrito sobre la cara y los ojitos de un servidor.

Sin obviar la molestia que supone integrar después en el limitado volumen habitable de cualquier vivienda, un cacharro que solo va a usarse en estas noches mágicas en que el cielo me muestra sus pecas, en cuanto la nuca se descuida, y veo allá arriba todos los rostros que los dioses han ido incorporando a mi firmamento a lo largo de los eones.
Comprenderéis que después de esos problemas, insolubles, el precio de esos juguetes o la limitada duración de sus lámparas, me importen un bledo.
Además de que las lecturas que voy a recomendar son para ustedes vosotros, porque yo, ya las he leído y disfrutado y me las se de memoria, como podréis comprobar a continuación.


Attila Marcel – 2014 Sylvain Chomet.


Que ya me había embrujado con sus “Tripletes de Belleville” en el 2003 y que insistió posteriormente en la línea del cine de animación para adultos, alejado del apestoso significado semántico habitual, del cine que no pueden o no deben ver los niños, y usándolo en positivo, es decir el cine que deben y pueden ver los adultos, a través de fondos magistrales y personajes que se hacen querer, desde el ciclista que desaparece en medio del tour hasta el inefable Jacques Tati, de “El Ilusionista” y la melancolía de su eterna – imposible – juventud.

 Ahora usa personajes tan irreales o más que los del cómic animado, actores de carne y hueso en ese estilo francés de “Amelie Poulain” , “Delicatessen” o “La ciudad de los niños perdidos” de Jean-Pierre Jeunet y Marc Caro, especialistas en un tipo de realismo fantástico, de situaciones y ambientes extraídos de los relatos infantiles, generalmente más serios y trascendentes que los estúpidos clichés para consumidores desinformados, que no solamente se niegan a pensar, sino también a sentir. Allá ellos.

Magia en el cine, arte y cultura aderezada con la exquisitez de los decoradores y ambientadores franceses, y los secundarios de sus películas, que son siempre anticuarios, músicos, arquitectos, cirujanos (plásticos ¡eh!) o tías ricas, como en este caso, y con el fogonazo en la retina de esos actorazos que, en el peor de los casos desconoces, hasta ver su nombre en los títulos finales, cuando no resultan felices epifanías, y también otra vez, te preguntas por donde andarán los nuestros.
Pase que no haya reconocido a Bernardette Lafont como una de las tías adictas a las cerezas en aguardiente, eufemismo elegante, pero que la increíble Madame Proust, Anne Le Ny, eclipse al resto del reparto y hasta casi a la increíble historia del huérfano en busca de su destino, ya resulta excesivo.

Si además tiene ingredientes propios de los hermanos Grimm, como los hongos alucinógenos, que aquí servimos gratis todos los días a través de las televisiones, todas, o la presentación iniciática del budismo que nos invadirá, dios mediante, las magdalenas de D.Marcel , o el hasta el mismísimo ukelele de Marilyn, comprenderéis que resulta difícil valorar en justicia esta preciosa historia de amor y agradecimiento, y no solo a los padres, o la vecina extraterrestre, sino también a los hippies , los bohemios o los indignados de nuestro tiempo, o a las amantísimas tías, auténticos sparrings del increíble sujeto que la protagoniza, sin aparentemente intentarlo. Guillaume Goix.
 

Muy francesa, vale. Pero si vencéis vuestro reaccionario chauvinismo, igual que hice yo antes de disfrutarla, seguro que luego me lo agradecéis.

Por cierto que la están proyectando en el cine de verano en la playa (En Punta Cana). Que pequeño, y fantástico, es este mundo.

Y si, Belleville es el barrio de Paris donde se inició “La comuna”. ¿Pasa algo?.


Box of Moon Light . 1996 Tom Dicillo


Estrenada aquí en su correcta traducción como “Caja de luz de luna”. No tenéis excusa.

No es la típica trampa de road movie de serie B, que no lo es, de engatusarte desde el principio con personajes pintureros y paisajes envidiables – siempre envidiamos los paisajes ajenos, aunque afortunadamente sus oriundos envidian los nuestros y queda equilibrado el empate – a mayor gloria de John Turturro, a quien no te cansas de ver en personajes sospechosamente parecidos al que supones su propia identidad, lo que podría parecer la negación para la profesionalidad de cualquier actor, y aquí resulta realmente la confirmación de lo contrario, no te cansas de verlo, y cuando dudas sobre su capacidad camaleónica, solo tienes que recordar los dos minutos que en “El Gran Lebowski” anulan a Jeff Bridges, en su mejor película, o a John Goodman, con el insignificante papel del friki jugador de bolos, el killer latino, el Jesús Quintana embutido en aquella malla morada que se graba en el espectador como una de esas sorpresas que solo puede dar el cine, el bueno se entiende.

Pero si Turturro es aquí el Augusto de los payasos, es su antagonista, el colgado Sam Rockwell quién nos hechiza..- descartad el sentido peyorativo de la palabra colgado, tendréis que hacerlo con todos los colgados después de verla – y recordad el alter ego de Dersu Uzala, en otro registro, pero con el mismo mensaje, la incomprensión ante aquellas personas que pasan por tu vida, regalándote todo su afecto, todo el que pueden dar, y a los que tu apartas por el mero prejuicio del temor ante lo desconocido, ante la enorme diferencia entre su modo de vida y el tuyo, aunque en Kurosawa el circulo quede cerrado como en una historia clásica y aquí quede abierto como en la vida de cada uno, hasta que la tuya o la de los que dejaste en el camino, se te aparecen de pronto al ver esta película, y a sabiendas de la imposibilidad de volver atrás para darles las gracias, te das cuenta de que ya no están, ni van a estar, y te quedas con la sensación de no saber que hacer con tu caja de luz de luna, con el contenido sentimental y melancólico de tu ingratitud. Casi nada.
 

Reconozco que si hay algo con lo que me identifiqué, enseguida - aparece a los diez minutos- es la cinta cassette que algún amigo le ha preparado a Turturro para escuchar durante el viaje, ya que me resulta familiar el tema, pero cuando comienzan a sonar The Chantays , sus guitarras eléctricas, en Wayward Nile, o Elmore James en Blues Before Sunrise, ya no sabia si empezar a sonarme la nariz –los conductos lacrimales me funcionan perfectamente- o a desear que no termine nunca, el viaje, ni la película.
Ambos están ahí a vuestro alcance, en estas noches estrelladas de luna creciente.

Si no, al menos conseguid la BSO, vía deseos prohibidos. (De esa película, escribiremos otro día. “Deseos Prohibidos” Shohei Imamura 1964).


1. Mexican Radio - Wall Of Voodoo
2. Red Right Hand - Nick Cave And The Bad Seeds
3. Blues Before Sunrise - Elmore James
4. Big Black Sky - Chaser
5. Too Much Tequila - The Champs
6. Carioca - The Fireballs
7. Wayward Nile - The Chantays
8. Lost Time Blues - The Chrome Cranks
9. Wheels Over Me - Die Haut
10. Gun Control - Tom Dicillo
11. Opening Titles - Jim Farmer
12. Tomato Field Fight
13. End Titles - Jim Farmer

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