A poder ser en el patio o terraza, con
proyector sobre la blanca pared una vez exonerada, de yedra o
parra virgen, para la ocasión.
Se aconsejan bebidas refrescantes, no
alcohólicas, tipo gazpacho, te con limón, o algún zumo natural,
para evitar la inevitable somnolencia que el alcohol induce y que
impide comentar después, con propiedad, el extraordinario contenido
de estas películas.
Ni que decir tiene que no dispongo
de ese artefacto debido a las dudas que su uso me origina, a saber,
ruido de fondo, decibelios que para un sordo pueden significar la
puntilla acústica, excelsa definición de la imagen proyectada, en pixeles
por pulgada, ancho por alto, lo que supone introducirme en el nivel
cualitativo mayestático, el de la pantalla retina que mira por donde, tiene
mayor agudeza que la que puede percibir el ojo humano, y finalmente
el enemigo más odioso y todavía no conjurado, con el que vienen
equipadas todas las pantallas caseras, el calor generado por los
ventiladores, a miles de revoluciones por minuto, y que tienen la
tendencia a dirigir el chorrito sobre la cara y los ojitos de un
servidor.
Sin obviar la molestia que supone
integrar después en el limitado volumen habitable de cualquier
vivienda, un cacharro que solo va a usarse en estas noches mágicas
en que el cielo me muestra sus pecas, en cuanto la nuca se descuida,
y veo allá arriba todos los rostros que los dioses han ido
incorporando a mi firmamento a lo largo de los eones.
Comprenderéis que después de esos
problemas, insolubles, el precio de esos juguetes o la limitada
duración de sus lámparas, me importen un bledo.
Además de que las lecturas que voy a
recomendar son para ustedes vosotros, porque yo, ya las he leído y
disfrutado y me las se de memoria, como podréis comprobar a
continuación.
Attila Marcel – 2014 Sylvain Chomet.
Que ya me había embrujado con sus
“Tripletes de Belleville” en el 2003 y que insistió
posteriormente en la línea del cine de animación para adultos,
alejado del apestoso significado semántico habitual, del cine que
no pueden o no deben ver los niños, y usándolo en positivo, es
decir el cine que deben y pueden ver los adultos, a través de fondos
magistrales y personajes que se hacen querer, desde el ciclista que
desaparece en medio del tour hasta el inefable Jacques Tati, de “El
Ilusionista” y la melancolía de su eterna – imposible –
juventud.
Ahora usa personajes tan irreales o más
que los del cómic animado, actores de carne y hueso en ese estilo
francés de “Amelie Poulain” , “Delicatessen” o “La ciudad
de los niños perdidos” de Jean-Pierre
Jeunet y Marc Caro, especialistas en un tipo de
realismo fantástico, de situaciones y ambientes extraídos de los
relatos infantiles, generalmente más serios y trascendentes que los
estúpidos clichés para consumidores desinformados, que no solamente
se niegan a pensar, sino también a sentir. Allá ellos.
Magia en el cine, arte y cultura
aderezada con la exquisitez de los decoradores y ambientadores
franceses, y los secundarios de sus películas, que son siempre
anticuarios, músicos, arquitectos, cirujanos (plásticos ¡eh!) o
tías ricas, como en este caso, y con el fogonazo en la retina de
esos actorazos que, en el peor de los casos desconoces, hasta ver su
nombre en los títulos finales, cuando no resultan felices epifanías, y también otra vez, te preguntas por donde andarán los
nuestros.
Pase que no haya reconocido a Bernardette Lafont como una de las tías adictas a las cerezas en aguardiente, eufemismo elegante, pero que la increíble Madame Proust, Anne Le Ny, eclipse al resto del reparto y hasta casi a la increíble historia del huérfano en busca de su destino, ya resulta excesivo.
Pase que no haya reconocido a Bernardette Lafont como una de las tías adictas a las cerezas en aguardiente, eufemismo elegante, pero que la increíble Madame Proust, Anne Le Ny, eclipse al resto del reparto y hasta casi a la increíble historia del huérfano en busca de su destino, ya resulta excesivo.
Si además tiene ingredientes propios
de los hermanos Grimm, como los hongos alucinógenos, que aquí
servimos gratis todos los días a través de las televisiones, todas,
o la presentación iniciática del budismo que nos invadirá, dios mediante, las magdalenas de
D.Marcel , o el hasta el mismísimo ukelele de Marilyn, comprenderéis
que resulta difícil valorar en justicia esta preciosa historia de
amor y agradecimiento, y no solo a los padres, o la vecina
extraterrestre, sino también a los hippies , los bohemios o los
indignados de nuestro tiempo, o a las amantísimas tías, auténticos
sparrings del increíble sujeto que la protagoniza, sin aparentemente
intentarlo. Guillaume Goix.
Muy francesa, vale. Pero si vencéis
vuestro reaccionario chauvinismo, igual que hice yo antes de
disfrutarla, seguro que luego me lo agradecéis.
Por cierto que la están proyectando en
el cine de verano en la playa (En Punta Cana). Que pequeño, y
fantástico, es este mundo.
Y si, Belleville es el barrio de Paris
donde se inició “La comuna”. ¿Pasa algo?.
Estrenada aquí en su correcta
traducción como “Caja de luz de luna”. No tenéis excusa.
No es la típica trampa de road
movie de serie B, que no lo es, de engatusarte desde el principio con
personajes pintureros y paisajes envidiables – siempre envidiamos
los paisajes ajenos, aunque afortunadamente sus oriundos envidian los
nuestros y queda equilibrado el empate – a mayor gloria de John
Turturro, a quien no te cansas de ver en personajes sospechosamente
parecidos al que supones su propia identidad, lo que podría parecer
la negación para la profesionalidad de cualquier actor, y aquí
resulta realmente la confirmación de lo contrario, no te cansas de
verlo, y cuando dudas sobre su capacidad camaleónica, solo tienes
que recordar los dos minutos que en “El Gran Lebowski” anulan a
Jeff Bridges, en su mejor película, o a John Goodman, con el
insignificante papel del friki jugador de bolos, el killer latino, el Jesús
Quintana embutido en aquella malla morada que se graba en el espectador como
una de esas sorpresas que solo puede dar el cine, el bueno se
entiende.
Pero si Turturro es aquí el Augusto de
los payasos, es su antagonista, el colgado Sam Rockwell quién nos hechiza..- descartad
el sentido peyorativo de la palabra colgado, tendréis que hacerlo
con todos los colgados después de verla – y recordad el alter ego
de Dersu Uzala, en otro registro, pero con el mismo mensaje, la
incomprensión ante aquellas personas que pasan por tu vida,
regalándote todo su afecto, todo el que pueden dar, y a los que tu
apartas por el mero prejuicio del temor ante lo desconocido, ante la
enorme diferencia entre su modo de vida y el tuyo, aunque en Kurosawa
el circulo quede cerrado como en una historia clásica y aquí quede
abierto como en la vida de cada uno, hasta que la tuya o la de los
que dejaste en el camino, se te aparecen de pronto al ver esta
película, y a sabiendas de la imposibilidad de volver atrás para
darles las gracias, te das cuenta de que ya no están, ni van a
estar, y te quedas con la sensación de no saber que hacer con tu
caja de luz de luna, con el contenido sentimental y melancólico de
tu ingratitud. Casi nada.
Reconozco que si hay algo con lo que me
identifiqué, enseguida - aparece a los diez minutos- es la cinta
cassette que algún amigo le ha preparado a Turturro para escuchar
durante el viaje, ya que me resulta familiar el tema, pero cuando
comienzan a sonar The Chantays , sus guitarras eléctricas, en
Wayward Nile, o Elmore James en Blues Before Sunrise, ya no sabia si
empezar a sonarme la nariz –los conductos lacrimales me funcionan
perfectamente- o a desear que no termine nunca, el viaje, ni la
película.
Ambos están ahí a vuestro alcance, en
estas noches estrelladas de luna creciente.
Si no, al menos conseguid la BSO, vía
deseos prohibidos. (De esa película, escribiremos otro día.
“Deseos Prohibidos” Shohei Imamura 1964).
1.
Mexican Radio - Wall Of Voodoo
|
2.
Red Right Hand - Nick Cave And The Bad Seeds
|
3.
Blues Before Sunrise - Elmore James
|
4. Big Black Sky - Chaser |
5.
Too Much Tequila - The Champs
|
6. Carioca - The Fireballs |
7. Wayward Nile - The Chantays |
8.
Lost Time Blues - The Chrome Cranks
|
9.
Wheels Over Me - Die Haut
|
10. Gun Control - Tom Dicillo |
11. Opening Titles - Jim Farmer |
12. Tomato Field Fight |
13. End Titles - Jim Farmer |
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