miércoles, 11 de marzo de 2015

COMO PASAR DE PROSTITUTA NEGRA A RUBIA NATURAL...


....Y HACERLO EN UN PISPÁS.



Puede parecer un cambio drástico, tan radical que el manto de la incredulidad  resultará, para el lector, ineludible.
Hasta hace bien poco, medio pispás como mucho, uno se planteaba el futuro de la sociedad como algo mejorable, se fijaba en los detalles más estridentes, y creía ingenuamente que arreglando estos, luchando con los parcos medios con que la naturaleza le había dotado  y las herramientas anticuadas que encontraba a su alrededor, podía cambiar la faz de la tierra, la cara deforme de la humanidad, ignorando que sin esa parte del rostro, (la que ocultaban siempre a los focos las estrellas del cine, las que realmente tuvieron poder para exigir que la cámara se situase forzosamente a un solo lado), la humanidad dejaría de serlo.

También pensaba que era cosa de juventud, el identificarse con los los necesitados, con ese grupo de personas  cuya fragilidad los pone continuamente en riesgo, cuando el riesgo es aquello que te impide algo tan elemental como caminar hacia delante, o como integrarte entre los demás cada amanecer. Riesgo de exclusión social dirá la rubia natural, y también usará vulnerable en lugar de frágil que, aunque signifiquen lo mismo, es lo aconsejado por su manual, el de las rubias naturales.
Comprendió nuestro relator, que el asunto no era cosa exclusiva de la juventud, de la suya, sino tan solo el sonido de la ola al morir sobre la arena de la playa del tiempo, una cada cuatro segundos, o una cada cincuenta años que para un país viene a ser lo mismo. Aprendió algo nuevo para él, algo que estaba escrito en la historia y que, al fin y al cabo sirvió para aumentar su conocimiento un granello di sabbia, un granito de arena. Los ciclos y el tiempo, y en medio un insignificante espectador que, como todos, cree protagonizarlos.

Había decidido reivindicar lo más evidente, e identificarse figuradamente, con las prostitutas negras, mujeres al fin y al cabo. Esa marginación que no cesa, que no ha cesado incluso en los momentos más excelsos del estado de bienestar, de la justicia global, global pero restringida a muy pocos,  y de la asunción de los derechos humanos como credo universal, esa entelequia que a tantos gustaría que existiese de verdad.
Mujer de color, que las rubias públicas tampoco están autorizadas a pronunciar el adjetivo oscuro, como bien les advierten sus entrenadores; y además prostituta, victimas irredentas de la sociedad de consumo, como las denominaba Chumy Chumez, o Forges, que da igual el autor, cuando lo que se intenta evitar es pronunciar las dos silabas que todavía identifican el oficio más antiguo del mundo, al que por cierto ahora quieren otorgar el numerito fiscal que convierte las trabajadoras en autónomas. Otra ignominia del lenguaje, llamar autónomo a un trabajador que depende siempre de los demás, de sus necesidades y de su honestidad.

Guardaba esta respuesta retórica para aparentar sabiduría en su ancianidad, el momento ese cuando alguien le hiciese la pregunta madre de todas las preguntas: ¿Que te habría gustado ser en la vida?, en esa en la que nunca estuviste, por supuesto. Para haber contestado ostentosamente: 
 !Una prostituta negra!.
Una forma metafórica de mostrar su indignación por la marginación social de todas las mujeres, de todas las inmigrantes, de todas las que sobreviven en oficios denostados por la mayoría de creyentes, creyentes en todo.

Aquello fue en una época, antes de ayer, cuando parecía posible que la humanidad reflexionase sobre la necesidad de que la justicia apareciese en publico, al menos de cuando en cuando, para hacer un mundo mejor. Aunque fuese con la lentitud de la babosa, aunque fuese dejando detrás la marca de inmundicia que resulta inherente a la función de seguir con vida.
Ignoraba que la humanidad no puede reflexionar, esa es una capacidad individual y exclusiva del ser humano, y que la justicia no es más que un pretexto, una llave que tienen los poderosos para abrir las cerraduras, con la cual cierran con la cual abren, como en la copla del corregidor y la molinera.

Las cenizas de esa revolución fallida que durante cien años asoló el globo terráqueo, el socialismo, todavía servían para asustar a medio mundo, el mundo superviviente a la tremenda experiencia. Su mero recuerdo, incluso trás la caída del muro, podía seguir produciendo pesadillas, aunque luego esas cenizas las arrastro el viento, y sus restos fueron mezclados con la tierra gracias a la lluvia que,  sigue el ciclo de las olas, el vaivén de la historia, con sus momentos de exasperantes  ausencias, y de torrencial generosidad.
!Agua joia, Virgen Santísima! Como exclamó cierto capillita de mi pueblo ante el chaparrón recibido en medio del páramo, en plena rogativa penitencial hasta la ermita de la patrona para pedir.... !Agua!.

Esa época en que la esperanza sobrevolaba las primaveras, como cigüeñas rebosantes de vitalidad, y cuando los jóvenes creímos que los cambios a mejor, eran no solo creíbles sino inminentes. Propicia para soñar con convertirnos en prostitutas negras, con la loable intencionalidad de que jamás nadie volviese a serlo. Otra revolución fallida.

Llega el día después, inevitable día después, y uno se despierta en un mundo desconocido, ante el que siente indefenso. Ya no sueña con liberar yugos de marginados ajenos, ni siquiera con evitar que sigan muriendo centenares, miles de personas de otro color, de otra religión, ahogados junto a esa playa donde el runrún de las olas le arrulla y le recuerdan su estancia uterina. Dejados morir por inacción de ese primer mundo, indigno de las dos palabras, primero y mundo. Ni tan siquiera  llegamos a cuestionar si existe alguna diferencia entre matar, millonarios holocaustos de los hunos y los otros, o sencillamente dejar morir mirando para otro lado.
“Miro para otro lado cuando estás cerca de mi” en versos de Sánchez Ferlosio, infravalorado Chicho, para lamentarse de un amor, ciertamente imposible.

Extinguido el riego de de mirarse en el espejo del otro, durante la guerra fría, ya no fue necesario mantener la impostura por más tiempo. Y de pronto comenzaron a abrirse ventanas que mostraban un panorama atroz, ciertamente tan real como oculto por las cortinas de acero de la propaganda . Sencillamente, ya no era necesario disimular y, al débil, al marginal, a casi todos, que les den, que nos den.

Y Ahora tenemos asuntos prioritarios que nos distraen de esas pequeñeces ajenas, todo lo ajeno es distante y se vislumbra pequeño, muy pequeño. A la vez que nos deslumbran con la implacable crueldad de la imagen de la realidad, esa que los niños no deberían contemplar jamás.

Parece ser que una de las banderas mediáticas esgrimidas por los políticos que nos dirigen –  no quiero pensar hacia donde – es la autentica naturaleza del color de sus cabellos, rubio falso o natural, y su presentación como arma definitiva en los debates “ideológicos” ante los medios.

“Y yo más, más natural que tu, porque rubias somos todas las que nos dedicamos a este oficio, pero rubias de cuna muy pocas”.

Algo tan baladí y estúpido, de una estupidez ínfima si la comparamos con la reconstrucción quirúrgica de las fachadas de los/las próceres, ya que estos disparates no son  exclusivos de uno de los géneros, el disparate de estirarse la piel del rostro, o del escroto, o el de teñirse los cabellos con colores oscuros -ellos- o rubios, las susodichas.
Aunque lo realmente preocupante, aparte de usar tamaña tontería como paradigma de imagen positiva y comercial, sea el intentar usar su presunta autenticidad como prueba fehaciente de lo otro, de la más que dudosa honestidad. “Es que el mio es natural, soy sincera hasta en eso”.

“Dios mio, como he caído tan bajo”, era el titulo donde una gloriosa Laura Antonelli hacia galas de su exuberancia, justo antes de comenzar a manipular hasta la ruina su rostro, hasta la ruina estética y hasta el suicidio. Hoy es el suspiro que exhalamos ante la realidad cotidiana y el planteamiento ético, y desgraciadamente estético, de los lideres que mantenemos en el pedestal.
Rubias todas, naturales indudablemente, no hace falta señalarlas con el dedo que esta muy feo, dignatarias gubernamentales, autonómicas y municipales, sin olvidar a las inquilinas  de la casa real, infantas, infantitas y reinas, dos de cada, menos de reinas que hemos tenido tres hasta hace unos días, en que la extraoficial ha partido, previo incremento patrimonial de 30 milloncetes por los servicios prestados, y también rubia, natural of course.

Y no me indigno ya por nada, ni tan siquiera por esos cadáveres hinchados, morenos, que siguen desembarcando en las costas meridionales de una Europa que todavía no existe.
Menos por el nivel moral e intelectual de candidatos a la política que deben estar justo a tono, entonados, con el personal a quienes reclaman el voto. Y que no hacen otra cosa que intentar ocultar la basura cósmica, el olor y el color de los grupos de delincuentes organizados que ensombrecen nuestro futuro.

Por Dios, con lo bonito que es el pelo negro, azabache en melena larga, o corta, flequillo horizontal, preciosa Louise Brooks, pelirrojos, castaños y todas gamas del arco iris,  naturales o teñidos , sea con tintes exclusivos, o con los de Mercadona. Chicos o chicas, no importa, como diría la última linea del guión de “Con faldas y a lo loco”.

Tan solo evitar distracciones para no tropezar otra vez en los baches del camino, infinitos, tanto como la estulticia humana, esa que, se atribuye  por ciertos idiotas a las rubias naturales.

La vida le ha enseñado que uno forma parte del publico, y que además de asumir los errores de este, llega a protagonizarlos como tal, pero solo hasta un cierto punto. Así la calva creciente que lleva acompañándolo dos tercios de su vida, nunca ha sido vendida a nadie como una generosa frente que, además de denotar inteligencia, -bastante escasa por cierto- amplitud de miras y franqueza en las ideas, indica nobleza de espíritu entre otras bondades, como las que llegaron a atribuir a otro prócer calvo en ciernes, hijo de dictador y mesías de otro mundo mejor, de infausto y trágico final.

No, tan solo calva a secas, absolutamente natural, aunque no por ello mejor o peor que la cubierta superior de los usuarios  de cráneos poblados de cabello gris, o de cualquier otro color. Y también le ha enseñado que eso al menos, no tiene la menor importancia. Lo de dejarse engañar, en complicidad con el delincuente si, eso ya es otra cosa.
Y agradecido porque todavía la vida no le ha obligado a callarse, actitud tan aconsejable para la propia supervivencia como desafortunada  para la del resto de la especie. Si bien parece inminente la imposición del silencio individual, para dejar la palabra donde siempre debió estar, en la boca de los capos de la cosa y en la de sus cuquis, rubias naturales, insisto.

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Legata a Un Granello Di Sabbia                                              

Ti voglio cullare, cullare posandoti
Sull´onda del mare, del mare
Legandoti a un granello di sabbia
Così tu, nella nebbia piú fuggir non potrai
E accanto a me tu resterai
Ai, iai, iai,iai
 
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