Ya el sol asomaba en el poniente,
ya el cóndor surcaba el firmamento
y la Patria, gloriosa heroica y valiente
de victoria profiere el juramento...
ya el cóndor surcaba el firmamento
y la Patria, gloriosa heroica y valiente
de victoria profiere el juramento...
(Marcha homónima de Les Luthiers. Vol. 3. 1973)
Da mucha risa, lo reconozco, y lo disfruto. Y es que el
humor que exagera los contrastes, entre deseos y realidad, cubriéndolos con los
artilugios que se suelen encontrar en la panoplia patriótica, no está ausente
de las sugerencias que las marchas militares, las bandas multitudinarias, y los
desfiles interminables, hacen aparecer inevitablemente en los estómagos de
quienes los contemplan, e incluso de sus protagonistas. Sobre todo cuando el
partido no termina a gusto de los aficionados de uno de los bandos, cosa que
sucede también inevitablemente, salvo en los empates que obligan a aplazar la
batalla, a alargarla interminablemente hasta el agotamiento de uno de los
rivales, el país perdedor. Esto tiene aún menos gracia que los chistes sobre
soldados y batallas, que habría que censurarlos aplicándoles el filtro del buen
gusto, al igual que hacemos con los chistes de..., de..., de, y de casi todos aquellos en los que la risa pueda provenir del dolor, o la marginación ajena. No es
el caso de la marcha de Luthiers.
Resulta anacrónica la grandilocuencia del planteamiento, si
bien se usa como envoltorio adecuado, como idea seminal que los flautistas de
los hamelines de todo el orbe, siguen usando para pescar con trasmallo, que sin
ser un estilo excesivamente noble a la
hora de recoger proteínas por parte de los depredadores mínimamente orgullosos
de su oficio, siempre será más defendible que la caza con farol, aquella en que
el barón columbra, deslumbra y atiza con la estaca al verderol, según Muñoz
Seca, quien fue realmente atizado como tal verderol.

Lo cierto es que no es solo la libertad, ni cualquiera de
sus heterónimos, son también las innumerables consignas que mueven las masas,
los titulares de prensa que nos seducen para sumergirnos en relatos estúpidos
cuando no intrascendentes, los eslóganes electorales condensados hasta el
tamaño de las mentes de aquellos a quienes van dirigidos, la propaganda de
cualquier producto milagroso, o las promesas de paraísos de los que nadie ha
vuelto. Cualquiera sirve para demostrar la inconsciencia de los que marchan con
música o sin ella.

Y lo primero que me viene a la mente es ¿A quién?. No me
importa tanto saber si vencieron o si volverán a intentarlo otros, el pintor no
creo que tenga fuerzas para volver a hacerlo, solo me gustaría saber a quién o a
quienes, aunque puedo intuir, y casi asegurar los destinatarios, pero me quedo
con la euforia de quien se lanza hacia el acto violento sin siquiera
explicarnos donde, cuando, y contra quien, y me envuelve el terror cuando
pienso en lo que escuchaba al abuelo. “Los pescuezos no retoñan”.
Los mismos, probablemente, que seguían ciegamente esa
palabra, tenían otra igual de sugerente, que daba nombre a la fiesta del PC en
el país hermano, el AVANTE. Y vuelvo a cuestionarme la luz que me ilumina, avanzar…
¿Hacia dónde?. Ignoro donde está ese delante que se supone debemos conquistar a
cualquier precio, y por supuesto que es lo que voy a encontrar en él, en el
caso improbable de alcanzarlo.
Escucho hoy en la radio a FFG relatando como no pudieron
hacer un apocalipsis, porque un apocalipsis como dios manda, cuesta un dineral,
y la película no andaba muy sobrada de posibles. Era una parodia de los
apocalipsis en general que también tienen sus seguidores y a los que no quiero
privar de anatema, si bien es una idea de futuro tan negativa y abrumadora, la
aniquilación total, que prefiero reservarla para las historias de ciencia ficción
de bajo perfil (otra que tal, perfil).
Esos motivos, o cualidades que esperamos alcanzar, o que
creemos poseer, véase dignidad, honestidad, sinceridad o cualquiera de las
virtudes de las que osamos presumir, solo me sugieren la duda sobre todos y
cada uno de ellos, la duda y la consideración del precio que algunos están
dispuestos a pagar, aunque sea a expensas de la ruina y de la sangre
ajena. Estoy incluyendo también a
ciertos grandes éxitos, estrellas
conductoras del pensamiento, y sobre todo de los sentimientos. Sin olvidar que
todas juntas son incompatibles, a veces una mera pareja ya lo es, haced la
prueba, y creo recordar que solo las teologales eran siete, y digo eran porque
seguro que los vendedores de la moral universal ya le han añadido media docena
a las que a mí me enseñaron las monjitas.
Escepticismos en absoluto nihilista. No niego el valor de
las ideas que iluminan los días oscuros de la humanidad, tan solo me planteo la
necesidad de responder preguntas, de buscar esas respuestas antes de ponerme en
camino por algo que no sea la mera supervivencia. ¿Cual es la dirección hacia
donde nos dirigimos? ¿A quiénes vamos a vencer? ¿No sería mejor llegar a un
acuerdo pacífico? ¿Que estamos haciendo con la libertad, la parte de ella que
nos ha tocado en suerte?.
Allí nos vemos.
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