La nostalgia, ateniéndonos a su estricto significado, dolor
por los tiempos pasados, no deja de ser un término incoherente, o al menos
inapropiado.
No encontramos mayor felicidad que en la infancia, mayor
placer que durante aquellos años en los que ignoramos que cosa es el placer,
tan maravillosos que no existe necesidad alguna de conocer su significado,
resultando que cuando tomamos consciencia plena de ello, es cuando la hemos
perdido, la infancia, y su secuela, los tiempos adolescentes en los que
golpeamos inmisericordes los límites del circulo que nos ha tocado en suerte,
hasta conocer el punto de ruptura, las bofetadas que nos avisan sobre la
imposibilidad de traspasarlo.
Ciertamente que después llega una larga temporada, steady state,
estado de cierto y prolongado equilibrio, décadas insulsas, en los que puede
existir un antesdeayer que nos resulte de tan necesario como doloroso recuerdo,
pero no es lo mismo que los recuerdos felices que no olvidaré. (De aquel amor que siempre soñé…esa era
de Los Pasos, creo).
Nuestro problema, el de los arqueólogos profesionales,
aunque sea en el terreno musical, es que en cuanto escarbas, comienzas a
encontrar melodías, sintonías, o timbres de voces que te retrotraen a las
fechas en que están datados, y tenemos que convivir con ellos, con esos días
del calendario, y con la inevitable rememoración de nuestros días transcurridos
junto a ellos.
Comprenderéis que uno tenga debilidad por los nombres y las
canciones que sonaban justo entonces, cuando las flores comenzaban a asomar
entre la hierba, y que insista en confeccionar ramilletes nostálgicos, ikebana
de andar por casa, a sabiendas de que la nostalgia no va a ser para nosotros
aquello que dice el diccionario, insisto.
A primera vista parece que el mundo ha cambiado tanto, que
carecen de sentido las historias, las letras de las canciones, su envoltorio
gráfico o musical. Que el machismo, concepto inexistente entonces, ya ha
desaparecido, o que la religiosidad impuesta, la fe única, y su manto protector,
se hayan diluido hasta el extremo de que los sacrilegios y las apariciones
milagrosas resulten hoy ciertamente inencontrables, incluso en los estratos mas
profundos de las excavaciones.
Bien pensado, no hay, no encontramos, tales cambios,
cincuenta años después. Las guerras de los sexos, con el victimato (1)
exclusivo de uno de los bandos, o el eterno rol de la mujer florero y, lo que
es peor, aspirante a serlo, unidos a las guerras religiosas, las de los monoteístas
que intentan emular al Moisés destructor de ídolos ajenos, nos hacen recordar
que el ser humano no ha cambiado prácticamente nada, al menos en la contumacia
de sus errores, desde que tenemos datos de su actividad sobre esta pobre tierra
(Madre).
Por ello hay que tomar con cierta condescendencia, o con
profundo análisis introspectivo si lo preferís, todo lo que vais a escuchar en
este disco que, todavía es disco, redondo, aunque las voces de ultratumba que
salen de él - nos negamos a llamarlas pistas, cortes, o megabites- son ciertamente otra cosa.
Otras cosas que nos harán sufrir, nos harán pensar, nos
harán soñar… (Las Manos Mágicas te dirán la forma de aprender… bonitos trucos
que de magia son.).
(1).- Para comprender mejor lo del victimato hay que
preguntarle al inventor de la palabra, Ferlosio, aunque para buscar, no digo
tirar, la primera piedra habría que leer a Primo Levi, que era partidario de
juzgar a las victimas antes de hacerlo con los verdugos. Pero estas
profundidades corresponden más a los olores que escapan en la vetas donde estoy
excavando que a los ecos que los sordos –solo los sordos, oye- logramos
percibir, y mejor centrarnos en lo que nos ocupa, los sonidos. Acotemos la
investigación, seamos humildes en nuestro planteamiento y quizás, quizás nos
divirtamos un poco, que falta nos hace.
Fijaos lo necesitado que estaré que, antes de recapacitar
sabiamente, iba a llamarse:
'Aquí, Radio España
Independiente; estación pirenaica, la única emisora española sin censura de...
transmitiendo por la onda...'.
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