
¿Por qué Andorra? (Digging My Potatoes)
La
Pirenaica, hubiese sido más apropiada para nostálgicos de la
radio. Los que cuentan que escuchaban junto a sus abuelos -mienten con
seguridad, era un tostón- la única emisora española “Sin censura de Franco”,
con cuyo eslogan le hacían propaganda al dictador y de paso daban a entender
que no estaban libres de censura, de la otra, prima hermana de la que nos enmudecía.
Además de mentir –el eslogan- en lo de española, al estar localizada en Bucarest y tener la
mayoría de sus locutores el acento propio de ivanes que hubiesen aprendido el
castellano en algún curso de CCC del otro lado del telón, que entonces ni
siquiera era de acero, aparte de de que CCCPP no significa costo de capital
medio ponderado sino que era el acrónimo de aquello.
En fin que, poco de Pirenaica hubo en mis tiempos de
radioescucha, los plomizos panfletos me disuadieron pronto de que la onda corta
resultaba escasamente divertida, y que el rosario en familia, junto a Matilde
Perico y Periquín, que daban en la otra banda, eran motivos suficientes para
salir corriendo a la plaza, donde estaba el lugar de mis juegos, y el de mis
amigos.
Ciertamente que años después, tuvimos la fortuna de poder
crecer políticamente escuchando Radio Paris, que ya era otra cosa. Tan solo sesenta
minutos de informativos en castellano, con voces autóctonas e invitados de
prestigio, a una hora de la noche que pronto sería sustituida por “Hora 25”, y donde aprendimos que había
otras opiniones, otras libertades, y otro mundo más allá de la sintonía de la
generala, que afortunadamente ni recuerdo si era la de “El Parte”, su secuela
militar, o la del “Nodo” que nos obligaban a ver en el cine antes de las
películas. “El mundo entero al alcance de todos los españoles” era su titular
de cabecera, y todavía me sigue dando
pesadillas cada vez que paso por Sevilla, donde NO DO es el logotipo de su
ayuntamiento, al seguir mezclando en mi memoria los flases del antes y del
después, en esa zona sentimental y vulnerable que todos poseemos debajo de la
calota craneal, al menos eso es lo que dicen algunos.
No voy a negar que he seguido escuchando ocasionalmente
emisiones en castellano en onda corta, divertidísimas la albanesa “Radio
Tirana” y sus planes quinquenales, o la indescriptible “Radio Vaticano”, gracias a la llegada del Internet
de hace cuarenta años, los transistores japoneses que te hacían posible dar una
vuelta por el mundo, cuestionarte los intereses que podía haber detrás de
aquellos mensajes sin apenas audiencia, y agradecer a sus mecenas la
somnolencia inducida, el sopor benefactor que tan necesario resulta para las
almas inocentes. Más o menos lo que ahora hago con la tele encendida, cuando veo la
tertulia política nocturna mientras escucho a través de los auriculares
enchufados al lector de mp3, las canciones que me hacen revivir todo el tiempo
este que os estoy contando, y que inevitablemente me conducen al mejor de los
sueños, mitad despierto, mitad dormido.
Radio Andorra era la emisora que escuchaban las madres y las
abuelas, y lo hacían mientras preparaban y servían la cena, y quizás tambien
las tardes de los domingos cuando todo el `pueblo esperaba ansioso la
referencia al niño merecedor de algún disco dedicado, previamente alertados por
los familiares y vecinos. Los primeros héroes mediáticos, los cinco segundos de
gloria que vaticinaba Orwell para el futuro lejano de….1984. Por eso, por las
mujeres de la casa, por la facilidad de
oír sin necesidad de escuchar consignas políticas, y tambien porque emitían en
varias frecuencias simultaneas para poder llegar a todo el territorio nacional,
sin los inconvenientes añadidos de tener que superar la sombra herciana de las
potentes emisoras del regimen, intentando anular la propaganda comunista. No
era el caso.
De esa Andorra solo me quedaba realmente la carta de ajuste,
las sintonías de apertura y cierre de las emisiones, su recuerdo y la obsesión de recuperarlas. Cuando he
podido conseguirlo, compruebo la calidad del sonido, en las antípodas de
cualquier reproductor digital, y me planteo si merece incluirlo en el disco,
para considerar inmediatamente que “ese” era el mejor de los sonidos de
entonces, y que es un autentico milagro haberlo encontrado antes de que
cualquier desalmado lo haya limpiado con un par de filtros, lo haya
“restaurado” y convertido en un clip sin alma.
Ahí queda, tal cual.
Digging My Potatoes (Big Bill Broonzy)
Baby,
they diggin' my potatoes
Lord, they trampin' on my vine
Now I've got a special plan now baby
Lord, that a-restin' on my mind
Now, I don't want no cabbage sprouts,
Bring me a solid head.
S'pose they call the wagon . .
I catched him in my bed
You know they
Now my vines is all green
'Tatoes they all red
Never found a bruised one
Till I caught them in my bed
You know they
Now, I've been all around
Lookin' up and down
Never found my baby
'Cause she was layin' in another town
I know she's diggin' my potatoes
Lord, she's trampin' on my vine
Yes, now I got a special plan now baby
Lord, that a-restin' on my mind
Quizás
sea solo una copla, quizás de Antonio Molina, o solo una canción anónima y
triste (blues) que rememora lo que se ha perdido. Viene a ser lo mismo.
El caso
es que tenemos sembradas unas patatas, humildes y sencillas patatas, y no es
cosa de dejar que otros vengan a llevárselas, y a beberse nuestro vino; como le
sucede a Big Bill Broonzy, y a tantos otros, puesto que la canción tradicional
es universal y los recuerdos son de cada uno. No vaya a ser que se los apropien
también, e incluso nos los cambien por otros, que de todo he visto ya en este
huerto.
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