Palabra extraña y disuasoria,
que nos alejó de la tragedia, ajena y lejana, y la ubicó en un mundo ficticio,
tanto como ininteligible y novedoso es el término que le adjudicaron, holos y
fausto significan “quemado todo”, referido al carnero y su sacrificio
religioso.
Palabra impuesta, en lugar de
“catástrofe” que hubiese explicado meridianamente aquel suceso y lo hubiese
acercado a cualquiera que dispusiese de un comino de misericordia para ofrecer.
Llevo una semana leyendo las
notas de Vasili Grossman, recopiladas por Antony Beevor, sobre la experiencia
del periodista judío durante la guerra , y ayer me encuentro a Chagall
recreando el “petit país” de su infancia, Vitebsk, sus retratos de rabinos y
sus manos de siete dedos, tantos como brazos del candelabro, y me embarga la
sensación de que es solo la repetición del mismo tema, universal y ecuménico
“todos los credos en la misma bolsa” que
nos afecta a todos, y seguirá haciéndolo desgraciadamente.





Esta y la otra, la de ocultar
la matanza de trescientas personas con una cifra de uno o dos dígitos, y una
letra. Así, la masacre de Madrid del 2004, más de trescientas víctimas, queda
históricamente etiquetada por nuestros cronistas como el inolvidable 11M, igual
que se usó 23F para renombrar la palabra
estafa. Por cierto que todavía estamos esperando que los responsables, los de
nuestra cosa de aquí, nos digan quienes lo hicieron y por qué, y me refiero a
la masacre de los trenes de cercanías madrileños, ya que una vez aclarado quien
no lo hizo, y ante la inexistente reivindicación por el Isis, o el Daesh, o
cualquier otro Satanás habitual, creo que al menos este país merece una
explicación por los responsables de darla. (Ingenuo eres).
Y es que esto del demonio, de
Lucifer o Satanás, da mucho juego para los creyentes en Ángeles azules, los
Ángeles caídos en las simas del mal. Todavía los perdedores de aquella guerra
que relata Grossman sirven para amenazar a los niños que no quieren tomar el
potito mañanero. Hitler sigue dando juego en el ranking de la maldad -el
deporte lo puede todo- y mismamente antesdeayer se estrenó las séptima versión
fílmica del ajusticiamiento de Reinhard Heindrich por un comando checoeslovaco,
ayudados por alguna bacteria y la ineptitud de los médicos, a quien se acusa a
posteriori de ser el arquitecto del holocausto, por más que muriese antes de
que esta hecatombe –palabra que todos entendemos- llegase a su cenit.

Grossman solo lloraba por su
madre, y por su incapacidad de haberla salvado del final en el barranco. Stalin
le quitaba importancia al exterminio judío – bien se encargaba de aclarar que la maldición, cincuenta
millones de muertos, no alcanzó solo a ellos- a sabiendas de que los
ucranianos, en aquel caso, habían sido colaboradores imprescindibles para que
los nazis lo hubiesen llevado a cabo. Aparte de temer a las nacionalidades
emergentes y a las religiones autóctonas, ajenas a la oficial del partido.
Sholojov apoyaba la tesis de Stalin, con aquello de “algo habrían hecho para
merecerlo”, mientras nos embaucaba con su “Don apacible” y la perfidia de los
kulaks en sus koljoses y sus isbas.
Y es lo de siempre, palabras ininteligibles, apellidos extraños, países y mundos lejanos a los que etiquetar con cuatro obviedades para negar la mayor, la culpabilidad que vemos en el espejo del cuarto de baño, o la que nos sirven los medios de comunicación en los titulares donde el morbo sobre el crimen, el holocausto cotidiano, el ¿Donde ha sido?, ¿Como lo ha hecho?, y el “Pobres niños”, unido a la xenofobia durante el postre, cuando la victima no tiene “pureza de sangre” o el “ya se veía venir” al comprobar que fue su “pareja”; que fuera del matrimonio no se puede esperar nada bueno.
Y es lo de siempre, palabras ininteligibles, apellidos extraños, países y mundos lejanos a los que etiquetar con cuatro obviedades para negar la mayor, la culpabilidad que vemos en el espejo del cuarto de baño, o la que nos sirven los medios de comunicación en los titulares donde el morbo sobre el crimen, el holocausto cotidiano, el ¿Donde ha sido?, ¿Como lo ha hecho?, y el “Pobres niños”, unido a la xenofobia durante el postre, cuando la victima no tiene “pureza de sangre” o el “ya se veía venir” al comprobar que fue su “pareja”; que fuera del matrimonio no se puede esperar nada bueno.
Bibliografía reciente:
Herejes - Leonardo Padura.
Un escritor en guerra – A. Beevor
(Imprescindibles “Vida y destino”
y “Todo fluye” de V.Grossman
Cuentos varios sobre el judío errante
- Stefan Zweig
El arpa birmana – Peli de Kon
Ichikawa y novela de Michio Takeyama
Anthropoid – Peli de Sean Ellis sobre
la ejecución del “Carnicero de Praga”.
P.D.-
Hace años había una pintada- ahora
las llaman graffitis, ya digo- en la esquina más visible de la
ciudad: “RIGAN ASECINO”. (sic)
Que a gusto debió quedarse la
criatura, y que buena fue la nota de aquel humilde trompeta - Ligia
Elena de Rubén Blades- que sigue sonando entre los que personalizan
todas las tragedias en un nombre propio, preferiblemente líder de la
religión o del equipo rival, que viene a ser lo mismo.
No tenemos enmienda. (O quizás los
espetos de ayer me hayan sentado mal).

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