
Como el niño que
quiere volcar toda el agua del mar en su pequeño charquito - excelente metáfora sobre la ingenuidad que a
tantos usos espurios ha sido sometida -
así me encontraba yo a la hora de conseguir la colección perfecta,
absoluta e insuperable de grabaciones de Jazz versión digital, con todos los
bits a mi alcance.
Algunos vinilos
arrugados por la humedad acumulada en sus fundas de cartón y su
consiguiente abandono en la estantería,
me invitaban desde el advenimiento del compact, a recopilar los discos de quien
consideraba el ingeniero de sonido que, con su nombre primero, y con sus siglas
después, personificaba el monoteísmo de cualquier melómano. Rudy Van Gelder,
RVG para los iniciados, figuraba en la mayoría de las contraportadas de
aquellos que había que conservar a cualquier precio.
Bien es cierto
que la estrategia de la industria unida al progreso en el formato final de los
discos, que no en la calidad de las grabaciones originales, no harían otra cosa
que obligarme a reiniciar la colección, tan discretamente en cada ocasión como discretos eran los
medios a mi alcance y el tiempo para su
disfrute.
De los CD AAD, pasaron a ADD y luego a DDD, y como la
codicia de las “majors”es infinita, vinieron después los de 16 y 24 bits,
llegando a editar las viejas e inmejorables grabaciones, remasterizadas por el
mismísimo RVG, hasta que la avaricia
rompió el saco. Otra figura retórica que siempre consideramos como improbable y que
en este caso se convirtió en un prodigio real.
Ahora los bits
los ponemos los usuarios a demanda, el bitrate de las grabaciones, como disquisición interminable entre la
cantidad de espacio que va a ocupar la grabación en el disco duro y la calidad
de los Flac, lossless, etc. que nos ofrecerán
versiones cuasi fidedignas de las cintas master del laboratorio de este
buen hombre RVG. Todo ello con el único coste para el aficionado, del tiempo
dedicado a buscar información sobre artistas y discos excepcionales y sobre
aquellos lugares donde te los prestan desinteresadamente. Es la auténtica
revolución cultural, mal que les pese a los intermediarios en el negocio
frutero (esa es de los Sabandeños), aquellos que en el pecado llevan la
penitencia. Otro refrán aparentemente sin fundamento, y mira por donde se
convierte en certeza.
Mi ingenuidad
inveterada me invitaba a buscar colecciones nominales de RVG, inexistentes, o
al menos de estuches o recopilaciones de sus trabajos, algo imposible.
Millares de
discos elaborados en el modesto estudio en casa de sus padres y en el propio de
Englewood Cliffs, por donde pasaron no solo los que entonces eran los mejores
músicos del jazz, sino además, los inventores de este género.
Y ahora que se
ha marchado RVG, hace una semana, con los 91 cumplidos, es obligado agradecerle
su trabajo, y ofrecerle el lamentable “Perdona por Dios” que les daban antes
a los pobres pedigüeños a modo de negativa. Ahora ni eso. Ni hay pobres ni
pagamos por la música. Y el fin del mundo sigue sin llegar.
Seguiré buscando
y atesorando sus grabaciones, como quien colecciona llaveros o vitolas, con la
seguridad de que se irán al final como las lágrimas bajo la lluvia.
Pero es que nadie, ni nada, es perfecto, como escribió L.A.Diamond para la peli de Wilder. (Otros dos que también deambulan frecuentemente por el internauta albergue de la sexta felicidad de los cinéfilos.(Esa es de Mark Robson, creo,).
Pero es que nadie, ni nada, es perfecto, como escribió L.A.Diamond para la peli de Wilder. (Otros dos que también deambulan frecuentemente por el internauta albergue de la sexta felicidad de los cinéfilos.(Esa es de Mark Robson, creo,).
Por ejemplo:
·
1956: Saxophone
Colossus - Sonny Rollins (Prestige)
·
1960: A Night in
Tunisia - Art Blakey & the Jazz Messengers (Blue Note)





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