domingo, 7 de mayo de 2017

LEYENDAS Y PROVERBIOS (Que Rohmer no firmaría jamás).





La Sauceda y El Marrufo.-


La fragilidad de los recuerdos  resulta incomparable con la necesaria e interesada tergiversación de la memoria (histórica).

El uso de palabras como “liberación” o incluso de aquella más aproximada “represaliados”, puede confundir al lector interesado sobre sucesos en los que el asesinato resulta el único término correcto para reflejar la tragedia, que también la hubo.


Y es que ayer estuve en aquel fin del mundo, glosado por Cervantes, Vicente Espinel, o Francisco de Pacheco, y tuve la certeza de que todos hablaban de oídas, ya que ninguno de ellos, igual que la inmensidad de los mortales, andaluces de hoy incluidos, habrán tenido el atrevimiento ni la capacidad para hollar el corazón de esta selva virgen.

El caso es que tenía una deuda con la leyenda, con uno de esos mitos que, a tu alcance dejan la posibilidad de apartar sus telarañas y de contrastar la memoria ajena, insisto en que siempre es histórica, con la modesta observación de la realidad, o de lo que encuentres de ella, ochenta años después de aquello.


Imaginaos un poblado desaparecido ante nuestras narices y abandonado para siempre, donde miles de personas han sobrevivido en la naturaleza parca y cicatera de los montes de alcornoques, en claros inaccesibles aún hoy para cualquier vehículo rodante, y lo hicieron al menos durante seis siglos, si creemos y leemos a Cervantes.

Y hay que leer, y dudar si ves alguna incoherencia y, siempre, llamar a las cosas con su nombre, que nuestro idioma es generoso y certero.


Las voces me llegaban sobre un núcleo anarquista republicano, convertido curiosamente en socialista por la prensa oficial, cuando en cualquier hemeroteca puede consultarse la discrepancia con las auténticas preferencias de los votantes de la Sierra de Cádiz, y de los andaluces en general, durante las primeras y últimas ocasiones que tuvieron de ejercerlas. Ya digo que lo de leer no debe ser bueno, y aquella pobre gente disponía además de dos escuelas , donde sin duda no aprenderían nada positivo, si comprobamos el destino de la mayoría de los maestros de la época, su filiación involuntaria entre los llamados “represaliados”. Mil habitantes, multiplicados por los refugiados, creyentes en que los santuarios naturales seguían siendo válidos en el siglo veinte. Ilusos.


Tanto como aquellos que ubican en ese entorno la creación de la primera república del país, o la fundación del flamenco tal y como lo conocemos, y es que la ficción siempre encontrará acomodo en las mentes perezosas, como la tele nos demuestra todos los días. 


Lo cierto es que el lugar fue bombardeado desde el aire, incendiadas sus viviendas y ametrallados sus paisanos, según la leyenda por aviadores nacionales, y según la ficción oficial por la legión Cóndor, los malísimos stukas nazis (aviones al fin y al cabo) que hicieron prácticas de masacre sobre aviación civil, antes de hacer otras en Guernica y mucho antes de desaparecer en Stalingrado en aquella guerra que unos llaman la II WW, y que los auténticos vencedores, comunistas soviéticos, sin embargo siguen llamando “La Gran Guerra Patriótica”, por aquello de que los nacionalismos pueden ser muy útiles si el fin lo justifica, y de que los vencedores, y los vencidos indolentes, pueden dar por buena la mayor de las manipulaciones.


Ni estuvimos allí, ni nos gustaría haber estado, pero las huellas del horror continúan presentes, las fosas comunes del cortijo del Marrufo, atestiguan que cualquier aproximación a la realidad puede introducirnos pavorosamente en el corazón de las tinieblas.


Todavía hoy, ochenta años después, resulta imposible conocer datos precisos, y menos sus protagonistas, más allá de los inefables comunicados de la época o de los relatos de los familiares ausentes. Si intentamos hacer una búsqueda en la red sobre La Sauceda y el Marrufo, como ha hecho un servidor, podemos encontrarnos con un curioso aviso de Google censurando información que, como sucede con algunos comentarios negativos en Tripadvisor, pueda ser perjudicial para los que pagan el mensaje, o sea el medio. 


No obstante resulta enriquecedora la lectura, incluso la de los panfletos al uso, o de blogs con cierto tufo de desesperación incipiente, como este. Sin descartar noticias actuales sobre política, religión, futbol o tauromaquia, que nos ubican propiamente en el tiempo y lugar que nos ha tocado que, me temo, no es tan distante de aquel de allí, y de entonces.


Google:

“Es posible que algunos resultados se hayan eliminado de acuerdo con la ley de protección de datos europea. Más información
 

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PD.- La excursión, entrañable y agotadora. Naturaleza donde el croar de las ranas, recibiendo y despidiendo tu visita, casi me hace llorar. La charca es la vida. Y las orquídeas silvestres un regalo para la vista. Otra versión, senderista y naturalista, de un paseo imprescindible.


PD 2.- Los avisos censores de Google, vistos hasta ahora, hacían referencia a los derechos de autor que los pecadores pretendían soslayar. Descubro que tienen muchos, y pierdo otro hilo de la trama del bordado de la certidumbre. Más que iluso.

Item más: Acabo de aprender que no es censura, se trata de desindexación (ojo al palabro) y permite a los pudientes, mediante robot.txt (otro que tal), ocultar información relativa a ellos. 
El que lo apliquen también a fallecidos hace casi un siglo, nos hace pensar lo dificil que puede resultar informarse libremente en el  XXI. Me rindo.

                           

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