La Sauceda y El Marrufo.-
La fragilidad de los recuerdos resulta incomparable con la necesaria e
interesada tergiversación de la memoria (histórica).
El uso de palabras como “liberación” o incluso de aquella
más aproximada “represaliados”, puede confundir al lector interesado sobre
sucesos en los que el asesinato resulta el único término correcto para reflejar
la tragedia, que también la hubo.
Y es que ayer estuve en aquel fin del mundo, glosado por
Cervantes, Vicente Espinel, o Francisco de Pacheco, y tuve la certeza de que
todos hablaban de oídas, ya que ninguno de ellos, igual que la inmensidad de
los mortales, andaluces de hoy incluidos, habrán tenido el atrevimiento ni la
capacidad para hollar el corazón de esta selva virgen.
El caso es que tenía una deuda con la leyenda, con uno de
esos mitos que, a tu alcance dejan la posibilidad de apartar sus telarañas y de
contrastar la memoria ajena, insisto en que siempre es histórica, con la
modesta observación de la realidad, o de lo que encuentres de ella, ochenta
años después de aquello.
Imaginaos un poblado desaparecido ante nuestras narices y abandonado
para siempre, donde miles de personas han sobrevivido en la naturaleza parca y
cicatera de los montes de alcornoques, en claros inaccesibles aún hoy para cualquier
vehículo rodante, y lo hicieron al menos durante seis siglos, si creemos y leemos a Cervantes.
Y hay que leer, y dudar si ves alguna incoherencia y, siempre,
llamar a las cosas con su nombre, que nuestro idioma es generoso y certero.
Las voces me llegaban sobre un núcleo anarquista
republicano, convertido curiosamente en socialista por la prensa oficial,
cuando en cualquier hemeroteca puede consultarse la discrepancia con las auténticas
preferencias de los votantes de la Sierra de Cádiz, y de los andaluces en
general, durante las primeras y últimas ocasiones que tuvieron de ejercerlas.
Ya digo que lo de leer no debe ser bueno, y aquella pobre gente disponía además
de dos escuelas , donde sin duda no aprenderían nada positivo, si comprobamos
el destino de la mayoría de los maestros de la época, su filiación involuntaria
entre los llamados “represaliados”. Mil habitantes, multiplicados por los
refugiados, creyentes en que los santuarios naturales seguían siendo válidos en el
siglo veinte. Ilusos.
Tanto como aquellos que ubican en ese entorno la creación de
la primera república del país, o la fundación del flamenco tal y como lo
conocemos, y es que la ficción siempre encontrará acomodo en las mentes perezosas,
como la tele nos demuestra todos los días.
Lo cierto es que el lugar fue bombardeado desde el aire,
incendiadas sus viviendas y ametrallados sus paisanos, según la leyenda por
aviadores nacionales, y según la ficción oficial por la legión Cóndor, los malísimos
stukas nazis (aviones al fin y al cabo) que hicieron prácticas de masacre sobre
aviación civil, antes de hacer otras en Guernica y mucho antes de desaparecer
en Stalingrado en aquella guerra que unos llaman la II WW, y que los auténticos
vencedores, comunistas soviéticos, sin embargo siguen llamando “La Gran Guerra
Patriótica”, por aquello de que los nacionalismos pueden ser muy útiles si el
fin lo justifica, y de que los vencedores, y los vencidos indolentes, pueden
dar por buena la mayor de las manipulaciones.
Ni estuvimos allí, ni nos gustaría haber estado, pero las
huellas del horror continúan presentes, las fosas comunes del cortijo del
Marrufo, atestiguan que cualquier aproximación a la realidad puede
introducirnos pavorosamente en el corazón de las tinieblas.
Todavía hoy, ochenta años después, resulta imposible conocer
datos precisos, y menos sus protagonistas, más allá de los inefables
comunicados de la época o de los relatos de los familiares ausentes. Si intentamos
hacer una búsqueda en la red sobre La Sauceda y el Marrufo, como ha hecho un servidor, podemos
encontrarnos con un curioso aviso de Google censurando información que, como sucede
con algunos comentarios negativos en Tripadvisor, pueda ser perjudicial para los
que pagan el mensaje, o sea el medio.
No obstante resulta enriquecedora la lectura, incluso la de
los panfletos al uso, o de blogs con cierto tufo de desesperación incipiente,
como este. Sin descartar noticias actuales sobre política, religión, futbol o
tauromaquia, que nos ubican propiamente en el tiempo y lugar que nos ha tocado
que, me temo, no es tan distante de aquel de allí, y de entonces.
Google:
“Es posible
que algunos resultados se hayan eliminado de acuerdo con la ley de protección
de datos europea. Más información
Búsquedas relacionadas con García Morato y bombardeo”
----------------------------------------------------------------------------
PD.- La excursión,
entrañable y agotadora. Naturaleza donde el croar de las ranas, recibiendo y
despidiendo tu visita, casi me hace llorar. La charca es la vida. Y las orquídeas
silvestres un regalo para la vista. Otra versión, senderista y naturalista, de un
paseo imprescindible.
PD 2.- Los avisos
censores de Google, vistos hasta ahora, hacían referencia a los derechos de autor que
los pecadores pretendían soslayar. Descubro que tienen muchos, y pierdo otro
hilo de la trama del bordado de la certidumbre. Más que iluso.
Item más: Acabo de aprender que no es censura, se trata de desindexación (ojo al palabro) y permite a los pudientes, mediante robot.txt (otro que tal), ocultar información relativa a ellos.
El que lo apliquen también a fallecidos hace casi un siglo, nos hace pensar lo dificil que puede resultar informarse libremente en el XXI. Me rindo.
Item más: Acabo de aprender que no es censura, se trata de desindexación (ojo al palabro) y permite a los pudientes, mediante robot.txt (otro que tal), ocultar información relativa a ellos.
El que lo apliquen también a fallecidos hace casi un siglo, nos hace pensar lo dificil que puede resultar informarse libremente en el XXI. Me rindo.
--------------------------------------------------------------------------------------
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Opinar es una manera de ejercer la libertad.