ICONOCLASTA A MI PESAR.-



Interrumpe su labor docente para rodar una
película revulsiva dentro del cine español, hasta entonces centrado en tópicos
costumbristas de folclóricas y toreros: “La caza del conejo”, título censurado
por obsceno, se convirtió en ”La Caza” en 1964, y con ella demostró Saura que la
calidad formal unida al realismo del que ya había dado muestras con “Los
golfos” en 1959 , podían ser el vehículo adecuado para expresar mediante
metáforas el subconsciente colectivo que llevaba años sepultado por el silencio
forzoso.

Es el comienzo de
una carrera personalísima, la confirmación de un autor a través de media docena
de títulos de corte similar, mostrando que existe una oposición intelectual en
el cine español, y que este tiene suficiente calidad para ser reconocido fuera
de nuestras fronteras.
Películas que intentan transmitir un mensaje encriptado, a
través de una doble lectura y que son benévolamente toleradas por la censura.
Desde “Peppermint Frappé” 1967, hasta “Elisa vida mía”, pasando por: “La madriguera”,
“Ana y los lobos”, “Cría cuervos”, o “La prima Angélica”. Títulos
imprescindibles en aquellos años, que sufrirían una súbita depreciación, junto
a su autor, a raíz de la desaparición de su leitmotiv y factotum Zeus en 1975,
quién muestra al fallecer que los semidioses eran ciertamente humanos.

Saura cambia de contenido sus historias. Su orfandad le
conduce hasta la comedia explícita en “Mamá cumple cien años”, o tragicomedia en
“¡Ay Carmela!”, para retomar paradójicamente el género folklórico que ayudó a
desterrar. Si bien su excelente formación musical, y el soporte de la
fotografía de Vittorio Storaro, dan una dimensión superior respecto a las
originales, a su interminable serie de cine basado en la música clásica y popular,
la danza, e incluso la opera: “Bodas de Sangre”, “El Amor Brujo” y “Carmen”
serían el comienzo de una lista que tuvo continuidad con “Sevillanas”, “Flamenco”
I y II, “Fados”, “Tango”, “La
Jota”, o “Zonda” (folclore argentino).
Musicales alejados de
un estilo y de una época oscura que, al terminar, confinó la obra de un grande
del cine español en la estantería de aquello que, además de resultar de difícil
comprensión, ni a la nostalgia le gusta
recordar.
A pesar de que aún puedan contemplarse algunas de ellas con el brillo
propio del esplendor en la hierba cinematográfica de aquellos años, hoy mustio
collado.
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