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· Asignatura: Ecología
Curso: 3º Medio
Curso: 3º Medio
· Procedimiento:
· Cazar la lagartija
· Colocarla en el terrario
· Cortar la cola
· Comenzar a medir el tiempo en que comienza el proceso de regeneración.
· Anotar las observaciones que ocurren en el proceso
· Fotografiar el proceso de regeneración
· Cazar la lagartija
· Colocarla en el terrario
· Cortar la cola
· Comenzar a medir el tiempo en que comienza el proceso de regeneración.
· Anotar las observaciones que ocurren en el proceso
· Fotografiar el proceso de regeneración
Ya saben como sigue el cuento. La lagartija sin cola.
En los libros de ciencias naturales, ahora ecología de 3º, dicen que es un medio defensivo, una automutilación, útil para huir de sus depredadores. Al parecer a estos los deja anonadados con el “truco” de separar las vértebras de la cola y dejar en el suelo el apéndice bailarín, mientras el animal amputado huye, más ligero de peso, y se pone a salvo.
Bueno, también dicen que la cola es su despensa portátil, donde guardan grasas y proteínas, para cuando llegan tiempos difíciles. Igualmente resulta imprescindible en el cortejo previo al apareamiento y no menos para mantener el equilibrio, aunque el último punto resulta insignificante frente a los dos anteriores.
Esto ya nos crea una cierta distorsión en la teoría de que pierden la cola con la alegría del que luego la regenera otra vez, y ya está. Una pequeña contradicción que, unida a la increíble afirmación de que los depredadores son estúpidos, por definición, y se quedan embobados contemplando el apéndice mientras su bocado se esfuma detrás del humo del mago, nos hace sospechar que a veces las cosas no son lo que aparentan a primera vista. (Desde luego, los depredadores humanos no son estúpidos. No señor).
Aceptamos como evidencia científica, si es que ambas cosas son compatibles, que las lagartijas, después de perder la cola son más ligeras y tienen una longitud ostensiblemente menor. Aceptamos que siguen vivitas, y no coleando, y que tiempo después la suplen con un apéndice parecido, que no igual, y que sacan de dios sabe donde, aunque también podemos aceptar que eso se llame regeneración celular y tal y tal.
En lo que no estamos tan de acuerdo es cuando los que saben, o pretenden saber, mas que nosotros, pretenden explicarnos “todas” las cosas fundamentando su causa, el por qué suceden, ilustrando al ignorante, y sobre todo, el para qué suceden. Que suele ser segun ellos, obviamente, para nuestro beneficio, es decir con la finalidad ultima de hacernos mejores y mas felices, como a la lagartija.
Y es que uno ha visto muchas lagartijas a lo largo de su corta vida, todas las vidas lo son, y puedo asegurar y aseguro, que la totalidad de las que estaban sin cola habían circulado en rotunda integridad cerca de mí, unos momentos antes. Con la suficiente cercanía como para que el niño juguetón hiciese gala del instinto de cazador que ejercita la vista y la mano con la rapidez suficiente para atrapar y capar, en el mejor de los casos, al pequeño reptil. Si creen que exagero, relean el material y método de la lección practica de ecología de 3º.
O sea que las dudas sobre las historietas que nos cuentan, salvo las del Capitán Trueno, son mas que fundadas. Y los desastres que nos asuelan, no suelen originarse en la codicia lujuriosa de un loco de las finanzas, ni en los movimientos telúricos, los choques de las placas abisales que hacen emerger a la superficie millones de viviendas, enviando a la miseria a pueblos enteros que, durante decenios no hicieron otra cosa, no supieron hacer, ni nadie los enseñó a hacer otra cosa, que levantar ciudades en medio del páramo (esto es, en parte, de Juan Rulfo).
En los libros de ciencias naturales, ahora ecología de 3º, dicen que es un medio defensivo, una automutilación, útil para huir de sus depredadores. Al parecer a estos los deja anonadados con el “truco” de separar las vértebras de la cola y dejar en el suelo el apéndice bailarín, mientras el animal amputado huye, más ligero de peso, y se pone a salvo.
Bueno, también dicen que la cola es su despensa portátil, donde guardan grasas y proteínas, para cuando llegan tiempos difíciles. Igualmente resulta imprescindible en el cortejo previo al apareamiento y no menos para mantener el equilibrio, aunque el último punto resulta insignificante frente a los dos anteriores.
Esto ya nos crea una cierta distorsión en la teoría de que pierden la cola con la alegría del que luego la regenera otra vez, y ya está. Una pequeña contradicción que, unida a la increíble afirmación de que los depredadores son estúpidos, por definición, y se quedan embobados contemplando el apéndice mientras su bocado se esfuma detrás del humo del mago, nos hace sospechar que a veces las cosas no son lo que aparentan a primera vista. (Desde luego, los depredadores humanos no son estúpidos. No señor).
Aceptamos como evidencia científica, si es que ambas cosas son compatibles, que las lagartijas, después de perder la cola son más ligeras y tienen una longitud ostensiblemente menor. Aceptamos que siguen vivitas, y no coleando, y que tiempo después la suplen con un apéndice parecido, que no igual, y que sacan de dios sabe donde, aunque también podemos aceptar que eso se llame regeneración celular y tal y tal.
En lo que no estamos tan de acuerdo es cuando los que saben, o pretenden saber, mas que nosotros, pretenden explicarnos “todas” las cosas fundamentando su causa, el por qué suceden, ilustrando al ignorante, y sobre todo, el para qué suceden. Que suele ser segun ellos, obviamente, para nuestro beneficio, es decir con la finalidad ultima de hacernos mejores y mas felices, como a la lagartija.
Y es que uno ha visto muchas lagartijas a lo largo de su corta vida, todas las vidas lo son, y puedo asegurar y aseguro, que la totalidad de las que estaban sin cola habían circulado en rotunda integridad cerca de mí, unos momentos antes. Con la suficiente cercanía como para que el niño juguetón hiciese gala del instinto de cazador que ejercita la vista y la mano con la rapidez suficiente para atrapar y capar, en el mejor de los casos, al pequeño reptil. Si creen que exagero, relean el material y método de la lección practica de ecología de 3º.
O sea que las dudas sobre las historietas que nos cuentan, salvo las del Capitán Trueno, son mas que fundadas. Y los desastres que nos asuelan, no suelen originarse en la codicia lujuriosa de un loco de las finanzas, ni en los movimientos telúricos, los choques de las placas abisales que hacen emerger a la superficie millones de viviendas, enviando a la miseria a pueblos enteros que, durante decenios no hicieron otra cosa, no supieron hacer, ni nadie los enseñó a hacer otra cosa, que levantar ciudades en medio del páramo (esto es, en parte, de Juan Rulfo).
Pueden acusarme de escéptico si así convienen, pero tampoco voy a creer en esas causas para el cataclismo, entre otras porque son menos divertidas que las inventadas para la lagartija ante su enemigo. Y si quieren buscar otras razones más razonables como puedan ser la crueldad innata del ser humano, o la incapacidad de los próceres para guardar nuestra cola a buen recaudo, y no solamente la suya, de los malandrines que con ella van a hacer una excelente sopa, podremos seguir en sintonía.
Llegados a este punto nos encontramos con el sendero que se bifurca, (ya saben de quien es el sendero, de J.L.B., y no es un whisky.), y nos vemos obligados a elegir entre la épica y la poesía que, en esta ocasión, no son compatibles. Ustedes mismos.
Llegados a este punto nos encontramos con el sendero que se bifurca, (ya saben de quien es el sendero, de J.L.B., y no es un whisky.), y nos vemos obligados a elegir entre la épica y la poesía que, en esta ocasión, no son compatibles. Ustedes mismos.
A) Versión épica. Con mis agradecimientos a Rubén Darío por echarme una mano.
Es una vieja historia sobre el lobo de Gubbia, el terrible lobo, al que el mínimo y dulce Francisco de Asís le dijo aquello de:
"En el hombre existe
mala levadura.
Cuando nace, viene con pecado.
Es triste;
más el alma simple de la bestia es pura.”
“El hermano lobo, el lobo fiero
quieto le seguía
como un can de casa o como un cordero.”
“Como en sorda lucha habló el animal,
la boca espumosa y el ojo fatal:
"Hermano Francisco, no te acerques mucho...
Yo estaba tranquilo allá en el convento
y manso comía.
Mas empecé a ver que en todas las casas
estaba la Envidia, la Saña y la Ira,
y en todos los rostros ardían las brasas
de odio, de lujuria, de infamia y mentira.
Hermanos a hermanos hacían la guerra,
perdían los débiles, ganaban los malos;
vi. que no existía la paz en la tierra,
y un buen día todos me dieron de palos.
Me vieron humilde, lamía las manos
y los pies. Seguía tus sagradas leyes:
todas las criaturas eran mis hermanos:
los hermanos hombres, los hermanos bueyes,
hermanas estrellas y hermanos gusano.
Y así, me apalearon, me echaron fuera,
y su risa fue como un agua hirviente,
y entre mis entrañas revivió la fiera,
y me sentí lobo malo de repente,
mas siempre mejor que esa mala gente.
Y recomencé a luchar aquí,
a me defender y a me alimentar.
Como el oso hace, como el jabalí,
que para vivir tienen que matar.
Déjame en el monte, déjame en el risco,
déjame existir en mi libertad.
Vete a tu convento, hermano Francisco,
y sigue el camino y tu santidad."
El santo de Asís no le dijo nada.
Y le miró con una profunda mirada.
B) Prosa poética.
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