domingo, 17 de mayo de 2009

IKIRU (VIVIR)


VIVIR (La vida es corta).---------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Siempre adelante
Sigue de frente
No mires para atrás
Siente la risa
No tengas prisa
No puede ser peor

(Tonino Carotone)

Luego de treinta años de servicio, justo antes de recibir el sello que lo califica como elemento pasivo a efectos laborales, nuestro héroe recibe la mala nueva de que- es cáncer- no le queda mucho tiempo, ni este va a resultar placentero. Y , tan apresuradamente como las nuevas condiciones exigen, se pone a pensar en toda esa vida anterior, absolutamente estéril, absolutamente vacía de cualquier atisbo de interés por haberla vivido. Repasa sus objetivos básicos como ser humano, los mínimos morales, con su empresa, con su familia, y su resultado. Y el balance le resulta desalentador. Motivado por la inercia, los logros no son otra cosa que el reflejo del paupérrimo estimulo que lo ha empujado hasta ese lugar en el tiempo. Hasta el momento en el que la factura se presenta con la urgencia de saber el dia y la hora. O casi.
Aquí, aparentemente estoy destripando la historia, amargando el placer del espectador futuro, al que realmente quiero invitar, coaccionar más bien, a que con la misma premura del protagonista se disponga a contemplar esta pelicula. Ikiru de Kurosawa.
Mi debate oscila entre el interés por mantener virginal la pagina en blanco que el espectador lleva a la butaca, y que ira rellenando con su propia caligrafía, con el poso cultural y sentimental de que disponga, para lograr una comunión personal con la obra maestra de aquel que solo nos ofrece el borrador de unas siluetas que, poco a poco, iremos completando y coloreando. Así es y así debe ser, y no otra cosa es el arte.
Pero, ante esta máxima moral- no me cuentes el final- surgen las bajas pasiones, el instinto irrefrenable del que esto escribe. Haciendo constar que el esfuerzo de ver una pelicula en una copia en gris y en negro, o sea sin restaurar, de antes, de mucho antes de que yo naciera- y esa distancia es mas o menos la que separa a Watanabe del mundo este de aquí- durante casi tres horas y con unos subtítulos traducidos automáticamente del japonés al español-argentino- que es un idioma, al parecer- y que han supuesto tras cada párrafo la necesidad usar el traductor , el interprete mental que todos llevamos en el chip de fabrica, y que ha ido forzando la historia bajo el vaivén , del balanceo entre el que es lo que ha dicho, que es lo que habrá querido decir, y que es lo que yo he entendido. Y si después de todo ese esfuerzo, tras el que he quedado absolutamente anonadado, maravillado de que exista un arte al que llaman cine, y enamorado de ese personaje entrañable que es el de todos nosotros, comprenderán que si me enterado de lo que ocurría, si la historia me ha llegado tan adentro, no me voy a andar ahora con los remilgos de no contarles de que va la pelicula, no vaya a ser que…
Además que las primeras líneas de la narración ya dicen lo que estoy contando, no voy a desvelar nada importante, es solo la constatación de la necesidad de no molestar, de no privar a nadie del placer que le pertenece cuando abre un libro, del primun non nocere hipocrático, de guardar esa actitud de nadar y guardar la ropa que nos evita tantas complicaciones como nos priva de tantas otras ocasiones de vivir la vida plenamente.
Y de eso trata el tema, del revulsivo que puede cambiar una actitud anodina en otra creativa, creadora de situaciones, de hechos beneficiosos para los que nos rodean que, al fin y al cabo es el haber que a todos nos gustaría tener en el balance final.
Claro que si les digo que el leif motif, el leit motive operístico, el motivo vital del protagonista es un sombrero nuevo durante la primera parte y un conejo de peluche- un conejo de cuerda- en la segunda, tampoco les estoy arruinando nada.
Es mucho mas profundo el asunto, de lo que uno puede llegar a asumir después de llevar un par de días dándole vueltas a la historia. Es la necesaria búsqueda de ese pequeño destello, de ese afán invisible que, después de haber sido contagiados por el personaje, envuelve todos y cada unos de nuestros actos dotándolos de una finalidad, de una utilidad, hasta ese instante ignorada. Es algo tan simple y tan complejo como es la diferencia entre vivir y estar vivos.

La segunda consideración- menor- es la situación lamentable en que un brillante de esa pureza- el tamaño no importa- queda oscurecido por el polvo de las filmotecas y el olvido de la industria. Aunque es de esperar que su restauración no tarde demasiado, al igual que las cadenas culturales de televisión- verbi gratia TVE, ahora que va a prescindir de publicidad y dedicarse a la formación cultural de un pais sediento, no dudará en reponer películas como esta en ciclos de clásicos con los que nos van a obsequiar una noche si y otra también. Salvo….salvo que renuncien a la publicidad pero no a la propaganda, -me estoy temiendo- y tengamos que seguir buscando estas perlas negras en la WWW. - se me acaba de ocurrir que en realidad significa Wonder Women´s World, y no otra cosa-. Y por cierto, qué maravillosamente tratada queda la mujer, en lo bueno y en lo malo, en Ikiru. Pasen y vean.
Sucede que siempre encuentro mas cosas de las que iba buscando, incluso de las que me ofrecen en la pantalla. Así vuelvo a comparar la del drama individual del funcionario protagonista, con el colectivo de cualquier epoca, de cualquier pais, y veo una sociedad, la de ahora, la de aquí, esperando ese revulsivo que hace bullir la cólera del español sentado, la de aquel que espera y por tanto desespera, y lo hace reaccionar de una forma tan molesta como previsible. Me queda el consuelo de que esta “La cólera del español sentado” es de Lope y además es una comedia. Mas vale así.---------------------------------------------------------------------------------------------------

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