sábado, 2 de mayo de 2009

MIRANDO PARA OTRO LADO


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“Hola, hidalgos y escuderos
de mi alcurnia y mi blasón,
mirad, como bien nacidos,
de mi sangre y casa en pro.”


MIRANDO PARA OTRO LADO

Por lo visto es uno de esos pequeños detalles, uno de los matices, como el de apretar la mano con fláccida disposición, o el de adoptar la evidente actitud del actor aficionado al que instantáneamente se le nota la impostura. Un signo que a los detectives jamás pasa desapercibido cuando intentan discernir si alguien miente.
Esto, como podrán suponer, pertenece a la ficción. De hecho jamás he visto, nunca he conocido a un detective fuera de la pantalla o de las paginas de las novelas de ídem. Por tanto, no sería de extrañar que el hecho de que tu interlocutor mire para otro lado no signifique otra cosa que una mera distracción hacia tu aburrida plática, una manifestación de desinterés hacia tus argumentos, o un absoluto despreció hacia las preguntas que le planteas. Nada en suma, que indique intencionalidad alguna en alguien que, simplemente, intenta ausentarse físicamente del lugar y de la cuestión ineludible, que tiene enfrente.
El que el interrogatorio lo realice, algo tan alejado de la fantasía como un inexistente investigador privado, o algo tan cercano a la realidad cotidiana, como la propia necesidad de los medios básicos para la subsistencia durante el día de pasado mañana, no cambia en absoluto el desarrollo de la acción.
Podría dejar estupefacto al interlocutor, semejante dejación a la hora de elaborar una defensa razonable ante semejante acusación- y la inevitable condena sin juicio previo- pero siendo, además, el personaje que enumera las preguntas, quien investiga la sinceridad del sospechoso, alguien sin una identidad física – persona física ponen en la declaración fiscal, para diferenciar de las personas del otro tipo. ya saben- y que actúa como tal, no existe lugar alguno para la estupefacción. Tan solo la propia constatación para el interfecto sobre su absentismo cognoscitivo. Vamos que sigue en Babia, algo que, despues de una larga temporada en Jauja, parece de lo mas normal.
Esta situación, es solo un reflejo de una realidad, cada vez mas cercana, ante la que el sujeto de la apatia, que representa a, que es, un país entero, no tiene otra respuesta que el desden, la negativa.
Y es que la pluralidad, la categoría de colectivo, cambia radicalmente la valoración del color de la sospecha. Ya no se trata del elemento aislado, del explorador perdido que puede hacerlo sospechoso de ser la vanguardia de la invasión inminente, o de ser el resultado positivo de un trabajo de investigación, que por su condición de único y experimental deberá someterse a otro nivel de pruebas para comprobar su fiabilidad. Ni siquiera se trata de un grupo numeroso al que, inevitablemente, hay que prestar más atención. Es la comunidad a la que perteneces. Toda la comunidad. Quien manifiesta de forma unánime la postura, el gesto de mirar hacia otro lado. Evitando los ojos implacables frente a ellos, la verdad, la certeza de una realidad harto incomoda, pero absolutamente ineludible.

Yo, ante situaciones así, no me ando por las ramas. Y si se fijan bien, o mal es lo mismo, sobre la imagen inicial, podrán deducir que en poco tiempo, en muy poco tiempo, esas cuatro pobres ¿? criaturas van a sufrir un extraordinario dolor de ojos. La fatiga del músculo recto superior de la órbita, va a generar una sensación dolorosa que probablemente se extienda en sentido centrifugo hasta ocasionar una cefalea intolerable primero, y después, al alcanzar la parte inferior del tronco, justo al lado de la inevitable bifurcación, un mal torturante al que el pueblo, muy sabia y apropiadamente en esta ocasión, llama un dolor de cojones.
Claro que en la ficción, otra vez, fueron solo unos segundos.

-Chicos ya vale. !La foto OK!-
Y pudieron continuar con su tarea de componer temas inmortales en los escasos tiempos libres que les dejaban sus fanáticas seguidoras ( Puse en un principio seguidoras/es, pero al parecer, solo gustaban de las chicas. Otros tiempos) y el humo cegador de las especias combustibles que tan de moda estaban entonces.
El susodicho dolor de las partes -innobles, segun la curia- suele provocar un irritable estado de ánimo que, no pocas veces, desemboca en violencia. No parece una actitud muy higienica, su provocación. Pero seguimos insistiendo.
Aquí, ante la nula colaboración de la presunta victima, el Holmes que todos llevamos dentro- igual que el Quijote que también portamos. Sin menospreciar a nadie- es donde inicia el proceso de deducción detectivesca. Que es mas de indagación hacia delante, la que aprendimos en las otras novelas, las de ficción científica, si es que así pueden llamarse a obras como "Las Crónicas marcianas” de Bradbury, donde aprenderíamos que aquello mas lejano es lo que tenemos mas cerca y que los asuntos mas ajenos, mas extraños, mas marcianos, no son, no serán nada mas que el reflejo de los nuestros. Pero claro aquí habla el poeta y, este también, es sospechoso de rarito, de extraño, de poco representativo para el resto de inmortales, de los de aquí mismo.

Esta deducción no nos lleva mucho mas lejos créanme. Siempre, enseguida, aparece un cartel. Descubrimos maravillados algo que ya estaba ahí desde mucho antes, un letrero con letras enormes, muy fáciles de leer, que nos dice, que nos lleva diciendo desde hace mucho tiempo, aquello que no estamos dispuestos a reconocer.

-Papá. ¿Queda algún marciano en Marte?- Preguntaba el chico del ultimo colono espacial, mientras sentados al borde del lago esperaban el ocaso.
- Si hijo. Los estas viendo reflejados en el agua –


P.D. Los versos iniciales son de un clásico de nuestras letras que firmaba con el seudónimo de Duque de Rivas. Hoy no hay blogs de aristócratas. Lástima. Sería otro excelente motivo para buscar culpables, y quizás soluciones, a los problemas que nos acucian.
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