sábado, 20 de junio de 2009

HAY QUE MOJARSE. HACE CALOR II.-


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TRAEDME LOS HECHOS, QUE YO OS DARÉ LAS RAZONES.-

Parece ser que, desgraciadamente para los irreductibles defensores del celibato militante, siguen existiendo hombres y mujeres, dos sexos diferentes, a pesar de siglos y siglos de anatema cuando, ya digo, solo debería haber lugar para uno, el suyo. Y el resto, pecado. En eso las cosas han cambiado poco, solo que ahora están un poco mas comedidos a la hora de imponer normas morales al respecto y han encontrado un filón mucho mas de moda “a la derniere” con un tema , el aborto, mas antiguo que ellos, que no que la humanidad. Y eso que con el photoshop podrían hacer maravillas para que las imágenes aparentasen ser lo mas conveniente para su causa, y además, para los espectadores seria una autentica liberación el no darnos cuenta de que lo que vemos no es real, cosa a la que por lo demás ya nos tienen habituados los del club rival.
Por otra parte, la realidad en el aspecto visual y hasta tangible de la piel ajena, queda tan desvirtuada por el exceso de cirugía plástica, que ya tampoco tiene sentido intentar matizar la diferencia entre la verdad y la realidad. Tema para los filósofos, quizás.
La ruptura de la barrera censoril, y no solo de la religiosa, se ha encontrado potenciada por la universalización de los contenidos, por un mundo – el 1er mundo, los otros, ya sabe el lector que no existen- en el que la circulación de imagen y pensamiento es libre, instantánea y , lo mas asombroso, gratuita.
Resulta, por tanto, absolutamente ineficaz, el prohibir o el manipular una imagen, un libro o una película. El libre acceso a cualquiera de ellos lo hace imposible. Aunque la necesidad del estado o de la congregación (son lo mismo, insisto) de proteger, de dirigir, el alma de los súbditos, es hoy igual que ayer, y es esta es la que le obliga a seguir haciendolo, es el por qué y el para qué , es la justificación de pintar sobre una pintura. Y afortunadamente tienen para lograr sus fines un aliado imprescindible en la ignorancia colectiva. Si antes ignorábamos que existía otro pecado mayor que el de la mujer en bikini, teníamos que conformarnos con el venial, el dos piezas, que también lo era, por ignorantes.
Ahora, respecto a entonces, la base cultural y el desarrollo intelectual de las masas a la que llaman sociedad no es muy diferente, a pesar de lo que pueda simular la propaganda positiva del progreso universal. Una sociedad inculta es una sociedad inmadura y por tanto maleable, que creo significa moldeable y que no tiene nada que ver con el mal, pero visto el resultado, no se si han conseguido ambas cosas, ellos.
Para lograr sus fines, los mismos de siempre , tan solo ha sido necesario introducir un pequeño complemento, a modo de señuelo, en el mensaje.
Queridos hermanos:
-Vosotros fijaos en el ¿Por qué? Y el ¿Para que? de la imagen, que yo me encargaré de que os olvidéis de esta, que la creáis a pies juntillas, y que sigáis entretenidos pensando en las improbables intenciones ajenas.”


Así las armas de destrucción masiva son atesoradas por el eje del mal “para” destruirnos y, por tanto, está más que justificada nuestra actuación en el escenario de la muerte. Así “porque” el calentamiento global va a acabar con la vida en la tierra, y “para que” esto no suceda, vamos a embarcar a los bolsillos de nuestros prestamistas –benditos ellos- en la aventura inagotable de la energía renovable y de las centrales nucleares (son lo mismo, insisto, solo un buen negocio), para que el día de mañana, al paso que vamos, la energía sea tan innecesaria para un país en quiebra como lo son su mayor riqueza de los últimos quince años, tres millones de viviendas vacías.
El juez Bean solo quería saber de los hechos. De las razones que pudieron motivarlos, o de la estulticia de los que los cometieron nunca quiso saber nada. El tiempo, en todo caso, pondría las cosas en su sitio. El prefería la soga, aunque los guardianes de nuestro espíritu han sido más de la hoguera. Para gustos los colores.


El hecho, los hechos que no dejan de apremiar con su insistencia es que entonces y ahora, seguimos entrando al capote con la facilidad y sumisión del pueblo al que solo le mueve el engaño del primer nivel, y al que desgraciadamente, su nivel educativo y cultural (siempre son la misma cosa) no le va a permitir otra cosa. Para beneficio de los de siempre, beneficio de los huérfanos y de los pobres de la caridad, del Cotolengo de Doña Eduviges. Según cantaba Moncho Alpuente.
Lo cierto y verdad es que, de momento, no tiene sentido mirar hacia un lado u otro, ya que el electrograma moral y estético – son la misma cosa- es universal e igual para todos. Caca, culo, pedo y pis.



P.D. - Recuerdo la escena en que el protagonista de Ikiru asiste a un striptease (del inglés strip+tease, baile sensual), guiado por su mefistofélico amigo, cuando todo lo que vemos es el rostro asombrado del actor y el sorprendente respingo hacia atrás, acompañado de un grito, de un susto, indescriptible, en el momento crucial. Eso es cine, eso es arte.
Lo comparo con las escenas gratuitas donde "el origen del mundo” (Gustave Courbet) es mostrado antes, durante y después de cada puerta que se abre o del mutis del más insignificante de los personajes, y no lo entiendo. O bien progreso no signifique necesariamente que vayamos en la dirección correcta, tan solo que vamos hacia donde vaya dios a saber. O bien voy a tener que reconocer el renacer del peor de los desviacionismos en la evolución del sacrosanto sentimiento político-religioso (son la misma cosa, creanme) y empezar a sentir nostalgia, a añorar a mis queridos censores eclesiásticos. Cualquier cosa antes que mas caca, mas culo, mas pedo, mas pis.

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