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2.- Los funerales de Castro.
Vicente Botín. Ed. Ariel 2009.
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Aquí lo mejor seria cogérsela uno con papel de fumar, pensar en la corrección política que exigen los dos bandos, y por tanto, mirar, como siempre, para otro lado.
Pero ello no es posible. No puede serlo.
Después de cincuenta años de revolución pendiente, y el termino lo mamé de pequeñito y me temo que me sobrevivirá como tantos otros mantras absurdos, no puedo menos que recordar a Nietzsche: ”Quien vive de combatir a su enemigo no tiene ningún interés en acabar con él”, y la lástima es no poder comprobar que realmente lo dijo D.Federico, pero así somos los loros humanoides, repetimos por igual las ideas geniales que las triviales, aunque el autor este, parece que se limita a las segundas.
De las que le atribuye a Fidel me quedo con aquella de: “Después de cincuenta años no pueden acusarnos de comunistas, o de capitalistas, sino de todo lo contrario”.
Y es el mismo asunto del libro anterior, aunque queramos ignorarlo, y aunque Vicente Botín, dizque corresponsal de RTVE, ahora “corporación”, antes “la casa”, ya lo denuncie en los primeros capítulos, el desinterés de los de siempre por ayudar a un país, y a unos paisanos, que lo están pasando francamente mal. Y el recurrir a la sabrosura del trópico, al recuerdo de los mambises, o la esquizofrenia de la política del gran hermano, para no decir, no contar nada que no sepamos desde long time ago....
Aquí lo mejor seria cogérsela uno con papel de fumar, pensar en la corrección política que exigen los dos bandos, y por tanto, mirar, como siempre, para otro lado.
Pero ello no es posible. No puede serlo.
Después de cincuenta años de revolución pendiente, y el termino lo mamé de pequeñito y me temo que me sobrevivirá como tantos otros mantras absurdos, no puedo menos que recordar a Nietzsche: ”Quien vive de combatir a su enemigo no tiene ningún interés en acabar con él”, y la lástima es no poder comprobar que realmente lo dijo D.Federico, pero así somos los loros humanoides, repetimos por igual las ideas geniales que las triviales, aunque el autor este, parece que se limita a las segundas.
De las que le atribuye a Fidel me quedo con aquella de: “Después de cincuenta años no pueden acusarnos de comunistas, o de capitalistas, sino de todo lo contrario”.
Y es el mismo asunto del libro anterior, aunque queramos ignorarlo, y aunque Vicente Botín, dizque corresponsal de RTVE, ahora “corporación”, antes “la casa”, ya lo denuncie en los primeros capítulos, el desinterés de los de siempre por ayudar a un país, y a unos paisanos, que lo están pasando francamente mal. Y el recurrir a la sabrosura del trópico, al recuerdo de los mambises, o la esquizofrenia de la política del gran hermano, para no decir, no contar nada que no sepamos desde long time ago....
Quizás por ello se centre en el relato iterativo de la gracia y el saborrr que tienen los cubanos al hacer prevalecer el sentido del humor, acompañado de innumerables estrofas de boleros o chachachás, como antídoto de sus problemas reales.
Panfletario y tendencioso desde la primera página, desde el primer pie de foto, intentando resaltar el sentido de una imagen que no necesita palabras.
Si lo he leído hasta el final, ha sido por el terror que me han causado todos esos lugares, esos personajes, y esos sucesos comunes con tantos países imaginarios lejanos y diferentes al nuestro, en el que resultaría imposible siquiera pensar que algo así pudiese suceder.¿?
Comprobando horrorizado los paralelismos y las reiteraciones de la historia que no se cansa de machacarnos.
Quizás habría que eliminar esa asignatura, esa disciplina, la Historia, como en ciertas novelitas de ficción científica, para ahorrarnos la certeza de saber lo tontos que somos.
Consejo de un crítico desinteresado, de los peores. No lo lean.
De comprarlo ya ni les digo.
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Panfletario y tendencioso desde la primera página, desde el primer pie de foto, intentando resaltar el sentido de una imagen que no necesita palabras.
Si lo he leído hasta el final, ha sido por el terror que me han causado todos esos lugares, esos personajes, y esos sucesos comunes con tantos países imaginarios lejanos y diferentes al nuestro, en el que resultaría imposible siquiera pensar que algo así pudiese suceder.¿?
Comprobando horrorizado los paralelismos y las reiteraciones de la historia que no se cansa de machacarnos.
Quizás habría que eliminar esa asignatura, esa disciplina, la Historia, como en ciertas novelitas de ficción científica, para ahorrarnos la certeza de saber lo tontos que somos.
Consejo de un crítico desinteresado, de los peores. No lo lean.
De comprarlo ya ni les digo.
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