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Reivindicar la libertad. (Ganas me dan).-
Esta es una imagen, un icono de la protesta, de la subversión frente al orden, al poder que impide oir, ver y hablar. Al menos de aquellas cosas inconvenientes para el sistema, siendo prohibida su difusión por cualquier medio de comunicación interpersonal. Los sentidos no podian quedar excluidos frente al gran castrador.
Era, es, en pasado, cuando la dictadura. Esa o aquella. No importa cual.
Olvidamos el muñeco en el cajón de las cosas inútiles, de los trastos inservibles, y lo que es peor, olvidamos su significado. El de la metáfora, encarnada en los simios agradecidos sobre los que podemos cometer todo tipo de tropelías sin el temor de que luego, años después nos las hagan pagar con alguna ley correctora por los excesos cometidos sobre este eslabón familiar.(Chagall lo interpreta a su modo, bastante más cercano y actual. La mujer sigue cargando con ciertos estigmas intemporales).
Por supuesto que las leyes a este respecto, el de pagar deudas pendientes siempre tienen un enunciado. Nada metafórico por cierto.
Nos obligan a pagar a nosotros por los errores, cuando no los crímenes, que hicieron otros, que suelen estar bastante mas cercanos a vosotros, a ustedes, a los que elaboran las leyes, que a los que cargamos con el pecado de Adán (Eva era una santa, y tambien una victima, igual que ahora), y cargaremos con la deuda pública que ustedes vosotros queráis emitir , seguir emitiendo – otra broma macabra, llamar emisión a recoger un dinero que luego va a pagar un tercero- y seguiremos cargando con toda la culpa, el pecado y la responsabilidad de los anteriores regentes de la cosa.
Desde la expulsión de los judíos, de los moriscos, desde los trescientos años de esclavitud del continente africano, hasta el holocausto o cualquier otro crimen apócrifo que la historia, y solo ella pobrecita, haya cometido sobre el genero humano o sus ancestros.
Preferiblemente, cuando las victimas se agrupen en cifras con muchos ceros a la derecha, cuanto mas millones mejor.
A más victimas mayor culpabilidad nuestra. Solo nos queda arrepentirnos una vez más de vuestros pecados, como invitan los curas de Forges, pagar y callar.
Porque de ello es de lo que quiero hablar.
De aquello que vuelven a decirme los muñecos, las figuras de guiñol a las que atribuiamos nuestras carencias pretéritas. ¿Pasadas?
No ver. Y PUEDO VERLO TODO.
Todo lo que me enseñan y solo eso. Con mil y un velos delante, con centenares de historias que la infatigable Sherezade de turno se inventa para aplazar, para alejar, para ocultar la verdad. Y estoy hablando de la pantalla plana y de sus guionistas, tan libres para contar la verdad como para dejar de hacerlo, dejar de ser guionistas se entiende. Y si quiero mirar, si quiero ver en la lectura las ideas que abrirán la ventana a la luz del conocimiento, no tengo más que comprobar las listas de los libros mas vendidos, ficción, ensayo o “de bolsillo”, que ha sustituido al epígrafe “poesía”. Miro y remiro que no hay nada prohibido, que el Index prohibitorum ya no existe y sin embargo, gran paradoja. Sarcasmo cruel. Todos me están vedados y proscritos. No puedo, no podría leer dos páginas de la mayoria, sin correr el riesgo de un reingreso urgente al frenopático, al cotolengo (1).
Por más que intento buscar entre la nada y el vacío, no encuentro otra cosa que detritus más o menos predigeridos. Y si nos alimentamos de esa basura no pretendamos luego tener un aspecto de sociedad saludable. Ello no es posible.
No oír, no escuchar. Y NADIE ME LO IMPIDE.
Solo que, por mas que lo intento, pilas nuevas en el transistor incluidas, no logro entender nada.
Quizás nadie tenga nada que decir. Quizás los “portavoces” ya lo digan todo. Al menos todo aquello que estamos capacitados para escuchar sin someter a grave peligro nuestra integridad mental, o la placida y feliz estancia de ellos, nuestros derechohabientes dirigentes, tan escasamente diligentes para todo lo que no sea su propio bienestar.
Muda la señal de las antenas analógicas. Periclitadas en el recuerdo las panfletarias emisiones, proscritas las pobres, en onda corta, volvemos a las andanadas de la radio única, por más que digitalmente la dividan en doscientas lonchas de la misma butifarra.
Información fidedigna, veraz y contumaz, después de skipear (mas bonito que zapear, aunque la misma tontería) nueve de cada diez canales con emisión exclusivamente deportiva, encuentro un resto patético en el que siguen vendiendo el anatema: Antiunos o antiotros, en un tono de mediocridad insultante, doblemente insultante porque aparte de insultarse unos a otros, lo están haciendo a la inteligencia de los oyentes. (Sordos).
No hablar, no abrir la boca salvo en la mesa, ante el plato del escuálido maná, vestido celestialmente por los dioses de la nueva cocina, y teniendo toda la libertad del mundo para expresar mis ideas, resulta que no tengo quien me escuche. PUEDO HABLAR EN VOZ ALTA, sin ningún límite que no sea el sacrosanto del respeto a los demás, tanto a los que me escuchan como a los referidos en el discurso.
Y otra vez surge el matiz que los sabios establecen para separar la realidad, de la verdad, las circunstancias que rodean a esa realidad. Habla todo lo que quieras que nadie te va escuchar. Solo tienes que ver cuantos son los que escuchan, leen, miran, y lo que están recibiendo, pasiva y voluntariamente. Habla todo lo que quieras, grita si te parece, pero hazlo frente al espejo ¿El blog?, porque solo tu vas a escucharlo.
Me sorprende la sabiduría milenaria de los tres muñecos. Totalmente vigente su mensaje fuera de las dictaduras, de los regimenes totalitarios, y de cualquier sociedad sospechosa de manipulación en su forma más discreta. Autismo impuesto y tan vigente hoy como el primer dia del tiempo del ayer.
Quizás falte un cuarto elemento, pienso, un mono amputado del conjunto que representaba el complemento perfecto, el mensaje final e indiscutible, el que suscita la idea sublime de “No pensar”, con la que se cerrarían de verdad las puertas que dejaron entreabiertas las otras tres. Porque podremos ver, oír o hablar, con mayor o menor limitación impuesta por los otros o por nosotros mismos, pero si no pensamos, si no queremos pensar..
Entonces nada tiene sentido.
(1) Cotolengo: Institución donde se interna a enfermos mentales o niños deficientes. (WordReference).
Aprecio que el/los diccionarios siguen usando el tiempo presente en la definición. De donde deduzco su actual existencia. Centenares de ellos desde que, hace ciento ochenta años, José Benito Cottolengo, fundase el primero como Piccola Casa della Divina Providenza.
Tema aparte es la sucesiva y persistente negativa a conceder la santidad al fundador, bajo el pretexto de que era un “muy gran fumador”. (Y solo refiero lo que documenta Claudio Magris, en su “Microcosmos”).
En todo caso, ya me conocéis, yo esto, solo lo usaría como argumento, otro mas, en contra de tan funesto hábito.
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jueves, 7 de octubre de 2010
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