Não há multibanco
Me pilló en Lisboa, hace quince días, la
aprobación parlamentaria de los presupuestos para 2015. Los primeros en los que
la institutriz europea permite a los niños malcriados sus primeros paseos por
la calle, después de varios años recluidos para evitar que continuasen haciéndose
daño, a palos y pedradas. Y, dado que en Portugal, solo en el pavimento,
calculo que deben existir unos quinientos proyectiles pétreos per cápita
–granito de primera- no parece una actitud exagerada la de suspender
temporalmente la autonomia financiera de los vecinos.
Los titulares, las declaraciones de
ministros y directores generales, así como la de los periodistas expertos de la
televisión portuguesa, incluso la de los
miembros de las tertulias especializadas –tertulias de un solo
componente, idea genial- no dejaba lugar a dudas sobre la previsiones y
pretensiones del gobierno. Previsión de ingresos imposibles de satisfacer y
simultaneo incremento en los gastos a cuenta de lo anterior. Incluso llegan a
desafiar las recomendaciones europeas de no superar el déficit del 2,5%, y los
muy osados se atreven a embarcarse en uno del 2,7%. Nada menos que un 0,2%
superior al tope.
Me resultaba familiar la parafernalia de
datos encadenados con unos lazos de papel que se deshacen con el rocío
matutino. Todo tan falso, tan insistentemente repetido ante nuestros oídos,
como la pretensión de los responsables políticos sobre la estupidez de un país
entero, el suyo o el nuestro, que resulta incapaz según ellos de manejar la
regla de tres.
Al parecer van a bajar el IVA, del
veintimucho al ventipoco, siempre y cuando aumente la recaudación del IRPF.
Tambien van a eliminar la sobrecarga del IRPF, 5 o más por ciento, siempre y
cuando se incremente la recaudación del IVA. Algo análogo van a hacer con las
pensiones y con el salario de los empleados públicos, radiantes todos de
contentos.
Me viene a la memoria el poema de Gabriel
y Galán, coetáneo y vecino de Pessoa, en el que el padre encarga al hijo,
estudiante en la ciudad, el calculo de los litros de aceite que tocan a la
familia en el reparto del olivar del abuelo, y el asombro ante la formula
algebraica que el chico le entrega en un papel.
- Dos pi erre. Anda, ve haciendo la sopa
con esto- musita abatido a su mujer, ante la impotencia del que descubre el
drama que el progreso aporta a los recursos familiares, a la supervivencia, al
fin y al cabo.
Me daba lástima contemplar el espectáculo,
y rabia ante la incapacidad de los espectadores para cualquier tipo de
respuesta. Y por supuesto que estaba viendo, y viviendo, nuestro drama en esa
representación lisboeta.
La misma fantasía de los políticos de
aquí al afirmar con tanta insistencia que la crisis y el paro han capitulado
ante sus meritos de gestores alfa, de magos que no han necesitado cuidados ni
consejos de la institutriz, la Señorita
Rotenmeyer ( Heidi), y que guardan cuidadosamente en su
bolsillo el salvoconducto que , presumiblemente, impedirá que la benemérita los
encierre directamente en el furgón celular a la salida del gabinete.
Un teatro, un sainete, como denunciaba
uno de los beneficiarios de la tarjeta que el hada buena había concedido a los
señores de Bankia – de momento solo de Bankia, hasta el siguiente episodio a
cargo de Arniches o de los Álvarez Quintero- una obra mitad sarcástica mitad
melodramática que sigue repitiendo argumento con gran éxito de público.
Y es de tarjetas de lo que quería
escribir realmente, concretamente de la Multibanco, cuya breve y brillantísima existencia
he descubierto, gracias al cartel artesanal que figuraba en todos los
escaparates, restaurantes, bares y negocios portugueses, aunque donde más dolió
fue en las pastelarías, que al fin y al cabo no solo de disgustos vive el
hombre y, Pessoa y un servidor siempre hemos sido muy golosos.
Não há multibanco (No aceptamos la tarjeta).
Resulta no menos fantástica la trampa
bancaria de aquí, por la que los guardianes de nuestro dinero han conseguido
ser titulares y depositarios de la hipoteca de todo el país, al que han
endeudado ellos mismos hasta unos niveles que en la Alemania y en la Norteamérica de de
los años treinta, fue imposible eliminar sin la ayuda de una guerra mundial que
se llevó por delante a cien, doscientos millones de personas, perdón, de
victimas, que eso ya no duele tanto.
Esos bancos hermanos, en nuestro país
vecino consiguieron ser tambien la envidia de Occidente, exportando su genial invento a medio mundo, hasta volver a
la realidad de hoy, donde solo el dinero en el bolsillo, el vil metálico,
permite que se ahorren los intermediarios, entre ellos el fisco y los
impuestos, y reconocer que no hay nada
como el dinero negro, para un asunto tan serio como es el de la propia
supervivencia.
Y si es preciso, al carajo con la
justicia social o con la democracia, que todo vale en la mesa del pobre.
Duro es el camino de regreso, el retorno
de las horas felices pasadas por el niño en la feria.
Pequeño resumen, precuela según palabro
incorporado al DRAE, de los hechos consuetudinarios que hoy acontecen en la rua
portuguesa:
“Modelo de éxito” (De ABC).
Las facilidades que los bancos portugueses ofrecen a través de medios de pago electrónico causan envidia en muchos otros países y esta red es considerada una de las más sofisticadas y completas del mundo. Vincula a los cajeros automáticos de 27 bancos en Portugal, por un total de 11.208 máquinas a partir de octubre de 2006.
Hoy en día, 60 funciones
diferentes son posibles en la red Multibanco
De 2001 a 2005, el número medio de transacciones por año es superior a 630 millones.
De 2001 a 2005, el número medio de transacciones por año es superior a 630 millones.
Multibanco en sí mismo no sólo abarca los cajeros automáticos. Cuenta con una red de puntos
de venta en toda regla llamada
Multibanco Pago Automático, y es también un proveedor de servicios
de telefonía y de Internet
de banca móvil a
través de los servicios de TeleMultibanco
y MBNet respectivamente.
También es el proveedor del servicio de pago de peaje automatizado Vía Verde. Un sistema del que circulan más de 19 millones de tarjetas,
es decir, casi dos por habitante.
Cinco
años después:
“Não há
multibanco”
P.D.- (Creo que no necesita traducción).
Lá em 2011 Álvaro Santos Pereira terminou
a exposição das medidas de intervenção na economia nacional, e foi Vítor Gaspar
e disse-lhe: "Não há dinheiro." Santos Pereira insistiu e Gaspar
rematou:
"Qual das três palavras é que não
percebe?"
------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------