La humanidad y sus momentos estelares, según
Stefan Zweig.-
Este es como una de esas nieblas persistentes
que te inhiben de salir innecesariamente a la calle, pero que, hasta que no las
atraviesas no desvaneces tu ignorancia sobre lo que sucede al otro lado, de la
niebla y de la calle.
Lo he regalado varias veces. Intuyendo que era
la mejor manera de invitar a un adolescente, a un lector alevin, a conocer a
un autor clásico, y hacerlo a través de una obra que durante muchos años era
considerada el paradigma de la cultura universal, de cualquier biblioteca
domestica, es decir modesta.
Una edición bien presentada, y mejor
traducida, apta para regalar, y hasta ahora, ausente de las lecturas propias. O
eso creía yo.
Hace poco mas de un mes, escribía sobre “Rueda
de Espejos”, el libro-manual con que nos iniciaron a las lecturas escolares, y
ahora me lo encuentro aquí, en su versión original. La idea, la forma, el
género, y hasta el contenido, salvo en los localismos que el autor extremeño
siembra en su libro, por aquello de atraer al joven lector con asuntos
cercanos.
Stefan Zweig, de quien ahora nos veremos
obligados a leer su biografía de Fouché, la definitiva, amplía el abanico de
miradas a la historia, y sobre todo a personajes de la humanidad entera, al menos
hasta una época inmediatamente anterior a su muerte, desgraciada y en el exilio, como
parece ser la tónica de muchos grandes del oficio, y nos descubre, o nos
recuerda ciertos pasajes secundarios de
la vida de Cicerón, del capitán Scott, de los últimos dias de la Constantinopla
cristiana, o del general napoleónico cuya incapacidad en el mando, según el
autor, fue la autentica responsable de la derrota final en Waterloo.
Lecturas juveniles, que se repiten con gusto y
fruición cuando la juventud va quedando en el otro extremo de la espiral, y que
afortunadamente no me ponen en en evidencia, la de haberme equivocado repetidas
veces, al regalar un libro sin haberlo leído previamente.
También este verano ha caido en mis manos,
estaba ciertamente en el mismo estante, Amok, selección de cuentos que parecen
una extensión natural de la divulgación históríca sobre los momentos estelares
de antes, y que no hacen sino confirmar que sus descripciones son tan
extraordinarias como su maestria al elegir situaciones y personajes atractivos
para los lectores, recreando ambientes lejanos y deleitando con su cuidadísima
prosa. Gracias a este relato he comprendido mejor aquella película: "La jungla en armas", o sea "The real glory" en la que ni Gary Cooper, ni David Niven son capaces de evitar la muerte de su superior, a manos de un terrible malayo poseido por el Amok. Ahora lo entiendo, aunque sea con una demora apabullante. Henry Hataway 1939. Y no me quejaré más de las traducciones de los títulos. "La última frontera" en otro país de habla hispana, o "La glorieuse aventure" en Francia. En todas partes hay poetas.
El problema con estos autores tan prolíficos,
es que cuando te aficionas a ellos, ya has hipotecado tu tiempo de lectura para una buena temporada.
Seguramente que Stefan Zweig sea un autor
sobrevalorado, al menos en el presente, aunque su ingente obra completa tenga mucho
de aprovechable e intemporal, biografías sobre todo, y que algunas de sus novelas
y cuentos continúen figurando entre los clásicos por algún tiempo, pero no
dejará de ser un reflejo de su época, de un estilo, retratista de ambientes con
personaje, que va quedando superado por otro mundo tan diferente que convierte
a algunos de sus escritos en auténticos pergaminos.
Vuelve
la mitología en su ayuda, el escritor convertido en personaje, la victima, la
huida del tirano como aconsejaba cierto autor moralista coetáneo de Maquiavelo,
y citado por Cabrera Infante en su “Mapa”, como única posibilidad para la
inteligencia, para la supervivencia del hombre libre.
Posiblemente, al menos media
docena, si no docena y media, de títulos de este autor, pueden y deben
descansar plácidamente en cualquier biblioteca que tenga una estantería para la
historia o para eso tan preciado y a la vez obsoleto que llamábamos
“cultura general”.
Del manuscrito de su despedida, - se suicidó
en 1942, tras ver a Europa “destruirse a si misma” - publicado por la Biblioteca Nacional
de Israel:
… "Prefiero, pues, poner fin a mi vida en
el momento apropiado, erguido, como un hombre cuyo trabajo cultural siempre ha
sido su felicidad más pura y su libertad personal. Su más preciada posesión en
esta tierra", “ Deseando a todos mis amigos que vivan para ver el amanecer
tras esta larga noche".
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