domingo, 23 de agosto de 2015

LIBROS, LIBROS... 6 ( STEFAN ZWEIG )




La humanidad y sus momentos estelares, según Stefan Zweig.-

Este es como una de esas nieblas persistentes que te inhiben de salir innecesariamente a la calle, pero que, hasta que no las atraviesas no desvaneces tu ignorancia sobre lo que sucede al otro lado, de la niebla y de la calle.
Lo he regalado varias veces. Intuyendo que era la mejor manera de invitar a un adolescente, a un lector alevin, a conocer a un autor clásico, y hacerlo a través de una obra que durante muchos años era considerada el paradigma de la cultura universal, de cualquier biblioteca domestica, es decir modesta.
Una edición bien presentada, y mejor traducida, apta para regalar, y hasta ahora, ausente de las lecturas propias. O eso creía yo.
Hace poco mas de un mes, escribía sobre “Rueda de Espejos”, el libro-manual con que nos iniciaron a las lecturas escolares, y ahora me lo encuentro aquí, en su versión original. La idea, la forma, el género, y hasta el contenido, salvo en los localismos que el autor extremeño siembra en su libro, por aquello de atraer al joven lector con asuntos cercanos.

Stefan Zweig, de quien ahora nos veremos obligados a leer su biografía de Fouché, la definitiva, amplía el abanico de miradas a la historia, y sobre todo a personajes de la humanidad entera, al menos hasta una época inmediatamente anterior a su muerte, desgraciada y en el exilio, como parece ser la tónica de muchos grandes del oficio, y nos descubre, o nos recuerda  ciertos pasajes secundarios de la vida de Cicerón, del capitán Scott, de los últimos dias de la Constantinopla cristiana, o del general napoleónico cuya incapacidad en el mando, según el autor, fue la autentica responsable de la derrota final en Waterloo.

Lecturas juveniles, que se repiten con gusto y fruición cuando la juventud va quedando en el otro extremo de la espiral, y que afortunadamente no me ponen en en evidencia, la de haberme equivocado repetidas veces, al regalar un libro sin haberlo leído previamente.

También este verano ha caido en mis manos, estaba ciertamente en el mismo estante, Amok, selección de cuentos que parecen una extensión natural de la divulgación históríca sobre los momentos estelares de antes, y que no hacen sino confirmar que sus descripciones son tan extraordinarias como su maestria al elegir situaciones y personajes atractivos para los lectores, recreando ambientes lejanos y deleitando con su cuidadísima prosa. Gracias a este relato he comprendido mejor aquella película: "La jungla en armas", o sea "The real glory" en la que ni Gary Cooper, ni David Niven son capaces de evitar la muerte de su superior, a manos de un terrible malayo poseido por el Amok. Ahora lo entiendo, aunque sea con una demora apabullante. Henry Hataway 1939. Y no me quejaré más de las traducciones de los títulos. "La última frontera" en otro país de habla hispana, o "La glorieuse aventure" en Francia. En todas partes hay poetas.

El problema con estos autores tan prolíficos, es que cuando te aficionas a ellos, ya has hipotecado tu tiempo de  lectura para una buena temporada.

Seguramente que Stefan Zweig sea un autor sobrevalorado, al menos en el presente, aunque su ingente obra completa tenga mucho de aprovechable e intemporal, biografías sobre todo, y que algunas de sus novelas y cuentos continúen figurando entre los clásicos por algún tiempo, pero no dejará de ser un reflejo de su época, de un estilo, retratista de ambientes con personaje, que va quedando superado por otro mundo tan diferente que convierte a algunos de sus escritos en auténticos pergaminos.

 Vuelve la mitología en su ayuda, el escritor convertido en personaje, la victima, la huida del tirano como aconsejaba cierto autor moralista coetáneo de Maquiavelo, y citado por Cabrera Infante en su “Mapa”, como única posibilidad para la inteligencia, para la supervivencia del hombre libre. 
Posiblemente, al menos media docena, si no docena y media, de títulos de este autor, pueden y deben descansar plácidamente en cualquier biblioteca que tenga una estantería para la historia o para eso tan preciado y a la vez obsoleto que llamábamos “cultura general”.

Del manuscrito de su despedida, - se suicidó en 1942, tras ver a Europa “destruirse a si misma” -  publicado por la Biblioteca Nacional de Israel:

"Prefiero, pues, poner fin a mi vida en el momento apropiado, erguido, como un hombre cuyo trabajo cultural siempre ha sido su felicidad más pura y su libertad personal. Su más preciada posesión en esta tierra", “ Deseando a todos mis amigos que vivan para ver el amanecer tras esta larga noche". 

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