jueves, 25 de enero de 2018
ALTERNATIVAS A LA SANIDAD PÚBLICA.- (90)
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
domingo, 21 de enero de 2018
!LLEGARON!... LAS IDEAS DE FERNANDO VALLEJO.-
Lecturas gozosas. Fernando Vallejo.
Lo usual suele ser pensar en el
destinatario y sus preferencias y elegir alguno, supuestamente de su
agrado.
Esto plantea una incógnita indecisoria
si quieres acertar, ya que nadie puede garantizarte dar en la diana.
La alternativa, compulsiva en mi caso,
es regalar los que a mi me gustan, para después comprobar con cierta
frecuencia que, quien abre el envoltorio, muestre habitualmente
sorpresa por lo extraño del autor o del asunto, sorpresa que no
quedaba descartada en la primera opción, por muchas vueltas que
dieses a los presuntos gustos del destinatario o al hecho, también
probable, de que por tu desconocimiento figure entre sus libros
leídos con anterioridad e incluso aparezcan en un lugar ostensible
de su estantería. Situación esta del asombro, menos probable cuando
elijo libros que ya he leído yo y que, incluso, figuran entre los
clásicos de la literatura.
Si al menos cometemos antes la
razonable amenaza de avisar con antelación sobre título o autor,
eliminamos el factor estupefaciente ante el contenido oculto, a la
vez que elevamos las posibilidades de dar en el clavo hasta cifras
cercanas al ciento por ciento. Puede parecer una heterodoxia social,
pero resulta eficaz con toda seguridad.
Este fue el caso, usando la tercera
vía, opción que sin excluir a las dos primeras, puede ayudar a
resolver el rompecabezas.
-¿Que te parece Vila Matas? - Me
preguntan desde una librería lejana, con intenciones harto
presumibles.
-!Pedante!- Respondo instintivamente,
ante el riesgo de leer más cosas de uno de esos autores que los
críticos, y sus editores interesados, encumbran y que a uno le
suelen provocar la sensación deprimente de ser engañado una y otra
vez. A veces es más acertado el huir de los suplementos literarios
de la prensa y dejarse guiar por el instinto o el azar.
-Entonces elegiré otra cosa- escucho,
aceptando las preferencias de quien, al fin y al cabo va a regalar
algo de su gusto.
Y así me cayó un autor desconocido
Fernando Vallejo, con una novela que no lo era, recogida en una
cubierta y un nombre divertidos: !Llegaron!.
Feliz descubrimiento, el comprobar que
Garcia Márquez sigue vivo y en Colombia, y que algún heredero de su
oficio literario logra desnudarlo de cierto exceso de fantasías
telúricas, tan propias ellas del desierto y de la jungla, del
altiplano y los manglares, para usar el riquísimo castellano que
atesoran en envolver historias familiares de infinitos nombres y
otras tantas generaciones de parientes, si bien lo hace cambiando la
fantasía de Gabo por el humor, algo absolutamente necesario en estos
deprimentes tiempos de calma chicha, cuando no puedes saber si la
humanidad se ha detenido unas décadas para reponer fuerzas o si el
retroceso paulatino que sufre es solo la actitud del felino antes de
dar el gran salto.
En todo caso necesitamos esa diversión
que nos transmite este escritor inteligente, quien se ríe del
inmenso árbol donde ha crecido y de todas sus ramas, laterales o
troncales, sin olvidar las raíces o la tierra que lo sustenta. Todas
son motivo de mofa, de la que algo nos toca inevitablemente, llevando
el paralelismo de la descripción esperpentica de tantos personajes
familiares a aquellos del nobel colombiano, con otra particularidad
añadida al humor, la cercanía de sus divertidas, y a menudo
crueles, peripecias, con las del lector, al menos para los que
encuentran algún punto en común de su propio ambiente con el
presuntamente autobiográfico de Fernando Vallejo. Se agradece.
Hilarante es el texto, narrado en
primera persona por alguien que sospecha de su inestabilidad siquíca
y lo cuenta como los pacientes lo harían al psiquiatra. Si bien son
tan razonables y coherentes sus disquisiciones que, ni el psiquiatra
que se sienta junto a él, en el aeroplano que lo devuelve, o aleja,
de su casa, ni el lector, pueden ver en ello otra cosa que la
impostura de quien tiene miedo de decir ciertos disparates y pretende
atribuirlos a una tercera persona, su otro yo patológico. Recurso
demasiado visto, incluso en los grandes, para que se lo valoremos
como original.
Tampoco la historia personal del autor,
al parecer rica en escritos e incluso en filmografia, o sus avatares
personales o sentimentales en arboles alejados del suyo natal, nos
deben distraer o a influir en la valoración placentera de su
lectura.
Resulta inevitable por otra parte, la
repetida exclamación del lector al descubrir cada diez o veinte
páginas aquellos vocablos que no había vuelto a escuchar desde la
infancia, secuestrados por otros inapropiados e impostores, que
confirman la riqueza de nuestra lengua y los lugares donde habrá que
ir a recuperarla cuando aquí la hayamos echado a perder
definitivamente.
Así he redescubierto que el corredor
de mi casa lo es, corredor, y que eso de llamarlo pasillo, diminutivo
además, que es lo único acertado, ha conseguido que olvidase su
correcta denominación.
No puedo decir otra cosa de la quema,
sustantivo alejado de cualquier tiempo verbal, que define el hecho de
destruir algo con fuego. Cuando escuchábamos: !Hay quema!, había
que salir corriendo para intentar apagarla. En su lugar se nos coló
el incendio a quien el diccionario atribuye la particularidad de
quemar aquello que no está destinado a quemarse. Si bien al fuego
jamás le ha importado que aquello que arde esté o no destinado a
sucumbir a las llamas. Nostalgias de la quema, con el articulo
siempre delante. No puedo evitarlo.
Me describe también los globos de
papel que echábamos a volar justo en estas fechas, los días fríos
de San Antón, que en el otro hemisferio supongo no serán tan
gélidos y que justificarían los divertidos incendios, quemas, que
producirían estos artefactos heredados de la tradición española,
que tampoco. Ahora soltamos vaquillas, para variar. Tiempos de globos
y cucañas, de música de tamboril y de dulces de las monjas
gorronas, que tampoco son lo que podríamos pensar. Al parecer
aquellas tenían una toca que podía confundirse con una gorra y por
eso la confusión, que el escritor nos va regalando y desentrañando,
haciéndonos reír con las desventuras de sus veinte hermanos y otros
tantos tíos y tías, de los abuelos y del hermano alcalde, quien
llega a merecer otra novela con ese titulo exclusivo, “Mi hermano
el alcalde”.
Demasiado malvado y cruel, misántropo el autor,
iconoclasta absoluto,excesivamente sacrílego para ciertos creyentes,
en la iglesia o en el fútbol, impertinente hasta resultar molesto, y
en todo caso necesario y divertido estilista del nuevo traje del
emperador, que al parecer sigue en pelotas y que, leyendo a Vallejo,
podemos reírnos de él, que es lo que procede en estos casos.
Ahora me queda el bucear entre la
docena de obras que ha escrito, excluyendo de entrada a su mayor
éxito “La virgen de los sicarios”, por lo indigesto de su
asunto, y porque mezclar el eros con el patos, el sexo con el crimen
y con las tendencias sexuales de quien lo cuenta, me suele producir
nauseas, y uno de risas siempre anda necesitado, pero las cosas del
estomago son delicadas, como la criatura que lo sustenta. Para
nauseas ya tengo el telediario.
--------------------------------------------------------------------------------------
miércoles, 17 de enero de 2018
PALOS EN LAS RUEDAS.-
Palos en las ruedas.-
Las metáforas, reducidas a veces a la
mera frase hecha, suelen simplificar el discurso y aliviar las
entendederas de quien lo recibe. Al fin y al cabo, su uso, el del
palo o palos – no es lo mismo, los palos impiden que la rueda gire
libremente, el palo individual puede detener bruscamente el vehículo
y ocasionar un accidente- se relaciona habitualmente con una figura
retórica, y por tanto abstracta, alejada generalmente del mundo real
de quien lee o escucha.
El que yo haya vivido, sufrido, el palo
en la rueda de mi bicicleta, de manera incomprensible, aunque supongo
que en absoluto gratuita, la consiguiente caída y el baño de
mercromina con las secuelas propias en la piel del adolescente que
solo intentaba dejar de serlo, solo sirve para que comprenda mejor,
plenamente, el sentido de una metáfora tan explicita como esa.
Sobreviví a las magulladuras propias
del asfalto sobre la piel, y también a la adolescencia, y más
importante todavía, a no encontrar justificación alguna para un
hecho cuyas consecuencias podían haber sido catastróficas. Lo tenía
olvidado, y perdonado también. Por otra parte, la bici no sufrió
demasiado, un par de radios nuevos y algún arañazo en la pintura
del cuadro, indistinguible entre los propios de su veterana.
Es justo ahora, cuando están presentes
las alharacas del movimiento neo feminista, a punto de arruinarse por
la desmesurada puesta en escena de algunas lideresas, y los modestos
avances sobre justas, urgentes y necesarias medidas sociales en pro
de la igualdad entre mujeres y hombres, cuando me viene a la mente el
pasaje de “La conjura de los necios” de Kennedy Toole, aquella en
que el protagonista se une a una asociación de negros -hoy hombres
de color- que luchan para acabar con la discriminación atávica que
sufren. En el momento que declaran que su objetivo es conseguir
idénticos derechos que los blancos, Ignatius comprende que nada
puede esperarse de aquellos que pretenden igualarse en privilegios
con los que carecen de ellos. Los abandona, dejando otra cruz en la
libreta donde va clasificando la necedad humana.
Algo parecido podría plantearse con
los movimientos de igualdad de la mujer al nivel de la nada, de la
tabla rasa en que se encuentra hoy día la humanidad completa. Aunque
el planeta es muy grande y el circulo donde cada una/o tiene que
sobrevivir, hace concretar la demanda a ciertos aspectos
diferenciales, de injusta segregación, respecto al sexo contrario,
no tiene sentido exigir idénticos derechos de quienes son parcos y
frugales en la materia.
Análogo a lo sucedido con el
independentismo catalán en los últimos tiempos. Si hubiesen pedido
la independencia para todos, si nos hubiesen invitado a abandonar la
categoría de súbditos, -que ya sabéis procede del pecado original,
inmutable- igual hubiesen encontrado una amplia corriente de apoyo, y
quizás hasta simpatía, entre quienes queremos más. Al menos los
independentistas catalanes quieren más, al contrario que los
conjurados de Ignatius o los que abogan por la igualdad. ¿Igualdad
de qué?.
Las etiquetas, cuanto más cortas más
fraude encierran. Sin ir más lejos, me ofenden los anuncios de las
rebajas del 20 o 30%, cuando no explicitan el total sobre el que van
a realizar el descuento.
Pero no vamos a banalizar el asunto de
la igualdad entre sexos, todo lo contrario. Estoy hablando de palos en las ruedas del movimiento
reivindicativo, de como parte influyente de la sociedad sigue
usándolos donde más daño hacen, en la base cultural y moral de la
población.
Y es que las tres últimas películas
que he visto, excelentes en relación con la calidad media de las que
pueden contemplarse, tienen un nexo común que es digno de
consideración, de advertencia, y de simil como palos en las ruedas
del movimiento pro igualdad – o lo que sea- femenina.
Pase que la de American Hustle
sea de 2013, anteayer, y que el personaje de la rubia tonta lo
detente la increíble Jennifer Lawrence que se come al resto
de la plantilla, a pesar de las minúsculas de su nombre en en el
cartel.
Pase que Woody Allen no haya podido
pagar su caché, de cuatro años después, y haya tenido que buscar
un clon sucedáneo Juno Temple, para el papel de rubia tonta
en Wonder Wheel.
Pero resulta preocupante, y significativo, cuando vuelve a repetirse la ignominia en Three Billboards Outside Ebbing, Missouri. con Malaya Rivera Drew, la amante guapísima del ex de la protagonista, de 19 años la chica, dato que repiten varias veces, y que confunde polio con polo, la pobre, para ridiculizar el personaje, su presunta debilidad mental, al parecer imprescindible en el cine de masas. Y estoy hablando de cine de cierta calidad.
Incomprensible que los espectadores
tengamos que asumir con natural familiaridad el que la mujer, joven y
guapa, -lo que justificaría la tolerancia de muchas espectadoras,
por idéntica razón a la de quienes pusieron el palo en la rueda de
mi bicicleta – tenga en exclusiva el divertido rol de la estupidez,
del clown en el circo del cine. Con el riesgo de su inevitable
mimetismo en el mundo real.
Son tres películas, vistas en una
semana, y el nexo resulta demasiado evidente hasta para un cegato
como yo, y supongo que mucho debe cambiar en la industria del
entretenimiento, que también lo es formativa en sus orígenes, para
que algo tan elemental como es el papel de la mujer, en cualquier
asunto, sea expuesto con el mayor (o igual) de los respetos.
Y es que alguien debería explicar a
estos que ponen palos en las ruedas, por divertido que a algunos les
parezca ver rodar a un ser humano por el suelo, otra utilidad de auto
ayuda que pueden dar a sus palos, utilidad que incluso puede
resultarles placentera. Hay gente pa tó.
En época de Don Claudio, pintaban en
Gran Vía, y quemaban, los carteles de Gilda por el hecho de
que habían “oído” los exaltados guerrilleros de la fe – entre
los que se encontraba algún futuro presidente de gobierno- que se
desnudaba la chica en la película, cuando en realidad solamente se
quitaba los guantes.
Hoy asumimos con risas, y total
pasividad laica, situaciones como la que denuncio. A la vez que
usamos la censura -auto- siempre horrorosa, para reafirmar nuestra
postura de estatuas silentes.
Id al cine, mirad hacia atrás, a los
lados y a vuestro espejo, y comprobadlo.
!Mecachis!.
lunes, 15 de enero de 2018
! PECHÁ DE TONTOS ! .-
!Pechá de tontos!
La exclamación favorita de mi amigo
Manolo. Que también puede pronunciarse con la voz discretamente
amortiguada, junto al oído del destinatario. Pero el resultado para
quien la pronuncia suele ser insatisfactorio con esta segunda opción.
En voz alta, y voceada espontáneamente cuando la ocasión lo
requiere, produce la sensación de liberación espiritual que estamos
buscando cuando obsequiamos a los oyentes con ciertas verdades que
nuestra mente se niega a silenciar.
Y no es el caso, ahora silenciamos todo
lo silenciable y un cominito más por aquello de que generosos lo
hemos sido siempre. Es una actitud mediática, sin tener muy claro
que el termino signifique estar influenciado por los medios de
comunicación hasta el esperpéntico disparate, o bien estar
censurados por el medio humano en que te mueves y el temor de la
respuesta de esta pechá de tontos en la que por supuesto se incluye
quién pronuncia la frase en cuestión.
Y es que hay que estar muy tonto – lo
de serlo también está proscrito, los subhumanos le costaron otra
eternidad al III Reich – para tener que tamizar toda expresión del
libre pensamiento, librepensador igual a pecador, hasta el extremo de
tener que pasar cada idea que vayas a comunicar por el filtro de la
moda, la corrección, el evitar a cualquier precio la disensión, la
discrepancia con la actitud de la mayoría de abducidos, de la
“gente” entre la que te incluyes y que no están dispuestos a
oír, y menos a escuchar, nada diferente a la ola, al tsunami de
estupidez que nos asuela.
Para evitarlo, realmente suele ser
suficiente, y también necesario, escuchar a la razón, ese
dispositivo intelectual que una vez puesto en marcha, y según los
filósofos urbi et orbe, suele limpiar las ideas de cualquier
estimulo parásito que se le haya adherido debido a la contaminación
del medio, de ambos medios.
Claro que, la razón, como los buenos
hábitos intestinales, requiere su tiempo, su aislamiento, y su
frecuencia más o menos rítmica, condiciones indispensables para que
no se desubique por su falta de uso y nos provoque situaciones harto
desgraciadas.
Si ese tiempo, y su complementario, es
decir todo el de nuestras horas, lo dedicamos a ver y escuchar los
mensajes de los misioneros del gran hermano, del ojo que nos
hipnotiza para que no despeguemos los nuestros de él - aquí Orwell
no acertó de pleno en sus profecías, no fue necesario que el ojo
del gran hermano nos vigilase, ha sido suficiente con que no dejemos
de mirarlo para conseguir el mismo fin, la uniformidad del
pensamiento- si no dejamos el mínimo resquicio para que la razón
pueda digerir, o rechazar llegado el caso, la marea informativa y
encerramos el criterio junto a la razón, donde no pueda molestarnos,
para dejarnos llevar por el no pensamiento de quienes nos rodean
dejándonos flotar en el eco adormecido de tu recuerdo, de estar sin
ti, como en el bolero “Ansiedad”, nos convertimos inevitablemente
en “Pechá de tontos”.
Suelo interpretarlo, con elevado margen
de error, como una nueva religión, si es que alguna religión
pudiese merecer el adjetivo de nueva. Creer lo que nos repiten
machaconamente los medios de comunicación, y que nuestro próximo
prójimo -son sinónimos dudosos- considera harto correcto.
Cualquier pensamiento, cualquier
opinión, fuera del estricto ropaje que la moda impone a nuestras
convicciones morales o políticas del momento, son consideradas
heréticas y puede llegar a suponernos la expulsión del modesto
paraíso cotidiano, e incluso ser arrojados a la cloaca máxima como
le sucedió al pobre Sebastián, quien hoy, además de santo, tendría
y tiene avenidas y ministerios a su nombre, tan solo por lo voluble
de las modas y el anacronismo del pensamiento colectivo, que nunca lo
es, ni debe serlo. El pensamiento es individual y como la razón, de
cada cual, debe ser quien mueva nuestras acciones dentro de algo tan
asumido universalmente como es el respeto a los demás.
Hasta aquí el prefacio, la antífona
de mi error al dejarme llevar por esa parte del ciclo de la
humanidad, esa curva descendente, cercana al fondo espero, en que el
miedo cercena cualquier atisbo de libertad arrastrándonos a mayor
velocidad hacia el suelo de la sima.
Resulta que el disco de este año –
al fin llegamos al asunto principal- como casi siempre, está construido de
forma libérrima, mediante la selección de piedras rodadas recogidas
en el borde seco de la playa -el agua, la humedad, enturbia su color
real, igual que hace la distancia con el de los ojos de las chicas-
con el único criterio de la elección de ciertos tonos o matices
que, manteniendo su diferencia individual, permite incluirlas en
un grupo común, en un puñado donde ninguna desentone de las demás.
Habitualmente el gris parduzco o el pardo grisáceo marcan el patrón
predominante del conjunto, asimilado al nuestro propio, el del grupo
que jamás ha necesitado colores estridentes o marcos de fantasía
para enorgullecernos de serlo, grupo, tribu, la cosa.
Sucede en contadas ocasiones que, como
en la peli del Indio Fernández, uno recoge una presunta perla negra
entre las piquenas -pequeñas en portugués- confundiéndola con un
fragmento romo de pizarra o restos de carbón que han llegado
flotando desde el mar delos sargazos, quizás. Y aquí , con la
perla oscura comienzan a desatarse las pasiones, la ambición, la
codicia, y quien sabe si la lujuria, que el tema de la bragueta es
siempre recurrente cuando la novedad se universaliza – se hace
viral para entendernos – llegando a amargar el sueño del
afortunado hasta entonces, poseedor de la joya admirada por todos,
aun a sabiendas de que para este humilde pescador -de coplas. A.
Molina- no es otra cosa que otra chinita, una más, cuyo mayor
merito es el remoto parecido que pueda tener con alguna semipreciosa
del albúm de cromos de la infancia.
El caso es que, después de ordenado el
conjunto, de quedar terminado el CD 18 con la composición habitual,
boleros pocos, por no ser excesivamente llorones ni melosos los
oyentes, coplas tres, raigambre imprescindible, algún instrumental
con predominio de guitarra fender, gibson más raras veces, y el
resto de música bailable, rock, cumbia, twist, o cha cha cha si
viene al caso, dejando un par de estridencias con cierto matiz
humorístico y otro bastante evidente de sacrílego, bien entendido
que el tema de los sagrado suele ser tan individual como el de la
razón que mencionaba antes. Cada cual en la suya y dios -el de cada
cual- en la de todos.
Soy consciente de que me la juego, de
que cada imagen que a veces rompe el cantor, quien también a veces
tiene razón según Yupanqui, puede suponer una ofensa para alguien
quien no esté habituado a salpimentar la comida, hábito frugal que
le aleja de la gula, terrible pecado capital que, desgraciadamente,
no se asentó entre nosotros.
No obstante, ante la duda, suelo
retirar del borrador inicial, aquellas cuya calificación de 4.-
Gravemente peligrosa, las hace candidatas al escándalo que, es como
todos sabemos el peor de los pecados y del que nadie se confiesa, que
yo sepa. Sobre todo porque son los escandalizados quienes lo
ejercen, lo protagonizan con su rechazo, y quienes deberían ir al
confesionario a declarar que se han escandalizado por esto o por
aquello, y resulta que no, que no van.
Dejo un par de ellas agridulces, no
más, y cierro el disco, lo quemo con el burner -así se entiende
mejor- y comienzo a repartirlo, cuando mi sospecha se convierte en
certidumbre, al ser ocasionalmente rechazada la edición por el mero
título de una canción. Me confirman que, con ese nombre ni siquiera
han llegado a escucharla, blasfemo que eres un blasfemo, y no importa
que la canción reivindique justamente lo contrario de su enunciado,
vade retro.
Por supuesto que la religión de la que
estoy hablando, y su liturgia, es la recogida en el título de este
post - escrito- la sometida a la moda cruel de hoy, que obliga a
situar por encima del mal y del bien, de lo divino y de lo humano al
leiv motif televisivo de la igualdad de géneros, del crimen pasional
-hoy llamado violencia de género- o al acoso intersexos, o
heterosexos o quizás bisexos que de todo hay en esta viña. En todo
caso la bragueta eterna, el tabú que nos cantaba Lola hace cuatro o
cinco discos, y que nos permite pensar y hasta opinar libremente de todo, menos
del asunto de moda.
Ahí me han pillado, y obligado a
cambiar la edición cuando la rotativa ya estaba en marcha,
produciendo dos versiones distintas- una de ellas beata- y un solo
fin verdadero, el de divertir, y si puede ser, bailar.
Me queda la duda de si he actuado
correctamente al dejarme llevar por este puritanismo mal entendido
que nos constriñe, pero ni la picota, ni los autos de fe han sido
nunca aficiones de las que haya disfrutado, y si perdono al rollo
-Pericucho- donde suponíamos colgados a lo herejes y delincuentes,
es por estar anejo al campo de fútbol que, inicia otra religión de
la que sería mucho más peligroso el renegar, válgame dios.
Censurado pues, sin vestigios del mal
gusto, de la irreverencia, ni del tradicional aroma a las
revoluciones caribeñas o transalpinas que tanto espantan al
personal, encontrarán algunos la versión que aleatoriamente he
mezclado con la non sancta, por aquello de que la sorpresa, el azar
es quien según los deterministas -de todo hay- nos hace elegir
nuestro camino. Que tampoco era cosa de destruir los ejemplares
primitivos, siguiendo los consejos del director espiritual de quemar
o enterrar aquellos libros que figurasen en el Index.
Tiene gracia
que el Index hoy lo renueven todos los años en la tele y en las
redes sociales, y que sea más severo que el de entonces. Al fin y al
cabo yo siempre lo usé como lo que en realidad era, una lista de
lecturas recomendadas.
Véanse “Index librorum prohibitorum
et derogatorum” de la inquisición española de 1612. Y compárese
con su versión actual la del manual de lo políticamente correcto. Cuatrocientos
años echados a perder.
Pechá de tontos.
P. D.-
Y no, el título del disco de este año
no es ese. Podeis comprobarlo.
Y esta es una de las autocensuradas, para que veais que no os miento. Fijaos en el humo que sale del Colt. Tremenda alegoría.
-----------------------------------------------------------------------------------
Suscribirse a:
Entradas (Atom)
Datos personales
Archivo del blog
-
►
2023
(9)
- ► septiembre (2)
-
►
2022
(14)
- ► septiembre (1)
-
►
2021
(8)
- ► septiembre (1)
-
►
2019
(41)
- ► septiembre (1)
-
▼
2018
(46)
- ► septiembre (1)
-
►
2017
(61)
- ► septiembre (4)
-
►
2016
(71)
- ► septiembre (7)
-
►
2015
(92)
- ► septiembre (6)
-
►
2014
(96)
- ► septiembre (14)
-
►
2013
(138)
- ► septiembre (8)
-
►
2012
(143)
- ► septiembre (11)
-
►
2011
(133)
- ► septiembre (10)
-
►
2010
(87)
- ► septiembre (8)
-
►
2009
(78)
- ► septiembre (4)
-
►
2008
(37)
- ► septiembre (3)