miércoles, 25 de diciembre de 2019
DÍAS DE ESTO.-
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domingo, 22 de diciembre de 2019
FELIZ NAVIDAD.-
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jueves, 19 de diciembre de 2019
ES IMPORTANTE NO PERDER LAS REFERENCIAS....
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miércoles, 18 de diciembre de 2019
CIEN AÑOS NO SON NADA....
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lunes, 16 de diciembre de 2019
"EL ROTO" EN EL PRADO. (y está sembrao).-
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miércoles, 4 de diciembre de 2019
BÚSCATE, BÚSCAME, BÚSCALE.
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viernes, 8 de noviembre de 2019
ENTRE MICHAEL POWELL Y SAN AGUSTÍN ME LA HAN HECHO BUENA.-
Es este un conflicto que se decide con
las armas de la memoria, más que con las de la razón.
(San Agustín).
El Rubicón es un rio, y resulta ser
también el testigo de un momento único de la historia, de esos que
separan con nitidez el antes y el después.
Supongo que en el funcionamiento de la
memoria de cada cual debe existir asimismo un instante, para mas inri
no advertido, con idéntica trascendencia que la frase atribuida a
Julio Cesar. “Alea jacta est”, sin necesidad de voluntariedad
alguna a la hora de cruzar ese arroyo intangible y exento de agua,
sin riesgo aparente de mojar o embarrarse los pies. Digo aparente
porque a partir de entonces van a aparecer manchas ocasionales, al
principio en los zapatos, que nos sorprenderán por su color rubí
-de ahí el nombre del rio- tanto como por el hecho de que no
guardemos constancia de haber transitado recientemente por lugares
que no sean otra cosa que áridos y resecos. La memoria comienza a
luchar con la realidad y, sospecho, que termina por generar otra
realidad propia, distinta de la objetivable por los demás, pero
incuestionable para quien identifica sus vivencias pasadas con el
relato propio que guarda de ellas, quien se convierte en victima de
la memoria, al discrepar entre la crónica suya y la ajena.
Al parecer se comienzan olvidando los
hechos mas recientes para ir hacia atrás en las pistas del disco
duro, donde se ha invertido lamentablemente la norma clasificatoria,
aquella de “Ordenar por fecha de creación, descendente” para
dar prioridad, erroneamente, a aquellos recuerdos tan lejanos que
creímos tener olvidados para siempre.
Esta evolución de la fisiología
mental hacia su decadencia no es ningún tópico de dudosa verosimilitud, adquirido en
tertulia de amigos o en la niebla de las redes sociales, es un hecho
cientificamente comprobado al convertirse en un síntoma precoz de la
demencia senil o el Alzheimer.
Dolencias que pueden descartarse si de
algún modo, quedan disponibles los recuerdos recientes y, sobre
todo, su clasificación por orden de importancia, de mayor a menor,
para su uso a beneficio de la felicidad de su poseedor, aquellos
buenos recuerdos, imprescindibles para superar cualquier bache
anímico, y para mantener la energía vital en niveles aceptables,
sobre todo cuando se nos ha terminado el estocaje de propóleo y de
jalea real a aquellos que solo creemos en productos acreditados por
la ciencia, huérfanos de recursos positivos aunque sea en la
estantería del supermercado. Benditos recuerdos.
Sucede que he vuelto a visionar por
tercera vez “Peeping Tom”, alias “El fotógrafo del pánico”,
aquel magnifico producto de serie B que marcase nuestros pinitos en
las salas del mal llamado cine de “Arte y Ensayo”. Valiente
etiqueta, perdida afortunadamente en los tiempos de la primera
apertura política de nuestro país aunque, ahora graciosamente,
insisten en que estamos en la segunda, donde no existe censura ni
nadie que prohiba el mal uso del castellano. Dice la RAE que visionar
es “Examinar un producto cinematográfico” a la vez que “Creer
que son reales cosas inventadas” o sea tener visiones. Y yo
sospecho que sufro ambas definiciones, absolutamente divergentes.
Habiendo transcurrido bastante tiempo
desde la penúltima “visión” de la película, repaso brevemente
la ficha que de ella guarda mi memoria y, si bien la trama argumental
no muestra discrepancias con la etiqueta del estante donde estaba
guardada: Asesino en serie, psicópata y, ahora tendré que añadir
lo de violencia de género, algo que me obligaría a extraer de allí
la ficha de su coetanea “Psicosis” al aparecer en la de Don
Alfredo victimas de ambos dos géneros, aunque también dicen que hay
más de dos.
Pero esa capacidad de comprobar la
eficiencia de los recuerdos, me produce un vuelco emocional difícil
de superar. Veo, vislumbro, contemplo la película, mal que le pese a
la RAE, y me admiro de que me parezca verla por primera vez, Planos,
escenas y linea argumental, casi olvidados , seguramente por no
merecer otro lugar en el almacén, repleto de historias más
interesantes. Pero me extraño y me sorprendo al esperar con cierta
ansiedad el momento cumbre que en mis recuerdos era definitorio del
filme, como una síntesis del trailer que guardo para estas ocasiones
del dejavu. -la RAE obliga a escribirla en cursiva por ser
extranjera- que es aquella secuencia en que el chico malo contempla
el perfil izquierdo de una modelo bellisima y cuando le pide que gire
su rostro aparece el monstruoso, deforme, lado derecho de su cara.
Allí la mirada del voyeur asesino y la nuestra denuncian la
secreción salival que preludia el deseo y que convierte a la chica
en siguiente victima del malevo.
Pues bien, la primera parte, el flash
visual de la imperfección en una figura perfecta, queda también
deformada, totalmente incompatible con la de mis recuerdos, tan
equivocada en este visionado que la chica solo presenta un ligero
abultamiento en la comisura de los labios, coherente con un herpes
labial simple, y en el que su atractivo queda por tanto bastante
disminuido. Tanto que, el asesino pasa de ella en esta ocasión,
mientras que en mi obstinada memoria figura la escena completa de su
asesinato dando entrada correspondiente en el baúl de los recuerdos
como imagen cumbre de la película.
Resulta que mis neuronas han borrado
parcial o totalmente películas, y puede que experiencias
contempladas o vividas, y me ofrecen en su lugar, situaciones que
estoy seguro de no haber vivido.
Y me niego a aceptarlo. Pase que haya
olvidado cosas que he contemplado, cosas sin gran importancia, cuya
perdida me parece razonable y ergonómica, al dejar hueco para otras,
pero que me cambien la escena, la modelo, y su secuencia final, que
me la suplanten por otra falsa, me hace dudar de si no habremos
pasado ciertamente este rubicón, sin tener constancia de ello, o si
bien, soy victima de un nuevo montaje, de una de esas revisiones del
director que termina quitando, o poniendo, planos en un corte y
recorte que para si quisieran los censores de cuando el arte y
ensayo.
Me niego a aceptar lo que veo, y sobre
todo a borrar la imagen de los dos lados del rostro de la modelo, que
en mis recuerdos era parecida a Marie Laforet, que se ha marchado
para siempre esta semana. Lo de siempre no resulta muy certero para
aquellos que tan solo hemos poseído su imagen, su rostro en dos
dimensiones, fotos perfectas desde todos los ángulos, y su música,
su voz melosa en media docena de canciones imprescindibles.
Me dicen que probablemente estoy
confundiendo escenas de películas diferentes, que estoy mezclando
unos recuerdos con otros y que soy yo, y no la película, quien ha
cambiado las imágenes. Puede ser, y puede que los cluster de la
memoria se estén rompiendo, rebasando sus bordes el contenido y
mezclando el antes con el después, el arriba con el abajo, además
de hacerme recordar situaciones y escenas que nunca he contemplado.
Tendré que volver a “visionar”
algún corto de Epi y Blas, a ver si me aclaran este sinvivir. Porque
si hago caso a San Agustín estoy perdido. La memoria y la razón,
dos patas sin las que no puedo sobrevivir. O quizás tenga que
hacerlo sin ellas y aceptar el deterioro de la placa base. Ya se
verá.
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lunes, 4 de noviembre de 2019
! LO PEOR ES LA INSISTENCIA !. (Dicen que dijo).-
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jueves, 24 de octubre de 2019
DIGO YO....
Dícese que el poeta solo llora aquello
que ha perdido, y que lo hace sin limites, de manera enfermiza,
transformando los recuerdos dolorosos, la nostalgia, en un dolor
continuo, adictivo e incapacitante, la melancolía.
En el pasillo, el lugar mas fresco de
la casa, oculto tras la tinaja del agua, en un rincón del vasar,
siempre hubo unas extrañas y durisimas esferas rojizas, el fruto de
la adormidera, reservado para enfermedades o situaciones
desesperadas, y controlado exclusivamente por la abuela.
Vuelvo a ver el comienzo de “Erase
una vez en América”, y a Robert de Niro dominado por el opio, el
humo de la pipa que anulaba la función de los sentidos y sumergía
la mente en un plano vedado para el dolor, para los pensamientos
todos, hasta para la fallida sensación del ultimo tormento, el de la
lanza de Longinos en el costado.
Todos esos mundos reunidos en uno solo,
los primeros recuerdos, el cine universal, quien mejor nos ha
ilustrado la historia, y las religiones basadas en la crueldad, casi
todas, intentando construir uno nuevo, uno que los compendie a todos
en la memoria, y que esta se busque al poeta para que se lo adorne
con frases hermosas o con rimas, aunque sean disonantes. Solo que el
tiempo de los poetas quedó atrapado en las antologías de papel,
mucho antes de que el feroz bombardeo de la información por todos su
medios, y la enormidad de los recursos a disposición de la mente, ya
bastante limitada esta en sus orígenes, hacen innecesaria otra
droga que no sea la de abrir los ojos, y las orejas, y dejarse llevar
por el torrente. No necesitamos el opio, ni siquiera el litio, que
habrá que reservar para la batería del próximo coche, y una vez
constatado que tampoco hay lugar para poemas, ni para presuntos
poetas, es suficiente con sumergirnos en cualquier noticiario, para
encontrar sentido al termino de aquello que nos mantiene a salvo de
caer en cualquier hoyo que no sea el suyo, el de los estupefacientes,
y no hay ninguno tan poderoso como la realidad.
Mientras tanto, seguimos aprendiendo.
jueves, 10 de octubre de 2019
ALTERNATIVAS A LA SANIDAD PÚBLICA (101).- Con agravantes.-
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viernes, 4 de octubre de 2019
PATRICIOSY CACIQUES, O EL MONARCA DE LAS SOMBRAS DE JAVIER CERCAS.-
Patricios y caciques.- (Excusatio non
petita...)
Acabo de leer la penúltima -seguro que
tiene otra en la imprenta- novela de no ficción de Javier Cercas y,
a pesar de lo tedioso del episodio sobre la batalla del Ebro, tedioso
y absolutamente desprovisto de interés para el lector, quedo
enganchado forzosamente a las peripecias del protagonista desde las
primeras páginas. Protagonista que no resulta ser el monarca de las
sombras del título, algo similar a la estructura de Soldados de
Salamina, donde la trama detectivesca intentaba atrapar el personaje
oculto, el soldado republicano que, según el relato, pudo rematar a
Sánchez Mazas, y no lo hizo, perdonándole la vida al héroe real
asumido como tal en la novela, cuyo testimonio y prueba física de la
heroicidad, unas gafas rotas, lo llevaron en andas hasta el sillón
ministerial en el gobierno de Franco.
El resto, si lo hubo, es leyenda, ya
que la historia no nos sirve, la escriben siempre los vencedores, y
en este caso de forma ostentosa, puesto que la dictadura cerró las
crónicas con el silencio de todo un país, donde la victoria y la
paz -romana- hicieron innecesaria, por imposible, cualquier tipo de
discrepancia en el relato. Esta es la tesis de Cercas para el suyo,
la dificultad para describir con fidelidad hechos o personajes de
hace ochenta o noventa años, a los que añade otro velo, el de la
imaginación distorsionada del presunto novelista o intelectual, a
veces titular de ambas categorias.
Claro que, Sánchez Mazas, tuvo
desocupada su silla, vacia, en algunas sesiones de los consejos de
ministros, por el simple hecho de no asistir a ellos, aunque el cese
verbal lo recibió del caudillo durante su última asistencia: “No
hacia falta que viniera”.
Le quedarían al héroe de Salamina, el
consuelo de sus discursos díscolos, su: “Ni me arrepiento ni
olvido” en medio del silencio total que, durante cuarenta años,
hizo impensable que se hiciesen públicos, más allá del rumor,
cualquier comentario relativo a personajes con camisa nueva, o vieja,
y despues el silencio se convirtió paulatinamente en voces apagadas, apenas
audibles, durante otros cuarenta años más, cuando la conveniencia
social, se transformó en autocensura, en el callar como hecho
políticamente correcto, y en transmutar los pecados mortales - sic, mortales-
en veniales, en faltas ya perdonadas y olvidadas. Siendo los nombres
propios – en el sentido de propiedad, de pertenencia a los
vencedores- convertidos en héroes si fuese menester. Sánchez Mazas
pudo demostrarlo con unas gafas rotas, acallando las voces de los
envidiosos que pretendían incluirlo entre los emboscados. Estos
emboscados, si es que existieron, se limitaron a esconderse en lugar
seguro durante los años de sangre y fuego -título del primer
cuadernillo de El Capitán Trueno- para aparecer con su camisa
impoluta cantando el himno que, en parte, compuso para ellos el mismísimo Sánchez
Mazas.
El protagonista de El Monarca de las
Sombras, no es tampoco el alférez falangista que muere junto a
Gandesa a los diecinueve años, no. Resulta serlo la primera persona
del singular, el propio autor que convierte esta historia en la suya
personal, una variante de literato gonzo, que tan buenos dividendos
ha dado en los últimos tiempos, derivando sutilmente el desarrollo
de esta intriga de no ficción, igual que hizo al santificar
discretamente a Sánchez Mazas en aquella historia que a mi me
pareció la claudicación absoluta de la memoria sobre unos hechos
que si bien no tuvieron culpables, por conveniencia o por mera supervivencia, si tuvieron
responsables, como dice Cercas que dijo Annah Arendt.
Cita este a ilustres pensadores, evoca batallas de miles de años atrás, Salamina o Iliada, y se rodea de colegas que aparecen citados con profusión, no sabemos si a cambio de citas reciprocas o por contrato con la editorial propietaria de la cuadra. Bolaño en aquella primera, y David Trueba en esta última.
Cita este a ilustres pensadores, evoca batallas de miles de años atrás, Salamina o Iliada, y se rodea de colegas que aparecen citados con profusión, no sabemos si a cambio de citas reciprocas o por contrato con la editorial propietaria de la cuadra. Bolaño en aquella primera, y David Trueba en esta última.
Deambular personal e infatigable del
autor, mientras va desvelando, descubriendo piedras rosetas en la
historia de su familia, esforzados golpes de efecto carentes del
menor interés, bombas de humo que acompañan al lector hasta un
previsible final, en el que no se cuestiona aquello que le ha
querido decir el escritor, simplemente se limita a comprender que el
intento de tergiversación del protagonismo familiar durante aquellos
años, no difiere del que llevamos sufriendo todos desde aquel
momento histórico, o desde alguno de estos momentos o instantes.
En “Crónica de un Instante“ hizo otra novela, excelente, sobre la santa transición o, para los golpistas, traición, a la que, curiosamente no le han adjudicado todavía una fecha festiva en el calendario para hacerla más creible. La letra con fiesta entra y, con vaquillas, mejor.
En “Crónica de un Instante“ hizo otra novela, excelente, sobre la santa transición o, para los golpistas, traición, a la que, curiosamente no le han adjudicado todavía una fecha festiva en el calendario para hacerla más creible. La letra con fiesta entra y, con vaquillas, mejor.
Inventa, y está en su derecho como
autor, e insiste en tomar conciencia, quizás poner en valor dizque,
que los caciques de su pueblo, tronco y brazos de su estirpe durante
los años treinta, no eran tales, sino simplemente patricios. Y ahí
se hace un pequeño lio, otro, al identificar la causa de la guerra
como el abismo que existía entre aquellos que podían comer, presumo
que pocos, y los que no, a los que el hambre convirtió en enemigos
de los primeros, los patricios, es decir los ancestros de Javier
Cercas.
Aclara que los auténticos patricios, los terratenientes, usualmente aristócratas con título nobiliario, eran absentistas que vivían en Madrid, mientras que los patricios por el mero hecho de poder comer tres veces al día, quedaron frente a la turba republicana, que no era tal, ya que, según Cercas, solo una terrible confusión convirtió la democracia republicana en un peligro para los patricios de medio pelo, los pequeños propietarios, cuando en realidad pudo haber sido idónea y perfecta para todos ellos.
Aclara que los auténticos patricios, los terratenientes, usualmente aristócratas con título nobiliario, eran absentistas que vivían en Madrid, mientras que los patricios por el mero hecho de poder comer tres veces al día, quedaron frente a la turba republicana, que no era tal, ya que, según Cercas, solo una terrible confusión convirtió la democracia republicana en un peligro para los patricios de medio pelo, los pequeños propietarios, cuando en realidad pudo haber sido idónea y perfecta para todos ellos.
Claro que esta versión la deduce él,
ahora, casi un siglo después, dado el posicionamiento político de sus
abuelos y bisabuelos, alguno titular supongo de jefaturas locales del
movimiento, con números de uno y dos dígitos en las listas de
falange, y el cargo de alcalde durante y después de aquello, que lo
obligarían a denunciar a alguien que dicen que dijo, y que acabaría
bajo el pelotón, de cuando dejó de ser ilegal lo del paseo, para
incluir dentro de la ley hacer algo idéntico, fusilar. Algo que duró
hasta que Luis Eduardo Aute publicase “Al Alba”, nada menos que
hasta 1976, cuarenta años después de todo aquello.
Nos muestra un manuscrito real del
héroe familiar, borrador del discurso dirigido a los escasos
falangistas de su pueblo.donde comienza dando vítores a los caídos,
entre los que figura Sánchez Mazas. El autor no aclara este probable
error sobre alguien que, ciertamente, estaba entonces solamente
desaparecido, pero muestra el texto en cuestión.
Se cierra así el circulo sobre el
Aquiles de la Iliada que vuelve a aparecer en la Odisea, que no es
otro que quién cerró su último discurso político con el
histórico: !Ni me arrepiento ni olvido!. Debímos los torpes
entender en una primera lectura que no se arrepentia, que no
perdonaba a los malos, hasta comprender que los malos en que pensabamos estaban todos muertos y que seguramente se refería a otros.
Para ello, como para dudar en convertir misericordiosamente los
caciques en simples y honestos patricios, tuve que crecer algo, y
sobre todo leer mucho más.
Son curiosidades, escenas aparentemente
insignificantes de la película, que se vuelven fundamentales después
de terminar la proyección, y se quedan dando vueltas en tu cabeza.
Resulta que los buenos de ahora son casi todos, hijos o nietos de los
malos de entonces, los vencedores, y muchos de ellos, sesentones,
militares, oficiales voluntarios -de complemento. que es otro comodín
válido de la metamorfosis.- durante una larguísima dictadura
militar.
En algo le quedo agradecido a Javier
Cercas, al menos aclara que aquello fue solo un fallido golpe de
estado que terminó como el rosario de la aurora. Si bien nos contaba
en la crónica de un instante el otro golpe fallido que tuvo final
feliz, a pesar del
guisante bajo el colchón, que ahi sigue.
Otro redescubrimiento en la novela es,
un personaje real, su primo Rafael Cercas, a quien otorga los honores
de una vida dedicada a la patria, y en cuyo currículo
aparecen largos años de servicio como parlamentario y eurodiputado,
así como su victoria, basada en el “Informe Cercas” sobre la directiva
europea que consideraba legal el trabajo semanal durante 65 horas.
Desde entonces estas quedaron limitadas a 52, aunque en algunas
instituciones españolas se sigan realizando mas de 65, por el simple
hecho de no considerarlas horas trabajadas, o bien por serlo
voluntariamente aceptadas por el trabajador. Y esto en instituciones
del Estado y de autonomías regidas por el mismo grupo del Cercas
eurodiputado. “Consejos doy que para mi no tengo”.
Incoherencias tantas que me hacen dudar
de todo, o de casi todo, y me retrotraen a la teoría de Rafael
Sánchez Ferlosio, hijo del Sanchez arriba mencionado, sobre la
conveniencia de enviar a “Altos estudios eclesiásticos” a
algunos curitas que creaban problemas escandalosos en la diócesis. Pienso si no
será esto del europarlamento algo parecido a este tipo de estudios.
Y la verdad es que revisando nombres de los titulares a lo largo de
los años, y las prebendas, de algunos representantes nuestros,
salvando entre otros a Don Alejandro Cercas, no hago mas que
comprobar que está todo inventado. O casi.
En la Odisea (Canto XI), hay un pasaje
en el que Odiseo
navega hasta el inframundo
y conversa con las sombras de los muertos. Una de ellas es la sombra
de Aquiles, quien es saludado como «bendito en vida, bendito en la
muerte»; el guerrero responde que: “No intentes consolarme de la
muerte, esclarecido Ulises: preferiría ser labrador y servir á
otro, á un hombre indigente que tuviera pocos recursos para
mantenerse, á reinar sobre todos los muertos”.
(Referido por Javier Cercas en “El
monarca de las sombras”) .
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domingo, 1 de septiembre de 2019
MI VAQUERILLO - GABRIEL Y GALÁN Y LOS CRIMENES PASIONALES.--
He dormido esta noche en el monte
con el niño que cuida mis vacas.
En el valle tendió para ambos
el rapaz su raquítica manta.
Versos, inolvidables para los que
crecimos junto a ellos, que inician el poema, uno de tantos, de Gabriel
y Galán, a pesar de la incoherencia de su escenario, lo de valle no
cuadra con lo de monte, y otras bastante más dañinas, alejadas de
la licencia poética, sobre las que voy a reflexionar hoy.
Los nuevos prejuicios que han
sustituido, sin eliminar, a los tradicionales, me hacen pensar si no
estarán hoy mal vistos estos versos, por aquello de la suciedad del
cristal con que los leen nuestras mentes, gracias a la inestimable e
incontrolable recepción de la basura emitida incansablemente por los
medios, en su interesada gestión de publicitar cierta realidad
social, turbia y procaz, buscando no solo la adicción a sus
emisiones purulentas, sino también, la reclusión forzosa de las
mentes individuales en un gigantesco corral donde no les van a faltar
malolientes y luctuosas imágenes del horror cotidiano, igual que a
millones de ciudadanos, subvencionados desde su nacimiento, no les
faltan el título de ciudadanos, esterilizados laboralmente, ni el
óbolo mensual que asegura su supervivencia y la de sus hijos,
durante generaciones, y vamos por la tercera.
Hablamos de pueblos, ciudades, vacíos
y ruinosos, de la exagerada ancianidad de sus vecinos, y de su
probable extinción a medio o corto plazo, sin siquiera plantearnos
lo innecesario que para el resto de la humanidad pueda resultar un
grupo social, en su asentamiento urbano, absolutamente improductivo.
Al menos los arboles absorben oxido de carbono y generan oxigeno, y
los pastos alimentan criaturas que van a hacer lo mismo con los no
veganos, y al final resulta que, suena mejor que omnivoro, lo de no vegano,
y la imagen lo es todo. Sobre el futuro desierto ni pensaremos.
Son temas menores al parecer, uno, la
desaparición imparable de nuestros lugares de origen, y otro
sabiamente repetido en los noticiarios como la pederastia o el
asesinato de inocentes y de sus madres – me rio de Herodes, visto
lo que hay por aquí- manteniendo la noticia trágica y sanguinaria,
un caso tras otro, llegando a la aberración de otorgarles un numero
individual a cada victima, que en su ábaco mediático ya superan los
tres dígitos, contando siempre desde el momento que a ellos, a los
que viven de recordarnos que el número de ayuda telefónica no deja
huellas, si bien no debemos olvidarnos de borrar el registro de
llamadas. Como si hasta ese momento en que comenzase la contabilidad
no hubiese muerto ninguna mujer a manos de su pareja, y como si
borrar el registro de llamadas fuese lo mas fácil del mundo para
quien está recluido y sometido a la violencia y el poder de su
inminente asesino.
Para acabar de rematar la sinrazón de
esto, puedo observar como, siempre, grupos de vecinos, familiares, y
políticos-justificando estos su salario, no lo olvidemos- aparecen
aplaudiendo entusiasticamente tras cada asesinato. Desconozco el
significado del aplauso ni a quien va dirigido. Al asesino
probablemente si lo hizo con la suficiente crueldad y, lo remata con
su suicidio. Puede que sea eso lo que están aplaudiendo. Ni me
pasa por la cabeza que puedan estar aplaudiendo a la victima, a la
mujer asesinada, cuyo único merito ha sido tener la desgracia de la
pareja que le ha tocado en suerte. Quizás aplaudan sencillamente
porque están saliendo en la tele. No lo se, ni tampoco lo entiendo.
Pero ciertamente que el tratamiento informativo de estos crímenes
debe tener gran éxito entre la audiencia, para que sigan
repitiéndolo cada semana y los responsables de acabar con ello, con
los asesinatos al menos, abandonen la inútil declaración de luto
oficial durante tres días y cumplan con su obligación de evitar esa
dolorosa, y absurda, repetición, donde los niños caen a veces junto
a sus madres, cuando no quedan marcados para toda la vida por el
estigma de sus progenitores, uno, dos, o a veces ambos.
Los niños, lo mas sagrado de la vida,
después de ella, los cachorros que nos alegran con su presencia los
días y las horas de nuestra existencia, y a los que debemos proteger
sobre todas las cosas, aún sabiendo que sus sonrisas, su bondad y
su inocencia, no son otra cosa que un cebo, bendito anzuelo, que la
naturaleza nos pone al alcance para conseguir algo tan fundamental
como es la pervivencia de la especie.
Y es que, el poema de Gabriel y Galán,
inocente bucólico y pastoril, como si Virgilio estuviese detrás, o
Juan Ramón delante, nos deja sin pretenderlo, un trasunto no menos
preocupante que el del presunto malentendido del inicio. Nos habla
también de la esclavitud del niño, obligado a realizar tareas de
adulto y alejado de cualquier posibilidad de formación, elemental
incluso, condenado a repetir la miseria vital de sus padres, a
quienes va a llegar la exigua soldada al final del poema. Claro que
eso, todo ello, o casi todo, es ya historia.
Tan superada la injusticia como alejada
la esclavitud de nuestro medio, al menos tan lejos como los paises
donde sigue existiendo, origen que suelen aparecer en las etiquetas
de la ropa, y donde presumo improbable la existencia de amos tan
magnánimos y misericordiosos como el dueño de las vacas que
escribió el poema. Nos defendemos de la injusticia ajena -la propia
al parecer no tiene quien lo haga- alejándola en el mapa del mundo,
y para mas seguridad, oponiendonos a que se acerquen a nosotros, los emigrantes “no pueden traer nada bueno”, de hecho ni los llamamos
así para no comprometer nuestras conciencias, los llamamos migrantes
que es mas moderno y de significado incierto, y volvemos a vivir
sometidos al prejuicio de una sociedad inmadura que sigue
desconfiando y negando las necesidades del otro, del extraño, del
procedente de un mundo que creemos ajeno, y en el que estamos todos
girando, para bien y para mal.
Es verano, y los noticiarios están en
manos de los becarios – los nuevos esclavos- a los que perdonamos
que escojan las noticias mas estúpidas de la carpeta del rincón tal
vez olvidada, para repetir machaconamente el crimen de antesdeayer,
las vicisitudes de los eternos náufragos rescatados en el
Mediterráneo, supervivientes del hambre; y en la pagina siguiente,
las amenazas de los mandatarios del planeta, sobre la economía, que
son sobre el empleo, sobre la paz, que vuelve a tambalearse, y
también sobre las supervivencia de los bosques, que es la del
planeta. Todo ello entre crimen y crimen, que ya no son “pasionales”
sino de género, hasta que les encuentren otra denominación, aun mas
desafortunada.
Afortunadamente ha comenzado la
temporada deportiva, y además nos encontramos anestesiados todavia
por la resaca de las fiestas estivales que este año han estado
magníficas, como siempre.
Y a tu madre a la noche le dices
que vaya a mi casa
porque ya eres grande
y te quiero aumentar la soldada....
“Mi vaquerillo” Gabriel y Galán,
De cuando la caridad pretendió
sustituir a la justicia. Hoy parece que no hacen falta, ninguna de
las dos.
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miércoles, 14 de agosto de 2019
ALTERNATIVA A VACACIONES SANTILLANA.-
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miércoles, 31 de julio de 2019
ALGUNOS NO DESCANSAN. (NI EN VACACIONES).-
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jueves, 25 de julio de 2019
CONSTE QUE NUNCA HE SIDO FUMADOR.-
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jueves, 18 de julio de 2019
INTENCIONES OCULTAS. DE LA PRENSA GRATUITA O DE PAGO.-
Intenciones
ocultas puestas en evidencia, o intenciones simplemente estúpidas.-
Algunos diarios digitales,
incorrectamente denominados por algunos, prensa digital, en tiempos
en que la imprenta no imprime otra cosa que imágenes evanescentes en
pantallas de todo tipo, han tenido la ocurrencia de exigir registro y
suscripción pecuniaria a sus lectores, entre los que me encuentro.
Vano intento.
Curiosamente, por ahora, son cabeceras
de segunda línea, provinciales o locales, pertenecientes a cadenas
nacionales que están convencidas de que sus primicias deportivas o
cofrades son de enorme interés y no dudan que los usuarios estarán
dispuestos a pagar una modesta aportación, momentáneamente
discreta, para seguir conectados con los eventos consuetudinarios de
su ciudad. Me parece bien, en tanto los negocios son máquinas de
hacer dinero, o al menos justificar la inversión, los inevitables
gastos. Aunque tengo mis dudas de que esta nueva forma de ofrecer
noticias, gratuidad limitada a los titulares, el resto, por breve o
insípido que sea, en caja, llegue a funcionar en el mundo cada vez
más extenso e incontrolable de la red de redes, donde cualquier
noticia, con más razón si son bobas o falsas, pueden localizarse y
aclararse de cien maneras sin pagar un kopek.
Y lo más grande
es que gratis, gratis no lo han sido nunca. Por un lado reducen
progresivamente el espacio dedicado a sus textos, dejando la
publicidad como prioridad absoluta, harto justificada, en bandas
iniciales, laterales y finales, generalmente acompañada de molestos
flashes y videos que deben subvencionar el asunto y a los que nos
hemos resignado por aquello de que nuestros derechos terminan donde
comienzan nuestros deberes, nulos ambos en este caso.
Previamente nos
suelen preguntar si aceptamos las cookies que nos introducen en el
navegador, esos espías que van a vigilar y vender a un tercero
nuestra actividad e intereses. En no pocas páginas es condición
indispensable el consentirlo antes de que nos permitan el acceso.
Volvemos a pasar por caja.
Por si fuese
poco, y al menos en nuestro entorno, resulta prácticamente imposible
acceder a algún medio de comunicación realmente independiente
políticamente, incluidos los de pago. Dada su consabida tendencia
adoctrinadora, mediada por las relaciones de poder, evidenciando el
legítimo interés de sus dueños de conseguir beneficios
colaterales, valor añadido para sus editoriales y columnistas,
siendo otra servidumbre, otra factura oculta, que se impone al
lector.
Digamos que sin
llegar a cuantificar el pago, ya nos lo han cobrado tres o cuatro
veces, y el que ahora pretendan otra nueva vuelta de tuerca, solo
conduce a que desaparezcan del navegador como favoritos y, con un
poco de suerte, de nuestra memoria.
Y es que...
Hay
tantas chicas en el mundo
que no puedo pensar solo en ti
hay tantas chicas en el mundo
que no puedo dedicarme solo a ti
que no puedo pensar solo en ti
hay tantas chicas en el mundo
que no puedo dedicarme solo a ti
que tu bikini está genial, pero en el mundo hay muchos
más
que yo ya sé que es especial, y también sé que hay muchas más
hay muchas chicas, pero tú eres especial
que yo ya sé que es especial, y también sé que hay muchas más
hay muchas chicas, pero tú eres especial
hay tantas chicas en el mundo,
que te vas a tener que esforzar
si tienes la intención de que me fije en ti
y que te saque a bailar
que te vas a tener que esforzar
si tienes la intención de que me fije en ti
y que te saque a bailar
si lo consigues tu tendrás
al chico más dulce y genial
de todos los de la ciudad
lo más que puedas aspirar
al chico más dulce y genial
de todos los de la ciudad
lo más que puedas aspirar
Hay muchas chicas, pero lo puedes lograr
Por eso chica, no desesperes
sé que tú puedes, ser esa chica entre las chicas
que si tú quieres, y si me quieres tu puedes ser la chica
que aunque hay muchas chicas, sé que tú eres especial!!!
sé que tú puedes, ser esa chica entre las chicas
que si tú quieres, y si me quieres tu puedes ser la chica
que aunque hay muchas chicas, sé que tú eres especial!!!
Aquí la
cantaban: Miguel Ríos, Micky y los Tonys, Los Summers, Los 4
Brujos.......
Siendo versiones
de: “Il y a tellement de filles” de Petula Clark, con la
inestimable en estos tiempos, ventaja “de género” de que también
la versionaban las chicas: Rocio Dúrcal, Betina, Fresia Soto.... con
el título de “Hay tantos chicos en el mundo”.
Así que nada de
hacernos sufrir, no nos vamos a dejar,
Enlace al You
Tube de Rocio; https://www.youtube.com/watch?v=JQJmAkz-Dhw
P.D.-
The Guardian ha iniciado el cobro
“voluntario” al final de sus articulos. Si te gustan, y
consideras justo y necesario -para su continuidad- el pagar por ello,
añades el óbolo correspondiente.
Naturalmente la respuesta de los
lectores ha sido positiva y el diario sigue en pie.
¿Aprenderán otros?.
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lunes, 8 de julio de 2019
TE VAN A DAR UNA POLEÁ SI TIENES SUERTE-
La poleá.-
Entre “Desechar el ruin” y “Que
te den poleá”, se me pasa la vida.
-!Tienes que comer, para desechar el
ruin!- escuchaba con frecuencia en la infancia. Más bien oía, que
lo de escuchar y lo de comer no ha sido nunca mi fuerte, supongo que
ambas cosas por desinterés, y no por otras razones. Tampoco sabia
que significaba eso del ruin y, como digo, ni el menor atisbo del
sentido que podría tener la palabra, salvo cuando aparecía en las
"novelas gráficas” - así se autodenominaban los tebeos- o no tan
gráficas si los autores eran Lafuente Estefania o Mallorquí. El
caso es que el tal ruin existía y, como causa de la ingente
mortalidad infantil de país todavía subdesarrollado, estaba en la
puerta, se asomaba pero ya no entraba, afortunadamente.
Otra frase recurrente era la que hacia
referencia a dar poleá a alguien, usada como preludio de la
fatalidad. Al parecer era de las últimas comidas que se le daba, o se
pretendía dar al moribundo, a veces quedando en la mera
intencionalidad, cuando el abuelo ya no tenía fuerzas para esa
última cena. Un acto amoroso, misericordia a través de la cocina
familiar, de cualquier cocina, con la idea de que transmitiese la
sensación de plenitud del estomago lleno y la dulzura del último
trago, para compartir la experiencia en su conversación con el barquero del Hades. Que no
solo de monedas viven los espíritus bondadosos amarrados al remo.
El caso es, que se me pasaron los años
sin llegar a probar la poleá, y no solo porque no debí necesitarla
en el sentido litúrgico de esta mencionada tradición culinaria,
sino porque cayó en desuso como postre popular, algo que fue durante
muchísimo tiempo, y que misteriosamente desapareció de los usos y
costumbres de nuestras madres y abuelas.
Quizás tenga
algo que ver la definición que le dedica Wikipedia; “Consiste en
una variante dulce de las gachas,
que se consumía especialmente en otoño e invierno durante los años
difíciles.”
Y también con el hecho de que no
aclare la enciclopedia el concepto de “años difíciles” que ,
hoy, seguramente resultará incomprensible para la mayoría de los
paisanos – de país-.
Como no recuerdo haberla probado con
anterioridad, tuve que imaginarme su composición y elaboración,
incluso su sabor, aunque lógicamente siempre la asociaba con el
poleo, de la menta en cualquiera de sus variantes, tan habitual en
los arriates y en los vasares de las casas. Craso error. No lleva
poleo. Aunque quizás una ramita sobrenadando... no le quede del todo
mal.
Han sido necesarios eones y eones,
limitado al triste consuelo de los recuerdos de aquellos que la
habían probado y que daban fe de su existencia, refiriendo incluso
su top ten de excelentes cocineras, la tía de este o la abuela del
otro, todas extintas. Y mira por donde, en la carta de postres del
lugar donde mejor he comido últimamente, Casa Emilio en Rota,
figuraba discretamente entre tartas y helados, a los que ahora llaman
sorbetes, inexplicablemente, porque sorber sorber, se sorbían los
polos, hasta que los hicieron mordibles, y ya ni eso.
En fin ,que tuvimos que pedir poleá,
para ir cerrando esos enigmas que la vida te deja pendientes de
desentrañar, con su habilidad para dejar cabos sueltos, hilos
tentadores que te arrastran a laberintos de los que a veces resulta
difícil encontrar la salida, y lo hicimos, el pedirla como postre, a
la vez que expliqué al extraordinario camarero que nos atendió, su
significado en mi memoria.
- Mi padre la toma de vez en cuando-me
dice- Tiene 94 – Y fue como si se abriese un enlace de
verosimilitud, un cortocircuito entre la realidad y mis recuerdos
inclinados a convertirse en fantasía, si no encuentran un apoyo
fehaciente, como en este caso.
No sería justo pasar excesivamente
veloces por aquella cena, tomar un atajo hasta el final, cuando el
camino, el tiempo y el trato recibidos merecen una descripción harto
precisa.
El camarero que nos atendió gozaba de
ese halo hipnótico que poseen los santos -he conocido varios- y
algunos políticos supongo, que justifica el que puedan arrastrar
multitudes con cuatro palabras o un simple ademán.
Una vez que se acercó a nosotros, la
carta que teníamos entres las manos, la apartamos para
inmediatamente después ignorarla, tan inconscientemente como
obligados a ello. Una simple mirada le bastó para enjuiciar a unos
clientes, tan perdidos como ajenos a lo que iban buscando y, por
supuesto, a lo que iban a encontrar.
Comprendí el significado del termino
empatía, una de esas virtudes, como casi todas, innatas, y las cuales
no se pueden atesorar ni siquiera vagamente ejercer si no tienes
aptitud para ello. Este hombre la tenia evidentemente, se puso en
nuestro lugar y nos indicó con la precisión y autoridad del
profesor a quien no se puede discutir, que cosa nos convenía comer,
cuando, y hasta donde, anulando o cambiando el orden de los platos,
en función de nuestra demanda, atemperada por su experiencia. Se
había puesto en nuestro lugar, y no pudimos menos que,
afortunadamente, ponernos en sus manos.
Ante la inexistencia de botellas
pequeñas de manzanilla, y mi temor de que la sed en una tarde
calurosa arruine cualquier velada ante el generoso y endiablado trago
fresco del jerez seco y afrutado, explicó que no debía
preocuparme, nos dejaría la botella completa y nos cobraría solo
media si ese era nuestro consumo habitual. Cuando, al marchar, la
retiró completamente vacia, no hizo comentario irónico o
sarcástico, tan solo confirmó su acierto, otro.
Los pescados y mariscos, siempre fuera
de carta, por aquello de su categoría de “temporada”, nos
obligaron a acompañarlo hasta la vitrina junto a la puerta, donde la
visión del despiece reciente del atún, alejaron cualquier
disquisición o duda sobre el plato principal.
Después de unas almejas, aceptables en
cuanto a su pedigrí, resignados a la desaparición de los bivalvos
autóctonos y a su sustitución por los cultivados de forma
industrial, ya ni coquinas, ni navajas, ni casi mejillones. Nos
quedan tan solo las conchas finas y las chirlas, verdaderamente
peligrosas las ultimas para aquellos que tragan sin paladear
previamente. Para mayor pena, han aparecido las vieiras en las
pizarras de restauración -que no restauran nada, en realidad solo
vuelven a llenar transitoriamente los estómagos- con la categoría
de novedad exquisita, lo que implica un precio por unidad que es
idéntico al que cobran en París por la media docena. Sigo sin
entenderlo, y conste que la concha fina la supera en textura, sabor
marino y bravura, que de todo tiene.
Ciertamente sorprendente la salsa que
las acompañaba, y que nos hizo lamentar el desamor de tantos
cocineros por algo fundamental cuando el ingrediente prínceps es
algo tan humilde como son las almejas – algunas exquisitas, en
otras latitudes, merecen y suelen comerse crudas, como aquí las
conchas finas- como son las salsas. Hablan metafóricamente de “La
salsa de la vida” y no comprenden que una y otras merecen el mayor
esmero en su elaboración. Este era el caso de aquella que nos obligó
a pecar , agostando el cestillo del pan,- otro ingrediente proscrito,
sin saber por qué-hasta dejar la bandeja en situación de
evitar momentáneamente el lavavajillas.
Cuando acudió al quite la ventresca de
atún a la brasa, la barriguera portuguesa, en su moderada dosis de
400 gramos por persona, comprendimos que habíamos ganado la noche,
al menos esa parte del cielo a la que llamábamos limbo, hasta que
Roma lo hizo desaparecer.
-Ahora están pasando- nos dijo el
domine, con esas mismas palabras a las que apenas pudimos hacer caso,
embriagados por el olor y el aspecto de esa carne que es realmente
pescado y que asada en su propia grasa, no necesita otra cosa que
una pizca de sal para conseguir la etiqueta de lo sublime. Nos daba a
entender que no hay que buscarlo en otras fechas, ni encontrarlo en
otro lugar diferente del suyo, por donde llevan pasando todas las
primaveras desde hace siglos.
El hotel donde nos alojábamos había sido una factoría atunera y aprovechado parte de su estructura y contacto con la orilla marina para convertirse en refugio de peregrinos, que es lo que somos ahora, análogo establecimiento a otro de Tavira, bastante mejor equipado y conservado y donde los vestigios de la industria conservera del atún hasta se convierten en museo, exclusivo para adictos a los museos, ciertamente.
El hotel donde nos alojábamos había sido una factoría atunera y aprovechado parte de su estructura y contacto con la orilla marina para convertirse en refugio de peregrinos, que es lo que somos ahora, análogo establecimiento a otro de Tavira, bastante mejor equipado y conservado y donde los vestigios de la industria conservera del atún hasta se convierten en museo, exclusivo para adictos a los museos, ciertamente.
Para los nostálgicos de lo que nunca
tuvimos, la reflexión sobre una sociedad tan glotona y depredadora
que no da ocasión a que estos extraordinarios pescados lleguen a ser
enlatados, devorándolos prácticamente in situ, y sin apenas
cocinar, como en los abundantes tartares de atún que florecen en las
barras de medio país, y que no son otra cosa que infamia para el local y a veces
para el estómago. Un bocado tan noble, ciertamente puede ingerirse
crudo, marinarlo ya es un pecado, desmenuzarlo y mezclarlo con
especias y otros restos de dudosa procedencia, solo es un disparate.
En nuestro caso, parece evidente que,
la cocinera o cocinero, sabían lo hacían, y nos dejarán en la
memoria, y en el paladar, un recuerdo que, debe durarnos hasta que
esta gloriosa experiencia pueda repetirse, sin avisar cuando ni
donde. De los manjares que uno ha disfrutado, este es de los
favoritos. El bocado tierno que se deshace en la boca mezclando el
churruscado exterior con el sangrante y sonrosado de su alma,
rememora la autentica felicidad del hombre primitivo que todos
llevamos dentro, alejado todavía del recolector, del agricultor que
vendría después a sofisticar su cocina con la poleá.
A simple vista podrían confundirse
estas con las natillas, por color y textura, a no ser por esos
picatostes canijos que sobresalen en la superficie.
En la boca apreciamos la calidez de un
bocado templado, de un dulzor discreto. Esto supone que no es
producto refrigerado o industrial, sino algo artesanal, recién
hecho, conservando aromas y sabores de sus ingredientes, que van a
resistir mientras la temperatura los mantenga en ese estado de
gracia.
Imaginaba, y comprendía perfectamente,
lo que esos bocados podían suponer para alguien que se marcha a un
viaje sin regreso y, aunque todavía no es mi caso, lamentaba la
perdida de tradiciones tan maravillosas, y platos tan estupendos que
solo requieren, supongo, un cocinero elaborando el postre justo en el
momento en que los señoritos están terminado el plato principal.
Algo imposible en nuestras casas, aunque no para los cocinillas a los
que la moda tiene tan entretenidos con moderneces. Por cierto que los
picatostes son los “croutons” franceses, a ver si así nos
animamos a probar esta saludable exquisitez.
Algunos las datan, a estas gachas
dulces, en el neolítico, mejoradas por la cocina musulmana, que
añaden el aceite de oliva, ahora denominada estúpida y a veces
falsamente AOVE, añadiendo también el anís y la canela, y siendo
consideradas elementos característicos de “la cultura del hambre “
- hay culturas, y tontos, pa tó - perviviendo tanto como esta
hasta la segunda mitad del siglo pasado.
Cualquier receta sirve, ingredientes
sencillos y económicos, elaboración fácil, cualquier día me
pongo, y supongo que solo necesitan un poquito, unos cominitos
metafóricos, de cariño.
Por cierto, que no pude aguantarme el
darle las gracias de manera inusual a aquel mesero perfecto:
-Si me toca la lotería, o me cae
alguna concejalia, te pienso ofrecer el puesto de mayordomo. -¿Que
dices?-
-Va a tener que ser la de urbanismo -
me contestó, mientras nos despedimos con sonrisas reciprocas.
Y es que...
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martes, 2 de julio de 2019
EL VERANO Y SUS ANUNCIOS.-
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viernes, 28 de junio de 2019
LAS PIEDRAS DE LA MEMORIA. (ADOQUINES TROPEZONES).-
Stolpersteine: “Una piedra en el
camino que puede hacer tropezar”
Gunter Demnig, artista y activista,
lleva desde 1992 colocando estas placas metálicas en el pavimento de
las calles de toda Europa, junto a la puerta de donde salieron
apresados los ciudadanos que terminarían en los campos de
concentración nazis. Más de 70.000 colocados hasta el día de hoy
y, desde hace poco, con su correspondiente extensión a las victimas
españolas, plateadas en este caso.
Toda la abultada literatura, acompañada
de documentales y medios de cualquier tipo, referidos a la barbarie
de los doce años de terror en los que millones de personas fueron
asesinadas durante el Reich, no son nada comparados con el silencio que
hemos vivido aquí, que vivimos en gerundio, todavía.
Llevo años sorprendiéndome por el
brillo en las aceras de estas piedras de la memoria en tantas
ciudades, y más me sorprende el que solo el viajero ocasional les
preste atención; supongo que los residentes ya estarán habituados,
e incluso aburridos, de este mantra que dura más de medio siglo, el
de que hubo victimas, innumerables, y por tanto debió haber
culpables.
Tradicionalmente la forma primigenia de
eludir la condena, no es alegar inocencia, es sencillamente negar la
existencia de la victima. Algo que allí no fue posible, algo que
nunca es posible, aunque el único recurso que le queda a la justicia
sea el de enumerar y registrar los nombres de aquellos que fueron
exterminados. Supongo que es algo necesario, aunque el recuerdo a los
individuos quede unicamente recogido en el plano de la crónica de
sucesos, una vez transcurridas dos o tres generaciones y
desaparecidos los nietos de esas victimas, en el caso de haberlos
tenido. El exterminio familiar buscaba ser completo, el genocidio lo
incluía en su definición que, por cierto, no tuvo lugar hasta
después de sucedido, concretamente hasta cuando algunos pocos
responsables pagaron el único precio razonable para la justicia
internacional de los vencedores, el cuello bajo la soga.
Acabo de leer “Calle Este - Oeste”
de Philippe Sands, sobre la génesis de este concepto, genocidio, y
del de crímenes contra la humanidad, que los son todos los que se
realizan sobre el individuo, sin necesidad de agrupar las victimas
bajo etiquetas que pueden distraer de la cuestión.- ojo a los
crímenes de género- . Ambos conceptos estaban latentes a lo largo
de la historia y lo único que cambió fue el hecho de poder condenar
a un gobierno, a todo un estado, en la cabeza de sus responsables,
como titulares del disparate. Fue en Nuremberg, donde una docena
larga de altos cargos fueron condenados.
Hoy esta imprescindible matraca sigue
machacando las meninges de medio mundo, espero que al menos de los
que leen, o de los que tengan sensibles las meninges; el libro está
recién escrito y publicado. Y las piedras en el camino que “pueden
hacer tropezar” son tan solo un testimonio, perecedero, sobre
aquello que, razonadamente, no debería volver a suceder.
Algo que sin embargo no ha sido así,
la historia es muy suya y, solo se escribe con sangre ajena. Turcos
contra armenios, Hutus y tutsies, Serbios y vecinos, Chiies y sunies,
o blancos y rojos como los pintaba Borges en algún cuento. Todo es
valido para justificar la matanza, el pogromo, que nunca ha sido
exclusivo de una religión o grupo, por mas que estos fuesen
prácticamente exterminados en Europa y ahora protagonicen,
merecidamente, el desagravio de las piedras amarillas.
Aquí, en nuestras calles, todavía son
excepcionales las chapas plateadas, y me temo que si llegan a
multiplicarse resulten extemporáneas respecto a la memoria vivida de los
que pisan sobre ellas. Nadie va recordar nada en un lugar donde,
aparentemente, nunca sucedió nada.
No hubo campos, lager, gulag, ni
muertos, en tiempos que fueron de paz. Ni tan siquiera tuvimos el
comodín de la guerra, que había terminado, tan solo el silencio, el
silencio absoluto y el tiempo interminable convertido en
notario de la historia, de casi un siglo de paz, y no escribo de paz
y justicia porque el teclado me acalambra los dedos.
Y pasan los años, como en la
sevillana:
Pasa la vida
Y no has notado que has vivido cuando
Pasa la vida
Y no has notado que has vivido cuando
Pasa la vida
Pasa la vida
Tus ilusiones y tus bellos sueños
Todo se olvida
Tus ilusiones y tus bellos sueños
Todo se olvida
Pasa la vida
Igual que pasa la corriente
Del río cuando busca el mar
Y yo camino indiferente
Allí donde me quieran llevar
Y no has notado que has vivido cuando
Pasa la vida
Y no has notado que has vivido cuando
Pasa la vida
Pasa la vida
Tus ilusiones y tus bellos sueños
Todo se olvida
Tus ilusiones y tus bellos sueños
Todo se olvida
Pasa la vida
Igual que pasa la corriente
Del río cuando busca el mar
Y yo camino indiferente
Allí donde me quieran llevar
Y nos sentimos aliviados al olvidar lo
que nunca hemos recordado. Al comprobar lo malos que han
sido...ellos. Nos dan lástima y ejercitamos nuestra indignación por
aquellas victimas....ajenas. Incluso nos sentimos orgullosos de que
un juez español lleve a un tribunal internacional, y logre condenar
por crímenes contra la humanidad a un Pinochet, uno de ellos, con la
ceguera impuesta de un país que se niega a reconocer los propios,
por la sencilla razón de que nunca los ha cometido, ya digo.
Llega el ilimitado disparate a
etiquetar a las victimas propias como represaliadas. A cambiar el
significado de las palabras para así cambiar el de las ideas, el del
pensamiento, que es lo que pretende.
¿Represalia?
nombre femenino
- 1.Acto de hostilidad con que un estado responde a otro o a alguien por una ofensa recibida.
- 2.Acto de hostilidad con que una persona responde a otra como
venganza por un daño u ofensa recibidos.
Ya cuento con el micromachismo de la
macrogilipollez que nos domina, pero soy tan inocente de la feminidad
de la palabra como las victimas lo son de la ignominia de llamarlas
represaliadas.
La RAE, funcionarios del estado
represor, según los litigantes del nordeste patrio, lo define de
modo similar:
1. f. Respuesta de castigo o venganza por alguna agresión u ofensa.
2. f. Retención de los bienes de una colectividad con la cual se está en conflicto, o de sus individuos.
.
Más de lo mismo, y en ningún caso
puede ni debe aplicarse el termino a personas que han sido
encarceladas, o muertas, sin antecedentes demostrados de agresión u
ofensa que lo merezca legalmente, y sin un juicio previo. Más
todavía en tiempos de paz.
No puedo pedir, consciente de su
inutilidad, el que deje de llamarse represaliado a quien
sencillamente fue encarcelado, en muchos casos hasta morir, o
marginado y vilipendiado a lo largo del resto de su vida, sin juicio
previo en muchos casos, o bajo un tribunal militar, en tiempos de
paz, insisto.
Sí, poner en evidencia la maldad, cuando
no simple incompetencia, de los políticos, periodistas, o
tertulianos cutres, que usan este injusto adjetivo no haciendo otra
cosa que insistir en la culpabilidad presunta de las victimas. Ya que
las hubo, al parecer, al menos mantener que fueron culpables, y que
por tanto no hay motivos para, tan siquiera, colocar una placa
metálica plateada en las puertas de quienes sufrieron.
¿Miles? ¿Centenares de miles?. No
importa. De momento medio millar de ellas en Madrid y dos docenas en
Palma. El resto de nombres, donde no molesten, en el silencio
sepulcral del olvido.
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