lunes, 27 de abril de 2009

SAME OLD SONG







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Résiste

Prouve que tu existes

Cherche ton bonheur partout, va,

Refuse ce monde égoïste

Résiste

Suis ton cœur qui insiste

Ce monde n'est pas le tien,

viens,Bats-toi, signe et persiste

Résiste

"France Gall "

Hoy ponen:

SIEMPRE LA MISMA CANCION.


Pelicula de Alain Resnais de 1979 con la que, entre otras cosas nos pide disculpas a los cinéfilos francófilos, por todos los malos ratos que nos hizo pasar durante casi toda su vida anterior, como cineasta a caballo entre el existencialismo y la nouvelle. De pronto el hombre se dio cuenta de que menos, a veces, es más, y de que olvidando el pasado, el de Marienbad, el de Hiroshima, el de la guerra que se acabó, y el del blanco y negro en el que ambientaba sus lúgubres guiones el, luego ministro de cultura, Semprun, se podía volver al amor, que no es mala cosa. Así firmó este delicioso pastiche rosa en el que la ruptura del cineasta sigue presente y… no hay una sola frase en la pelicula que no sea cantada.

Dos docenas de huevos puso en la cesta, hace falta valor, y los fue moviendo en el aire con manos de malabarista consumado de manera que no llegáramos a distinguir el comienzo de una ni el final de la otra, ni mucho menos cuantas veces se repite esta o aquella canción. El final, de la aventura, feliz, -magnifica pelicula para volver a ver al dia siguiente-, el de los enamorados no tanto, como debe ser...
Mañana se repite:

SIEMPRE LA MISMA CANCION

Sucede a menudo que en una cesta de cerezas, por grande que sea, y por hermosas que aparezcan las susodichas, siempre hay una que nos está mirando, nos damos cuenta enseguida y la mano, claro está, no hace otra cosa que lo que le mandan. Aunque no pretendamos que sea la mejor, ni tampoco podemos comprobarlo, -hay centenares ocultas-, si es la que va a iniciar la degustación que, en caso satisfactorio, facilitará el camino a las demás.
Pero de la canción de las cerezas ya hemos hablado, concretamente en la recopilación 2008, y hoy de la que estoy hablando es de “Resiste” de France Gall que además de usarse con profusión durante el desarrollo del musical en cuestión, resulta ser aquella cuyo titulo, para los que no dominamos idiomas ajenos, es idéntico al que tendría aquí, en Mongo, o sea “Resiste”. Bueno, para ser sinceros, en francés, en el original, hay un acento o vírgula sobre la primera e que, en todo caso no afecta a la pronunciación. Pueden ver la peli para comprobarlo.
Pero es que hay más, siempre aparece un hilo en la costura del dobladillo del pantalón que aunque no moleste, ni lo afee excesivamente, llega a obsesionarnos con su obstinada presencia y nos obliga a tirar de él con la suficiente determinación hasta hacernos ver que detrás de esa banalidad había otra cosa, que el dobladillo que ya no lo es, simplemente una pernera resulta ser unos centímetros mas larga que la otra, y que, de paso, nos encontramos con una pelusilla que , a saber, cuantos momentos de felicidad y amargura ha compartido junto a nosotros.

Ya ven que tirar del hilo es fácil pero a veces, sin que Ariadna nos eche una mano, puede conducir nuestra alma a situaciones inesperadas, a conflictos emocionales para los que no estábamos dispuestos.

Esto es lo que sucedió, sin duda, cuando la memoria trajo a mi mente la cancioncilla en cuestión y, detrás, todos aquellos mensajes morales que, aparte del de la indiscutible supervivencia que sigue a la resistencia, comienzan con la palabrita en cuestión. “Resiste” y continúan la frase al gusto de cada uno, según sus propias necesidades.
Si es por amor, no hay nada que hacer. Nada más frágil e inconstante. Pero no es de eso.
Si continúa: Y serás tal, y serás cual…mal camino llevamos. Promesas que exigen medios ilimitados, a quien no los tiene, para un premio incierto.
Si bien, sigue aquello de: Hijo mío.. Hay que echar a correr. Alguien que se ha percatado de nuestra inmadurez, y quiere dirigirla hacia donde a él le convenga.
Pero si nos basamos en las máximas, -dos veces máximas, una porque no hay otras mas grandes, y otra porque se llaman así- de Rochefoucauld, de Montaigne, de Baltasar Gracian o incluso de Nicolás, el Maki, y llegamos a la conclusión de que por mal que hagamos las cosas, el mejor consejo que tienen para los poderosos, la única manera de evitar que los lanceros bengalíes les pasen por encima, es la de aguantar, la de resistir, hasta que llegue la primavera, primero, hasta que los vecinos de la escalera decidan venir a echar una mano con el problema del desagüe, y si es preciso, si es necesario, hasta que llegue una epidemia fetén, de esas medievales en la que salen bubones y la gente se caga las patas abajo, y esperar, resistir hasta ese momento en que nuestro querido- valientes ingratos- y últimamente crispado publico, comprenda que ha llegado el elemento que mas une, que mas aglutina y reafirma a un colectivo. El del miedo.


Desde este momento y gracias a la gripe porcina, la crisis porcuna- y hay puercos, créanme- pasa a un segundo plano, y las lanzas se tornarán adargas que homenajearan de nuevo.
Que sí, que el que resiste gana, o al menos mientras resiste no pierde, que es lo que parece suceder. Ahora bien, el que tengan que venir estos fenómenos medievales a despertar el miedo a lo desconocido, el mentarnos a la parca, el fomentar el pánico a la inseguridad fuera del paraguas protector de la eficiencia de nuestros gobernantes, me parece excesivo.


Bien es verdad que he mencionado a Viriato, en más de una ocasión, como tiempos lejanos que no me gustaría volver a revivir, pero el que asome en lontananza, otra vez, este buen señor con su coetánea peste negra, ya me parece excesivo. Casi me dan ganas de irme al cine.
Y por cierto. creo recordar que además de ser un castigo por los pecados y tal y tal, esa era una enfermedad transmitida por las pulgas y atesorada en las ratas. Va a ser eso.
Si les queda sangre en el cuerpo vean Nosferatu, cualquiera de las dos, y si en lugar de sangre tienen otra cosa, mejor vean “On connait la chanson”, desde luego, es mas divertida.

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