1.-Maus.Art Spiegelman. Reservoir Books de Random House Mondadori 2007
O el comic que ganó el premio Pulitzer y el como ello pudo suceder.
Parecería lógico y presumible en el camino evolutivo de los lectores que antes de abandonar definitivamente el habito de la lectura tradicional de las palabras en negro sobre el fondo blanco del papel, para limitarnos a la pantalla en leds, que ya no es catódica, y católica dejo de serlo hace mucho tiempo, y a leer, como mucho en los labios de los engendros de las comedias televisivas, plano medio, sección hispanohablantes, parece lógico que antes nos demos una vuelta por los tebeos, bendita nostalgia, como despedida y cierre del formato libro.
En ese aspecto abundan las ediciones de estos antaño subproductos marginales y hoy eximias muestras del ultimo arte en llegar al foro de la cultura, no se si es el octavo o el noveno arte, el del tebeo que, una vez renombrados novelas gráficas pueden tenerse en las estanterías o encima de la mesa del salón sin miedo a que nadie nos llame lo que éramos, somos y seremos, adolescentes en estadio IV, es decir poseídos por muñecos metastáticos en toda la casa y en todos los escondites de nuestro cerebro, allí donde guardamos las cosas imprescindibles para nuestra salud mental.
Así, en esta ola de nudismo intelectual que nos ha tocado vivir, donde no hay que esconder tendencia alguna que no sean las proscritas de siempre, el lord, la matria y el mitrofán --permitanme explicarlo en otra ocasión- nos hemos visto obligados, si si obligados, a comprar, a leer de un tirón - como todos los comics- el tratado en tres tomos sobre la represión iraní de la mujer occidental ¿? Persépolis de Marjane Satrapi Norma Editorial 2007 , y Maus el compendio, el summun de la odisea del pueblo judio- o debería decir etnia? o quizás religión?. No lo se -durante la madre de todas las guerras. La Shoah, la catástrofe.
Ambos son en un denso blanco y negro, con mas negro que blanco en las viñetas y en las vivencias, y muerte, de sus personajes, y ambos tienen otro par de puntos en común, el gratuito y recurrente toque humorístico, y el dejá vu, el tópico sobre tópico imprescindible para el presunto publico adulto¿?, a quien va dirigido. Ambos han vendido millones de ejemplares, en Occidente, y ambos han concienciado al lector en algo lejano en el tiempo , en el espacio, o en los dos, que nunca debió haber sucedido, que no es licito que siga sucediendo, y que el mundo civilizado no puede consentir que se repita. Utopías, ya digo, propias de pequeños, de inexpertos lectores.
Los temas son realmente de primer curso de ética, de moral, de educación para la ciudadanía, y el formato es lo único que me parece sospechoso. Es como el donativo del día de la banderita, para autoconvencernos de que de esa manera el hambre, el cáncer o la injusticia quedan conjurados, o al menos, quedan lejos.
Los tebeos están bien, algo extensos y reiterativos pero sobrados de estilo, el característico de sus autores, representativos del diseño grafico posmoderno en el primero y el underground reconvertido en superventas del segundo. De esos libros que yo me compraría si no me los hubiesen prestado, vaya.
Creo que sobre el tema del holocausto se ha escrito tanto tan bueno, supervivientes incluidos, que todo lo que sea banalizar el asunto, o recrear el aspecto morboso del asesinato con el mejor de los fines, el crematístico basado en el crematorio, no deja de ser una obscenidad tan absoluta como el infranqueable silencio que se cierne sobre la sociedad europea (pongan mayúsculas si quieren) que lo fomentó, lo realizó y creyó salir impune. Todavía pensamos que Caín mató a Abel y que el crimen es individual como lo es cada una de las victimas, pero cuando es toda la sociedad occidental, y no solo un país como nos cuentan los tebeos, la responsable, hay que profundizar en el tema.
Hoy mismo, sesenta años después, denuncian las victimas el último pogromo contra los gitanos en Bulgaria. -¿Tu quoque, Bulgaria?-, y la lastima es que no tenemos una svástica para demonizar en esta ocasión.
Lo dicho, no basta con airear las tragedias, si no se acompaña con la oportuna reflexión para intentar evitarlas.
De los ayatolas más de lo mismo. Miramos con lupa la legitimidad democrática de unas elecciones en países donde este sistema acaso no sea otra cosa que la imposición del imperio que, momentáneamente, tiene el mango de la sartén. Un sinsentido.
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