martes, 22 de junio de 2010

MANUAL DE USO CULTURAL Nº 5

-------------------------------------------------------Donde proponemos un monográfico sobre Don Claudio (Chabrol).




Si no es mala persona ¿Por qué disfruta tanto con ellas?

El patito feo en realidad era un cisne. Siento fastidiar el final a muchos (niños) pero una de las gracias de la ficción es que nada es lo que parece.

¿Son guapas o son raras las francesas?

Al principio no parecen guapas, luego solo raritas, y al final, a la segunda película acabamos enamorados de ellas. Y es que del cuento solo nos contaron la primera versión, y no la prohibida cuando el patito era realmente un patito que creció entre cisnes y…..
Y las desigualdades junto a las esperanzas desmesuradas acaban llevando a la frustración y desembocando en situaciones ciertamente extrañas.

Los cinéfilos vivimos tanto tiempo en el mundo virtual de las dos dimensiones, en un rectángulo de fantasía, que corremos el riesgo de confundir la vida real con la del patio de butacas.
Menos mal que tenemos guías que nos acompañan en el recorrido, sibilas como Chabrol que no sueltan nuestra mano en el camino oscuro y tenebroso que atraviesa el purgatorio, el pasillo, hasta dejarnos en el mas seguro de los Hades, Cielo e Infierno, donde nada es mas real ni mas terrible, que la mas común de las pasiones de los mortales que fuimos.

Chabrol lo sabe, y ya nos lo va contando en el trayecto. No hay más infierno que este, y tanto el mal como el bien, el ying como el yang, son inseparables. ¿Por qué no aceptarlos? ¿Por qué no llevar la deportividad, el fair play fuera de los terrenos de juego, y aprender a disfrutar con las impertinencias que el mundo, inevitablemente, nos pone delante?

Esa es la cuestión, el enigma que nos coloca en todas y cada un de sus películas, el MacGuffin hitchcockiano que a los pocos minutos, tras la primera trasgresión moral de cualquier personaje, nos coloca en una senda tortuosa e inevitable, que suele terminar en la sección de sucesos... Como la vida misma.
Aún mejor, es la vida la que tiende a parecerse a las películas de Chabrol, aunque no siempre tenga tanta gracia, además de ser mucho más costosa y más, mucho mas larga.

Vivamos pues los pecados que nuestra condición nos impone, la de pequeños burgueses, codiciosos reprimidos y castrados por la conveniencia social. Cualquier desliz, cualquier descuido en las ataduras, dejará surgir una y otra vez los pecados que los personajes chabrolianos cuelgan a la espalda, en esas pequeñas representaciones del teatro del arte. En esas tragicomedias donde solo el ojo del director es capaz de hacer cómplice al espectador con el trasunto divertido que encierra toda tragedia.

Al fin y al cabo nos reímos con las lágrimas del payaso. ¿Por qué no nos va arrancar una sonrisa ver a Michel Piccoli y a Romy Schneider arrastrar por el pasillo el cadáver sanguinolento del tercero en la cama. ¿Por qué no alegrarnos con la inesperada muerte del prevaricador? ¿O de la amante cruel?. Y sobre todo ¿Por qué no aprender una lección, necesaria para la educación sentimental, lección moral y por tanto filosófica, con los pequeños y grandes desastres en que nos envuelven los instintos heredados de la madre naturaleza?. ¿Qué otra cosa puede hacer la condición humana en el teatro del mundo?. Asustarse, reír, y llorar, y poco mas.

Con el paso del tiempo, en la inevitable madurez, y en su penúltima - Bellamy - cumplidos los ochenta y con un Depardieu entrando en los setenta, aun nos sigue invitando a la mesa de sus conclusiones. Llegando a confundir al juez con el verdugo, y al policía con el asesino. Con la clarividencia de que solo el azar puede convertirnos en uno de ellos, en la cara o en la cruz. El resto es solo tiempo y esfuerzo perdidos.

Al menos hasta que llegue la próxima. La próxima vida para algunos, la próxima película de Chabrol para otros.

Las mujeres de su (mi) vida:

Bernardette Lafont Stéphane Audran Jacqueline Sassard Alida Valli Marie Laforet Jean Seberg Romy Schneider Stefania Sandrelli Ann Margret Maria Schell Isabelle Hupert Pauline Lafont Marie Trintignant Anna Galiena Emmanuelle Beart Marlene Jobert Laura Antonelli Natalie Baye Ludivine Sagnier …

Y encima, tenemos que soportar la letanía de que Hitchcock era un mujeriego y Chabrol solo un imitador….


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