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5ª Etapa.- Avignon.
Por fin fui al teatro.
(Y salgo en la foto).
Al festival de teatro de Avignon. Más concretamente al Festival Off, que viene a ser algo así como el concurso callejero, es decir no oficial, de los Carnavales de Cádiz, pero en pijo e ilustrado.
Toda la ciudad, a todas horas, en una muestra, un tráiler en directo de los centenares de espectáculos ofertados, con la única esperanza de que algún crítico de prestigio les haga una reseña en el suplemento cultural del fin de semana. Bueno, no debe ser la única esperanza, debe ser también por darse el gusto. Porque disfrutar, también lo estaban haciendo, ellos y los espectadores. Mismamente como en Cádiz.
Pasa uno las horas rodeado de artistas, que lo son, con el aliciente de la cercanía, de la increíble complicidad con el paseante estupefacto y con la gratuidad impuesta por la imposibilidad de asistir a las sesiones de taquilla en improvisados escenarios, tanto como horarios de difícil asimilación para el mas fanático de los espectadores, que no es el caso, sin soslayar la carencia del don de la ubicuidad que tanto echo de menos en momentos de esa índole. Son ellos tantos y yo tan poco que no me atrevería jamás a elegir uno solo en un escaparate tan prodigioso. Tan solo relajarme y dejar pasar el tiempo disfrutando por el interminable carrusel, esperando con cierta tristeza que el ocaso de la luz diurna vaya barriendo de las calles a estas marionetas para todos los públicos y vaya dejando al visitante con el sabor de boca de la bola del último helado. De mango, por cierto.
¿Qué es lo que se va a llevar este otoño?
Pues, en primer lugar, grupos jóvenes o muy jóvenes. Los maduritos están haciendo bolos en estas fechas, en las ferias de los pueblos, y además, ya hace tiempo que dejaron de buscar la fama, ese ser tan esquivo que si no te ha destrozado la vida antes de los cuarenta, mejor será que no te des por aludido y continúes tu camino, por la sombra. Siempre es más seguro por la sombra.
Se van a llevar los musicales – otra vez el Horror – y es que el viaje a la capital trae estas consecuencias. Desde tiempos inmemoriales el espectáculo teatral más popular ha incluido música, coros y bailarines. Y una vez denostada y olvidada la Zarzuela de los abuelos; vuelta a lo mismo, solo que ahora con títulos en inglés y temas musicales que han sido o van a ser motivos para el cine de Disney – por cierto vaya rumba más estupenda que se marcan los Gipsy Kings en el penúltimo Toy Story- . Eso, y las reminiscencias de las funciones escolares, la añorada infancia que quiere repetir viejos tiempos con los niños en el escenario y los parientes arrojándoles caramelos – en mis tiempos – Lástima que no les dé por el revival de los guateques que eran más divertidos. En fin. Tengamos paciencia y vayamos reservando las entradas antes de que se agoten.
Se va a llevar el teatro eterno del hombre orquesta. Actor, adaptador, director, y autor en la misma y primera persona. A veces funciones geniales, basadas en actualización de algún clásico. A veces solo un auto de fe del individuo que busca reconocimiento a su existencia, o sea cariño en forma de aplausos. Mas o menos lo que hacemos todos.
Uno vi, chileno él, que se anunciaba con un periódico atravesado en la cabeza – atravesado el papel, no la cabeza- publicitando su obra para un solo actor, ya digo, y ofreciéndonos un panfleto con su curriculum en el que se vanagloriaba de haber sido censurado y prohibido en su país, desde la llegada de Pinochet, sin molestarse en retocar su propia fecha de nacimiento, que fechaba en 1965. Supongo que los artistas tienen estas cosas, y muchas otras. Casi todas divertidas.
Y se va llevar, y termino, El Cabaret. Si señores. Lo mismo que el musical pero con más gracia, más cercanía rayando en la intimidad, y más mensaje. Es decir complicidad con el espectador, y puesta en solfa de ciertos valores sociales, políticos o familiares que merezcan ser puestos en ella.
Incluyen ciertas especialidades gimnasticas o de habilidad física, que ya eran clásicas en el género, y por el contrario, cada vez menos se prestarán a la esencia del mismo, el vodevil, el doble juego en el guión y la picardía , el humor picante que unidos al erotismo fetén, el que insinúa lo que no se ha de enseñar, han pasado a mejor vida en un mundo de reality show donde el sexo , en todas las acepciones del catalogo, ya tiene aburridos a los infantes de primaria. Ahora solo queda reinventar, redescubrir con inteligencia, o en el peor de los casos, añorar. Y hay para todos. No desesperemos.
Me quedo, por tener algo que recordar, con una cita de Voltaire que aparecía en el folleto de un monólogo basado en Moliere, para una actriz de prestigio, a la que hemos visto en el cine:
“Ser feliz, es la mejor medida para gozar de buena salud”
Del Avignon de los papas, y de los papas de Avignon, tendríamos mucho que hablar si no estuviese todo más que escrito y hablado. “La nueva Babilonia”, con hasta tres papas, tres, a la vez, pertenecen a una época que los creyentes hacen bien en ignorar, al menos en olvidar. Yo, desde mi solitario solideo seré solidario. Tres soles en esta ocasión, ya que no voy a por el póker.
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