martes, 14 de septiembre de 2010

Jornadas místicas y gastronómicas en La Provenza, o casi...(7)

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7ª Etapa. Mi catedral favorita. La Mediateca de Toulouse.-


El problema de los eclécticos, de los dispersos, o de los que nacimos en luna llena como yo, es que podemos tener dos catedrales favoritas, a la vez, y no estar locos. (Escuchense la versión de Machín o la del Cigala, las dos estupendas, para entenderlo).

De entrada, como siempre, negar la mayor.
La palabra mediateca me parece horrible, cuando no simplemente estúpida. Resultaba pasable en el título de la película menos rohmeriana de Rohmer, “El árbol, el alcalde, y la mediateca”, pero cuando ves que han usado semejante palabro con tal precipitación que ahora figura en el frontispicio de templos culturales como el referido – a pesar de que mediatheque parece mas fashion, sigue siendo horrenda – y eclipsa la posibilidad de recuperar el magnífico y originario nombre que no necesitaba actualización alguna, biblioteca.

Aquí no perderemos tiempo deteniéndonos en la estructura o en el estado de conservación. Edificio simbólico, en forma de arco, de la ultima corriente arquitectónica francesa, -Buffi y asociados-, de dimensiones y ubicación indiscutibles tanto para exagerar, si ello es posible, la grandeur del país como para la conveniencia de los usuarios a que está destinado.
No te queda más remedio que descubrirte al entrar, como en la copla de Pepe Blanco. (El genuino) “Sombrero en mano, entró en España. Y al verla se descubrió”. Otra cosa es plantearnos, como hacía Vázquez Montalbán, la dificultad de descubrirte cuando llevas el sombrero en la mano. Pero es lo que tiene el fiarte de las incoherencias ajenas, o el no usar sombrero, como es mi caso, y sentir la necesidad imperiosa de descubrirte cuando entras en un lugar como este.

Te sientes como un personaje de ciencia ficción en un escenario diseñado por Giger o por Moebius, como los protagonistas de Blade Runner en la casa de Frank Lloyd Wright, donde el tiempo y el espacio funcionan de otra manera. A cámara lenta, no hay prisas y los movimientos de los feligreses resultan inapreciables. Los imperceptibles funcionarios son amables y eficientes ante tu menor reclamo.
Una mayestática torre central distribuye el flujo de visitantes hacia tres plantas donde centenares de pantallas de plasma, con sus correspondientes sillones adaptados a la seguridad y al confort, auriculares de última generación en las torres de audio, donde la mayor discoteca imaginable está en disposición de ser utilizada. Salas repletas de textos, libros y revistas especializadas en música, cine o al resto de las bellas artes – por cierto que no tenían nada de tauromaquia, nadie es perfecto – junto a diarios de medio mundo y lo que es más espectacular, la posibilidad de consultar cualquier numero atrasado de ellos.

La filmoteca, toda en el actual formato, DVD, ofrecía unos fondos reales – nada de catálogos virtuales- inimaginables. Millares de películas de las que ni el Halliwells, que uso de cabecera, 22000 entradas, o el Emule, actual representante de Alejandría en la Tierra, tienen noticias.
Decenas de puntos de acceso desde donde puedes cargar – nada de descargar-en tu memoria., vía USB, toda la música “libre” que quieras, sin temor de que vengan los de la SDGAE llamándote pecador y cosas peores.
Y , por supuesto, la posibilidad de llevarte a casa cualquiera de los ejemplares de sus fondos, previa identificación en la entrada, donde incluso me facilitaron una bolsa con el anagrama de la institución y el nombre de su santo patrón, que tiene toda la pinta de pertenecer a algún mártir republicano español, de los días aquellos.(Exageración de fanático).

“Ciudad de gente bárbara
Y muy pocas alegrías
Tiene más de cien tabernas
Y una sola librería”

Dijo Pio Baroja de la suya, hace más de cien años.

Afortunadamente, el problema, el inmenso hiato, cultural en nuestro país, va a esconderse durante los próximos años en los pliegues de la arruga de una oruga que se fuga, como diría Gómez de la Serna, ya que, va a encontrar motivos mas importantes, y sin duda tan vitales como ella, para seguir manteniéndose en el ostracismo donde, desde mil ochocientos y pico, se refugia.
No ha lugar para lamentaciones. Ya no hay fronteras, y esta joya la tenemos al lado.
Yo, de momento, me consolaré soñando que la próxima reencarnación la haré como perroflauta – esta ha sido una decisión rápida, pero tan acertada como irreversible – para tener todo el tiempo del mundo a mi disposición y dedicarlo a la oración en este templo sin par.

P.S.-

Ya, ya se que esta es otra religión, al fin y al cabo.
Pero dejadme. !Ay!
Que yo prefiera
La hoguera
La hoguera...
(J.Krahe).


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